Conhecimento destrói mitos. Estudiantes y profesores en las calles de San José de los Campos (San Pablo, Brasil). Fotografía de Lucas Lacaz, 2019. Imagen publicada en Pragmatismo político (facebook)
Nos hemos ido encontrando, cotidianamente en Brasil, con un embate reaccionario a la educación. Son expresiones de esa decadencia ideológica: el hecho que los manifestantes alineados al gobierno arrancaran un cartel en frente de la Universidad Federal de Paraná con la frase “En defensa de la Educación”; la postura del actual Ministro de Educación, por medio de un live en facebook, al explicar los recortes de los gastos en las universidades federales comparándolos con porcentajes irreales utilizando chocolates; o con el propio presidente de Brasil, al conmemorar el golpe militar de 1964 en nuestro país. En nuestros tiempos, lo que parecía retrógrado se volvió dramáticamente actual y el gobierno central ha asumido esa cara perversa de la cual la educación pública es uno de sus principales objetivos.
¿Cómo explicar esas cuestiones? ¿Cuáles son las inflexiones sufridas por la educación pública brasilera en ese contexto? ¿Cuál es su origen y como llegamos hasta aquí? ¿Cuáles son los enfrentamientos y resistencias a ese proceso? El grado de complejidad de la sociedad actual exige preguntas y respuestas complejas, requieren ciertamente mayores procesos de investigación. A pesar de eso, traemos en este pequeño texto algunas reflexiones y contribuciones de investigadores que se han inclinado en revelar el embate del capital en la educación, en particular, la educación brasilera actual.
Para iniciar la conversación destacamos dos presupuestos. El primero remite a comprender la educación en el contexto de crisis del capital contemporáneo y sus estrategias para garantizar la recomposición de sus tasas de ganancia. El capital en crisis ha desencadenado mundialmente un proceso de ajuste estructural resultando en la destrucción de los derechos sociales, incidiendo en la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores y al mismo tiempo, posibilitando una mayor apropiación privada de los fondos públicos por el capital.
En Brasil ese ajuste fue significativamente acelerado por el golpe parlamentario que destituyó a la presidenta Dilma Rouseff en 2016 y las recientes modificaciones en el campo jurídico formal expresan un momento de síntesis de esas estrategias. En 2017, las aprobaciones de la ley de tercerización permitiéndola tornarla amplia e irrestricta en los contratos de trabajo y de la Reforma Trabalhista (modificaciones en la legislación laboral) provocó una intensa alteración en la Consolidación de las Leyes de Trabajo (CLT), asumiendo como la espina dorsal de esa reforma la dominación de lo negociado sobre lo legislado. La tramitación en curso en el Congreso Nacional de la Reforma de la Previsión social, que pretende elevar la edad mínima de la jubilación, el tiempo de contribución y la institución de un régimen de capitalización de la previsión sobre la gerencia del capital financiero, representa un ataque más a la clase trabajadora. Estas transformaciones en el ámbito de los derechos laborales buscan, al fin y al cabo, regular y ampliar la flexibilización del trabajo por medio del empleo parcial, temporal, subcontratado; marcas de la intensa precarización del trabajo en los días actuales. Esos procesos no han sido realizado sin luchas y cuestionamientos por la clase trabajadora.
La segunda cuestión se refiere a las disputas intraburguesas en el capitalismo. Distintas fracciones de la clase burguesa disputan entre si, constantemente, la dirección de la hegemonía a partir de diferentes estrategias para garantizar el proceso de dominación. Esta opresión se altera a lo largo del tiempo y se aprovecha no sólo de distintas formas de convencimiento sino también de la violencia. Para Fontes (2017) hay una frenética ampliación del activismo empresarial burgués en la sociedad contemporánea al mismo tiempo que un encogimiento de la democracia burguesa, por medio de la expansión de las fundaciones sin fines de lucro vinculadas a las empresas. Estas entidades tienen por objetivo no explícito la captura y la transfiguración de las diversas expresiones de las luchas de las clase dominada, operando tanto en el Estado (restricto) como en la sociedad civil en la dirección de mantener la hegemonía capitalista. Tal proceso ha expandido significativamente la privatización de los servicios públicos, en particular de la educación, foco de nuestra reflexión.
