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  • Por: Hugo Dufrechou*

Dando vuelta las hojas del almanaque. Balance y perspectiva de este año que está por terminar


Imagen: Nelson Romero, Caviar no queda pero tenemos pasto.

En el presente artículo, se intentará describir parcialmente el comportamiento de la economía uruguaya en este último año, basándose en el relevamiento de algunos indicadores que en su mayoría tienen como último dato el segundo trimestre del año. Luego se intentarán dar explicaciones sobre tal comportamiento, y una interpretación de las causas que llevan a dicho desempeño. Por último se expondrá cuáles son los principales desafíos que se afrontan para el año que viene, y algunos problemas de fondo que exceden las fechas de los calendarios.

¿Cómo nos fue?

Tomando los últimos datos de algunas variables macroeconómicas, podría concluirse que la estrategia del ajuste llevada a cabo por el Ministerio de Economía y Finanzas MEF en los últimos dos años, habría sido exitosa hasta el momento. En la comparación interanual, el Producto Interno Bruto (PIB) -a precios constantes- en el primer trimestre fue un 4% mayor que el primer trimestre de 2016, el segundo trimestre de 2017 fue un 3% superior que el segundo trimestre de 2016 y el tercer trimestre de este año fue un 2,2% superior al correspondiente al año pasado. Esto indicaría que es factible la predicción de CEPAL de que la economía uruguaya crezca en torno al 3% en todo el año. Este crecimiento estuvo impulsado por un dinamismo similar de las exportaciones que crecieron en los dos primeros trimestres de 2017 un 4% con respecto a dichos trimestres de 2016. Esto es bastante paradójico, dado que a pesar de que los precios de los productos exportables como la soja siguen descendiendo en los mercados internacionales, parecería ser que la buena cosecha del año hizo que aumentara la cantidad exportada compensando así la pérdida de ingresos por el precio. Los productos exportados por Uruguay siguen siendo básicamente los mismos, la pasta de celulosa es el principal producto exportado, lo siguen la soja y la carne vacuna.

En términos de la actividad, en el último mes aumentó la tasa de actividad de las personas, sin embargo continúa en un nivel menor al mismo mes pero del año pasado. La tasa de empleo tiene un comportamiento similar, y el desempleo ha disminuido colocándose en el último mes en 7,8%. Esto quiere decir que durante este año más personas han comenzado a trabajar (aumento del empleo y de la actividad, con reducción del desempleo), sin embargo aún no se ha llegado a niveles del año anterior, lo que significa cierto enlentecimiento en el mercado de trabajo y la creación de puestos de trabajo colocando al empleo (o su falta) como uno de los problemas económicos más importantes.

En cuanto al salario, tanto el aumento del índice Medio de Salarios, como la baja en la inflación (que por primera vez en siete años ha estado dentro de los niveles fijados por el Banco Central del Uruguay en su rango meta) han producido que en la mayoría de los sectores de actividad aumente el salario real. En los últimos 12 meses, el Índice de Salario Real creció un 3,5% (cuando este mismo indicador había sido 0,12% en 2015, y 2% en 2016). Esto ha ayudado a su vez, al crecimiento del consumo interno y en particular de los hogares.

¿Por qué?

El desempeño positivo de la economía uruguaya en un contexto bastante adverso precisa alguna explicación. En otros artículos de autores como Alonso, Narbondo, u Oyhantçabal, se hablaba de la importancia explicativa que tiene la estructura productiva y la relación de la economía uruguaya con el resto del mundo. Dado que parecería necesario concebir el resultado económico como el fruto de diversos mecanismos que actuaron de forma conjunta en el último año, tal vez sea necesario comenzar el análisis por el frente externo de la economía.

Por un lado, un hecho no previsto fue la excepcional cosecha de soja ayudada por factores climáticos. Esto permitió compensar la caída de su precio y aumentar los ingresos provenientes de dicha exportación. Por otro lado, es necesario contemplar la estabilidad que tiene en la balanza exportadora la producción de pasta de celulosa, dado que es un insumo dentro de una cadena, las cantidades y precios transados no fluctúan demasiado.

