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  • Hemisferio Izquierdo

"No se juega ningún cambio en la forma  en que se naturalizan ciertas exclusiones en democracia


Foto: FES-Uruguay

Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Qué se juega en las elecciones de Octubre? Valeria España (VE): Las vertiginosas transformaciones que hemos atestiguado en los últimos años en la región ya han empezado a expandirse en nuestro territorio. No es una novedad, pero en octubre podrán sedimentarse en el parlamento las partículas de los sentires ultraderechistas que pululan hace rato en nuestra atmósfera política y social.

No sólo hay incertidumbre, pesa sobre nosotrxs un octubre posible, que languideciendo, nos anuncié que Uruguay debuta en la cartografía mundial de los neo fascismos con una partido de ultraderecha en el parlamento: sí, ya lo sabemos, es posible un escenario con militares-cómplices de torturadores y asesinos con fueros parlamentarios, con una base política asociada a la dictadura (en lo económico, en lo político, en lo cultural) y a movimientos neo nacionalistas; también es posible que las nuevas conformaciones refuercen la presencia de representantes, votados legítimamente, que cultivan la idea que debe combatirse a toda costa la “ideología de género”, gran ofensora de los valores de la familia blanca, propietaria, nacional, heteronormada; llegaran también nuevos impulsos para derogar leyes garantistas y poner en duda el caudal transformador de los derechos conquistados por los movimientos sociales, “la política de la antipolítica” desplegará nuevos intentos por privatizar espacios de lo “común”, con expresiones tales como empresarios devenidos en “representantes nacionales”, cuyas militancias no son más que una diversificación de una trayectoria personal corporativa, asociada a la especulación y a la búsqueda de fondos de inversión globales.

Si en lugar de un amanecer coral el 28 nos recibe con la oscuridad del absurdo, la caja de pandora podrá abrirse, la gran mayoría del electorado habrá asumido el mandamiento del miedo. Con una reforma constitucional que adolece en lo técnico y cuya implementación pondrá en evidencia que la impronta de la propuesta de la reforma no es la implementación efectiva de un paquete de medidas sino que se propone ganar simbólicamente en la construcción de subjetividades ciudadanas que confían en el uso de la fuerza, en las botas, en la violencia, en la negación de garantías procesales, en el control y represión de los cuerpos que adolecen sus propias exclusiones.

A pesar del escenario, entre jurásico y dantesco, también se juega la posibilidad de contar con un parlamento más joven y paritario - particularmente en la cámara baja - con mujeres jóvenes y feministas que disputarán los espacios y las narrativas, con nacidas en democracia electas democráticamente. Es cierto que la juventud no es una esperanza en sí misma, es un dato y una oportunidad.

HI: ¿Qué NO se juega en las elecciones de octubre?

VE: En primer lugar, no se juega ningún cambio en la forma en que se naturalizan ciertas exclusiones en democracia: un importante número de personas que habitamos el país pero no la comunidad política estaremos al margen de la fiesta cívica, aunque en esta elección especialmente se pongan en duda nuestros derechos y nuestro status en la comunidad, nuestros derechos políticos están negados y esto es, todavía, tímidamente cuestionado.

Migrantes, emigrados e inmigrantes, privados de libertad, locas y locos, todxs “incapaces”, cautivos de una democracia que nos excluye jurídica y “legítimamente”. Eso sí, seguiremos pagando responsablemente los impuestos, viejos y nuevos, que decidan los nuevos representantes que nosotros no elegimos.

Otro aspecto fundamental en este análisis es que la capacidad de respuesta del movimiento social es la carta más luminosa que tenemos sobre la mesa y/o bajo la manga. Se juega mucho en estos días, pero mucho más en el horizonte de nuestra propia capacidad de recuperar la grandeza de la idea de revolución, no estamos condenadxs a vivir en el mundo que vivimos, lo sabemos.

Tenemos que recorrer el marco doloroso que nos va bordeando, traspasarlo, expandirnos y (re) pensar creativamente nuestras militancias y formas de resistencia; en la manera en cómo nos cuidamos como compañerxs.

Más allá de lo que suceda, siguiendo a Gilles Deleuze “no hay tiempo para la espera o para el temor, hay que buscar nuevas armas”.

Esas armas siguen estado en las propuestas transformadoras, en la forma en que elijamos alimentarnos, amarnos, vincularnos, cuidarnos, defender lo común y la vida. Son las tramas que los movimientos sociales sostienen no sólo en el resistir sino en el hacer y construir la política de lo común : “lo común es una construcción política, una institución de la política en los tiempos de los peligros globales que amenazan a la humanidad (...) no es anarquista en el sentido que invite a una simple negación del poder, traduciéndose en un rechazo de toda autoridad. Conduce más bien a introducir en todas partes, del modo más profundo y más sistemático, la forma institucional del autogobierno, que se tendrá cuidado en distinguir de lo que en el siglo xx se ha llamado autogestión. Lo común significa ante todo el autogobierno de los seres humanos, de las instituciones y de las reglas que se dan para ordenar sus relaciones mutuas” (Laval y Dardot, 2014).

Empecemos por ensayar cuáles son las propuestas políticas que nos unen, para encendernos aún más por la emergencia que atravesamos, para tachar y re pensar, para re escribir, discutir, para tocar la tierra, pisarla, compartirla.

No hay que esperar hasta noviembre.

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