Esos presupuestos son esenciales para comprender la educación hoy en día. Conviene señalar que no es de hoy el interés del capital por la educación. A pesar de eso, la reforma empresarial de la educación en curso, desde la década de 1990 en Brasil y también en otros países de América Latina, revela una actuación de la clase burguesa cualitativamente distinta. La referida reforma tiene instituida, sistemáticamente, la lógica empresarial en la educación pública, en sintonía con la reforma neoliberal del Estado, profundizada en tierras brasileras por medio de la Reforma Administrativa iniciada en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (PSDB) (1995-2000), la cual estimuló una mayor incidencia de lo privado en la educación pública
Desde la década de 1990, los diferentes gobiernos brasileros han dado continuidad al desarrollo de esa reforma en el campo educacional. Las principales características de la reforma empresarial de la educación son: la concretización de alianzas público-privada por medio de la gestión por concesión, la venta de servicios educacionales, el control del proceso pedagógico por evaluación externa, el pagamento de vouchers y/o becas pagas por el Estado para que los estudiantes realicen sus estudios en colegios privados, la venta de materiales didácticos, entre otros (FREITAS, 2018). Estas alianzas concretizan una privatización no clásica, o sea, puede no haber venta de la institución pública en sí, pero ocurrir una privatización interna, más velada. Este proceso acentúa la mercantilización de la educación, con el direccionamiento del gasto público para corporaciones del sector educacional, sobretodo los grandes conglomerados financieros, presentes en mayor volumen en el mercado de la educación superior y en la venta de materiales didácticos (LEHER, 2018).
Para Leher (2018, p. 46) tampoco los gobiernos de coalición petista rompieron con esa lógica a pesar de haber ampliado el acceso a la Educación Básica y superior y haber colocado en pauta algunas políticas de acciones afirmativas importantes: “las eclécticas medidas educacionales del gobierno del PT (2003-2014) fueron armónicas con la agenda del capital”. En ese período hay un crecimiento de la interferencia de la clase empresarial organizada en las políticas educacionales. El ejemplo más emblemático se refiere a la incorporación por el gobierno de la agenda del movimiento Todos por la Educación (TPE) en el Plano de Desarrollo de la Educación (PDE, 2007) por medio de una concepción gerencialista, sustentada por la evaluación y cumplimiento de metas.
El TPE consiste en un conglomerado de grupos empresariales que ocultan su carácter de clase por medio de la filantropía y de la responsabilidad social, presentándose como un movimiento “apartidario” y “plural”, con la finalidad de cobrar y efectivizar mejorías en la calidad de la educación pública brasilera, incidiendo fuertemente en las políticas públicas. Ese organismo revela el carácter inédito de la actuación de los empresarios en la educación en lo inicios del siglo XXI orientada a la formación del consenso social, conjuntamente con el crecimiento de las posibilidades lucrativas del empresariado en el sector educacional. El TPE tiene organismos relacionados en diversos países de América Latina, que componen la Red Latinoamericana por la Educación (Reduca). Esos movimientos están sintonizados con los otros organismos supranacionales que formulan e inciden sobre la educación a nivel mundial (Banco Mundial, Unesco, OCDE, Bird, entre otros).
En 2016, en lo que se refiere a las políticas educacionales, se instituyó la Reforma de la Enseñanza Media - decretada inicialmente por Medida Provisoria en 2016 y posteriormente aprobada con ley N.º 13.415/2017 – y la definición de las Bases Nacionales del Currículo Común (BNCC) para la Educación Básica. En los años siguientes apuntaron a restringir la educación al mercado de trabajo o en las palabras de los reformadores: “formar los jóvenes para las competencias y habilidades del siglo XXI”, anclados a la perspectiva falsa del capital humano, donde más educación sería la clave para resolver los problemas estructurales de la sociedad.
