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Gestación subrogada y mercantilización reproductiva*


Imagen extraída de: https://adavas.org/madres-de-alquiler/




Una contribución desde los feminismos al debate


¿Por qué escribir sobre gestación subrogada[1]y feminismos? La principal razón que me mueve, es la sorpresa por el poco tratamiento que se le ha a dado en Uruguay, aún teniendo en cuenta que en 2022 se votó con la aprobación de todos los partidos políticos (aunque con cambios), un proyecto de ley para flexibilizar la gestación subrogada en Uruguay. Si bien desde la academia se han producido trabajos en torno a la gestación subrogada y técnicas de reproducción asistida con un mirada de género[2], desde el movimiento feminista ha sido tibiamente abordado, salvo por unas pocas excepciones[3].


Entiendo que este debate es una consigna inexorable a abordar, involucrando temas históricamente discutidos por el movimiento, caso de la autonomía de las mujeres en relación a sus cuerpos, los límites la libertad sexual y reproductiva, la impugnación del orden patriarcal o la lucha en contra de las prácticas del mercado capitalista.


En síntesis, creo necesaria una reflexión crítica y un posicionamiento por parte de los feminismos, proporcional al lobby de ciertas corporaciones médicas y sectores liberales pro mercado.


Un estandarte de todos los frentes


Los argumentos a favor de la gestación subrogada tienden a ser de lo más variados y llamativamente entre ellos confluyen posturas que usualmente colisionan, como los discursos más conservadores de defensa de la familia tradicional o de la realización de la mujer únicamente a través de la maternidad, junto a la narrativa feminista de autonomía de los cuerpos de las mujeres o los derechos de la comunidad LGTBQ+.

Esta práctica -célebre entre el jet set internacional, aunque solo accesible para las clases privilegiadas-[4]es a menudo promovida por los sectores políticos tradicionales a nivel internacional, y nuestro país no es la excepción. En Uruguay se presentaron dos proyectos de ley en el año 2021, para modificar o flexibilizar el régimen legal vigente de gestación subrogada, uno por el diputado Martín Lema (Partido Nacional) y el otro por el diputado Daniel Peña (Partido de la Gente). Incluso el presidente Lacalle Pou se ha

manifestado públicamente a favor del “alquiler del vientre”.


En relación a este punto, Ekman sostiene que la práctica de gestación subrogada está muy unida a valores conservadores. Sostiene que las madres sustitutas no se ven como trabajadoras, resalta en ellas la motivación emocional de su rol: la empatía por las parejas sin hijos unida a valores tradicionales y a motivaciones casi divinas (hablan de “una misión", "una obligación sagrada", "un acto supremo de amor”). Resaltan a su vez la “feminidad” de esa experiencia, y se presentan como esposas felices con

familias nucleares que quieren ofrecer a otras familias esa felicidad.


Luego de esta breve contextualización del tema, expondré algunos de los argumentos que se manejan a favor y en contra de este amplísimo tópico, así como algunas posturas feministas en torno al mismo. Adelanto que mi análisis lejos está de ser objetivo: mi postura se inclina hacia el cuestionamiento de esta práctica, con una mirada crítica al rol que juegan en el desempeño de ella, las clínicas de fertilidad y

agencias intermediarias.


La cosificación de los cuerpos y el mercado reproductivo


La gestación subrogada es solo uno de los varios servicios que se comercializan en la industria reproductiva. Podemos nombrar otros, como la “donación'' de óvulos y la criopreservación de ovocitos (congelación de óvulos). Todos ellos tienen un punto en común: el cuerpo de las mujeres es puesto a disposición de las clínicas médicas y agencias intermediarias para ser comercializado como una mercancía más o en palabras de Silivia Federici, "cuerpos transformados en recursos económicos" e

"instrumentales a la construcción de un orden patriarcal" (Federici,2004); y como veremos, la industria reproductiva tiene características profundamente patriarcalistas.


