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Hemisferio Izquierdo

Editorial. Revolucionarias de julio: mujeres y movimientos libertarios

Ilustración: Natalia Comesaña

“Ni una agresión sin respuesta/frente a los machismos acción directa”

“Fuego, fuego, fuego al patriarcado[1].”

En un comienzo rechazadas y amplificadas solamente por un pequeño número de compañeras, estas consignas nacidas de las militantes anarquistas, resuenan ampliamente hoy en las movilizaciones de mujeres que toman las avenidas principales de Montevideo. Difícil no encontrar señas libertarias por donde se mire al feminismo uruguayo. Colectivos que profileran por fuera de cualquier institucionalidad, que se mantienen autónomos frente al Estado y los partidos políticos. Una coordinadora que elige el consenso como mecanismo de toma de decisiones. La escenificación de una voz colectiva, la de todas, pronunciando simultáneamente una proclama, frente a la imposibilidad de delegar, construyendo y reconstruyendo el “nosotras” desde la horizontalidad.

Sin embargo, muy pocas se reivindican hoy día como anarquistas, en el sentido en que lo hicieron Mujeres Libres en 1936, una federación de mujeres que impulsó durante la Revolución Española iniciativas orientadas a las mujeres de la clase trabajadora, con la aspiración de liberarse de la triple esclavitud: “esclavitud de la ignorancia, esclavitud de productora y esclavitud de mujer.” Casualmente, ellas no se reconocían a sí mismas como feministas, aunque desplegaran una militancia que asumió algunos de los asuntos acuciantes de nuestro movimiento: prostitución, organización específica, género y clase, vínculos afectivos, feminización de la pobreza, socialización del cuidado.

Tampoco el movimiento de liberación de las mujeres de Kurdistán asume la bandera rojinegra (o negra, según la tendencia), y tiende a distanciarse del feminismo occidental, pero al cumplirse cuatro años de la Revolución de Rojava, el 19 de julio de 2016, -¡prestar atención a esta fecha!-, cantaron el himno anarcosindicalista español “A las barricadas” en kurdo. Además de las múltiples reminiscencias a Mujeres Libres que aparecen como un guiño en el nombre de algunas de sus organizaciones. Fuera de lo anecdótico, las kurdas han construido un movimiento de mujeres que se ha transformado en la vanguardia de la revolución, el mismo que ha impulsado la creación de una sociedad comunal federativa, basada en el consenso, el rechazo al Estado, y la liberación de las mujeres. De esta veta libertaria dará cuenta Janet Biehl, en la breve entrevista que le hicimos.

Janet, es una investigadora estadounidense que se define como simpatizante del anarquismo, y que nos recuerda que en algún momento compartió con su compañero amoroso, Murray Boockchin, su política comunalista (Municipalismo Libertario). Tras varias visitas al Kurdistán Occidental, realizó una serie de escritos en los que rastreó allí la construcción de un nuevo mundo, sobre bases ácratas. Al final de su entrevista nos invita a reconocernos en el llamado de las kurdas por construir un movimiento de mujeres internacional.

Margareth Rago, reconocida historiadora brasileña, nos trae su experiencia personal-profesional indagando en la historia de Mujeres Libres, y nos transporta intermitentemente a nuestra realidad local, donde una mujer de origen italiano, -escritora, literata, historiadora, poeta y militante-, impulsaba un red de apoyos con la España revolucionaria, a la vez que dirigía una revista donde proliferaban artículos que daban cuenta de este proceso: la anarquista Luce Fabbri.

Los ecos no cesan. El anarquismo aparece nítidamente o como una huella. Eva Izquierdo, través de su voz y sus gestos, nos relata el surgimiento de Mujeres Libres en Argentina en la década del 90. “Las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, ahora sí, feministas a pleno, y anarquistas también. Nos cuenta de la organización del primer encuentro de mujeres de la Argentina, y de un encuentro internacional de anarquistas realizado en Uruguay [3] que terminó con un desnudo en la Plaza Libertad en repudio a la represión que estaban sufriendo las mujeres afganas. Una tradición internacionalista uniendo aguas. Y algunas líneas de continuidad: la negativa de los varones a entender los espacios exclusivos de mujeres, las urgencias de combatir la dominación masculina ya, y no después de la revolución, cuando todo esté impregnado por ella.

El pasado nos expone a sus múltiples derivas. La linealidad no es posible, las etiquetas se desbordan… Las ansias de libertad de las mujeres adquieren diferentes formas, se suscriben a ciertas ideas, reniegan de otras, se amalgaman, se fusionan, construyen desde la desidentificación, o desde la identificación más explícita. El lenguaje muestra sus límites, la acción posibilita interpretaciones más amplias.

Lo innegable es que unas recogen legados e historias de otras. Ningún movimiento emerge de la nada, venimos de una tradición de mujeres en lucha, que encarna en la experiencia de las oprimidas. Hay izquierda en el movimiento de mujeres, hay anarquismo. Explorar esta veta y sus transformaciones, en una escala reducida, es el propósito de la presente separata.

“¡Júbilo de los esclavos! En julio

rojo la tierra

como un vientre estremecido

recibió la siembra nueva”.[2]

Fragmento del “Romance del 19 de julio”

Lucía Sánchez Saornil

 

Notas:

[1] Esta consigna se cantó por primera vez al final de la marcha del 8 de marzo del 2016 en Plaza Libertad, junto a una hoguera donde se quemaron símbolos patriarcales.

[2] (Mujeres Libres, n° 11, dic. 1937, Barcelona). [3] El 7, 8 y 9 de febrero de 1999.

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