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  • Jhon Caicedo

El estado actual del dólar en la economía mundial


Imagen: El Roto

LA ECONOMÍA MUNDIAL SIGUE ANCLADA AL DÓLAR

En agosto pasado, el jefe del Banco Central de Reino Unido, Mark Carney, declaró durante la reunión de banqueros centrales de todo el mundo realizada en la localidad de Jackson Hole, EE. UU., la necesidad de sustituir el dólar estadounidense por una nueva alternativa digital global, tras el papel desestabilizador que representa el dólar sobre el sistema financiero mundial. Evidentemente, estas iniciativas no son nuevas y tienen sus antecedentes.

Los argumentos a favor y en contra sobre la necesidad de un sistema monetario internacional alterno al dólar se basan en dos premisas. Por una parte, están quienes plantean que el dólar como moneda fiduciaria no tiene ningún valor intrínseco porque no está anclada a reservas de oro ni en ninguna otra materia prima (commodity). Por otro lado, se asume que siendo EE.UU. la principal potencia capitalista mundial, su moneda seguirá siendo la más usada a nivel internacional, y más aún con la existencia de economías oficialmente “dolarizadas” (como es el caso de Panamá, Ecuador y el Salvador en América Latina), o dependientes del dólar como anclaje de sus respectivas monedas locales, demostrarían tal necesidad. Frente a esta situación varias interrogantes se plantean: ¿cómo surgió el dólar estadounidense como moneda internacional de pago y de reserva? ¿Si no es el oro lo que determina el valor del dólar, entonces, qué es lo que determina su valor? ¿Habrá realmente una alternativa frente al dólar?

Pasado, presente y futuro del dólar

Antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, se convocó una conferencia internacional que tuvo lugar en la ciudad de Bretton Woods, EE.UU., en julio de 1944. En esa reunión se planteó la oportunidad de adoptar un sistema monetario basado en una moneda bancaria universal con una institución que lo administrara y lo regulara. Fue la propuesta de Inglaterra para ese momento. Sin embargo, con toda Europa devastada a causa de la guerra, y el resto del mundo en crisis, a los EE.UU. se le facilitó imponer sus intereses, con el llamado patrón oro-dólar, que consolidaba la condición del dólar como moneda de reserva mundial y principal medio de pago internacional respaldado en oro. El único compromiso que asumiría EE.UU. a cambio de sus dólares era comprar y vender oro a una tasa fija de 35 $ la onza troy.

Entre 1945 y 1965 el dólar inundó el mercado internacional y sirvió a la par como principal reserva de valor de los bancos centrales en sustitución del oro. Pero, las dificultades empezaron en agosto de 1971, cuando el presidente de los EE.UU., Richard Nixon, para poder financiar el enorme déficit fiscal acumulado por ese país, anunciaba la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro y en cualquier otro instrumento de reserva que involucrara su conversión, tal como los Derechos Especiales de Giro (DEG), [unidad de cuenta del Fondo Monetario Internacional (FMI)] y dejar flotar al dólar según la oferta y la demanda.

La eliminación del patrón oro-dólar trajo consigo “una violación flagrante” a los acuerdos originales de Bretton Woods y, al mismo tiempo, dejaban sin opciones a todos los países que acumulaban grandes sumas de reservas en dólares para ese momento, pues si todos los países intentaban canjear sus reservas por oro u otra divisa a la vez, el precio del oro se hubiera quintuplicado y las cotizaciones del dólar en los mercados financieros se habría desplomado y los países con reservas acumuladas en dólares habrían perdido sustancialmente su valor. En tal coyuntura, los principales países industriales no tenían otra alternativa que dejar flotar sus respectivas monedas locales frente al dólar y aceptar el cambio en las reglas del juego impuestas por los EE.UU. Desde entonces, la emisión de dólares quedó en manos de la Reserva Federal (banco central estadounidense), en base a sus propósitos e intereses y sin la necesidad de que estén respaldados por sus reservas de oro.

Pues bien, si no son las reservas de oro lo que le da respaldo al dólar, entonces ¿qué determina su valor y su uso a nivel internacional como medio de pago y reserva de valor? La respuesta se encuentra en el núcleo central de la teoría del valor de Carlos Marx. Como toda mercancía, –expresa Marx– el dinero sólo puede expresar su magnitud de valor de forma relativa, por medio de “otras” mercancías. Su valor depende del tiempo de trabajo necesario para su producción y se expresa en la cantidad de cualquier otra mercancía en la que se materialice el mismo tiempo de trabajo. Por eso históricamente el oro fungió como mercancía-dinero, porque además de ser un medio de pago y de circulación (incluyendo todas sus funciones como mercancía-dinero) también es una mercancía utilizada en la industria (valor de uso) y posee tiempo de trabajo necesario para extraerlo desde la corteza de la tierra (valor).