Otros determinantes pueden estar vinculados a la actividad de nuestros socios comerciales. A pesar de la importante caída de Venezuela como destino de nuestras exportaciones, el continuo crecimiento Chino (que dadas las características de los productos vendidos con poca elasticidad – ingreso, permanecerán medianamente estables independientemente de su tasa de crecimiento) y la parcial recuperación en el crecimiento brasileño han ayudado a aumentar las exportaciones. El caso brasileño es más intrigante, dado que a pesar de generar conflictos con la entrada de productos lácteos en su territorio, ha importado muchos vehículos de Uruguay, colocando los automóviles como un elemento importante de nuestra canasta exportadora en el último año.

Por último, es necesario marcar dos fenómenos que no fueron resultado de la casualidad, dado que dependieron de decisiones gubernamentales. Por un lado, la política salarial de baja de los aumentos salariales provocada en la sexta ronda de Consejos Salariales ayudó a reducir la demanda por un momento, generando además reducción de la inflación y una mejora en la competitividad en costos del país. Por otro lado, el gobierno ha capitalizado la disciplina fiscal que venía generando desde 2005, postergando las agudizaciones de la economía mediante la toma de deuda (en 2016 la Deuda Neta del Sector Público, esto es la deuda menos los activos financieros del Uruguay había crecido más de U$S 3.000 millones, durante la primera mitad de 2017 la misma había crecido cerca de U$S1.000 millones más). En este año todavía quedan pagar U$S 1.292 millones en servicio de deuda (amortización más intereses).

Más allá de estos fenómenos que operan en la superficie de las explicaciones es necesario avanzar hacia otro nivel de profundidad. En particular, es necesario entender que tal vez la economía mundial esté en un momento de transición. El capitalismo mundial no se ha recuperado de la crisis económica, las bajas tasas de crecimiento en los países centrales, los constantes conflictos políticos y sociales en ellos, así como los conflictos armados de escala planetaria concentrados en medio oriente así lo atestiguan. Por lo tanto, es necesario seguir esperando para ver cómo se configurará este nuevo orden económico, qué tendencia ganará entre las potencias centrales, la vuelta al proteccionismo comercial o la continuidad de libertad de flujos comerciales y financieros. Estas discusiones son determinantes para la vida de nuestra formación económica dependiente de su relación con la economía del resto del mundo, dado que determina los flujos comerciales y de capital. También es importante ver qué sucederá en nuestra región, la crisis política e institucional de Brasil presenta varias incógnitas para nuestra vida económica. También lo hace Argentina, dado que es esperable que tras una contra-reforma laboral violenta contra las trabajadoras y los trabajadores dé mayores garantías al capital para su rentabilidad. Por último, es necesario ver qué sucederá en Venezuela, que más allá de las victorias políticas del chavismo y de la resistencia que ha desplegado junto al pueblo, el cerco económico y financiero que tiene entorpece cualquier intento de reactivar la economía y volver a tener relaciones comerciales normales.

La suma de todos estos procesos, sumado a que los fundamentos principales para la economía uruguaya como los precios de los principales commodities no han modificado su tendencia a la baja, no permiten concluir que esta recuperación es producto de una tendencia de largo plazo, o solamente un episodio que pronto se revertirá.

¿Qué esperar el año que viene?

El año que viene está marcado por una agenda formal de eventos. Entre ellos destacan la séptima ronda de consejos de salarios que concentrarán a la gran mayoría de los grupos de actividad, así como la última rendición de cuentas con posibilidades de incremento del gasto. Estos dos episodios por sí solos dan impresión de un año conflictivo.

