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  • Aisllan Assis y Andrés Techera*

Por una América Latina sin manicomios: la construcción de la red latinoamericana de derechos humanos


Ilustración: Map of América, Juan Downey (chileno, 1940–1993), 1975

En los próximos días 09, 10 y 11 de octubre de 2018 tendrá lugar el II Encuentro latinoamericano de derechos humanos y salud mental en la ciudad de Montevideo, Uruguay. El evento es construido y organizado por la Red latinoamericana de derechos humanos y salud mental creada el 27 de junio de 2017 en Florianópolis, Brasil.

Además de un evento técnico - científico del área de salud mental, el encuentro marca una reanudación histórica del proceso de Reforma Psiquiátrica en América Latina, pues recrea la conexión entre movimientos sociales, redes y colectivos de trabajadores, usuarios, familiares, sobrevivientes e intelectuales que, denuncian el manicomio como aparato ideológico y político de exclusión social, y luchan por la construcción de nuevos espacios sociales para la locura, lo que significa proteger y promover los derechos humanos y la salud mental de las personas en sufrimiento psíquico o uso abusivo de sustancias.

Actualmente en América Latina, una vez más, hay una reanudación de políticas neoliberales y conservadoras que amenazan innumerables proyectos, conquistas e iniciativas construidas en el campo de la salud mental a través de los movimientos de Reforma Psiquiátrica. Los servicios de salud, centros de convivencia, cooperativas de generación de ingresos, residencias terapéuticas, centros comunitarios de salud mental, colectivos, redes y cooperativas amenazadas por una ola privatizadora y desmanteladora que se difunde por medio de prácticas violentas que actualizan nuevamente el aparato manicomial.

En este texto queremos mostrar cómo históricamente los movimientos de la Reforma Psiquiátrica han resistido y combatido el manicomio y sus prácticas violentas a través de la constitución de redes y encuentros con el ideal de construir una América Latina sin manicomios.

De la Réseau a la Red: historia, proceso y movimiento de la Reforma Psiquiátrica en América Latina

Dos expresiones se utilizan comúnmente con respecto a la reforma psiquiátrica. La de que constituye un "proceso social", o como toma PAULO AMARANTE (2007) "un proceso social complejo"; y la que se refiere al "movimiento de la reforma" (DESVIAT, 1999). Ambas expresiones denota un fenómeno histórico y continuo de transformaciones y cambios en la institución psiquiátrica y en la gestión social de la locura.

La propia expresión "Reforma Psiquiátrica" es desde sus primeros usos rodeada de controversias. De un lado porque podría sugerir un proceso de cambios que actualiza los mecanismos de control y confinamiento atribuidos a la psiquiatría y la institución psiquiátrica, un aggiornamento como es formulado por CASTEL (1987). Y de otro porque indicaría un proceso superficial de cambios en que la institución psiquiátrica, en la que pesa todas las denuncias de violencia y violaciones de ella practicadas, pasaría por mejoras o perfeccionamientos, sin que se altere de hecho su existencia o continuidad. Otro sentido, utilizado para contraponerse a esos otros es el de "psiquiatría reformada", accionado para referirse a los cambios en las prácticas e institución de la especialidad médica (ROTELLI, 1990).

Como "proceso social" la reforma psiquiátrica significa reformulaciones críticas y prácticas en el modelo y paradigma psiquiátrico. Por eso, un proceso histórico, complejo, que produce contradicciones y tensiones (AMARANTE, 1995; 2007). Y como "movimiento" indicaría una difusión de cuestionamientos, grupos, arreglos técnico-administrativos, modelos y prácticas que alteran el papel otorgado a la institución psiquiátrica (DESVIAT, 1999; CAMPOS, 1992).

Como proceso o como movimiento la reforma psiquiátrica converge en su significado, de diferentes sentidos, autores y propuestas, una transformación, una ruptura en las prácticas y política de salud mental. Y es por eso que se toma como un nuevo paradigma para la organización de los sistemas de salud, integrando la institución psiquiátrica, servicios alternativos a esa, y una diversidad cada vez mayor de técnicos y profesionales, y especialmente, la participación de usuarios y sus familiares en la sociedad construcción y sustentación de nuevas políticas de salud mental (VASCONCELOS, 2009; 2008).

En esa dirección queremos mostrar la reforma psiquiátrica como una etapa del proceso social e histórico de nuestra relación con la locura; que es impulsado por movimientos sociales, sujetos colectivos que empujan a las personas, instituciones y gobiernos para luchas que alteran la vida social y por eso, la política de salud.

Tomando la historia social de la locura para observar el proceso social, ya bastante largo, donde un movimiento psiquiátrico crea, renueva y actualiza la institución psiquiátrica por medio de la patologización, medicalización, institucionalización y estatización de la locura.

