top of page
  • Germán Coca*

El susto que durmió al mamado


Imagen: Lucas Viñoli



Hoy quizás nos encontremos en un momento bisagra de la historia, al menos así se percibe, la información sobre el fenómeno de coronavirus y sus impactos es abrumadora, en ocasiones tan amplia que pierde especificidad y por lo tanto capacidad explicativa. En los medios televisivos nacionales son constantes las alusiones a la cantidad de personas que contrajeron el virus en diversas partes del mundo, así como el número de muertos que se generan día a día en distintos países. Sin embargo, es poca la información que se proporciona de utilidad analítica que vincula a las muertes que se generan en estos países con otras variables que pueden proporcionar una dimensión del problema. Así como correlaciones entre diversos aspectos vinculantes tales como pueden ser, la composición demográfica, los sistemas de sanidad público y privado con sus respectivos niveles de cobertura entre otras tantas variables a analizar.


En este escenario en donde todos tenemos la pretensión de ser lo más abarcativo posible a la hora de referirnos al tema es quizás más útil elegir una dimensión de análisis sobre la cual reflexionar. De manera que hay para elegir entre los diversos impactos siempre poco predecibles que puede generar la situación actual con la expansión del coronavirus. Sería pertinente preguntarse si estamos ante un cambio inminente en el mundo del trabajo con la explosión del teletrabajo. Reflexionar sobre los cambios en la educación a partir del uso exponencial de plataformas educativas y diferentes tecnologías. Abordar los impactos económicos que traerá esta crisis y su repercusión en los sectores más humildes. No menos importante será preguntarse si esta situación impulsara cambios culturales.


Estamos ante un hito que va a marcar la historia de la humanidad, pero esto no quiere decir que la razón de este sea la letalidad del virus, nada comparada a la magnitud de la percepción de letalidad del mismo y este es el punto en el que me quiero detener ¿Qué es lo que moldea nuestra forma de percibir las preocupaciones humanas? Seguramente confluyen diversas cuestiones en función de las diferentes experiencias individuales y sociales, no obstante, hay factores que parecen tener un poder impactante como lo son la construcción mediática de las amenazas. Parecería que los medios de comunicación tienen el poder de incrementar miedos, así como de hacerles perder fuerza. Hace un mes operaba en el sentido común la idea de que este país estaba ante la crisis más aguda de seguridad y el miedo se percibía en las calles, eso ha cambiado en tres semanas ¿Estará en alguna medida influido por la dedicación mediática al coronavirus y a la pérdida de tiempo a noticias destinadas a la delincuencia? Esto inevitablemente me lleva a preguntarme ¿Es la letalidad del virus tan potente como la percepción qué hay respecto a su magnitud? Creo que no, pienso que la distancia que separa la percepción de la amenaza de la amenaza en sí es más que significativa. Pero por otra parte la gravedad del virus acompañada por la percepción de una letalidad mayor a la que tiene incrementa su poder devastador. Son las externalidades producidas por tal situación las que generan estragos en la sociedad. Basta ver la escasez de determinados bienes producto del miedo generalizado a no disponer de estos en un futuro inmediato, la especulación de precios que hacen los empresarios ante tal escenario, el envío masivo de personas al seguro de paro, los impactos en los trabajadores independientes, así como de unipersonales cuya capacidad de solventar cuarentenas totales o parciales como las que estamos aconteciendo son más que limitadas. Estas son tan solo algunas de las externalidades que se pueden evidenciar, no obstante, existen otras tantas de las cuales se debe tener especial atención.


No hay que perder de vista que tal como señala Naomi Klein [1] este tipo de contextos de "shock" generan fuertes impactos en la psicología social que en ocasiones suelen ser utilizados por las élites políticas para llevar a cabo políticas impopulares ante el desconcierto social ¿Esto quiere decir que no debemos preocuparnos por el coronavirus? ¿Que el peligro no existe? ¿Qué no se deben tomar medidas que hagan frente al avance del mismo? Claro que no. La amenaza existe y si no se actúa rápidamente las consecuencias serán de lamentar. Entonces uno podría pensar que estas líneas son una contradicción de nulo resultado, sin embargo, si somos capaces de ir más allá del pensamiento dicotómico podemos ver que estás líneas apuntan a la relevancia de estar alerta, de no dejarnos confundir. Frente a la fuerte percepción intersubjetiva de una amenaza más fuerte que la amenaza en si misma el discurso que prima es el de que estamos todos juntos, que de esto salimos juntos. Dicho discurso parecería subsumir las diferencias latentes y dinamitar las posibilidades de conflicto. La crítica fundada o no es cuestionada bajo el argumento de es momento de estar unidos. En este escenario hoy más que nunca se hace imperante estar atentos, el mayor daño que puede sufrir una sociedad no está dado por la existencia de conflictos sino por la renuncia a los mismos.



* Germán Coca es Licenciado en Sociología por la Universidad de la República


Notas:

[1] Klein, Naomi. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Paidós, 2008, Buenos Aires






bottom of page