Ilustración: Nelson De León
Escribo para contarles, compartirles una experiencia a partir de nuestro tránsito en el Espacio Cultural Bibliobarrio. Pero valga una aclaración. Si bien muchas de las cosas que escribo en las próximas lineas han sido pensadas y sentidas junto con muchos de los compañeros y compañeras de “La Biblio” (como le decimos comúnmente), no es un escrito colectivo, por tanto es un recorte de lo que allí acontece día a día, es solo una mirada posible. Escribo sobre un Bibliobarrio (con mis lentes, mi piel, mi historia) y no sobre Bibliobarrio (lleno de otras ropas, pieles y vidas).
Biblbiobarrio es una multiplicidad de proyectos. A primera vista es un espacio cultural, que lleva adelante una biblioteca popular, una editorial artesanal y realiza distintas actividades culturales (1). Pero es más que un proyecto alternativo cultural, es un proyecto social y político vinculado al campo de la locura y el trabajo.
El colectivo Bibliobarrio tiene distintas procedencias. A nosotros nos gusta decir que es la conjunción de proyectos/ideas/necesidades/sueños diversos: una biblioteca barrial impulsada por vecinos del barrio Reducto desde el año 2004 (2); la necesidad laboral de personas con padecimiento (de lo) psiquiátrico y su imposibilidad de inclusión socio-económica en nuestro país; y la necesidad de un grupo de estudiantes universitarios de formarse a partir de demandas sociales (Retamoso, 2009) en un contexto universitario donde se gestaba la II Reforma impulsada por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), y con ello el desafío de proyectos estudiantiles de extensión universitaria (3).
Son estos encuentros que permiten desde el año 2010 la gestación de lo que hoy es un emprendimiento cultural, gestionado por usuarios de salud mental, actores universitarios y vecinas de la zona. A partir de ese momento, la biblioteca pasa a componerse como espacio cultural y empieza a nombrarse como “Bibliobarrio”. A su vez, no solo alberga libros y actores sociales sino también la posibilidad de integración laboral de personas con padecimiento (de lo) psiquiátrico, o sea producir nuevas relaciones sociales con la locura (Amarante, 2009) y también constituirse como un “aula integral” de formación universitaria. Por tanto, pasa de ser una biblioteca barrial autogestionada por vecinos y vecinas a ser un espacio cultural autogestionado y desmanicomializante integrando una diversidad de actores sociales y ampliando sus objetivos.
Actualmente abrimos la biblioteca tres veces por semana, 5 horas diarias, horario en el que generalmente también producimos nuestros libros con tapas de cartón y pintados a mano y mensualmente hacemos una o dos actividades culturales, ya sean peñas, cine-foro, café literarios, presentaciones de libros, etc. A partir del ingreso recabado por las tres áreas se genera un fondo mensual que es distribuido entre los compañeros que han pasado por un padecimiento (de lo) psiquiátrico (Aguirre, et al, 2009) (4), ya que Bibliobarrio es una de sus fuentes de ingreso. El resto de los integrantes trabajamos de forma honoraria en el emprendimiento. Todos desarrollamos distintas tareas en las áreas del proyecto, tratando que cada uno dedique el mayor tiempo en lo que más le guste hacer, pero siempre teniendo presente la sostenibilidad del mismo. Bibliobarrio es un trabajo para todos nosotros pero también sostiene otros aspectos de nuestra vida, muchas veces como espacio donde podemos desplegar nuestra creatividad, donde nos animamos a arriesgarnos, donde podemos abrirnos en la construcción de otras narrativas de vida y a su vez potencia nuevas redes para la vida.
Las dimensiones de lo cultural, la autogestión y la desmanicomialización son lo que confluyen para componer un emprendimiento singular con grandes desafíos, tensiones y potencias.
Todo proceso de autogestión y de desmanicomialización en emprendimientos socioproductivos tiene -al menos- dos caras, una interna y una externa. Que por supuesto están íntimamente relacionadas. La cara interna podríamos pensar es la forma de trabajo dentro del colectivo y las transformaciones que como colectivo tenemos que darnos y provocarnos a partir de nuestras prácticas cotidianas. En particular está vinculado a cómo trabajamos y cómo tomamos las decisiones. La cara externa serían las acciones en las que además aportamos y propiciamos transformaciones en otras personas que no son integrantes del colectivo, o sea a transformaciones sociales más allá del emprendimiento. Lo cultural creemos que aporta principalmente en esto último y es bisagra en el proceso.
