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  • L. Nicolás Guigou*

Ufología, angelología, reptilianos, narrativas conspiranoicas. Entrevista a Nicolás Guigou


Saliendo del Samsara. Guigou, 2021




El entramado conservador contemporáneo resulta un fenómeno heterogéneo que podemos decir que incluye – con diversos matices y niveles de solapamiento - al activismo anti-género religioso y secular, a los llamados libertarios, a los nacionalismos racistas, a los conspiracionistas y antiglobalistas, e incluso, a los anti-vacunas. ¿Cómo caracterizarías a dicho fenómeno? ¿Es posible encontrar algún elemento en común en tales manifestaciones?



Nicolás Guigou: Los movimientos conservadores contemporáneos –heterogéneos, plurales y que abrevan en variadas fuentes, situaciones, horizontes de sentido y acontecimientos-, escenifican el ocaso y la gradual licuación de la democracia liberal en términos planetarios. La cosificación ínsita al tecno-capitalismo, otorga las bases materiales, simbólicas, afectivas y corporales de aquellas dimensiones que en las cosmologías académicas-instrumentales actuales asumen el nombre de giro ontológico, imagen desgraciada que porta varios anuncios, entre ellos, la finitud de lo humano, la construcción de un más allá de la especie y la reafirmación del desencantamiento radical en torno a la figura del homo sapiens, asegurando y garantizando de este modo, su lugar como un mero término subsumido a sistemas de comunicación más complejos y determinantes. En este panorama, la destitución de cualquier subjetividad ciudadana está asegurada, augurando que las formas de racionalidad con alguna impronta antropocéntrica se encuentren asfixiadas bajo una imparable marea de irracionalidad profunda, destructiva y plenamente regresiva. La afectividad comunitaria, la vuelta a un mundo mágico y encantado, van de la mano con todas las gestualidades propias a una regresión edípica y tanática. Los nosotros, nosotras o nosotres que se conforman desde estos espacios de regresión simbólica, resultan plenamente excluyentes y con preclaros anhelos de exterminio. Todas las fobias –aporofobia, homofobia, antisemitismo, islamofobia, lesbofobia, racismo, xenofobia y un largo e interminable etcétera- emergen de esta irracionalidad profunda, de esa búsqueda esencialista por el paraíso perdido, cuya desconfianza hacia cualquier exterioridad queda evidenciada en la serie de privilegios otorgados a los fantasmas y espectros preternaturales que habitan las múltiples narrativas conspiranoicas, cuyas vehementes presencias en este mundo resultan parte de una hermenéutica desdoblada en que las conspiraciones ciertas de las elites mundiales, quedan opacadas bajo nuevas formas de ufología, angelología, reptilianos, ojos que todo lo ven, tierras huecas o planas, interdimensiones, multiversos, y modalidades populistas del llamado misticismo cuántico.

El denominador común de esa abarrotada masa discursiva antihumana, fóbica, regresiva, tanática y poblada de narrativas conspiranoicas, se encuentra en la disolución de los horizontes establecidos por aquella racionalidad que supo alimentar nuestros mundos comunicacionales, pedagógicos, laborales, recreativos, afectivos y eróticos. Dicha disolución resulta el capítulo final escrito en letras de incesante hierro por la violencia colonizadora propia a los mitemas y filosofemas configuradores de una avasallante racionalidad occidental, portadora ésta desde sus inicios, de los gérmenes de su propia autodestrucción y cuya objetivación y materialización vive su presencia plena en la revolución tecno-bio-comunicacional vigente.



La liberación de la humanidad. Guigou, 2021


¿Cómo vinculas el descontento social que expresan los mencionados movimientos con los procesos económicos y políticos de los últimos años?


