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Mauricio Ceroni*

El desfase de la unidad social-natural, mediante el deterioro de las fuerzas productivas naturales e


Imagen: La carreta encuerada, Florencio Molina Campos

Introducción

El presente escrito transita por exponer una serie de ideas con respecto a las transformaciones que ocurren en la relación sociedad-naturaleza en el Uruguay, principalmente en el espacio agrario, desde una mirada de la crítica de la economía política, considerando que el problema ambiental no es estrictamente biofísico, sino que es un tema eminentemente político. El deterioro químico y físico de los cuerpos de agua, la erosión de los suelos, la modificación del hábitat de las especies animales y vegetales, tiene por detrás una acción que realiza el ser humano en su conjunto para satisfacer determinadas necesidades. Por tanto el foco debe estar en analizar las acciones que realiza la sociedad capitalista en su conjunto en el marco de una unidad social-natural.

Algunas apreciaciones sobre los cambios en la unidad social-natural en el modo de producción capitalista

La relación de la unidad histórica entre la sociedad y la naturaleza, o sea la forma inorgánica y la forma orgánica, se modifican radicalmente con el surgimiento de las condiciones burguesas de producción. El sostenido crecimiento del proceso de subsunción formal y real del proceso de trabajo y de la subsunción real del consumo durante dos siglos de prosperidad capitalista (siglos XVIII-XX), producto del proceso excesivo de la acumulación del capital (Veraza, 2008), ha generado una transformación del medio a escala planetaria sin precedentes en la civilización humana.

Tales transformaciones se han sustentado en el creciente desarrollo de las fuerzas productivas. Estas se pueden organizar en base a los distintos resultados que ellas producen. Estás serían las "Fuerzas productivas procreativas", caracterizadas por la producción de seres humanos, tanto biológicamente, como socialmente, en el marco de la totalidad de las relaciones sociales, muy orientadas a la viabilidad existencial de la especie humana en el planeta, en donde la unidad familiar es central para la reproducción de la vida. Por otro lado estarían las "Fuerzas productivas técnicas", definidas por la producción de objetos, realizadas mediante un conjunto de técnicas, que apuntan a satisfacer una necesidad individual y social. También las "fuerzas productivas naturales", producidas por los distintos componentes de la naturaleza, de los cuales, la sociedad adquiere como valores de uso (servicios ambientales [1]) (Veraza, 2012).

Por tanto, el capitalismo ha generado un salto cualitativo en la superación de la escasez, de una magnitud tal que se podría reproducir la vida social de todas las personas del planeta (más de 7 mil millones de personas). Tal situación ha generado una contradicción central. Por un lado, existen todas las potencialidades técnicas y materiales de cubrir al conjunto de la población mundial de sus necesidades socialmente necesarias; en otras palabras, están potencialmente disponibles todos los avances de la humanidad al servicio del ser humano. Pero, al mismo tiempo, existe una concentración de la riqueza colosal, una sobreexplotación del trabajo, una marginación social, que termina por excluir, aislar y asfixiar a la población sobrante, produciendo una artificialización de la escasez (Echeverría, 1995). Dicha contradicción que era invisible y oculta durante la posguerra, producto del aparato mediático y militar que mostraba la autosuficiencia del planeta y deslegitimaba las otras posturas que argumentaban otro camino de la superación de la escasez (como fue el socialismo y comunismo), entra en decadencia a partir de la década del 70. Un hecho científico relevante de dicha decadencia fue el informe del Club de Roma [2] denominado los "Limites de Crecimiento", el cual analizaba de manera profunda los obstáculos biofísicos y sociales del crecimiento económico del planeta, argumentando que uno del los problemas era el crecimiento sostenido de la población mundial, dejando afuera las posturas keynesianas relacionadas a las mejoras en la distribución de la riqueza y muy lejos de criticar al modo de producción capitalista. Por el contrario, sirvió de base para identificar los lugares del planeta en donde faltaba explotar las fuerzas productivas naturales. Durante la década de los 80 y 90, bajo el modelo económico neoliberal, sustentado en una sociedad subsumida bajo la lógica excesiva del consumo ilimitado de valores de uso y de los laboratorios del pensamiento de la mercadotecnia, que buscaban crear necesidades artificiales para el consumo, lo que Bolívar Echeverría (2010) denomina la "Modernidad Americana", se consolida el deterioro ambiental, producto de la transformación de las fuerzas productivas naturales. Por tanto, el planeta entra en un proceso irreversible, en donde el dislocamiento del metabolismo entre la sociedad y la naturaleza se vuelve imparable; el avance en la extracción de las fuerzas productivas naturales, bajo las fuerzas productivas generales de carácter nocivo y destructivo, produce una disminución del conjunto las reservas energéticas fósiles (Barreda, 2007).

