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  • Por: Buenaventura

No puede jugar


Ilustración: Murga La Mojigata 2017

La murga pedagoga elige pegar a su clientela. Ante el instinto aburridamente repetido de esquivar el bulto, zafar y ubicar los problemas en los demás, la Mojigata elige siempre ir al cerno de la cultura, de nuestros propios hábitos, de nuestras miserias cotidianas.

Y es cierto que no puede jugar el niño hecho de hambre ni el militante enojón. Es cierto que en la diaria nos chupan un huevo la inmensa mayoría de los dramas humanos que están a nuestro lado.

Tan cierta es la alienación del obrero agobiado por tareas monótonas como la del académico envuelto en el mundillo de los papers, como el militante rosquero que aturdido con sus propias consignas es incapaz de escuchar el vacío de la sala donde es pronunciado su discurso.

La murga pedagoga nos pega duro aunque muchos fantaseen con quedar fuera del blanco de sus críticas. ¡Cuán mentirosa y soberbia es la sensación de auto-emancipación que produce leer una obra de teoría critica o siquiera un artículo de agitación política!

Gira el disco 2004 y mientras canto encima envuelto místicamente en una aureola de liberación íntima, continúo al día siguiente y al otro, demasiadas veces, sin poder jugar… y me justifico sin consuelo en el calibre de las tareas que me ocupan, en la importancia táctica de mi trinchera dentro de la inmensa e inagotable guerra de clases…

Al tronar de los cañones del despertador mañanero golpea la bola con desconcertantes movimientos. Y el cañonazo que envié antes con todo mi espíritu revolucionario se me vuelve encima con la aplastante potencia de la fuerza de gravedad... Como en el Fliper se mueven las hermosas contradicciones de la búsqueda de la emancipación humana. Y es que no se ha encontrado la receta para compartimentar lo que es continuo. Y si algo deja de chuparme un huevo entonces me ocupa, me desvela, me alerta, me genera responsabilidad: Me quita tiempo y energía para jugar, me roba predisposición para el disfrute… Y es que la búsqueda de mayor nivel de responsabilidad compartida sobre el destino común, nos genera mayores preocupaciones y regresa como una diabólica y estridente carcajada del espíritu patronal. Y sarna con gusto pica igual…

Mayo primero, el día que recordamos de quien son los otros 364, cada obrero y cada militante celebra el esfuerzo de los que lograron la unidad de la clase trabajadora en la búsqueda de su emancipación final. Estas palabras de ineficaz consuelo, no buscan pacificar corazones en guerra. No hay paz interior para los militantes donde hay una injusticia por sanear… Apenas procuran alertar que no sea en nuestras casas, que no sea en nuestros cuerpos, que no sea en nuestros espíritus el sitio donde habiten las peores injusticias: la tristeza, la soledad, la rotura y la desesperanza.

Habrá permanentes tiempos de guerra y tiempos de placer… Sera el movimiento mismo el que dirima el tamaño de cada zafra, pero ninguna ha de ser tan extensa que impida ver la importancia de la otra…Ninguna ha de ser tan extensa como para volvernos livianos o amargados.

(Serie: Los militantes)

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