La Reforma de Enseñanza Media pretende volver más flexibles a los jóvenes para la variedad de trabajos en un contexto de aumento de desempleo englobando a la juventud de forma más dramática. La nueva Enseñanza Media prioriza las disciplinas de Lengua Portuguesa y Matemática en los tres años de esa etapa de escolarización y deja en segundo lugar los demás componentes curriculares, siendo que los estudiantes deberán elegir un área para profundizar (Lenguajes, Matemática, Ciencias Naturales, Ciencias Humanas y Sociales, Técnico-profesional). Hay un fuerte énfasis para el itinerario técnico-profesional en escuelas cada vez más precarias, sin biblioteca ni laboratorios; condición para realizar minimamente esa formación. Por otro lado, hay una abertura todavía mayor para la actuación de las empresas en esa formación, inclusive en la educación a distancia. En gran medida los educadores critican la reformulación de la Enseñanza Media al considerar que frena todavía más el acceso de los jóvenes al conocimiento universal, despreciando principalmente los contenidos de las humanidades (Filosofía, Sociología, Educación, Física y Artes), incluidos de forma subordinada después de diversas reivindicaciones. Otra crítica está en el riesgo de la limitación para continuar los estudios en la educación superior, por la falta de profundización de conocimientos en diferentes áreas. En las palabras de Motta y Frigotto (2017, p. 369), la reforma “condena generaciones al trabajo simple y niega los fundamentos de las ciencias que permiten a los jóvenes entender y dominar cómo funciona el mundo de las cosas y la sociedad humana. Una violencia cínica de prohibición del futuro de los hijos de la clase trabajadora por medio de la oficialización de la dualidad intensificada de la Enseñanza Media y de una escuela vacía, en la perspectiva de Antonio Gramsci”
Conviene recordar que en Brasil la Educación Básica es compuesta por: Educación Infantil (0-5 años), Enseñanza Fundamental (6-14 años) y Enseñanza Media (15-17 años). La Enmienda Constitucional Nº 59 de 2009 amplió la escolarización obligatoria desde los 4 a los 17 años. Sin embargo, en la Enseñanza Media todavía hay enormes restricciones, tanto para el acceso como para la permanencia en esa etapa de escolarización. En 2017 estaban cursando ese nivel de enseñanza 68% de los jóvenes de 15 a 17 (Investigación Nacional por muestra de domicilio IBGE, 2017). Algunos de los jóvenes que no estaban cursando la Enseñanza Media, se encontraban en la Enseñanza Fundamental. Sin embargo parte significativa, en torno del 20%, no estudiaba. En la realidad brasilera muchos jóvenes trabajan (formal o informalmente) para contribuir con los ingresos familiares. Ese número es bien expresivo en las familias más pobres y en gran parte de los casos la necesidad de trabajo acaba limitando los estudios.
Más allá de las reformas citadas, la situación en Brasil se agravó en los últimos años con la ampliación expresiva de movimientos políticos de extrema derecha. Las organizaciones y proposiciones alineadas a esos grupos fueron decisivas tanto en el golpe de 2016, que destituyó a la Presidenta Dilma Rouseff, como en las elecciones de 2018 resultando en el ascenso del presidente Jair Bolsonaro (PSL) alineado a esa concepción. De esos movimientos se destacan según Lamosa (2018) Estudiantes por la libertad (EPL) y el Movimiento Brasil Libre (MBL), entidades brasileras ligadas a las redes internacionales como Atlas Network y Red Libertad[1].