El descontento contemporáneo, logra su expresión vitalista en los diferentes movimientos, performances y discursos esencialistas, conservadores y antidemocráticos, todos ellos cuestionadores del establishment político y económico. Estos movimientos, expandidos de manera exponencial por el agitado mundo virtual, resultan la excrecencia de la licuación gradual de la democracia liberal, sus restos, que tratan de reconstituir la pérdida de los variados sentidos sociales mediante la crítica y la desconfianza hacia las elites mundiales, estableciendo un conjunto de cosmologías que se encuentran habitadas por elementos humanos y no humanos -extraterrestres, reptilianos, civilizaciones ocultas, seres interdimensionales, demonios y hasta el propio Satán-, y en las que los dominantes del mundo, trazarían sus planes de control pleno, sus estrategias oscuras (últimamente avivadas por un discurso orientado hacia el fin de los tiempos, la era mesiánica y el Apocalipsis), siendo las mismas opacas para la mayoría de la humanidad. Esta opacidad no sería pues azarosa, sino también parte de las maneras en que las elites humanas visibles (asociadas, en algunas versiones conspiranoicas a entidades invisibles) ocultan las formas y modalidades de control sobre nuestras vidas y sobre el mundo. El final de lo humano, de la ciudadanía y de todo sus pactos, no adquiere en los movimientos conservadores actuales ninguna clase de tono o preocupación emancipatoria. Por el contrario, encerrándose los mismos en una desconfianza extrema hacia un orden de cosas establecidas -orden por cierto excluyente, no democrático, y escasamente transparente-, la captación conservadora de la situación política y económica contemporánea, intenta salirse del mundo social, sea mediante la vuelta hacia unos orígenes mistificados, prístinos y sin mácula, sea hundiéndose en cosmologías conspiranoicas, sea proyectándose en un futuro de enjuiciamiento, destrucción y muerte. El capitalismo comunicacional, sus derivas políticas y económicas, resultan ilegibles para los movimientos conservadores actuales, ya que dicha matriz comunicacional es la constructora de la lengua con la que estos movimientos discursean. Es su carne y su esqueleto. Los conservadurismos quedan así atrapados en su propio parloteo tautológico y autorreferencial, incapaces de ser afectados por alteridad alguna.



¿Consideras a estas experiencias contemporáneas una manifestación de crisis de la racionalidad occidental? ¿Auguran una nueva etapa en las formas de pensarnos colectivamente?


Estamos viviendo la muerte y descomposición de la racionalidad occidental, de sus cristalizaciones y derrames en los diferentes mundos sociales. La expansión de la racionalidad occidental por todo el orbe no se debió a su superioridad en comparación con otras, ni a su capacidad de convencer. Menos, de seducir. No. Su difusión e institucionalización fue producto de imposiciones férreas y en extremo violentas por todo el mundo. La racionalidad occidental –el Occidente triunfante, frente a otras versiones del mismo-, tuvo como destino su absorción por parte de las matrices tecno-comunicacionales que supieron tener a dicha racionalidad como piedra angular de las mismas. Quedan aquietados los fósiles de esta racionalidad sin futuro en la intelectualidad caucásica de las metrópolis, o bien, en el remedo de los intelectuales cetrinos habitantes de estos lares. La muerte de Occidente y su peculiar racionalidad, no augura por sí misma una nueva etapa del pensamiento o de modalidades de reflexividad colectiva, aunque sin esa muerte, no hay posibilidad de volver a pensarnos conjuntamente. En este ejercicio post-mortem de la racionalidad occidental –ejercicio post-patriarcal, antilogocéntrico y descosificador- anida la posibilidad de un otro pensamiento.




Los rostros de la histeria. Guigou, 2021


Y por último, ¿cómo consideras que sería recomendable desde una perspectiva democrática y de derechos el abordaje de estas cuestiones? ¿Es posible el diálogo?


La reconstitución del diálogo solamente será posible desde el espacio de la descosificación de las perspectivas democráticas heredadas. Necesitamos de la gestación de una matriz dialógica más allá de las coordenadas liberales y de los derechos encapsulados en dichas coordenadas. Las diferentes modalidades de multiculturalismo sustancialista, los movimientos esencialistas que giran en torno a una identidad, las cosmologías de una intelectualidad productivista, abstraccionista, instrumentalizada y fácilmente olvidable, resultan los principales escollos para postular un nuevo diálogo. Dicho diálogo, requiere para su nuevo lanzamiento al mundo social, de la interpelación radical al tecno-capitalismo comunicacional en todos sus niveles. Se trata pues, y como siempre, de una lucha política descosificante, de la recuperación de la corporeidad afectiva. De los cuerpos que se hablan entre sí.




El discurso del amo, la ama o el ame. Guigou, 2021.










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