Por un lado tenemos la "donación" de óvulos, servicio publicitado por varias clínicas de fertilidad como un “acto altruista invaluable” y “solidario” para ayudar a una mujer a ser mamá, sin dejar de mencionar en varias de sus páginas la “compensación económica” a la cual pueden acceder las “donantes”, constituyéndose así en una lisa y llana compra venta de óvulos. Mientras se describen de forma inocua técnicas altamente invasivas y medicalizadas que serán desplegadas en la “donante”, se promete a la receptora contar con información sobre las características de la "donante" que van desde su etnia, su talla, color de piel o incluso el color de iris[5]* (En Uruguay basta con googlear para encontrar las páginas de estas clínicas).


Por otra parte, la escritora Lina Meruane reflexiona sobre la criopreservación de ovocitos:

“son cada vez más las mujeres fértiles que eligen esta vía por más que las estadísticas de fecundación natural son tanto más altas y tanto menos costosas. Una escritora española me dió la señal de alerta. En el 2015, año en que ella cumplió los 35, recibió una carta de un laboratorio privado para informarle que tenía a su disposición, cito: -el servicio de congelación de óvulos en diversas clínicas además de una serie de tratamientos de fertilidad y reproducción asistida-. Lo que recibió, decía la escritora, era una carta corporativa que infringía su privacidad al usar datos personales con fines comerciales, datos muy privados como el hecho de no tener hijos, que estos seguros transan sin consentimiento. Además la carta hacía publicidad engañosa, porque

ninguno de los servicios ofrecidos estaba cubierto por el seguro que mediaba la correspondencia.

-Congela tus óvulos mientras todavía estés a tiempo- era la consigna de la carta, que presuponía que toda mujer sin hijos quiere o querrá tenerlos, pero no ha podido o no tiene con quien. O lo que es peor, la carta intentaba crearle una necesidad, venderle algo que ella nunca había deseado...” (Meruane, 2021) .

Meruane añade: “No hay nada como seguir esos mensajes para encontrar que en el fondo de ellos se encuentra siempre el interés económico” (Meruane, 2022) y señala que las mujeres vuelven a invertir una y otra vez en estos tratamientos, aún cuando cada ronda cuesta unos 15.000 dólares en Estados Unidos, y pese a que los alumbramientos de óvulos o embriones congelados no superan en promedio el 12%”.

En tanto en la gestación subrogada, aún en los países donde solo se permite de manera "altruista" (sin pago) como en Uruguay, la técnica para obtener un embarazo solo puede ser realizada por clínicas especializadas. Las clínicas de fertilidad son las principales interesadas en que sus requisitos se flexibilicen.[6]

En tanto la gestación subrogada, es señalada a menudo como un negocio en alza, por demás lucrativo. Marta Szygendowska apunta: “la gestación por sustitución se ha ido convirtiendo en una industria desde los años ochenta y el negocio creado por las empresas intermediarias se ha expandido a lo largo del mundo, generando actualmente una ganancia de 2,3 mil millones de dólares al año” (Szygendowska,

2021) .


Aunque desde el punto de vista de las gestantes no podemos afirmar que sea tan lucrativo. Ekman, quien ha estudiado en profundidad el trabajo de Ragoné y otros defensores de la gestación subrogada, señala de manera crítica la experiencia descrita por las madres sustitutas:

“Como “trabajo”, la subrogación no es particularmente lucrativa. Una madre sustituta

estadounidense gana menos de 1.50 dólar por hora, y sus colegas indias, apenas la mitad. Es complicado el proceso físico al que deben someterse las madres de alquiler. En la gestación por sustitución tienen que recibir múltiples tratamientos medicamentosos. Tienen que inyectarse hormonas dos o tres veces al día durante tres o cuatro meses. Para elevar al máximo las posibilidades de concepción, el médico les implanta con frecuencia más de un óvulo fecundado, por lo general, entre cuatro y seis. Como las madres sustitutas son más jóvenes y fértiles que otras mujeres que se someten a la fertilización in vitro, no es raro que el resultado sean gemelos. A menudo, el parto de gemelos se hace por cesárea, por lo que ha habido mujeres que

han quedado estériles luego de prestar sus servicios como madres sustitutas” (Ekman,2015).