Los movimientos sociales de la Reforma Psiquiátrica se organizaron y avanzan con experiencias, conocimientos y reformulaciones políticas de la locura oponiéndose, desconstruyendo y negando la institución psiquiátrica por medio de la despatologización y desinstitucionalización del loco y de la sociedad.

De la tensión, del conflicto entre representantes de esa lucha de oposiciones surge el impulso necesario para que el proceso social tome una dirección que actualmente converge hacia una integración cada vez más intensa de los modos de explicarse y convivir con la locura. Es decir, el proceso social puede estar dirigiéndose hacia una reintegración social de la locura en la medida en que los movimientos psiquiátrico y antipsiquiátrico se mantienen en constante actualización y resistencia.

Este proceso social es entendido como entrelazado de dimensiones, etapas, fases, devenires simultáneos. Por eso, conflictivo, pulsante, paradójico, contradictorio, tenso y con consensos de que ocurre la transformación, invención, reconstrucción de la locura y de la psiquiatría como expresiones y fenómenos sociales e históricos.

Así la Reforma Psiquiátrica es el proceso donde se proponen superar el aparato manicomial, como estructura física, como conjunto de saberes y prácticas, científicas, sociales, legislativas, jurídicas. Superar el lugar de aislamiento, segregación y patologización de la locura. Un proceso de desmontaje de la lógica manicomial y no de su perfeccionamiento. ¡La superación del modelo manicomial! ¡La muerte del manicomio! (LA HAYNE, 2007).

Las Reformas Psiquiátricas después de la segunda guerra mundial se intensifican. Son proyectos, conjunto de enunciados, propuestas y arreglos técnicos administrativos sobre el campo disciplinario y de intervención de la Psiquiatría. Hay una transformación del modelo clásico y del paradigma de la psiquiatría cuando propuestas de ruptura e invención construyen nuevos enfoques y saber evitando el aislamiento y la institucionalización como lugar social para la locura. Del lugar manicomio (instituido en el movimiento psiquiátrico) seguir hacia otro lugar, territorio, cotidiano y comunidad, un fuera de la locura (PELBART, 1989).

Los proyectos de reforma no pueden ser tomados en conjunto, no son homogéneos. Los conceptos y prácticas en la Reforma Psiquiátrica son muy diversos, así como los actores que la ejercitan.

Los movimientos sociales que constituyen el movimiento antipsiquiátrico (de la antipsiquiátria a la red alternativa a la psiquiatría, o de la psiquiatría democrática italiana a la lucha antimanicomial) dan nueva dirección al proceso social con la Idea o Ideal de romper con las prácticas y las funciones de la psiquiatría moderna y de las psiquiatría reformada.

Los colectivos, las redes, las protestas, las ocupaciones, las acciones de resistencia al poder político instituido son todas presentaciones del movimiento social que incluso sin los mandatos revolucionario, libertario o democrático ha impulsado el proceso social de la locura en la modernidad (AMARANTE, DIAZ, 2012).

En enero de 1975, la red "Alternativa a la Psiquiatría" (o Réseau, como se hizo conocida) fue creada, con ocasión del Congreso de Bruselas del Movimiento Antipsiquiátrico. Réseau había surgido para promover una interconexión de movimientos, prácticas y teorías diversas del campo de la Salud Mental. Era una respuesta a una necesidad de reunir las diversas experiencias alternativas a la psiquiatría tradicional, teniendo los objetivos iniciales de promover la circulación de informaciones sobre esos trabajos, su discusión y la garantía de su continuidad.

Después del primer encuentro, sucedió el de París en 1976. En septiembre de 1977, se realizó en Trieste, en Italia, el III Encuentro de la Red Alternativas a la Psiquiatría. El encuentro de Trieste tuvo gran repercusión internacional, al tiempo que sirvió para demostrar y divulgar, para todo el mundo, las varias experiencias de las ciudades italianas. Más una conexión de la Red del movimiento antipsiquiátrico se establecía a través de Franco Basaglia. En 1973, un grupo de profesionales de salud mental de todas las regiones de Italia que compartían las ideas iniciadas y ejercidas por Franco Basaglia en su "Institución Negada" (BASAGLIA, 1985) creó el Movimiento Psiquiatría Democrática Italiana (PDI).

El PDI adquirió tal dimensión que pasó a ser la denominación por la cual muchos autores eligen para identificar y reconocer el conjunto de las variadas experiencias italianas de reforma psiquiátrica. Así, Réseau juntó el movimiento antipsiquiátrico al movimiento de psiquiatría democrática y congregó tanto trabajadores de salud mental como asociaciones de ex-pacientes y profesionales de otras áreas.

