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  • Cooperativa Comuna

COMUNA y la necesidad de asaltar la Economía


Comuna es una cooperativa de trabajo, que integramos investigadores/as sociales de las ciencias económicas, empezamos a trabajar en setiembre de 2014. Nuestros objetivos centrales, pueden resumirse en tres: a) generar conocimiento junto con las organizaciones sociales, muy particularmente con el movimiento sindical, pero que incluye también a cooperativas de trabajo, cooperativas de vivienda, gremios estudiantiles, etc; b) plantearnos una organización del trabajo para la producción intelectual, bajo la constatación que en la investigación social existen múltiples formas organizativas (sociedades civiles, fundaciones, centros de estudio, Institutos de Investigación, consultoras) pero la organización como cooperativa entendíamos era un gran ausente y que valía la pena desarrollar; c) contribuir, aunque sea marginalmente, al pensamiento crítico. Poder dar otra lectura de los procesos sociales que, en general, están ausentes en el debate público en Uruguay.

En la actualidad tenemos acuerdos de trabajo con: la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (FENAPES), la Asociación de Funcionarios de UTU (AFUTU), la Unión de Funcionarios del Codicen (UFC), la Asociación de Trabajadores de Enseñanza Secundaria (ATES), la Asociación de trabajadores de la UTE (AUTE), el Sindicato de la Industria del Medicamento y Afines (SIMA), la Unidad Cooperaria N°1 y la Federación de Cooperativas de Viviendas (FECOVI).

Hemos colaborado también con la Asociación de Funcionarios de la Universidad de la República (AFFUR), el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza Privada (SINTEP), la Asociación de Maestros de Montevideo y de Canelones, con el Sindicato de la Industria Química (STIQ), el Departamento de Públicos del Pit-Cnt y varios gremios estudiantiles.

En otras áreas de trabajo, y más vinculado al trabajo en la academia integramos el equipo técnico de los siguientes proyectos de investigación: “Estudio sobre Políticas de Desarrollo Productivo” financiado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y “Modalidades de consumo de los principales usos en los casos de familias de bajos ingresos que son clientes regulares de UTE” co-financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC, Udelar) y la UTE.

Nuestro trabajo consiste básicamente en dos cosas. Por un lado, elaborar informes, análisis y artículos sobre distintas problemáticas que aquejan a los colectivos con quienes trabajamos. Por otro lado, hacemos una apuesta fuerte a fomentar la formación en economía a nivel sindical.

En cuanto a lo primero, presupone al menos tres diferencias con las formas más convencionales de pensar la investigación: a) cómo surge la pregunta de investigación; b) cuál es la dinámica de trabajo; c) qué sucede con el conocimiento producido.

A) Cómo surge la pregunta de investigación. En general, las “preguntas guías” de la investigación vienen dadas por los sindicatos, las cooperativas, etc. Desde Comuna participamos de la formulación, pero somos una parte más, no necesariamente investigamos sobre aquello “que nos parece” sino sobre lo que los colectivos entienden como “socialmente necesario”. Esto implica tensiones, ya que no siempre lo que nos parece pertinente coincide con las demandas sociales concretas, ni viceversa. De todas formas, lo más importante es que los colectivos con quienes trabajamos han sido siempre sumamente respetuosos de nuestra labor y tenemos total libertad para hacer nuestro trabajo y plasmar en los documentos lo que efectivamente pensamos, incluso, cuando no necesariamente coincidimos con las posiciones dominantes en el sindicato o la cooperativa.

Además, como parte del proceso de construcción de confianza con los sindicatos, hemos logrado ser propositivos y proponer líneas de investigación, que han sido aceptadas como propias a posteriori por los colectivos con quienes trabajamos. Los ejemplos son varios, pero van desde incluir aspectos que hacen a los cuidados y al trabajo reproductivo en las plataformas hasta profundizar estudios de Economía Política a nivel sindical o rediscutir algunas “verdades incuestionables” como el uso de la Canasta de Consumo calculada por Búsqueda como reivindicación sindical que a nuestro entender es problemática.