La gestión colectiva pasa a tornarse uno de los mayores desafíos del colectivo, siendo la sustentabilidad económica una de las mayores dificultades y quizá uno de los enemigos directos para construir procesos horizontales, solidarios y los cambios subjetivos necesarios para una transformación de los modos dominantes/hegemónicos de relacionarnos. Tanto, vinculados al trabajo desde la cultura salarial, como vinculados a la locura a partir de la lógica manicomial (5). En definitiva romper vínculos jerárquicos y formas de opresión que reproducen modos relacionales de dominación que son también de sobreprotección y dependencia, en las que (aún) estamos envueltos.
Recordemos que el equipo esta compuesto por distintos integrantes con trayectorias de vida que nos ubica históricamente en distintos lugares de saber-poder, donde un profesional generalmente es ubicado en un lugar de jerarquía que alguien que no lo es. Por tanto para lograr compartir el trabajo (manual e intelectual) y las decisiones entre todos de forma horizontal, es necesario una demora en las formas de actuar y pensar cotidianamente para dar paso a nuevas formas de hacer, de pensar, de decir y de sentir.
Para esto Bibliobarrio desplegó una serie de estrategias. Por un lado la creación de múltiples espacios grupales para la circulación de la información, la palabra y las decisiones. Disponemos de cuatro espacios grupales: asamblea; espacio de gestión y planificación; espacio de discusión de los usuarios de salud mental; y espacio terapéutico. O sea, distintos espacios en distintos momentos cotidianos de la semana o mes que a su vez, son ocupados por distintos integrantes. Se trata de “abrir y multiplicar los espacios capaces de acoger las singularidades en sus diferencias” (Fernández-Savater, 2016, p. 128). Son un entramado de espacios grupales, que se crean en el entendido de que no alcanza con que hayan asambleas para la toma de decisiones colectivas, es necesario forjar esa posibilidad, algo que se produce en el entre de los diferentes espacios grupales creados, es un entretejido del decir-decidir-cuidar.
“Oury afirma que la decisión no es un acto puntual que tenga lugar en un espacio-tiempo determinado, ni tampoco una secuencia lineal de tipo deliberación-decisión-ejecución, sino que se trata de algo más complejo. Un proceso de 'preparación' en el cual la decisión va incorporándose (haciéndose cuerpo). Un proceso de maduración (en espacios y tiempos múltiples) que produce finalmente un 'consenso', no en el sentido de una unanimidad, sino de 'sentido compartido'. (...) aprender a enriquecer ese proceso de preparación, maduración e incorporación es aprender a tomar decisiones de modo no soberano. Aprender a tomar decisiones en el elemento mismo de la multiplicidad.” (Fernández-Savater, 2016, p. 129).
Por tanto es necesario el despliegue de otras temporalidades (6) y una actitud de acogida (Oury 1998; Grebert, 2013).
Acoger al otro en su diferencia, siempre diferencia, acoger al otro en su devenir, acoger al otro en su distancia o cercanía de cuerpo o mirada, acoger al otro en el danzar, en el navegar o en el silencio. Acoger es sostén y posibilidad porque otros están ahí, en Bibliobarrio es puente entre el trabajo y la vida y quizá también sostén en la disputa por un emprendimiento “productivo” alternativo en un mundo capitalista. Pero ¿cómo producir prácticas de acogida sin reproducir formas del deber ser, de la moral, de la norma? Aún es un desafío cotidiano en nuestras prácticas.
Quizá la dimensión cultural del emprendimiento nos permita ir caminando por algunas grietas posibles en ese sentido. El contacto permanente con vecinos y vecinas, escritores y músicos de distinto tipo que recorran la biblioteca día a día, que se llene un sábado de noche la biblioteca y no se distinga quienes son los usuarios de salud mental y quienes no, generan espacios de encuentro permanente desde nuestras existencias. Estas prácticas entiendo que, cotidianamente aportan en la deconstrucción del imaginario social de la locura, en tanto peligrosidad, incapacidad, discapacidad u enfermedad y permite la construcción de nuevos imaginarios sociales quizá sin etiquetas estigmatizadoras a partir de los espacios de encuentro vividos día a día.
La acogida pasa a ser una acción muchas veces de los integrantes de Bibliobarrio hacia quienes participan de las actividades culturales. O los libros colectivos que hemos editado han sido acogida para algunos escritores.
