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Hemisferio Izquierdo

"Esta necesidad ética y política de pensar la realidad, actuar en ella con el objetivo de const


Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Cómo nace la CELTA?


CELTA: La Comisión de Estudiantes en Lucha por Tierra y Agua (CELTA) es formada en el año 2013 por un grupo de estudiantes que provenían de diversos servicios universitarios, quienes veían con preocupación la necesidad de que el estudiantado en general se concientizase y movilizara, así como también que la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay (FEUU) tomase postura respecto al modelo neodesarrollista extractivista que era impulsado desde el gobierno, particularmente con la propuesta de Aratirí (y proyectos subsidiarios) en ese momento, así como también con el avance de la concentración y extranjerización de la propiedad de la tierra. A partir de ahí fue que la Comisión fue organizando distintas actividades como charlas y volanteadas y más adelante se sumaría como un colectivo más a la Asamblea Nacional Permanente (ANP), que es una red que nuclea a varios colectivos (organizaciones sociales, estudiantiles, sindicales) como coordinación, contando con algunos anclajes territoriales, que problematiza el avance del extractivismo del modelo neodesarrollista y pretende frenarlo, defender la soberanía nacional y los recursos naturales y bienes comunes.


Más adelante nuestra comisión entraría en contacto con los ex docentes del Centro de Formación Popular de Bella Unión, recientemente cerrado, quienes llevaban a cabo un trabajo en el territorio en conjunto con los trabajadores y trabajadoras de la zona. Fue así que comenzamos a trasladarnos hacia el lugar para conocer la realidad de los trabajadores de la caña de azúcar y de la lucha por la tierra para el que la trabaja, entrando en contacto por ejemplo con el histórico sindicato UTAA (la Unión de Trabajadores del Azúcar de Artigas).



HI: ¿Qué significa para ustedes “luchar por la tierra y el agua”? ¿Qué definiciones programáticas viene defendiendo en estos años de actividad?


CELTA: La tierra y el agua son elementos materiales indispensables a la vida humana, y luchar por ellos para nosotros implica atender tanto a su accesibilidad como a su conservación (en un sentido ecológico). Sobre la tierra y el acceso a la misma, nos preocupa el vigente proceso de concentración y extranjerización de su tenencia, acelerado por la expansión capitalista en el agro de los últimos años, así como el rol del Instituto Nacional de Colonización con sus dimes y diretes en tiempos de avance de discursos de promoción de la autogestión. Sobre el acceso al agua hay un tema preocupante bien actual: la iniciativa desde el MGAP de una reforma sobre la Ley de Riego, que por lo que ha trascendido implica un proceso de mercantilización de este bien común, en conflicto con el art. 47 de la Constitución y el triunfo popular del “Plebiscito del Agua” (2004) en particular, con el ingreso de externos operadores privados como agentes de negocio en acaparamiento del agua (fomentando el represamiento, lo que podría trastocar ecosistemas además de facilitar procesos de eutrofización) y previendo su comercialización(1). También nos inquietan los problemas de contaminación sobre la tierra y el agua, que parecen haberse acentuado tras el avance del agronegocio en los últimos años. Lo cual también ha implicado problemáticas sociales más inmediatas (ejemplo: fumigaciones sobre pobladores vecinos o sobre escuelas rurales), que también nos preocupan (pero el nombre de la comisión ya es lo suficientemente extenso).