Esta conexión europea de la Red Alternativa a la Psiquiatría (movimiento antipsiquiátrico y movimiento psiquiatría democrática) merece destacarse, pues los representantes de esos movimientos, especialmente Franco Basaglia, David Cooper, Ronald Laing, Thomas Szasz influenciaron bastante a los participantes del 5º Encuentro de la Red que fue el Primero Encuentro Latinoamericano De Alternativas a la Psiquiatría, en Cuernavaca, 1981, en México. Este evento marca la transnacionalización del movimiento antipsiquiátrico y de psiquiatría democrática europeos para América Latina, dando inicio a una secuencia de eventos, encuentros, congresos por los que se articularon los movimientos de reforma psiquiátrica en América del Sur, principalmente.

El movimiento de la Réseau fue muy importante para el movimiento de la Reforma Psiquiátrica en Brasil. En 1983, en la ciudad de Belo Horizonte se realizó el Segundo Encuentro Latinoamericano de la Red, con la presencia de Franco Basaglia. Antonio Slavich y Robert Castel, entre otros.

Esta llegada de Réseau a Brasil se da por la articulación de Paulo Amarante. En el primer encuentro latinoamericano de la Red en Cuernavaca pasó a "tramar la red en Brasil" de modo que logró realizar el segundo encuentro en Belo Horizonte. Esta conexión realizada por Paulo Amarante no se limita a Brasil, sino que se extiende por América del Sur, pues en 1986, conectado al Movimiento de Desmanicomialización y Transformación Institucional liderado por Gregório Kazi, realizan el Tercer Encuentro Latinoamericano de la Red Alternativas a la Psiquiatría en Buenos Aires. Este evento marca el surgimiento de la expresión "por una sociedad sin manicomios" que se convertirá en lema del movimiento de Reforma Psiquiátrica en Brasil y en la Argentina y registra una articulación fecunda entre los movimientos sociales de la Reforma Psiquiátrica en América Latina en una Red de Movimientos.

Desde entonces innumerables eventos, encuentros y congresos se realizaron especialmente en Brasil y Argentina sosteniendo la conexión entre los movimientos sociales de Reforma Psiquiátrica en esos países y en América Latina. De 2002 a 2013 se realizaron los Congresos Internacionales de Derechos Humanos y Salud Mental por la Universidad Popular de las Madres de la Plaza de Mayo que significaron importantes y potentes puntos de encuentros, conexiones y fortalecimiento de las luchas en los países y en la región.

Después del declive de los Congresos de Salud Mental y Derechos Humanos organizados anualmente a partir de la Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo (Buenos Aires, Argentina), el espacio de encuentro de América del Sur praxis crítica en instituciones psiquiátricas, academias, movimientos sociales autónomos y, de la izquierda, permaneció vacío (CAFFARENA, 2017).

Esta brecha comenzó a llenarse del 27 al 30 de junio, con el Primer Encuentro Latinoamericano de Derechos Humanos y Salud Mental, seguido del 3º Foro Brasileño sobre el tema, con el lema "Democracia, salud mental y violaciones de derechos humanos: consecuencias "humanas", organizado el Foro por la Asociación Brasileña de Salud Mental (ABRASME) y el Encuentro Latinoamericano incluye además el apoyo del Programa APEX de la Universidad de la República de Uruguay y de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina. Ambos eventos se realizaron en la Universidad Federal de Santa Catarina (Florianópolis, Brasil).

El 27 de junio de 2017 se creó la Red Latinoamericana de Derechos Humanos y Salud Mental para incentivar el intercambio activo entre sus participantes a fin de fortalecer la lucha por la defensa de los derechos humanos y la salud mental de los pueblos latinoamericanos; crear y/o fortalecer las leyes de salud mental y derechos humanos, en nuestros países, que garanticen en eficacia la dignidad del pueblo; fortalecer el desarrollo del modelo y de la lógica de la comunidad en los servicios de salud mental, eliminando prácticas manicomiales y punitivas; apoyar iniciativas con una perspectiva de derechos en investigación y educación, amplia e interinstitucional que contribuyen al contenido de los procesos de reforma; preparar informes y documentos que afecten el desarrollo de políticas públicas en salud mental y derechos humanos.

De 1981 a 2017, dos Redes de Movimientos Sociales se formaron en América Latina. En las dos, la conexión internacional y la articulación entre grupos, personas y movimientos sociales fueron realizadas por Paulo Amarante y otros representantes de los Movimientos Sociales de la Reforma Psiquiátrica.

En esta nueva articulación de los movimientos se integra la expresión y categoría Derechos Humanos (TELLO, 2001; BALBOA, 2010). Lo mismo ocurre en Brasil desde el encuentro de Belo Horizonte donde prácticas alternativas son pensadas al mismo tiempo de la organización de los grupos oprimidos (mujeres, indios, exiliados, homosexuales). Los derechos humanos pasan a ser una forma de resistir la violencia institucional, luchar por hijos desaparecidos y denunciar la psiquiatrización del conflicto social a través del manicomio (KAZI, 2007).

