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Darío Mariño: "Hay que conocer dónde vivimos y trabajamos, dónde nos toca militar"



Darío Mariño_entrevista Hemisferio Izquierdo
Darío Mariño

Entrevista a Darío Mariño*



1) ¿Cómo definirías la militancia en el interior?


Lo primero que me interesa destacar es que creo que hay que redefinir conceptualmente el alcance de la expresión "el interior", pues , pese a ser un país tan chico y con cierta uniformidad geográfica, las realidades de cada lugar difieren mucho entre sí.

No es lo mismo el Litoral, con un desarrollo industrial importante, que la zona chacarera de Canelones, por ejemplo, o dentro de la propia región Este, departamentos con un importante desarrollo del Turismo, como Maldonado, Rocha o la misma Lavalleja, que Cerro Largo, estrechamente vinculado a la frontera con Brasil, o nuestro departamento, Treinta y Tres, donde el arroz es la producción por excelencia, que genera niveles de desigualdad muy importantes en dicha actividad, sobre todo en el área rural, y con escaso vuelco social de esa riqueza.

Yendo concretamente a la pregunta, la militancia en Treinta y Tres no es fácil, pero estoy seguro de que en ningún lugar la es.

Tiene en Treinta y Tres, en mi opinión, la carga de una concepción cultural en que pesa mucho la idea de "la estancia", donde se romantiza el trabajar "mucho" y sin quejarse, y esa idea hace muy complejo transmitir la importancia de la lucha por la obtención o la defensa de los derechos, incluso aquellos consagrados en nuestro sistema legal.

Esto no es inocente, al contrario. Predispone a la sociedad a no recibir de buen grado, al menos inicialmente, los planteos reivindicativos, y, cuánto más, los que promueven cambios más de fondo.

Insisto en que es un fenómeno esencialmente cultural, transmitido de generación en generación, que impone una idea muy difícil de combatir, respecto del papel rector de los sectores más poderosos económicamente.

Esto hace que se haga difícil incorporar hombres y mujeres a la militancia, pues a esta sobrevaloración social de "los ricos", se agrega un atraso importante en la aceptación de otras conquistas que alcanzan a otros estratos de la sociedad: las mujeres, los y los jóvenes, la diversidad sexual, hasta incluso expresiones, sutiles o no, de racismo.

Dicho esto, quiero decir también que a veces estas dificultades se utilizan como excusa para no hacer todos los esfuerzos, generales o puntuales, para disputar espacios con las expresiones locales del statu quo.

La vida ha demostrado que se pueden romper esas lógicas, y que se puede avanzar desarrollando las herramientas que tan sabiamente ha creado nuestro pueblo.

Ejemplo de ello, es que desde 1985 existe formalmente un Plenario Intersindical Departamental, filial del PIT-CNT, que ha tenido ininterrumpida actividad hasta nuestros días: no ha habido un solo año en que en Treinta y Tres no se haya conmemorado el 1° de Mayo, por ejemplo.

En síntesis, la militancia es compleja, sí, pero no imposible. De serlo, no habría en este departamento casi cinco mil trabajadoras y trabajadores afiliados a su Central única.



2) ¿Cómo es el vínculo entre la militancia política y la social?


Es complejo, cuesta muchas veces lograr que la sociedad logre establecer las fronteras entre una y otra, entre otras cosas porque la mayoría de los y las militantes, pertenecen o militan, o lo han hecho en algún momento, a ambos estamentos, sindicato u organización social, y a la vez militan en alguna expresión de la izquierda partidaria, sobre todo en el Frente Amplio.

En general, la relación entre el FA y el movimiento sindical en Treinta y Tres, puede decirse que es buena, aunque no exenta de incomprensiones que generan tensiones y provocan a veces descoordinaciones, sobre todo cuando coincidimos en algún objetivo común. La campaña por la anulación de 135 artículos de la LUC fue muy rica en tal sentido, dejando enseñanzas que ambos campos debemos recoger.



3) ¿Cómo se vinculan con las militancias más montevideanas? ¿Y las militancias del interior entre sí?


Esto puede decirse que es muy desparejo. Nadie puede desconocer el centralismo capitalino, ni cuánto este fenómeno incide en las organizaciones populares. El peso específico, tanto de los sindicatos y su central, como del Frente Amplio, es muy superior en Montevideo que en los otros dieciocho departamentos, quizás exceptuando Canelones, pero con el nuestro la comparación es, en todos los aspectos, abrumadora.

Sin embargo, la responsabilidad de que esto vaya cambiando positivamente es mutua, pues atribuir sólo a las direcciones nacionales, tanto sindicales cómo partidarias, la responsabilidad de ir corrigiendo está realidad, sería, por lo menos, seguir acentuando una lógica paternalista.

Como en todo, hay quienes lo comprenden más y quienes menos, pero no tengo dudas, con la retrospectiva de más de tres décadas, que se ha avanzado muchísimo al respecto.

En el mismo sentido, y quizás como consecuencia de ese mismo avance, los procesos de regionalización, al menos en la Central y en varios Sindicatos, ayudados por el empleo correcto de las herramientas tecnológicas en las comunicaciones, ha permitido que también entre departamentos con realidades diversas, el relacionamiento sea más fluido y, sobre todo efectivo.



4) Visto desde la capital, parecería que uno de los desafíos más importantes de militar en el interior es la "inferioridad numérica" respecto a la presencia de los partidos del bloque conservador. ¿Cómo se da esa relación y qué desafíos impone?


Creo que a lo largo de las anteriores respuestas he esbozado algunas cosas relacionadas a esta interrogante, por tanto voy a evitar reiterar elementos de diagnóstico.

El primer gran desafío, es conocer dónde vivimos y trabajamos, en consecuencia, dónde nos toca militar.

Ello implica conocer ampliamente las fuerzas que operan, conocer a sus representantes, sus lógicas, sus intereses, sus métodos y sus medios, para confrontarlos con los nuestros en todos los planos, menos el estrictamente personal, pues ello, en un escenario objetivamente desfavorable, no ayudaría a nuestra sociedad, ni siquiera a los integrantes de nuestra propia clase, a la comprensión racional del alcance de nuestros planteos y sus fundamentos.

Esto es válido para la izquierda social, pero también, y quizás especialmente, para los y las militantes del Frente Amplio. Me remito a parte de la respuesta a la pregunta N°1: no poner como excusa esa correlación de fuerzas claramente negativa, para caer en una suerte de "ghettización" de nuestras organizaciones, con el consecuente aislamiento, que lo único que provoca es esa suerte de autocomplacencia pseudoprincipista, auto percibida como brillante, pero que en realidad incapaz de convencer a nadie de nada.

Semejante desafío debe ser tomado por todos los estamentos (nacionales, regionales, departamentales y locales) de los distintas organizaciones, si pretendemos consolidarlas, en tanto herramientas para los cambios sociales y políticos que las grandes mayorías de nuestro pueblo necesitan.



*Darío Mariño. Militante de SUTEL y anterior representante en el Plenario Departamental del PIT-CNT filial Treinta y Tres, departamento en el que vive. Trabajó en ANTEL, en el Sector Distribución del Telégrafo.

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