B) La dinámica de elaboración con los colectivos. Otro aspecto, para nada menor, es que los tiempos políticos (y económicos) de las organizaciones sociales no siempre son los tiempos “ideales” con los que se realiza una investigación. La necesidad de salir con un informe para tal o cual negociación, tal o cual conflicto, tal o cual emergente imprime, a veces, una premura que va en detrimento de la reflexión larga, detenida y rigurosa que una investigación de calidad requiere. Esto implica desarrollar una suerte de “atención viscosa” para el análisis, que mira la inmediatez, pero también lo estructural, que intenta realizar informes básicos pero hace un esfuerzo por la investigación más de fondo. Esto genera la necesidad de atar la inmediatez con miradas más largas, que puedan articularse a la elaboración programática de los sindicatos, con los aportes concretos. Dicha articulación no es sencilla y depende de cada vínculo y de cada sindicato, pero cuando se logra permite tener una agenda de investigación mucho más rica.

C) Qué sucede con el conocimiento producido. Como corolario de lo anterior, lo que se produce no es para publicar en una revista, ni para guardar en el cajón de un escritorio burocrático, sino que se traduce en lucha social. Pasa a formar parte de la fundamentación o la plataforma en una negociación colectiva, en una lucha presupuestal, en un conflicto estudiantil. Esto genera una enorme motivación para la investigación pero a la vez, una responsabilidad gigantesca. “Macanearla” en un informe implica mandar a la paliza a un colectivo que va a sufrir directamente por ese pifie (en su bolsillo, en su trabajo, en su vida cotidiana).

El segundo eje de trabajo, más centrado en la formación siempre es el más problemático. Otrora, la izquierda tenía una política de elaboración y de formación fuertemente centrada en lo partidario. No es algo necesariamente malo, pero en la medida en que las estructuras partidarias han tenido reflujos de participación y además, reflujos en la formación, eso impacta fuertemente en el nivel de formación política y teórica de la militancia social. En ese marco, nuestra gran apuesta inicial fue la de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, en el fortalecimiento de la formación en las organizaciones sociales. Además, desde Comuna tenemos el pleno convencimiento que la formación es constructora de unidad así como la lucha. De hecho, un debate de ideas, en el marco de una asamblea, en la medida que genera posicionamientos contrapuestos, siempre puede ser generador de rispideces internas, mientras que el debate en el marco de la “política de formación” genera encuentro en la diferencia, la posibilidad de habitar la duda, de valorar la diversidad de enfoques sobre un mismo problema, etc. No obstante, es un área de trabajo muy complicada. No siempre los colectivos valoran la formación, no siempre desde Comuna sabemos interpretar las necesidades de formación concreta de los colectivos, y cuando sí, no necesariamente contamos con los saberes para satisfacer dicha necesidad. Pero seguimos apostando con fuerza al trabajo formativo.

En cuanto a nuestro segundo objetivo de trabajo, podríamos sintetizarlo en que hay varias razones por las que elegimos ser cooperativa. La primera radica en que constatamos la existencia de una necesidad en fortalecer el asesoramiento sindical y a organizaciones sociales en general. La segunda, es que ese trabajo tenía que ser colectivo. A nivel sindical, el Instituto Cuesta Duarte es el colectivo de referencia en la materia y realiza una contribución muy importante en la formación sindical. Sin embargo, dada la amplitud y complejidad del movimiento, y también la propia conformación del Instituto, es casi una quimera que pueda cubrir las necesidades específicas de cada sindicato.

Ante esto, muchos sindicatos contratan asesores individuales, que también se suman al esfuerzo colectivo. No obstante, sigue planteada lo que desde Comuna entendemos que es una paradoja de fondo: la clase dominante se asesora con trabajo colectivo, cristalizado en fundaciones, centros de investigación, consultoras, mientras que para los sindicatos, el acceso al asesoramiento es marginal o e asesores individuales. Es en este sentido que entendíamos necesario sumar agentes colectivos para el asesoramiento popular. En ese marco, nuestra apuesta fue crear orgánicamente una usina colectiva. No para competir con lo existente, sino más bien para sumar e intentar contribuir en la articulación.