Es ya entrado en el siglo XXI en donde el incontenible freno a la succión desbocada de las fuerzas productivas naturales establece, según algunos analistas, que se haya llegado al pico máximo de extracción de los combustibles fósiles convencionales. Dicha situación ha impulsado un crecimiento sostenido del desarrollo de energías "limpias", con el objetivo de evitar la detención de los procesos de acumulación del capital (Vega Cantor, 2009). Esta forma de exploración sobre otras fuerzas productivas naturales, ha traído un crecimiento de la subsunción real del capital sobre valores de uso naturales, como el aire, la luz, la tierra y el agua.

Este distanciamiento del momento de la transformación de la materia (producción) con el momento de la satisfacción de las necesidades (consumo) de la propia mercancía, facilita el proceso de deterioro del medio natural, ya que desvincula totalmente las condiciones de explotación del trabajo vivo y de las fuerzas productivas naturales, del consumo final del producto.

En la actualidad, en base al estudio de Steffen y colaboradores (2015), el mundo estaría atravesando ciertos "límites planetarios" definidos según las condiciones que impulsaron al surgimiento de la civilización humana durante el holoceno. Ellos serían el cambio climático, la degradación de la capa de ozono, la acidificación de los océanos, los cambios en la cobertura del suelo, la ruptura de los ciclos biogeoquímicos, la pérdida de la diversidad biológica asociada a la extinción de especies, la disminución de los cuerpos de agua dulce, el aumento del uso de aerosoles en la atmosfera y la contaminación química sobre los ecosistemas. Según el estudio, ya la civilización humana sobrepasó tres límites planetarios, la diversidad biológica, el ciclo del nitrógeno y el ciclo del fosforo, y se está cerca de pasar el umbral de los cambios en el uso del suelo y el cambio climático (Steffen, 2015). Más allá, de la discusión teórica metodológica del estudio y sus diferencias de criterio con el estudio inicial del Rockström (2009), lo interesante de la investigación es que diagnostican de forma rigurosa la situación actual del planeta y advierten la magnitud devastadora que tiene el modo de producción capitalista. En ninguno de los estudios critican las causas, asociadas al modo de producción y recomiendan un cambio de sistema, ya que son escuelas de pensamiento subsumidas bajo la lógica objetiva positivista de las ciencias de la tierra. Estas escuelas son parte de los movimientos sociales a favor de una conciencia ambiental planetaria, proponiendo alternativas y herramientas de tipo capitalista correctivo, lo que se denomina "capitalismo verde" o "economía circular", y por tanto, que el desarrollo sea ambientalmente amigable pero que no toque los órganos centrales del modo de producción capitalista (Tanuro, 2012 ). De ahí que desde la academia surgen múltiples conceptos, como "sustentabilidad", "sostenibilidad", "resiliencia", entre otros, que son cooptados por el discurso dominante, y terminan siendo funcionales al modo de acumulación.

Esta gran fractura metabólica de la unidad social-natural que Marx la anunciaba a finales del siglo XVIII en sus escritos, poniendo ejemplos de la química de suelos y de la relación entre el campo y la ciudad, se hace más evidente en la actualidad, ya que el sistema exige crecientemente la expansión del capital llegando a niveles de sobreacumulacón crónica, en base a producción de valores de uso que satisfacen necesidades superficiales, lo que implica una enajenación absoluta del proceso de trabajo y del consumo de las mercancías (Foster, 2013).

