Fotografía: La Garganta Poderosa
La Poderosa es una organización de base villera nacida hace 15 años en Zavaleta, Buenos Aires. Llamada así por la moto del Che, que recorrió cada punto de América Latina, y nosotros, siguiendo sus pasos, fuimos buscándonos para formar procesos de organización en la Patria Baja, como respuesta concreta a nuestras necesidades. Hoy logramos una articulación que cuenta con 114 asambleas en barrios populares de Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, México y Cuba.
Trazamos una red genealógica que nos permitió reencontrarnos para romper con las fronteras que intentan alejarnos y que nos fueron impuestas por intereses ajenos. Reivindicando las coincidencias que tenemos, nos preguntamos cómo fue que lograron separarnos.
Este proceso de latinoamericanización consiste en unir todas las gargantas de quienes siempre tuvimos voz, pero que sistemáticamente nos negaron el micrófono. Este año será el 3er Foro Internacional de La Poderosa: la Cumbre de Base. En ella nos encontramos a debatir acerca del escenario político regional, desde una mirada de los movimientos populares, para coordinar estrategias comunes de resistencia frente al avance de la derecha en toda América Latina; cada vez somos más y gritamos con más fuerza. Así también, resistimos en contra de los aberrantes avasallamientos a los Derechos Humanos que sufrimos en todo el continente, siempre como víctimas principales de todos estos atentados.
El más dañino y mejor ejemplo tal vez sea la campaña Vivir sin miedo, que promueven desde la publicidad los siniestros cómplices de las dictaduras militares y los principales responsables de todas las balas perdidas que siempre se pierden en nuestros barrios, los asesinatos que suelen resolver como “ajuste de cuentas”, los abusos que nos ofrendan y afirman que merecemos.
La televisión muestra la violencia en todas sus formas, pero omite que es producto de una violencia superior, que es la violencia institucional. Comentan que en nuestros territorios solo hay robos, muertes, inseguridad y droga. Hay periodistas que hablan de los barrios sin haber pisado uno, ¿conocieron un periodista deportivo que hable de un cuadro sin haber ido al estadio?
Nunca se televisa una gran parte de nuestra realidad. ¿Acaso se enteraron que el 13 de abril, en homenaje al fueguito más brillante, inauguramos la Biblioteca Popular Eduardo Galeano en el Barrio Juntos de Nuevo París? ¿Supieron que participaron de la jornada una murga y una orquesta infantil y una revista y que más de 200 personas merendaron gracias a la autogestión? ¿Alguna empresa hegemónica de desinformación les contó que recibimos donaciones anónimas y hoy tenemos más de 500 libros? ¿Alguien les mostró la sonrisa de la gurisada durante toda la tarde?
Por eso invitamos a todas las personas a que vengan a conocernos y les recomendamos que traigan su mochila con la mitad llena de sus experiencias y saberes, con la humildad suficiente para permitir que sea completada con la mitad que les ofrecemos: nuestras experiencias y saberes. Quizá no tengamos un economista en el barrio, pero tenemos una vecina que le da de comer a sus seis hijos con 100 pesos.
En el afán de mejorar nuestro tiempo, aunque todos los días cueste más, contra cualquier pronóstico extendido por los meteorólogos de la posverdad, con una nubosidad variable según qué viento los sople, logramos que el sol secara el barro provocado por el llanto de nuestra tierra y así nos permitimos soñar con un medio de comunicación que despejara los impedimentos: una sala de redacción en el comedor de una obra en construcción.
Hoy, la obra en construcción es cada nota que sentimos en lo profundo, que surge desde dentro, pasa por las cabezas y sale por La Garganta que, junto con las manos que disparan fotos, visibiliza lo que realmente sucede en los barrios: vida.
Ninguna mente erudita de la filosofía pudo responder con certeza, aunque muchas lo hayan intentado, qué es vivir. En el taller de comunicación no nos preguntamos eso, sino para qué vivimos, qué queremos en nuestra vida y cómo podemos manifestarlo.