Es necesario también poder ir contemplando el contexto en el que estos dos episodios se darán. En primer lugar destaca la necesidad de seguir manteniendo una política de ajuste tanto en lo salarial como en el gasto público. Esta opción política será motivada por tres componentes, el primero externo, dada la necesidad de respuesta ante los movimientos de nuestros vecinos que con sus packs de triple reforma (laboral, previsional y fiscal) han realizado grandes ataques a la clase trabajadora (Brasil ya las efectuó, en Argentina están en etapa de discusión pero dado el resultado de las últimas elecciones legislativas parecen inexorables más allá de la gran resistencia popular demostrada en las primeras semanas de diciembre), reduciendo su valor y aumentando la rentabilidad empresarial. El segundo componente es interno, y tiene que ver con el “viento en la camiseta” que ha agarrado la derecha social y política. Esto se demuestra con la soltura de cuerpo en que las cámaras industriales están pidiendo una reforma laboral similar a la brasileña con el argumento de la necesidad de flexibilizar relaciones laborales rígidas, mejorar competitividad, etc. Por último, el tercer componente es el resultado “positivo” que ha tenido la economía para el gobierno, producto de la estrategia de ajuste que viene desplegando. Estos tres componentes pintan un panorama de propuesta de ajuste y de conflictividad, por lo menos a nivel sindical el año que viene.

También es previsible que aumente el proceso de mercantilización de áreas estatales, como la profundización de las obras mediante la Participación Público Privada, la estrategia llevada a cabo por la UTE para la generación de energía eólica y biomasa, o los emprendimientos para embalse de agua permitidos por la nueva ley de riego.

Por otro lado, la que ahora parece una inminente inversión de UPM, dará aire al gobierno, visto que mientras no se activen los fundamentos responsables del dinamismo económico “normal”, la entrada de capital y la reactivación de la demanda producto de la inversión mejorará por el lapso de la construcción de la planta y de las obras de infraestructura los niveles de empleo y de actividad general. Según el pre-contrato firmado entre el Estado uruguayo y la empresa, se generarán 5.000 puestos de trabajo en la etapa pico de construcción de la planta, y aumentará el PIB dos puntos porcentuales.

Por último, cabe considerar que todos estos episodios se darán en año pre-electoral. Esto genera que las necesidades del capital intenten aplacarse desde el gobierno (por ejemplo en su necesidad de ajuste) dado que es necesario no generar antipatías ni demasiadas fricciones con su base de apoyo. Por lo tanto existe un espacio de avance táctico para las organizaciones populares en sus reivindicaciones en los consejos de salarios así como en el presupuesto público. Ese espacio estará marcado, entre otras cosas, por cómo se afronten las contradicciones en su interior.

Más allá del calendario

Independientemente de los sucesos concretos de los que hablamos el próximo año, existen ciertas discusiones de fondo en las que se pueden enmarcar los conflictos particulares que se desarrollarán.

En primer lugar, es esperable que en la discusión de rendición de cuentas se hable de la importancia de la educación para el futuro del país, se hable de crisis educativa, de pocos resultados, etc. También es probable que se junte parte de esta discusión con las que se generan en el ámbito de la negociación tripartita, colocando la amenaza de la inminente automatización como mecanismo de presión para flexibilizar las normas laborales ante la escasez de trabajadores formados y el “bajo nivel de capital humano”. Es necesario tener presente que esta discusión debe ser llevada a cabo hasta el hueso, en este sentido, hasta la estructura productiva de nuestra economía. Como señalan autores como Cimoli o Chang, hablar de la necesidad de más y mejor educación, o de la vinculación entre educación y aumento de productividad es inútil si no se tiene en cuenta la estructura productiva del país en cuestión. Por lo tanto, en una estructura primario exportadora, donde los dueños son capitalistas (en varias áreas clave en su mayoría extranjeros preocupados por las ganancias de corto plazo), el posible resultado si todos los jóvenes que abandonan el sistema educativo terminan estudios terciarios, sería la “exportación de cerebros”, dado que en la actual estructura productiva no tienen lugar.

Por otro lado, la discusión sobre la automatización, la robótica y la sustitución de puestos de trabajo por máquinas ha ganado importancia. No obstante, puede verse que los efectos sociales de la sustitución de trabajadores y trabajadoras por capital data de mucho antes, un ejemplo menos glamoroso en nuestro país fue el alambrado de los campos generó que en 1880, un 10% de los trabajadores rurales se vieran desplazados y tuvieran que irse a la ciudad. El problema no es tanto el avance tecnológico y la calificación de la mano de obra sino el marco institucional y social en que se da. En un sistema capitalista orientado a la búsqueda de ganancia, pero a su vez con las características dependientes periféricas de Uruguay de poco dinamismo en la creación de actividades nuevas, los conflictos sociales en términos de pérdidas de puestos de trabajo y exclusión estarán presentes y demorarán en solucionarse independientemente del grado de formación que tenga la clase. Como decía Chaplin en su monólogo final de “El gran dictador”: “Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad”.