Programáticamente podemos decir que la comisión ha impulsado distintos posicionamientos que ha tomado la FEUU en asuntos pertinentes, además de venir participando dentro de la Asamblea Nacional Permanente. Lo inicial fue posicionar a la Federación en contra del proyecto de megaminería a cielo abierto de Aratirí hace unos años, entendiéndose en resumidas cuentas que se trataba de un proyecto meramente extractivista y depredador, carente de virtudes para un desarrollo estratégico nacional. Posteriormente, planteamos el tema de la posible extracción de hidrocarburos no convencionales en Uruguay, con el temor al método de la fractura hidráulica (“fracking”), en particular sobre el Acuífero Guaraní. Más cercanos en el tiempo hemos posicionado a la FEUU contraria a la instalación de la anunciada posible tercer planta pastera de celulosa, a cargo de UPM y sobre el Río Negro, argumentando que no hay desarrollo posible siguiendo este plan forestal-celulósico nacional instrumentado por el neoliberalismo y otrora denostado por la izquierda, y a la luz del camino recorrido y observado con las pasteras anteriormente instaladas(2). Además, hemos apoyado una juntada de firmas (recientemente entregadas a la Intendencia de Canelones, como para considerar en sus directrices de desarrollo) para prohibir la plantación de soja transgénica en el departamento, en el entendido de que es insignia de la pequeña producción fruti-hortícola y abastecimiento de variedad de alimentos al resto del país, y de que la soja transgénica es un monocultivo extensivo insostenible y resulta particularmente controvertido a partir de los agrotóxicos aplicados al encontrarse más cercano a poblaciones, además de reforzar la dependencia económica del país en un negocio relativamente cortoplacista que cada vez más privatiza las ganancias y socializa las pérdidas.


A su vez, también hemos trabajado desde Extensión de la Udelar y el Centro de Formación Popular de Bella Unión (CFPBU) en vínculo con trabajadores de UTAA y otros sindicatos de trabajadores rurales del norte del país, conociendo mejor sus problemáticas; esto fue cada vez más complicado por los costos de traslados hacia allí, y se vio ahora definitivamente interrumpido tras el desmantelamiento del SCEAM y del CFPBU por parte del actual rectorado de la Udelar.


Estos ejes temáticos se traducen en charlas y talleres organizados en diferentes facultades, en volanteadas y difusión de dichos problemas, en la organización y participación en conjunto con otros colectivos de marchas y manifestaciones. Como comisión de estudiantes nos hemos preocupado por analizar y comprender la coyuntura actual en la que nos encontramos para poder actuar en ella; entre ello reconocer que este modelo de presunto “desarrollo” que hoy avanza, es moneda corriente en la región, e incluso se plasma institucionalmente en la iniciativa del Plan IIRSA (Integración de Infraestructura Regional Sur-americana). Estamos ante una continuación, aggiornada a la actualidad del capitalismo, del histórico rol latinoamericano de exportación de materias primas a las economías centrales.


Nos parece importante recalcar también la importancia en amplios sentidos, de algunas de estas preocupaciones que desembocan en una crítica al modelo, y que a veces son desestimadas desde visiones reduccionistas. Así, a veces se sugiere que los problemas de contaminación ambiental deberían ser una preocupación remota, a considerar seriamente recién una vez ya resueltos problemas que hacen a las tradicionales reivindicaciones populares. Pero hay ejemplos de ello que tienen clarísimos visos agravantes "de clase". Como cuando la contaminación de aguas genera temores sobre el consumo (sostenido en el tiempo) de agua potable de OSE, y hace que parte de la gente opte por ejemplo por acudir a la industria del agua mineral (que eleva sus precios ante el aumento de la demanda), lo que comprometería mayor proporción de ingresos donde los mismos son bajos (o directamente los privaría de la opción, que acaso estimaran conveniente). Razonando análogamente, podemos concluir que toda problemática sanitaria causada por la exposición prolongada a elementos contaminantes, perjudica siempre mayormente a los sectores de menores ingresos, con menores recursos para enfrentar eventuales contingencias. También es importante destacar, sobre el modelo, la tan histórica como creciente expulsión de población rural y de pequeños productores a las ciudades (más de 12000 establecimientos productivos menos entre los censos agropecuarios de 2000 y 2011, 90% de ellos de menos de 100 has), que además de engrosar sus cinturones de pobreza, pueden serle adicional fuente causal de mermas en oferta de productos fruti-hortícolas variados y por ende de encarecimientos de los mismos al bolsillo del trabajador.



