
Imagen: escena de presentación, serie Los Simuladores
Serie: hijos de la TV
Simuladores
Disciplina, conocimiento, técnica, recursos, imaginación, planificación y mucha organización. Cada paso está calculado, cada escenario previsto. Aparece un problema y un sujeto aquejado. Primero, la voluntad de resolver el problema. Segundo, el pedido de auxilio. Tercero, el compromiso colectivo para hacerlo desaparecer. Cuarto, una batería de alternativas. La solución es siempre una escena montada que conmueve de tal manera que altera el “curso natural” de las cosas. Generan un shock subjetivo que altera circunstancialmente la correlación de fuerzas en favor del aquejado. Ese shock es concreto, material, por eso produce una vivencia, pero su poder principal es subjetivo. Fija un nuevo eje sobre el cual se mueve la realidad concreta del sujeto aquejado. Después del shock hay un nuevo equilibrio por construir. Los simuladores son una verdadera escuela para quienes desean transformar la realidad. La lección principal, no apta para ilusos, la sentencia Santos: “somos costosos”. Sin recursos, no hay chance alguna de modificar nada. Un sujeto, una organización que no sea capaz de tomarse en serio la tesorería jamás alterará orden alguno. Una organización que teme juntar dinero, que teme disputar territorio, que rehúye de conducir la economía, que es perezosa para acumular conocimiento, es una organización que jamás será capaz de impedir que el dinero gobierne. Transformar la realidad exige tareas, recursos y conocimientos específicos. Mucho tiempo y energía humana organizada de forma efectiva. Los Simuladores saben que alterar el curso de los acontecimientos no es un asunto de tiempo extra, es un asunto de tiempo completo, es un trabajo especializado.