Ilustración: Sertão sem agua, J. Borges
Editorial
La destitución de Dilma Rousseff sin crimen de responsabilidad concretó, en mayo de 2016, el anhelado plan golpista articulado por distintos sectores de la elite brasileña (y un par de socios extranjeros). Quince meses separan el show de horrores en la sesión de la Cámara de Diputados que aprobó el impeachment y la reciente sesión en esta misma cámara que hace poco tiempo salvó a Michel Temer de ser denunciado de soborno por la fiscalía. Este corto periodo ha marcado un profundo retroceso en Brasil, con la reinstalación de un modelo económico de austeridad social y entreguismo al capital extranjero que se da en paralelo al ataque en los derechos sociales, como son la reforma laboral y en el sistema de pensiones. No hay que obviar que el rol que jugaron los gobiernos petistas como gestores del gran capital también ha contribuido para este avance conservador.
Esta separata busca contribuir con el debate en torno a la crisis “pos progresista” en Brasil, desplazándola del enfoque de “cruzada” contra la corrupción y de hechos puntuales -como el de la carne podrida- mediatizados hasta el cansancio, y atendiendo a piezas clave del rompecabezas golpista como la situación económica y la caracterización del ajuste, el espectro político de las derechas, su composición y disputas internas; el estado del mapa de las izquierdas; la judicialización de la política; el rol de los medios de comunicación; y la situación de Brasil en del tablero geopolítico regional.