HI: ¿Cómo se plantean el vínculo de la militancia estudiantil con las luchas de los asalariados rurales y otros sectores del agro en lucha?


CELTA: En primer lugar creemos que la Universidad debe formar profesionales comprometidos con los sectores populares. En este sentido, en un país como el nuestro donde hay una gran concentración poblacional en la ciudad, pero con muchas personas que han migrado del campo, viviendo en muchos casos en condiciones deplorables, mientras tenemos grandes extensiones de tierras concentradas en manos del capital y muy poco pobladas, tenemos una realidad que al menos debe interpelarnos.


Por otro lado, como estudiantes nos organizamos en la federación para defender y conquistar mayores derechos estudiantiles, pero también queremos una federación abierta al vínculo con otras organizaciones sociales y dispuesta a comprometerse con las luchas de nuestro pueblo, encontrando algunas un tanto relegadas en el movimiento social capitalino. La participación en movilizaciones y el relacionamiento con otros colectivos y organizaciones nos fue acercando a una realidad que para muchos era desconocida y para otros más cercana, ya que muchos de nosotros venimos del interior. Esta necesidad ética y política de pensar la realidad, actuar en ella con el objetivo de construir un futuro, es la base del vínculo con trabajadores, docentes, cooperativas de trabajo, entre otras organizaciones.


Esto se ha materializado en algunas actividades concretas como la participación en varios encuentros con trabajadores/as de Bella Unión, en donde hemos trabajado con distintas cooperativas como la cooperativa “Raúl Sendic”, la “Helios Sarthou” y la cooperativa de Mario Thedy (productor lechero), entre otras. Todas experiencias cooperativas que tienen por detrás la lucha por el acceso a la tierra, que en todos los casos significó en primera instancia la ocupación de tierras estatales y luego varias reuniones y negociaciones con el INC (Instituto Nacional de Colonización), entre otros actores. Contar con el Centro de Formación Popular en Bella Unión fue importantísimo a la hora de concretar este vínculo, y ahora lamentamos haberlo perdido.


Aunque al llegar como estudiantes la relación se construye desde un lugar de diferencia, nuestro objetivo fue crear vínculos de solidaridad entre organizaciones. En esta línea hemos acompañado los campamentos de UTAA en Montevideo mientras reclamaban el acceso a tierras; también a los ex trabajadores de la fábrica de Green-Frozen, quienes formaron una cooperativa para recuperar la misma luego de que el dueño “quebrara”, dejando a 600 personas sin trabajo y sin cobrar sus sueldos. Y en este vínculo también compartimos las luchas que estábamos dando en Montevideo en tanto al rechazo a algunos megaproyectos y críticas al modelo de “desarrollo”, intentando solidarizarnos y unir fuerzas. Aunque es claro que a lo largo y ancho del país, entre los trabajadores rurales asalariados, se encontraban distintas posiciones sobre algunas cuestiones (ejemplo: Aratirí).


Creemos que aún hay un gran trabajo por hacer desde la comisión en cuanto a la generación de vínculos con compañeros y compañeras organizados en el medio rural y también en cuanto a plantar esta “semillita” en más estudiantes. Invitamos entonces a que todos los compañeros y compañeras que lean esta nota y quieran sumarse, lo hagan, pues este es un espacio abierto para que todos los/as estudiantes podamos expresarnos y participar.


Mientras respondíamos esta entrevista, nos llegó la noticia del reciente fallecimiento del compañero Nelson Fredo, militante comprometido con varias causas sociales e integrante del Colectivo por la Tierra. Desde la CELTA queremos mandar un abrazo a toda su familia y sus compañeros y amigos más cercanos.

“Sepan que sólo muero si ustedes van aflojando,

porque el que murió peleando vive en cada compañero”.

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