Una decisión ¿autónoma?


Desde sus filas defensoras, a menudo se hace hincapié en la autonomía de las mujeres a decidir sobre el uso de su cuerpo en la gestación subrogada. Lamm, firme defensora de la gestación por sustitución (GS), autodefinida feminista, afirma que “La única

forma de defender y efectivamente proteger los derechos de las mujeres es regulando la GS, y creo además que es una postura feminista, que huye de paternalismos y parte del principio de autonomía de las mujeres respecto a su propio cuerpo” (Lamm, 2018).

Cabe preguntarse, qué puede ser más paternalista que lo descrito por Susan Ince en Ekman:

“Una vez que la madre de alquiler ha firmado el contrato, queda en manos de la agencia. No puede tener relaciones sexuales, fumar ni beber. Tiene que agachar la cabeza a todos los tratamientos y exámenes físicos previstos en el programa. Tiene que hacerse una amniocentesis y, en algunos casos, los compradores tienen derecho a exigirle que aborte si los resultados no son normales, pero aquí no se incluye su preferencia por el sexo del bebé. Si la madre sustituta cambia de opinión y quiere abortar puede ser acusada de incumplimiento de contrato y verse obligada a pagar 25.000 dólares por concepto de daños” (Ince, 1989 en Ekman, 2015).

En el año 2019, el medio de prensa español “La Vanguardia”, publicó el contenido de un contrato entregado a una pareja española por parte de una agencia ucraniana (en donde la gestación subrogada es legal) en una feria donde se publicitaba el negocio del sector. Algunas de las múltiples obligaciones de la gestante o subrogante son: -facilitar toda la información de su estado de salud, en especial, de las enfermedades hereditarias, venéreas, mentales y todas las padecida “ahora y con anterioridad”, incluso las enfermedades de sus familiares, - pasar el reconocimiento médico en el centro elegido por los padres y seguir todos los tratamientos médicos, incluida la reproducción asistida, en el centro escogido, -cumplir todas las instrucciones y prescripciones médicas, “incluso en los relativo al régimen del día, la dieta, las

relaciones sexuales, la actividad física y la higiene, entre otras, así como tomar los medicamentos indicados y seguir todos los tratamientos necesarios para la “realización exitosa del programa de maternidad subrogada”, -una vez embarazada /.../ si los padres biológicos lo solicitan, tendrá que pasar una prueba de alcohol y de drogas, -“no salir del lugar de residencia permanente acordado con los padres biológicos”, -“Por deseo de los padres biológicos”, la madre deberá trasladarse a Kíev (capital de Ucrania) desde el séptimo mes de embarazo “sola, sin familiares y otras personas que la acompañen”. El

medio español señala que por parte de los padres subrogantes solo surge una obligación clara: pagar a la madre subrogada una compensación, entre otros gastos.


El concepto de autonomía, tan livianamente utilizado en este como en otros temas de controversia dentro de los feminismos, también ha sido objeto de críticas y reformulaciones. Desde hace ya algún tiempo, algunas teóricas feministas han cuestionado qué entendemos por autonomía y sus condicionantes, proponiendo en su lugar hablar de una "autonomía relacional": "la autonomía es actualmente considerada

con sospecha por las teóricas feministas. Dicho de manera cruda, se le acusa de ser un concepto intrínsecamente masculino, que está inextricablemente unido a ideales del carácter masculino...” (Mackenzie y Stoljar, 2000. Traducción propia). A su vez explican que el término "autonomía relacional" parte de una serie de perspectivas relacionadas entre sí que se basan en la siguiente premisa: "La convicción de que las personas están socialmente integradas y que las identidades de los agentes se forman en el contexto de las relaciones sociales y son moldeadas por una compleja interacción de determinantes, como la raza, clase, género y etnia" (Mackenzie y Stoljar, 2000. Traducción propia).