Que la acogida sea algo que se construye desde Bibliobarrio como colectivo y no solo hacia las personas con padecimiento (de lo) psiquiátrico, sino entre los integrantes del colectivo y con los otros, o sea ustedes, permite sin duda caminar hacia procesos de desmanicomialización y por ende de transformación de este sistema-mundo capitalista, patriarcal, occidental moderno y manicomial.
Desde este contexto es que se desarrolla la propuesta del emprendimiento Bibliobarrio, entretejido barrial, comunitario y afectivo, visualizando que mas que un espacio para que otros se integren a nuestro sistema-mundo, necesitamos espacios para transformarnos cada uno de nosotros/as y así cambiar juntos el mundo.
Quizá uno de las mayores apuestas del colectivo sea invitarlos a compartir un tiempo/espacio con nosotros y con distintos artistas de nuestro país, detenernos a compartir tiempo-juntos, a compartir un encuentro de cultura una noche entre música, poesía o cine, o a compartir el interior de uno de nuestros libros y editar en nuestra editorial algún escrito que tengan por ahí, o compartir una tarde de mates y libros, ya sea entre los muchos libros de nuestra biblioteca o entre muchas tapas de libros que nos encontremos pintando… quizá con alguna música de fondo o con charlas que van y vienen tardes de verano e inverno por Enriqueta Compte y Riqué 1275. Los esperamos!
* Docente universitaria y militante social
Notas:
1) Más informaciòn: Bibliobarrio.blogspot.com / Facebook: Bibliobarrio / Mail: biblio.barrio@gmail.com
2) La Biblioteca desde sus inicios transitó por distintos lugares. En el 2008 pasó a funcionar detrás del Hospital Vilardebó, en el Club Reducto a partir de una contrapartida de dicho Club tras ganar el presupuesto participativo de ese año. En el 2016 nos mudamos a un nuevo local, el Centro Obrero de Alpargatas (COA).
3) En la UR desde 2008 comenzaron a promoverse proyectos estudiantiles de extensión universitaria que tienen como premisa el protagonismo del estudiante en su proceso de formación, ya que son llevados adelante por un grupo de estudiantes y en temáticas sociales de interés e inquietudes que ellos mismos se formularon.
4) Este concepto intenta dar cuenta de dos dimensiones presentes en relación al “padecimiento”. Pudiendo ser leído sin el paréntesis: “padecimiento psiquiátrico”, que implicaría el sufrimiento humano (muchas veces sin respuestas sensibles) y por otro lado la lectura con paréntesis “padecimiento de lo psiquiátrico”, que implica el padecimiento de los efectos de la psiquiatría sobre el cuerpo del sujeto (medicalización, encierro, estigma) y sobre el cuerpo social (control social, miedo, normalización).
5) La lógica manicomial acude a la relación que se establece con la locura desde la modernidad. Haciendo hincapié que no solo se trata del manicomio como establecimiento de encierro, sino también las formas en las que cotidianamente excluimos, etiquetamos y marcando limites claros entre lo que es normal-anormal, lo que es loco-racional, etc. Romper con esta lógica, no solo es cerrar los manicomios, sino también transformar estas relaciones.
6) Podemos pensar en algunas referencias de movimientos sociales como los Zapatistas donde la temporalidad otra es fundamental para generar otros modos de autogobierno, de toma de decisiones.
Referencias bibliográficas
Aguirre, M., Cardozo, D.,Carracedo, L, Castrillejo, M. y Jaurena, C. (2010). Trabajo y Locura. Investigacón sobre experiencias y programas laborales para personas con Trastornos Mentales Severos y persistentes. (Informe Final: PAIE – CSIC- UdelaR). Inédito.
Amarante, P. (2006). Locos por la vida: La trayectoria de la reforma psiquiátrica en Brasil. Buenos Aires: Ediciones Plaza de Mayo.
Fernández-Savater, A. (2016). La asamblea y el campamento. Sobre la organización de lo común. El Apantle: ¿Común cómo? Lógicas y situaciones, (2), 101-132.
Grebert, L. (2013). Clinique la borde. Un espacio de vida. En de León, N. (Coord.) (2013). Abrazos. Experiencias y narrativas acerca de la locura y la salud mental. Pp: 125-147. Montevideo: Levy.
Oury, J. (1998). Libertad de circulación y espacio del decir. Recuperado de: https://www.topia.com.ar/articulos/libertad-de-circulaci%C3%B3n-y-espacio-del-decir
Retamoso, M. (2009). Las demandas sociales y el estudio de los movimientos sociales. En Formulación de proyectos de extensión universitaria. Cuadernos de extensión Nº4. CSEAM-SCEAM. UdelaR. 2015