Estas preocupaciones discursivas, (lo de la automatización y la educación), chocan de frente con la estrategia de desarrollo llevada adelante, que genera especialización productiva en pocas áreas y aumento de la mercantilización de los espacios públicos. Los procesos de mercantilización tienen que ver con integrarse al capitalismo de mercado de una forma más completa. Un ejemplo de esto es el proceso que viven algunos servicios del Estado, como la energía eléctrica, el agua o incluso el Banco República. Las reformas en estos servicios han supuesto la pérdida de monopolios (como en el caso de la generación de energía y embalses de agua), o adoptar lógicas de competencia de mercado que relegan el rol social del ente (como el caso del BROU). A pesar de que no se han generado privatizaciones de los entes públicos, los procesos de desmonopolización y el incentivo a la competencia también son cualitativamente dañinos. Al perder el monopolio, los entes pierden la capacidad que tienen los mismos de poder aumentar sus márgenes de ganancia a través de la captación de rentas. Lo que en la perspectiva de la empresa capitalista esto es malo para el consumidor dado que podría obtener un precio menor en una situación de competencia, desde la perspectiva de entes estatales es deseable, dado que el mayor margen permite mejorar los servicios, reducir tarifas, generar políticas específicas, etc. Es necesario rediscutir cuál es el rol social que debe tener el Estado, y qué rol deben tener sus entes en la economía.

Por último, es necesario avanzar en una discusión sobre el sistema previsional. La estructura actual del sistema es profundamente injusta, esto se puede ver por ejemplo con la existencia de distintas cajas con distintos criterios, sobresaliendo la caja militar. También afecta a los sectores de la sociedad más excluidos, dado que trabajadores y trabajadoras informales (quienes en promedio reciben menos ingresos y tienen menor estabilidad laboral), no acceden al sistema jubilatorio ni están amparados por los derechos a las prestaciones que sí tienen los trabajadores y las trabajadoras formales. Por otro lado afecta al resto de los servicios públicos, como por ejemplo la educación, dado el gasto público en el sistema previsional es el más importante de los componentes del gasto público social, así como necesita para su funcionamiento que ciertos sectores de actividad realicen sobre aportes. Afecta a su vez la dinámica del financiamiento del Estado, dado que las AFAPS son los principales acreedores del Estado pues por ley están obligadas a invertir la mayor parte de los ahorros previsionales en títulos de deuda. Deuda que se genera entre otras cosas para pagar los déficits del sistema. Por último también tiene que ver con la estructura productiva, qué se produce, quién produce y cómo se produce, cuáles son los niveles de productividad en la economía, y cómo se reparte el excedente entre las clases. La discusión sobre el sistema previsional ya ha comenzado, pero no de manera sistemática ni discutiendo el todo del sistema, sino que a través de las discusiones de partes (la caja militar por ejemplo).

En síntesis, el año que viene será un año clave por todo lo que está en juego. El saldo de las luchas será positivo si se logra encuadrar los eventos puntuales (consejos de salarios, lucha presupuestal), dentro de elementos estratégicos. Esto no es solamente una consigna, sino que es una realidad. La lucha de clases no es solamente un fenómeno que se da cuando se discute el monto del salario y las condiciones de trabajo a cortísimo plazo, sino que también en la discusión sobre los caminos por los cuales tiene que transitar la sociedad y la economía en el mediano y largo plazo aunque se la quiera ocultar y negar. Ante un escenario que continúa siendo determinado por la incertidumbre, sin la guía de un camino propio, es fácil perderse en la confusión de la coyuntura. Si no se tiene en cuenta esto, se corre el peligro de profundizar nuestras estructuras mercantiles capitalistas, haciendo más difícil y compleja la construcción de alternativas que coloquen al interés colectivo por encima de los intereses individuales y a la vida humana por encima de la rentabilidad empresarial.

 

* Economista, integrante de Cooperativa Comuna.

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