La gestación subrogada dentro de los feminismos: una discusión inconclusa


La postura mayoritaria entre activistas e intelectuales feministas, parecería inclinarse hacia el cuestionamiento de la gestación subrogada, aunque las realidades varían dependiendo del país.

La escritora Silvia Federici, quien ha manifestado que “el cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo”, se ha posicionado en contra de esta práctica en diversas oportunidades.

En el Río de la Plata, algunas autoras feministas que rechazan la gestación subrogada, plantean sus similitudes con el trabajo sexual. Diana Maffia y Patricia Rodríguez afirman "que las condiciones de explotación de las mujeres como sexo abre un abanico de análisis que incluye la reproducción biológica, la reproducción de la fuerza de trabajo, la prostitución y la gestación subrogada en un patrón de apropiación capitalista"(Maffia y Gómez, 2019).


Desde los colectivos y organizaciones feministas, también empiezan a asomar algunos posicionamientos en torno al tema. En Uruguay, la Intersocial Feminista (que nuclea a más de 30 colectivos feministas del país), ha manifestado en su última proclama del 25N del año 2022:

"Le decimos NO al proyecto de ley que amplía la gestación subrogada más allá de los

lazos de sangre, porque abre un mercado de vientres de alquiler que vulnera los derechos de las mujeres para satisfacer el deseo de algunas personas de ser padre o madre con sus propios genes pero sin poner el cuerpo" (Intersocial Feminista, 2022).

Olivera y Castro hacen referencia al encendido debate que se está dando en España desde hace algunos años, y a la campaña “No somos vasijas”:

"El tema ha develado la fragmentación de los feminismos en el país y las desavenencias con un sector del movimiento Lgtbqi+, siendo el feminismo radical el que con mayor énfasis ha postulado que el abolicionismo de la prostitución, la pornografía y la gestación subrogada son una tríada indisoluble en la lucha contra la cosificación, explotación y consumo del cuerpo de la mujer" (Castro y Olivera, 2019).


La periodista feminista y activista por los Derechos Humanos Lidia Cacho, señala los elementos clasistas y capitalistas de lo que ella describe como renta o alquiler de úteros, acorde a la realidad de México, así como su vinculación con el crimen organizado: “Guerrero, Michoacán, Tlaxcala y Tabasco son los estados en que la delincuencia organizada ha establecido negocios de trata de personas en que el 62% son

mujeres, niñas y adolescentes. El negocio de la venta de órganos y la subrogación están controlados por grupos criminales”, “las mujeres hindúes o mexicanas de Tabasco, a quienes he entrevistado para mis reportajes sobre trata de personas, tienen una visión de la maternidad bastante convencional (no son feministas) ni se sienten liberadas, simplemente resuelven su economía con lo que la sociedad les ofrece como única salida rápida. Llama la atención el grado de contradicción de activistas pro-subrogación que aseguran que una pareja sin hijos no es una familia y habrá que llegar a cualquier extremo para que las personas se realicen a través de ese vínculo” (Cacho, 2016).


A modo de conclusión, quisiera reiterar que apenas pude abordar algunos aspectos de este tema, que tiene múltiples implicaciones, no solo desde la mirada de género sino también desde los derechos humanos de las infancias, como por ejemplo la afectación del derecho a conocer la identidad de origen, cuestión que abordaré en otro trabajo.