En el campo educacional, esa vertiente comparte en gran medida la reforma empresarial de la educación – en particular la privatización de la educación pública, el control del proceso pedagógico de la escuela por medio de formación de profesores y estudiantes sintonizada a las habilidades y competencias del mercado de trabajo. Al mismo tiempo, ese grupo reaccionario agrega otras pautas y acciones, dentro de las cuales se destacan: el Proyecto Escuela Sin Partido, la militarización de las escuelas y el homeschooling, los cuales componen la base de las políticas educacionales bajo el gobierno de Bolsonaro[2].
El Programa Escuela Sin Partido que está en trámite en la cámara de los diputados, como también en diversas cámaras estaduales y municipales, en algunas de ellas ya aprobado, tiene por objetivo vedar una supuesta “doctrinación política e ideológica” en las escuelas y enfatizar el control del profesor responsabilizándolo por la mala calidad de la educación. El Programa defiende que sería posible una escuela “neutra”, apolítica y que no discuta relaciones de género y otras contradicciones sociales, como también enseñe a los estudiantes conforme la convicción de los padres. Se puede percibir un amplio ascenso de criminalización de profesores, inclusive hay incentivos, tanto del Presidente como del actual Ministro de Educación Abraham Weintraub, a que filmen y denuncien a sus profesores.
La militarización de las escuelas se refiere a compartir la gestión de la escuela pública con militares (policías, bomberos y ejército). El Ministerio de Educación estableció en 2019 una subsecretaría de fomento a las escuelas cívico-militares para establecer alianzas con estados y municipios que deseen militarizar parte de sus escuelas. Para Freitas (2018) y Lamosa (2018) hay en esas escuelas una exacerbación de la disciplina rígida y autoritaria en particular en lo que se refiere al control de la conducta moral de estudiantes. Al mismo tiempo hieren la autonomía y la gestión democrática de las escuelas públicas.
El homeschooling o educación doméstica se refiere a la sustitución total o parcial de las actividades escolares por actividades en casa. Por medio de una medida provisoria el Gobierno Federal pretende reglamentar esa práctica en Brasil yendo a contramano del derecho a la educación, al acceso a contenidos universales impidiendo también los procesos de socialización vivenciados en la escuela.
Los recortes y las reducciones de recursos en la educación también ha sido una de las tónicas del gobierno actual. Los recortes en el financiamiento de la educación pública por parte del Ministerio de Educación (MEC) desde el inicio de este año giran en torno a 5 mil millones de reales que representa el 25% de su presupuesto total afectando tanto a la Educación Básica como a la Enseñanza Superior. En la Enseñanza Superior ocurrieron recortes de más de seis mil becas de estudiantes de Posgraduación y una reducción en torno a 30% del presupuesto de las universidades e institutos federales en los gastos discrecionales (utilizados para el pago del agua, luz, políticas de permanencia estudiantil, prestación de servicios [principalmente de vigilancia y de limpieza que son en gran parte tercerizados]). Si no se revierte está situación se inviabilizará el funcionamiento de estas instituciones a partir del segundo semestre.
Los recortes en la educación también han sido utilizados como chantaje para que el gobierno negocie la aprobación de la Reforma de la Previsión social. Para ellos la reducción en la educación es necesaria y con la aprobación de la reforma los recursos podrían volver. En reacción a estas estrategias y acciones políticas de ataques a la educación sucedieron grandes manifestaciones y movilizaciones contrarias a los recortes. La insatisfacción de la comunidad universitaria, de la población en general y de los sindicatos vinculados a los trabajadores garantizó la realización de dos grandes actos los días 15 y 30 de mayo que movilizaron un número muy expresivo de personas en las calles en más de doscientas ciudades brasileras. Esto demuestra el crecimiento exponencial del rechazo al gobierno y sus políticas que más allá del campo educativo han generado un empeoramiento de las condiciones de vida de los brasileros. Estas manifestaciones fueron reconocidas por la clase trabajadora organizada como preparativo para la huelga general que transcurrió el día 14 de junio a favor de la previsión, educación pública y empleo.