De hecho, Marx, en su Contribución a la crítica de la economía política (1859), expresa lo siguiente:

Mientras que el oro circula porque tiene valor el papel [moneda] tiene valor porque circula. Mientras que, con un valor de cambio determinado de las mercancías, la cantidad del oro circulante depende de su propio valor, el valor del papel [moneda] depende de su cantidad circulante.

Además, el oro –a diferencia del papel moneda– tiene la característica de que es un recurso limitado y que ningún banco central del mundo lo puede emitir más allá de lo necesario y de lo disponible. Si quitamos el oro como intermediario (patrón de precios) de las mercancías ¿qué nos quedaría? Simplemente nos quedaría el trueque directo entre dos mercancías, mercancías cualitativamente diferentes que expresen la misma cantidad de trabajo en el intercambio. Pero volver al trueque implica incurrir en un atraso social, es decir, sería tratar de conseguir a alguien que quiera intercambiar lo que se necesita por lo que se ofrece como intercambio (generando un problema de tiempo y espacio para la circulación de mercancías) y como actualmente el oro no funciona como patrón de precios de las mercancías por ello se utiliza el papel moneda en su sustitución, pero como el papel moneda no tiene valor en sí mismo como lo tiene el oro, entonces papel moneda necesita estar respaldo por la producción general de mercancías y la exportación de las mismas para la adquisición de divisas internacionales que sirvan para dar respaldo al valor de la moneda local. Esa es la clave del porqué el dólar sigue siendo una moneda confiable, a pesar de no estar respaldada en oro, pues su respaldo se sustenta por la producción general mercancías, en cantidad y calidad, que se realizan en EE.UU. y sus empresas en el exterior.

Hay recordar que después de la Segunda Guerra Mundial, la economía americana se erigió como la principal economía capitalista de mayor producción de mercancías a nivel global, además tenía más del 40% de participación en el comercio internacional y disponía 2/3 del total de las reservas mundiales de oro, y gozaba de altos niveles de productividad del trabajo asociados a su industria local en todas las ramas, situación que aún se mantiene hasta el presente pese al crecimiento industrial de China, Japón, Alemania y Europa en su conjunto. En efecto, el hecho de que el dólar no esté respaldado en una “commodity” como el oro y, a su vez, sea la moneda de mayor uso internacional, es consecuencia de que dicho país, haya sido por décadas el mayor exportador e importador de mercancías a nivel global, y que la colocan actualmente (al menos todavía), como el centro del capitalismo mundial contemporáneo con China por detrás pisándole los talones.

China en búsqueda de alternativas frente al dólar

China, a pesar de las insuficiencias de su proceso de acumulación, es el mercado potencial más grande del mundo. Con más de 1.300 millones de habitantes y el segundo PIB mundial, es el país con las mayores reservas internacionales del mundo y es el segundo mayor receptor de inversión extranjera (IED) del mundo detrás de EE.UU. Esas ventajas le dieron la idea estratégica, en 2017, de promover el lanzamiento del Petroyuan, la petrodivisa con la que el Gobierno chino pretende enfrentar la hegemonía del dólar en el comercio mundial de petróleo –y de materias primas– por contratos a futuros, ya que para el 2018, China se situaba como el mayor importador de crudo del mundo, por delante de su par norteamericano.

Entre los obstáculos que enfrenta el yuan para su expansión e internacionalización se halla su baja utilización como medio pago y reserva de valor (1,95% de yuanes vs 61,82% de dólares). Además que el 98.5% de las transacciones que pasan por el código SWIFT se hacen en dólares.

Por ello, la estrategia de China involucra a Rusia, Irán y Venezuela, países exportadores de petróleo, actualmente sancionados por EE.UU., que buscan alternativas al dólar; conjuntamente del mega proyecto de inversión, en infraestructura, denominado la “Nueva Ruta de la Seda”, para consolidar sus relaciones comerciales con Asia, Europa, África y Medio Oriente. A la par de intensificar el intercambio con América Latina y continuar con el reciclaje –de parte– de sus reservas en dólares comprando oro que involucra también desprenderse de los títulos de deuda pública estadounidense en mercados secundarios internacionales para tales fines, pero sin apostar a una debacle financiera global del dólar.