De ahí, deviene el tercer fundamento, que básicamente radica en que desde la diversidad de agentes colectivos posibles optamos por ser cooperativa. Nuestra opción obedece a que entendíamos que este envase orgánico nos permite, con mayor facilidad, poder elegir la forma de organización del proceso productivo, los criterios de remuneración a la interna y, además, poder pensarnos políticamente como parte del movimiento de trabajadores/as organizados/as cooperativamente.

Y aquí, se presentan desafíos adicionales no menores. ¿Qué criterios utilizar para las retribuciones internas? ¿Cómo repartir el trabajo? ¿Cómo pensar la investigación desde la participación y la participación desde la investigación? ¿Cómo compatibilizar y articular este trabajo con nuestras dinámicas familiares, nuestras tareas domésticas y de cuidado? En ese marco, descubrimos un doble problema. Por un lado, que todavía no tenemos plena conciencia como cooperativa y necesitábamos profundizar eso, tanto desde que implicaba políticamente como desde la producción académica en particular. Ahí vimos que, tener una cooperativa de cientistas sociales puede significar un aporte: no es lo mismo pensar el cooperativismo desde la Universidad que pensar el cooperativismo desde una cooperativa. Las contradicciones, los desafíos y los límites, no son solo un problema analítico sino que son vividos en carne propia.

Por último, el otro propósito de la cooperativa desde su génesis radica en aportar al pensamiento crítico, y particularmente, al pensamiento heterodoxo en economía. Pensarse, aunque sea tímidamente, como usina de pensamiento crítica nada menos que en el ámbito de la economía requiere necesariamente nadar a contracorriente en las aguas más turbulentas. Como bien decía Marx, en el Prólogo a la Primera edición de El Capital, "en el dominio de la Economía Política, la investigación científica libre no solamente enfrenta al mismo enemigo que en todos los demás campos. La naturaleza peculiar de su objeto convoca a la lid contra ella a las más violentas, mezquinas y aborrecibles pasiones del corazón humano: las furias del interés privado”. Sin dudas, la responsabilidad y el desafío son gigantescos. Pero entendemos que existe una necesidad absoluta de hacer proliferar usinas colectivas de pensamiento alternativo ya que, cuando se analiza a los grandes grupos de poder económico, observa con claridad que no hay megaemprendimiento o cámara empresarial que no cuente no sólo con un asesoramiento propio sino también con la anuencia de fundaciones, consultoras, fondos de investigación, etc. Es a esas instituciones que forman parte de la "intelectualidad orgánica del poder" a quienes entendemos que debemos aunar esfuerzos para contrarrestar la visión hegemónica con otras lecturas posibles y necesarias sobre el acontecer social.

En nuestro caso, esto implica reivindicar y revitalizar la Economía Política en detrimento de la economics típica del pensamiento neoclásico. Para quienes son legos en la materia, la definición hegemónica de la “ciencia económica” realizada por Robbins y popularizada por Samuelson afirma que “la economía es la ciencia que determina la forma en que decidimos usar los recursos escasos que tienen usos alternativos para lograr los fines establecidos”. Esta definición, tiene tanto de “sensata” como de peligrosa. Asumirla implica que la economía debe centrarse en los problemas “distributivos”, dejando en un segundo plano lo relativo a la producción y, por tanto, de la generación y apropiación del valor. O sea, implica naturalizar el modo de producción vigente a la vez que, no contribuye a interpelar cuáles son los fines establecidos y a quiénes benefician.