Lo que podemos percibir es que hay en curso una tentativa deliberada de privatización y mayor mercantilización en la Enseñanza Superior, de destrucción o reducción masiva de la universidad pública en un contexto donde ya predomina lo privado. Según Leher (2018), 73% de las matrículas de Enseñanza Superior brasilera son en instituciones privadas representando 6,3 millones de estudiantes en esas instituciones y 2,3 millones en las públicas.
En el campo educativo diversas son las luchas y resistencias frente a la reforma empresarial de la educación, a lo largo de todo este transcurrir. Podemos citar algunas: las luchas por la defensa de la universidad pública, gratuita y de calidad; las luchas de Magisterio de la Educación Básica por condiciones de trabajo; las luchas de los estudiantes con la ocupación de las escuelas contra la Reforma de la Enseñanza Media; la lucha del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra por la educación y por la garantía de gestionar colectivamente las escuelas públicas en campamentos y asentamientos de la Reforma Agraria a partir de sus principios filosóficos y pedagógicos, entre muchas otras.
El desafío en marcha implica la articulación de las luchas educacionales entre sí y con un proyecto mayor de transformación social; un proceso de reconstrucción y fortalecimiento de las organizaciones de los trabajadores de Brasil, con vistas a superar la pedagogía del capital y el propio capitalismo, condición puesta para superar la barbarie y la destrucción sin medida del ser humano y de la naturaleza en nuestros días.
Bordado de Olinda Evangelista (2019). Verso de la canción Pesadelo de Maurício Tapajos y Paulo Cesar Pinheiro
* Profesora y educadora popular. Doctora en Educación por la Universidade Federal de Santa Catarina. Actualmente realiza un Pos-Doctorado en el Programa de Posgraduación en Servicio Social de la misma universidad.
Nota: Este artículo fue escrito en portugués. La traducción estuvo a cargo de Hemisferio Izquierdo.
Notas:
[1] Sobre el ascenso de esos grupos de extrema derecha en Brasil ver CASIMIRO, Flavio Henrique. A nova direita – aparelhos de ação política e ideológica no Brasil contemporâneo. São Paulo: Expressão popular, 2018.
[2] Para Lamosa (2018) en los últimos años, en el campo educacional de Brasil se disputan en el interior de la clase burguesa dos frentes: el social liberal y el ultra conservador. El frente social liberal tiene como una de sus grandes expresiones el movimiento Todos por la educación, conforme abordamos anteriormente. El frente ultra conservador disemina un proyecto de criminalización de los profesores y de la escuela. El autor destaca las divergencias entre los dos frentes, sin embargo busca indicar las convergencias que no se encuentran tan aparentes, pero que en el análisis del autor se verifican por la adhesión a los proyectos de ambos frentes, por la presencia de intelectuales en ambos frentes y por el financiamiento, entre otros.
Referencias bibliográficas:
FONTES, Virgínia. Hegemonismos e política: que democracia? In: MATTOS, Marcelo Badaró. (Org.). Estado e formas de dominação no Brasil contemporâneo. 1ed.Rio de Janeiro: Consequência, 2017.
FREITAS, Luiz Carlos. A reforma empresarial da educação: nova direita, velhas ideias. São Paulo: Expressão Popular, 2018.
LAMOSA, Rodrigo. Todos pela educação? A ofensiva empresarial no interior do Estado ampliado. In: Anais do X Simpósio Estado e Poder: Estado Ampliado. – Niterói, SC: UFF, 2018.
LEHER, Roberto. Universidade e Heteronomia Cultural no capitalismo dependente: um estudo a partir de Florestan Fernandes. Rio de Janeiro: Consequência, 2018.
MOTTA, Vania; FRIGOTTO, Gaudêncio. Por que a urgência da Reforma do Ensino Médio? Medida Provisória n° 746/2016 (lei n° 13.415/2017). Revista Educação e Sociedade, Campinas, v. 38, nº. 139, p.355-372, abr.-jun., 2017.