La ruptura de la unidad sociedad-naturaleza en el Uruguay

El proceso de acumulación originaria, que comienza siglo XVI cuando llega Juan Díaz de Solís a las costas del Río de la Plata, seguido del desembarco del primer contingente de ganado a comienzo del año 1600, en búsqueda de la acumulación de riqueza debido a las condiciones biofísicas que ofrecía el espacio agrario Oriental, marcaban el inicio de la modificación entre la unidad social-natural.

El rápido crecimiento de la población del ganado, producto de las condiciones biofísicas, tanto en su alimentación como en su relación trófica (no tenían depredadores que controlaran su reproducción) y de las características fisiológicas del animal, generó un impacto en los pastizales, ya que era la base de la alimentación de los animales, repercutiendo en los paisajes agrarios y probablemente en las poblaciones originarias que no estaban acostumbradas a este tipo de depredador (Moraes, 2008). Este nuevo elemento en el espacio agrario, facilitó el aumento de los colonizadores, provenientes del Oeste, principalmente Españoles y del Este Portugueses, debido a que les brindaba alimentación acorde a la dieta europea (proteína animal) (Cabrera, 2001). Dicho crecimiento produjo el comienzo de lo que se denominó "vaquerías" siendo las primeras organizaciones del manejo del ganado silvestre, principalmente para autoconsumo y para la extracción de cueros, por tanto la primeras formas de la producción (Harari, 2003).

La disputa territorial por parte de las coronas portuguesa y española durante el siglo XVIII y principios del XIX frena el crecimiento de la producción de ganado silvestre y es a finales de dicho siglo y comienzos del XX que se comienza con un fuerte proceso de industrialización, teniendo su antecedente en los saladeros para convertirse luego en los frigoríficos, lo que sentó las bases para establecer la ruptura definitiva de la unidad social-natural, ya que se comienza a producir en masa un animal que no es originario de estas tierras.

El creciente avance del capitalismo en el siglo XX, configuró que la principal generación de riqueza por parte de la sociedad proviniera del espacio agrario, lo que genero una apuesta fuerte del conjunto de la sociedad uruguaya en extraer los beneficios de las fuerzas productivas naturales. Es así que en la mitad del siglo se llega a un pico máximo de la producción en superficie de la agricultura, basado en el modelo de la "revolución verde". Modelo diseñado, desarrollado e implementado por el gobierno de los Estados Unidos bajo el comando de las corporaciones transnacionales, se caracterizaba por impulsar la introducción de "variedades de alto rendimiento" principalmente trigo y arroz junto con la aplicación de un paquete de fertilizantes y agroquímicos para sostener esa mejora de los cultivos (Griffin, 1982). Las transformaciones que produjo la aplicación de este modelo del punto de vista biofísico se pueden resumir en: aumento de plagas y enfermedades debido a la menor diversidad biológica y paisajística, lo que lleva a un aumento del uso de agroquímicos para combatir esas plagas; disminución de la fertilidad natural de los suelos; mayor riesgo de sequía y por ende de erosión de los suelos (Armon, 1987). Existieron profundos cambios, sociales y económicos que empobrecieron al campo y aumentaron la dependencia económica y tecnológica, siendo una vez más, las burguesías y oligarquías agrarias de los países receptores junto con los impulsores de este modelo los mayores beneficiarios (Griffin, 1982). Por tanto, ya no es solo la ganadería que generaba riqueza social sino que también se buscaba otras fuentes de ganancias, profundizando aún más el desfase de la unidad social-natural.

Es así que se llega al siglo XXI con un proceso acumulativo de más de 200 años de cambios de uso del suelo y intensificación agraria, contribuyendo al deterioro global de los valores de uso naturales, rebasando los "límites planetarios". La herencia e inercia de las transformaciones en el espacio agrario, se suma al proceso reciente de la re-configuración espacial que presenta el país, la cual se expresa en cambios en la superficie, la productividad, la tenencia de la tierra, la población rural, los trabajadores rurales, entre otras (Ceroni, 2016).