Esta definición, no tiene un claro “objeto de estudio” sino que se define por un método: la “elección racional”. Por tanto, el “análisis económico” puede ser de cualquier cosa. Xavier Arrizabalo (2014) argumenta que dicha definición podría explicar todos los comportamientos humanos, por ejemplo, “la tarea del entrenador de un equipo deportivo que ha de decidir cómo combinar tácticamente sus integrantes (recursos escasos) entre las distintas posibilidades tácticas (usos alternativos) para lograr el mejor resultado (fin establecido)”. Por ello, no es casual que abunden trabajos económicos sobre la toma de decisiones del matrimonio, de la paternidad y maternidad, de optar por delinquir o no, de elegir consumir sustancias prohibidas, entre otros. Claro que también se estudia el comercio, el empleo y las finanzas públicas aunque son muchos menos los economistas que estudian el proceso productivo, el desarrollo tecnológico concreto, las cadenas de valor y sus especificidades (Chang, 2015).

En contraposición, la Economía Política es compatible con una alta diversidad de enfoques pero presupone el análisis de los procesos de producción, intercambio, consumo y distribución. Las relaciones sociales de producción, lejos de ser naturalizadas, forman parte central del análisis. El vínculo que tiene la reproducción material de la vida con el resto de los aspectos sociales, políticos y culturales. Esto, con todas nuestras limitaciones, es lo que hemos intentado desarrollar. Y aquí, el apoyo de los sindicatos contribuyendo a financiarnos para generar conocimiento nuevo, con perspectiva diferente, ha sido vital. Es importante este destaque, acá hubo un compromiso de algunos sindicatos en desarrollar un “tanque alternativo” de pensamiento y desde Comuna tuvimos la suerte de cuajar con la propuesta. Claro que nuestro aporte es demasiado pequeño en relación a los colosos de hierro con los que hay que enfrentarse y nuestras capacidades son muy limitadas para realmente pensar en una disputa con el pensamiento hegemónico. Esto requiere de alianzas con otros centros de producción de cultura, medios alternativos de comunicación, cambios en las agendas de investigación a nivel de la Universidad de la República, etc.

Nuestro grano de arena se ha centrado en dos áreas. En primer lugar, apostar a producción intelectual que participa del debate público y que no se encierra a la discusión entre especialistas. En este sentido, hemos intentado no sólo publicar en ámbitos más “académicos” sino también en prensa. La “intelectualidad orgánica”, categoría que defendemos y con la cual pretendemos sintonizar, debe conformarse como una intelectualidad que participa del espacio público, que interviene, que se la juega, que toma partido por lo que está sucediendo. De hecho, desde el año 2016 hemos estado gestionando un espacio en el marco de un acuerdo intercooperativo con Brecha que se llama “Economía por Asalto”, parafraseando la conocida frase de Marx en su texto sobre la Comuna de París. En segundo lugar, hemos desarrollado algunos trabajos de investigación con miras a la publicación en una lógica académica más convencional. En particular, un acuerdo de trabajo sobre Privatización Educativa con la Universidad Autónoma de Barcelona, y las investigaciones ya mencionadas sobre Políticas de Desarrollo Productivo vinculada a la OIT y sobre sobre consumo residencial de energía en sectores de bajos recursos financiado por la CSIC y la UTE. Este es un escenario de disputa en el que no estamos en las mejores condiciones para desarrollar y entendemos que es vital que desde la Universidad se consoliden grupos de estudio e investigación contrahegemónicos. En todo caso, uno de los desafíos estratégicos consiste en poder articular quienes trabajamos con el campo popular y quienes investigan desde la Udelar más allá de proyectos puntuales.

Romper con la hegemonía del pensamiento económico implica un trabajo que necesita combinar de esfuerzos transdisciplinares, de multiplicidad de agentes y de recursos para solventar dicha tarea. En ese desafío múltiple estamos y sabemos que precisamos de todas y todos para dicha tarea.

Referencias bibliográficas

Arrizabalo Montoro, Xabier (2014) "Capitalismo y economía mundial", Instituto Marxista de Economía (IME) en coedición con Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS) Universidad de Concepción (UdeC), Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología y Antropología.

Chang, Ha Joon (2015) "Economía para el 99% de la población". Editorial Debate

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