Hemisferio Izquierdo (HI): Dada la importante división histórica del movimiento socialista a partir de los posicionamientos sobre la primera guerra mundial y la revolución rusa, ¿qué queda vigente y qué habría que revisar de esas divisiones contemplando las actuales circunstancias de la lucha de clases? particularmente ¿qué es lo que divide en la actualidad a reformistas y revolucionarios? Miguel Stedile (MS): Desgraciadamente, creo que la situación es más compleja. Con el fin de la URSS, del Este Europeo y la ofensiva neoliberal, la izquierda entró en una crisis teórica, en la que gran parte rechazó el materialismo-dialéctico y por lo tanto, utilizó herramientas para análisis de la realidad o se dejó contaminar por el pensamiento post -moderno. Si no tenemos un análisis preciso de la realidad, no tendremos una acción precisa para transformarla.
A continuación, hay una crisis de programa, porque al negarse la experiencia del siglo XX, rechazar el materialismo, también se ha renunciado a la transformación de la sociedad, la política se ha convertido en el arte de lo posible, de lo que es permitido por las condiciones de gobierno, la coalición, etc . La transformación estructural dejó el horizonte y los proyectos estratégicos fueron sustituidos por programas de gobierno, puntuales y paliativos. Sin condiciones de analizar la realidad críticamente e incapaz de generar un programa alternativo al neoliberalismo, muchos han sido contaminados con ideas neoliberales, como las de dejar al mercado la organización de la sociedad.
De cualquier forma, en cualquier período histórico y clase social, la distinción entre revolucionarios y reformistas se dará siempre por el grado de consecuencia (y no de retórica) en que estén dispuestos a asumir verdaderamente para un rompimiento y transformación estructural. Sin eso, incluso discursos más radicales, esconden a través del pesimismo una conformidad con el estado actual de las cosas. HI: La revolución rusa desplegó en todas sus contradicciones el problema del poder para la izquierda. Desde esa perspectiva ¿qué enseñanzas dejó la gesta soviética? ¿cómo debería una estrategia socialista lidiar con el problema del poder? MS: La experiencia rusa tiene importantes pasos sobre el poder y su ejercicio por el pueblo. Obviamente, los soviets son el ejemplo más importante. Sin ellos, no habría revolución, como percibió Lenin y los bolcheviques. Sin ellos, no habrían existido los consejos de fábrica de Turín con Gramsci, el intento de insurrección en Alemania, etc. La revolución rusa sólo es posible porque el poder se desplazó del aparato del Estado a otra forma de poder, capaz de suprimir la forma antigua.
Pienso, sin embargo, que nuestras sociedades latinoamericanas están más cerca de la interpretación de Gramsci (un leninista) y de quien en sociedades donde el poder no está concentrado sólo en el aparato del Estado nos exige mayores esfuerzos y la conquista o la construcción de otras "trincheras" para construir este "otro poder". Pero al mismo tiempo, por mayor que sea el avance del neoliberalismo, la conquista del poder aún pasa por la conquista del Estado. La idea de “áreas libres del capitalismo” se ha demostrado en experiencias aisladas (en el mal sentido de la palabra) o inofensivas al sistema.
Con todos los errores y autocríticas que son necesarios sobre la experiencia soviética, al mismo tiempo, necesitamos reconocer que eliminar la dominación de una clase sobre la otra, liberó poderosas energías. El poder soviético permitió que una sociedad analfabeta, que desconocía la energía eléctrica, en sólo cuatro décadas, no sólo se modernizara, sino que también va a lograr derrotar a la amenaza fascista y además, enviar al ser humano por primera vez al cosmos.
Libre de la burocracia y del enyesado, la experiencia soviética podría haber llevado la experiencia humana a un grado de plenitud desconocido hasta hoy por el género humano. Por eso me niego a rechazar la experiencia histórica de la URSS. Por el contrario, la URSS fue una obra gigantesca de miles de personas que no puede ser condenada a nostalgia, a los museos o al ostrascimo por los errores que cometió.
* Integrante de la dirección nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST).