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  • Chuzo Gonzalez Quintana

El primero y el último*


Ilustración: "El primero y el último", de Matías Larrama

Entre el primero y el último hay demasiadas semejanzas.

Joaquín Penina no habia cumplido los treinta años de vida cuando una mañana cualquiera del invierno de 1930, la policia de Félix Uriburu, el primer presidente de ultraderecha de la Argentina, ingresa por la fuerza al cuarto de pensión donde vivia Joaquín en Rosario lo cargan en un camión y se lo llevan...

Santiago Maldonado no había cumplido los treinta años tampoco, una mañana de invierno de 2017 la gendarmería ingresa violentamente en territorio mapuche, sin orden judicial y por desicion politica del ultimo gobierno de ultraderecha de la Argentina. A Santiago también lo cargan en un camión y se lo llevan...

Joaquín Penina era un joven que hacía pocos meses había llegado a Rosario, se ganaba la vida como albañil o canillita. Vende libros con ideas ácratas entre sus compañeros de trabajo por unos pocos pesos, reparte volantes en las obras de la construcción. Se afilia a la FORA. Era un anarquista.

Santiago Maldonado hacía apenas 4 meses que había llegado a la Patagonia, se ganaba la vida como artesano y tatuador. Rápidamente se vincula a la lucha ambientalista contra proyectos extractivistas en la cordillera y es por esa razón que se une a la red de apoyo a las PU LOF en resistencia Cushamen. Era un anarquista.

Joaquín Penina practicaba el pacifismo, nunca empuñó un arma y estaba en desacuerdo con la praxis violenta del movimiento internacional en el que militaba. No fumaba ni bebía alcohol. Era un vegetariano estricto. Lector apasionado y metódico. Vivia entre los libros.

Santiago Maldonado protegía su mente y su cuerpo de cualquier contaminación del paradigma occidental. Se alimentaba de manera sana y conciente, practicaba el veganismo, tampoco consumía drogas, ni legales ni ilegales. Al Igual que Joaquín era un pacifista y vivía entre los libros. Su última casa fue una biblioteca popular en "El Bolsón".

Joaquín Penina era un hombre humilde y poco ostentador, llevaba una vida austera despojada al extremo de las cosas materiales. Apenas tenía dos mudas de ropa que fueron quemadas junto con sus libros aquella mañana de invierno en que se lo llevaron en 1930.

Santiago Maldonado llegó a la Patagonia con apenas una mochila casi vacía. Es que como dice el poeta "son mas largos los caminos pal ́que va cargao de más". En el cuarto que le prestaban los compañeros de la biblioteca popular de "El Bolson" no encontraron mas que dos mudas de ropa. En Cushamen agregaron a sus "pertenencias" una gorra y un collar.

El primer desaparecido de la historia de este país, Joaquín Penina, fue un escarmiento que el gobierno de facto mandó a dar para que "tomaran nota" todos aquellos que osaran atentar contra el poder desde ideas anarquistas o revolucionarias anticapitalistas. Su cuerpo nunca apareció. A su historia la rescata del olvido el maestro Osvaldo Bayer en su libro "El culto de los asesinos".

El último desaparecido de la historia de este país, Santiago Maldonado, también fue un escarmiento, una advertencia para todos los que osen prestar apoyo a los "mapuche terroristas de Cushamen", que luchan por la tierra contra el extractivismo y el enemigo común de la moderna historia mundial, el capitalismo. Su cuerpo no aparece. No dejemos que su historia caiga en el olvido y a los desaparecedores los proteja el maldito manto de la impunidad.

* Texto extraído de la página de facebook "Que aparezca ya Santiago Maldonado"

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