En ese sentido, proponemos algunas interrogantes, en relación a la gestación subrogada, pero que pueden ser extrapolados a otros temas: ¿la autonomía puede valorarse como un atributo aislado, sin pasar por el lente de las múltiples opresiones y violencias que vivimos diariamente las mujeres? ¿Queremos una sociedad en donde el cuerpo de las mujeres y su poderes sexuales y reproductivos sean valores de cambio,

funcionales a una sistema capitalista y de consumo?, ¿Son compatibles estas nuevas mercancías con la búsqueda de una sociedad más equitativa y libre de violencias? La discusión está lejos de ser zanjada.


*Romina Gallardo. Dra en Derecho y Ciencias Políticas. Integrante del colectivo feminista Gestar Derechos.



Referencia bibliográficas



Barclay, Linda et al (2000). Mackenzie, Catriona y Stoljar Natalie (Ed) . Relational Autonomy. Feminist

Perspectives on Autonomy, Agency and the Social Self. Oxford University Press.

Cacho, Lydia (2016). Úteros en alquiler. Abdicar los derechos reproductivos. Una cuestión de género -

Realidades de vida en América Latina. Perspectivas América Latina. Fundación Heinrich Böll Stiftung.

Castro, Soledad y Olivera, María José (2019). Cómo desmantelar la casa del amo. Brecha.

https://brecha.com.uy/como-desmantelar-la-casa-del-amo/

Ekman, Kasja Ekis (2015). El ser y la mercancía. Prostitución, vientres de alquiler y disociación.

Federici, Silvia (2004). Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes de

Sueños.


Intersocial Feminista (2022). Proclama de la Plataforma 25N. https://intersocialfeminista.uy/proclama-de-

la-plataforma-25n/


Lamm, Eleonora (2018). Gestación por sustitución y género. Repensando el feminismo en García

Manrique, Ricardo (Ed) «El cuerpo diseminado: estatuto, uso y disposición de los biomateriales

humanos».

Maffia, Diana y Gómez, Patricia (2019). Apuntes feministas acerca de la gestación subrogada. Derecho de

Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia. N° 89.

Meruane, Lina (2021). “Los hijos potenciales”. Evento Investigaciones Feministas sobre maternidades y

crianzas. La dureza del mandato y la potencia del deseo (Parte I). Facultad de Psicología, CSEAM y

CSIC. UdelaR. https://www.youtube.com/watch?v=EWNQu--PjNk&t=3539s

Szygendowska, Marta (2021). La gestación por sustitución como una forma de mercantilización del cuerpo

femenino. Revista de Derecho (Valdivia). VOL. XXXIV - N° 1.

[1]Sánchez la describe como la aceptación que hace una mujer para “portar en su vientre un niño por encargo de

otra persona o de una pareja, con el compromiso de, una vez llevado a término el embarazo, entregar al recién

nacido al comitente o comitentes, renunciando aquella a la filiación que pudiera corresponderle sobre el hijo así

gestado”. Existen diferentes tipos, dependiendo de quien aporte el material genético. En Uruguay se encuentra

regulada por la Ley n° 19.167.

[2]Pueden consultarse los trabajos de la investigadora Dra. Mariana Viera Cherro.

[3]Desde hace unos años, ciertos colectivos autodefinidos como abolicionistas se han posicionado sobre el tema en

redes sociales o a través de algún medio de comunicación.

[4] En algunos países está prohibida, en otros está regulada pero con requisitos (Uruguay); por ejemplo que no se

realice con pago mediante, y en ciertos países es legal a través de un contrato oneroso que incluye un pago a la

gestante. Por los requisitos legales que existen en nuestro país, las parejas que pueden costearlo recurren a

realizar esta técnica en el exterior.

[5] En la web se pueden encontrar páginas de varias de estas clínicas en Uruguay, publicitando estos servicios.

[6] En una entrevista de junio de 2022, el director de una de las mayores clínicas de fertilidad del Uruguay afirmaba: “la ley va

a tener modificaciones ... van a haber cambios, y también en lo que es el útero subrogado”.https://www.youtube.com/watch?

v=A2LbMPZQElY



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