La incorporación de la categoría Derechos Humanos y Salud Mental marca la conexión y base de la Red de Movimientos Sociales de la reforma psiquiátrica en América del Sur teniendo en Brasil y Argentina (GALENDE, KRAUT, 2006) la principal conexión, integración y producción conjunta de eventos, los congresos, encuentros, reflexiones y activismo desde 1981. En 2017, la Red vuelve a formarse y nuevamente articular los movimientos sociales de reforma psiquiátrica de América Latina incorporando otros movimientos sociales provenientes de Uruguay, Chile y Colombia, entre otros.

Así la trayectoria de la Reforma Psiquiátrica en América Latina revela y se orienta por los movimientos, redes y colectivos que luchan por la construcción de nuevos espacios sociales para la locura que pasa necesariamente por el respeto y defensa de los derechos humanos de las personas en sufrimiento psíquico.

¿Por qué Uruguay? La construcción del II Encuentro latinoamericano de derechos humanos y salud mental

Es difícil dar una única respuesta a esta pregunta, sabemos que se trata de una serie de procesos complejos, sociales, históricos, políticos y culturales que dan continuidad a una larga trayectoria de reforma y critica a las instituciones asilares en todo el mundo. Determinadas condiciones coyunturales son más o menos propicias para las reformas. En el caso de Italia por ejemplo, la reforma de la Psiquiatría Democrática con el consecuente cierre de los manicomios se desata en un contexto de avance y conquista de otros importantes derechos.

El Uruguay es un pequeño país, al lado de sus grandes vecinos, las escalas son incomparables, su población total no alcanza a ser una ciudad de Brasil. De cualquier manera a lo largo de los años Uruguay ha jugado un papel importante de articulador y dinamizador de algunos procesos que vinculan estrechamente e históricamente a los tres países.

En los últimos años el Uruguay se ha convertido en una suerte de referencia regional en términos de democracia y preservación de un modelo político de izquierda. Desde la asunción del gobierno en 2005, el Frente Amplio ha dinamizado numerosos y conquistas sociales, solo a modo de ejemplo desde esa fecha unas 850.000 personas han salido de la pobreza. Actualmente se ubica en un 9% de su población, comparado con el promedio en América Latina que está en el entorno de un 30,7%. Uruguay es el país con mejor distribución per cápita de la riqueza en el continente más desigual del mundo. (LEITES, MARTÍN, 2017)

En la misma dirección, importantes leyes fueron aprobadas producto de las innumerables luchas y reivindicaciones sociales. Solo a modo de repaso mencionamos: la Ley sobre salud sexual y reproductiva (2008), Ley de Matrimonio Igualitario (2013), Ley de regulación y control del cannabis (2013), Ley de Interrupción voluntaria del embarazo (2014), Ley de reproducción asistida (2015), Ley de salud mental (2017), en 2018 se encuentra en el parlamento para su aprobación la Ley de los derechos de las personas trans.

Según Paulo Amarante desde la organización del último encuentro de la Red de Alternativas a la Psiquiatría en Buenos Aires en 1986, se había previsto que el próximo encuentro se realizara en Montevideo al año próximo. Esa idea se vio truncada por la coyuntura política que coincide con los primeros años de la salida de la dictadura en Uruguay (1985) que encuentra los movimientos sociales sumamente diezmados.

El segundo encuentro latinoamericano de derechos humanos y salud mental se gesta en un contexto de avance de políticas regresivas y conservadoras en la región. En este sentido Uruguay aparece como un reservorio y escenario propicio para el encuentro y reorganización de los movimientos progresistas de todo el continente.

La flamante ley de salud mental aprobada en Uruguay en agosto de 2017, estipula el año 2025 como fecha límite para el cierre de los Manicomios, esto fue visto como una oportunidad para los colectivos y organizaciones que participaron del primer encuentro en Florianópolis. Por un lado apuntalar el proceso uruguayo y por otro una oportunidad de reconstituir la trama del proceso de reforma de la salud mental en América Latina.

El segundo encuentro cuenta con 2000 inscriptos que provienen de 14 países, más de 600 propuestas de trabajo en diversos formatos de presentación: foros de discusión, talleres, ruedas de conversación, audivisuales, presentación de libros. Esto muestra la riqueza y fermentalidad que tienen los colectivos en la región, lo que se ve plasmado en numerosas experiencias que se construyen y constituyen en verdaderas alternativas al manicomio.

El tercer encuentro latinoamericano ya es una realidad, actualmente se están discutiendo diferentes propuestas de sedes para el 2019.

*Aisllan Assis. Profesor de Saúde Coletiva. Escola de Medicina. Universidade Federal de Ouro Preto. Andrés Techera Profesor de Salud Mental Comunitaria. Programa APEX. Universidad de la República

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