Para que China pueda internacionalizar su moneda y sustituir al dólar, necesita del fortalecimiento de su industria local en todos los sectores (incluido la industria militar) y superar los niveles de productividad del trabajo que rigen en EE.UU., y que son a su vez los que rigen actualmente el promedio mundial. De hecho, el trasfondo de la actual guerra comercial entre EE.UU y China no se hace por el liderato del desarrollo de la tecnología 5G, sino que, por el contrario, implica impedir la transferencia tecnológica desde los EE.UU. hacia China, en busca de fuerza de trabajo más barata, mercados en expansión y estímulos fiscales a la inversión extranjera, como elementos esenciales para la valorización del capital en lo general y del crecimiento de la productividad del trabajo en China en lo particular.

¿Qué papel juegan las monedas latinoamericanas frente al dólar?

El principal problema que afrontan las monedas latinoamericanas en relación al dólar radica, esencialmente, en el rezago industrial en la que se encuentran sumergidas las economías latinoamericanas en términos mundiales. Lo que caracteriza actualmente a los países latinoamericanos en la división internacional del trabajo –a pesar del desarrollo industrial de Argentina, Brasil y México, las economías más importantes de América Latina en términos de PIB– es que en sus estructuras económicas aún sigue primando la exportación de productos primarios (petróleo, minerales, gas y productos del agro) y a partir de esa base común primaria de acumulación de capital es que se sostiene el resto de los sectores económicos: el sector secundario y terciario de sus economías. Son países que compensan la menor productividad del trabajo industrial que impera en sus fronteras, con los ingresos extraordinarios que supone la exportación de materias primas (commodities) como elemento central de la dinámica de la renta de la tierra, pero éste último supone ser un ingreso que no es estable, porque depende de las oscilaciones del ciclo internacional de las materias primas.

Un segundo problema –y que deriva del primero– es la poca diversificación de los mercados financieros de la región, expuestos siempre a la volatilidad de los flujos mundiales de capital, y que terminan impactando la estabilidad de las monedas latinoamericanas frente a las divisas más fuertes. El comercio sigue siendo más importante con EE.UU., China y Europa que entre países del mismo bloque regional, y la cooperación regional económica y financiera depende más de los intereses de orden político e ideológico existentes en el momento que de políticas de integración conjuntas de largo plazo. De ahí la razón por la cual el comercio intra-regional y los proyectos de integración económica y monetaria (como es caso del sistema de pagos en moneda local entre Brasil y Argentina dentro del MERCOSUR) no emergen con fuerza. La razón es que la inestabilidad cambiaria crea incertidumbres que no existen cuando se utiliza una moneda relativamente estable como referencia de precios.

Por lo tanto, la creación de una moneda común regional no es mal vista, pero no constituye un valor en sí mismo a la hora de hacerle frente al dólar y a los procesos de dolarización ––oficial o parcial– en que se encuentra la región. Aun así, cuando países como Bolivia y Venezuela intentan deslastrarse de la dependencia del dólar, los países latinoamericanos en su conjunto todavía siguen siendo una zona de influencia del dólar, tanto en el comercio intra-regional como extra-regional.

De hecho, a diferencia del yuan, ninguna de las monedas de América Latina funciona actualmente como activo de reserva en el FMI y mucho menos como moneda vehículo regional que sirva para impulsar la integración monetaria regional, tal como ocurrió en Europa donde los países estaban integrados alrededor de “monedas fuertes” como fue el caso del marco alemán y el franco francés que sirvieron de base referencial de precios y como monedas vehículo para la integración monetaria europea.

En definitiva, para que surja una propuesta latinoamericana realmente factible frente al dólar –por medio de una moneda regional– es necesario apostar por un cambio en la matriz exportadora del subcontinente. No hacerlo significa seguir dependiendo de la dinámica mundial del capital sin aportar ningún en el mercado mundial, con excepción de la exportación de materias primas, la manufactura de productos básicos de poco procesamiento industrial, y la consolidación de una población sobrante que se degrada con el desempleo y el trabajo improductivo.

Jhon Caicedo es economista.

Referencias

Marx, C. (1859). Contribución a la crítica de la economía política. México, Siglo XXI editores.

Marx, C. (1980). El Capital: Crítica a la Economía Política. Tomo I. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

Moreno, G. (05/08/2019). El dólar continúa dominando las reservas mundiales, artículo disponible en: https://es.statista.com/grafico/18904/composicion-de-tipos-de-monedas-de-las-reservas-de-cambio-extranjero/

Nota:

Las funciones del dinero son: 1) funcionar como medida del valor (o patrón de precios), 2) medio de circulación, 3) medio de acumulación o reserva de valor, 4) medio de pago (el crédito bancario) y 5) el dinero como dinero mundial. La función del dinero como medida del valor consiste en que el dinero (el oro) proporciona el material para expresar el valor de todas las demás mercancías. Para más detalle véase: El capital de Marx, tomo 1, capítulos del 1 al 3, en varias ediciones.

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