En esos segundos que durarán para siempre, una compañera de nueve años sugirió tener una biblioteca; nos atamos a nuestra premisa que indica: “Soñamos en grande, actuamos en consecuencia”, y eso hicimos. En 13 días logramos cumplir un sueño que llevaba más de cuatro años desvelando al barrio. Mientras disfrutábamos de esa hermosa fiesta y nos organizábamos para desarrollar el espacio flamante, nos dimos cuenta de que estábamos atravesando un gran ejemplo de algo que probablemente sea vivir: reírnos y pensar en conjunto, hacer realidad los sueños, luchar por lo justo, crearnos las oportunidades que nos niegan, comprometernos desde el compañerismo, caminar con convicción, todo con base en el amor.
Tuvimos, tenemos y vamos a tener muchos miedos porque sabemos que son directamente proporcionales a la grandeza de las acciones. ¿Quién no tiene miedo cuando hace algo importante?
Mientras esperamos que combatan la inseguridad desde la economía y la educación, entretanto aguardamos que nos escuchen y dejen de hablar por quienes vivimos en los barrios, hacemos. Porque hacemos, nos equivocamos. Porque nos equivocamos, aprendemos. Porque aprendemos, compartimos lo que ahora sabemos.
No será mucho, pero dentro de lo poquito que sabemos, está la certeza de que la ignorancia se revierte con curiosidad. Así, sin querer queriendo, empezamos a preguntar:
¿Qué es vivir sin miedo? ¿Tiene sentido? ¿Qué proponen para no tener miedo? ¿Gente armada? ¿Cómo hacemos para no tener miedo si vemos armas? ¿Esas armas quien las compra? ¿A quién apuntan? ¿Quiénes las disparan? ¿Cuánto cuesta todo eso? ¿A quién defienden? ¿Vale más la propiedad que la vida? ¿No es más barato pensar? ¿No conviene escuchar?
No tenemos respuestas, o tal vez sí, pero cada vez aparecen más preguntas. Nos resultaba un poco extraño que a nuestros barrios no entraran las ambulancias, ni los deliverys, ni el señor que carga la garrafa, hasta que prendimos la televisión y entendimos: según los políticos, somos vulnerables, aunque en realidad somos vulnerados; según los distintos canales, somos violentos, aunque en realidad somos violentados. Nos definen como “gente en contexto crítico” y no critican el contexto de la gente. Nos tildan de planchas y no nos aceptan en los laburos.
Esta es la sofisticación en detrimento de los Derechos Humanos, las nuevas formas de tortura: pobreza y falta de educación. Siempre la exclusión como castigo, el progreso como ilusión, la meritocracia como excusa.
La misma impunidad de la que gozan los responsables de la última dictadura cívico-militar, es utilizada por políticos y periodistas, partidos y empresas; desde acá la repudiamos y la resistimos y la combatimos y la venceremos, ya que no olvidamos ni perdonamos. Intentan retroceder cuarenta años en la historia; no lo vamos a permitir.
Para nosotros, vivir sin miedo significa tener seguridad, pero no la que venden desde los medios hegemónicos y las propuestas políticas de algunos partidos, llevada a la práctica por efectivos de las fuerzas de inseguridad. La mano dura es el camuflaje de las peores atrocidades. La seguridad consiste en garantizar un plato de comida, un trabajo, una vivienda digna, educación. Ahí está la seguridad real, aquella que nos permite vivir sin miedo; porque sabemos que mañana vamos a comer.
Nuestra forma es la organización popular: desde ahí soñamos y hacemos, pensamos y luchamos. Con las palabras, nuestras armas, y el consenso, nuestro escudo, seguimos peleando por la dignidad.
Nos guía, en esencia,
La Poderosa conciencia.
* La Garganta Poderosa es el brazo literario del movimiento La Poderosa.