Algunos estudios dan cuenta de cómo el proceso de producción capitalista agrario está aumentando el desfase de la unidad social-natural. En relación a la biodiversidad existen cambios en la pérdida de hábitat, existiendo riesgo de extinción de especies de varios grupos taxonómicos tanto animales como vegetales (Soutullo et al. 2009; PNUD, 2012). Con respecto a los cambios en los ciclos biogeoquímicos existe una alteración de los stocks principalmente en Nitrógeno y Carbono (Piñeiro et al. 2009). Además durante los últimos años hay serios problemas en los cuerpos de agua (lagunas, ríos, arroyos) evidenciando procesos de eutrofización, siendo que varios de ellos son fuente de agua para el abastecimiento de los principales centros urbanos como el Río Santa Lucía, Laguna del Cisne (IMC, 2017). Estas transformaciones a nivel terrestre terminan siendo aún más afectadas debido al aumento de la variabilidad climática, expresado en un incremento de la precipitación y temperatura acumulada anual (1980-2014), junto con el incremento de las sequías e inundaciones, estableciendo una presión mayor a las fuerzas productivas naturales (MVOTMA, 2017). Si bien nuestro enfoque es el espacio agrario, la fractura metabólica también se evidencia en el espacio costero, existiendo también un doble carácter, por un lado el incremento de las urbanizaciones costeras asociadas al creciente desarrollo inmobiliario y por otro lado, un aumento del nivel medio del mar junto con la intensidad de los vientos que termina por impactar de doble manera a los valores de uso naturales (MVOTMA, 2017).

Reflexiones finales

La relación entre el ser humano y la naturaleza es una condición genérica de la humanidad, ya que el sujeto necesita del medio para su existencia y su reproducción biológica y social, por tanto depende del medio para realizar su vida. Es mediante la realización del trabajo individual que el sujeto se va apropiando de los valores de uso de la naturaleza para satisfacer una necesidad. En este sentido siempre existió una relación con el medio, el problema central es cómo se ha realizado ese proceso de apropiación de la naturaleza a lo largo de la historia humana. La sociedad en que vivimos ha desarrollado un apartado de fuerzas productivas sin precedentes en la historia de la civilización humana, estableciendo una transformación de la base material que en muchos casos es irreversible a escala humana, separando cada día más la unidad social-natural. En este sentido, la primera reflexión transita sobre qué capacidad tienen nuestros valores de uso naturales (aire, agua, tierra, luz, biodiversidad) para seguir amortiguando procesos de auto-transformación de la materia que afectan la viabilidad de nuestra existencia

Frente a tal situación existen diversas formas de encarar el problema, que no son las únicas pero si son las más importantes a mi modo de ver. La primera, transita por no asumir que existe el problema, siendo el libre mercado el que regule y solucione los problemas las posibles falles que presenta el sistema, ya que el capital continua circulando y acumulándose en medio del deterioro y las catástrofes ambientales. La segunda, asume que existe el problema y la solución es mediante un capitalismo correctivo en donde el desarrollo de las fuerzas productivas técnicas aparecen como la solución a todos los desajustes que tiene el sistema, acompañado de teorías y conceptos como "capitalismo verde", "economía circular" e "intensificación sustentable". Y la tercera, que transcurre por analizar en profundidad la raíz del problema y desarrollar alternativas por fuera del modo de acumulación capitalista. Este último camino debería ser por el cual se debiera intentar por comenzar, utilizando todo el desarrollo de las fuerzas productivas proactivas y técnicas al servicio de la unidad social-natural, basada en la producción de valores de uso y no en valores de cambio. Este camino no garantiza la solución definitiva del desfase de la unidad social-natural ya que en los procesos sociales no se trata de fórmulas o protocolos a realizar, sino que sea un insumo, para romper los engranajes del capital, poniendo al servicio una nueva subjetividad de la relación social-natural.

* Geógrafo, estudiante de Doctorado por la UNAM. Investigador en las áreas de Geografía Ambiental, Geografía agraria y Geografía económica.

 

Notas

[1] Para profundizar sobre el tema ver Latorre, C. C., Patrón, J. M., y Suárez, L. (2014). Los servicios ambientales y la biodiversidad. Investigación ambiental Ciencia y política pública, 6(1), 53-60.

[2] Es una organización de carácter científica, de ideología neomalthusiana, fundada en 1968 por un conjunto de empresas y fundaciones transnacionales, cuyo objetivo es financiar proyectos que analicen la viabilidad ecológica del planeta de la mano del crecimiento económico.

Referencias

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