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  • Gustavo Buquet*

Mercado televisivo en Uruguay: Transformaciones económicas y el poder de los grupos nacionales de co


Ilustración: TV, Pawel Kuczynski.

Surgimiento y situación actual de los principales actores audiovisuales en el Uruguay

Entre 1956 y 1962 comenzaron sus emisiones, y por ese orden, los canales comerciales 10, 4 y 12; quienes hasta el día de hoy, con todos los cambios generados por la convergencia tecnológica, aunque ahora con una hegemonía compartida con otros actores, siguen mandando en la televisión comercial nacional, particularmente en la televisión abierta. Tanto en rating, y en facturación publicitaria (IBOPE, 2019; AUDAP-CINVE, 2018).

En la década de los años 90, bajo la presidencia del nacionalista Luis Alberto Lacalle, se realizaron las licitaciones de los sistemas de televisión por cable en Montevideo. Las mismas fueron concedidas a los propietarios de los canales en abierto. La concesión de estas licencias a los tres principales grupos de comunicación del Uruguay permitió consolidar su poder económico y político.

Estos tres grupos conformaron una empresa proveedora de servicios para operadores de cables (Equital). Los servicios desarrollados por esta empresa fueron tanto técnicos, como en el caso del desarrollo de cableados y transmisiones; como en la provisión de señales de televisión. Esta situación les permitió, además de consolidar su dominio en Montevideo, extender su influencia en la mayor parte de los operadores de cable a escala nacional. El cable, sumado a la ya existente Red Uruguaya de Televisión (La Red), que emitía al interior del país, convirtieron a los canales de Montevideo, en señales a escala nacional. El oligopolio informativo se fortaleció a fines de siglo XX.

Más allá de algunos cambios en la propiedad de acciones, estos tres grupos se pueden seguir asociando a los canales abiertos y operadores de cable de Montevideo de la siguiente manera: Canal 10-TCC, Canal 12-Nuevo Siglo y Canal 4-Montecable (Gómez et al., 2017).

Si bien a partir de los años 70 existieron normas vinculadas a los límites a la concentración, el tiempo de la emisión publicitaria, etc.; esto no afectó el predominio de los tres grupos de comunicación. Esta normativa fue desarrollada en 2014 por la Ley 19.307 de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Varias de aquellas disposiciones se incumplieron al igual de lo que ocurre hoy con la LSCA. En ningún caso impidieron el comportamiento de estos grupos como un Cartel. Entre estas prácticas colusivas se pueden mencionar, entre otros ejemplos, la propiedad de empresas conjuntas como Equital, RUTSA, o Multiseñal; prácticas anticompetitivas, como discriminar a operadores del interior del país; abuso de posición dominante con productores audiovisuales independientes; y lo peor desde el punto de vista de la diversidad: corporativismo a la hora de censurar contenidos, como por ejemplo la publicidad de Ovejas negras, o la ausencia en sus programas informativos de la de la discusión sobre la LSCA.

En el año 2010, estos tres grupos facturaban en torno a los 170 millones de dólares entre los negocios de la televisión abierta, y la televisión para abonados. En un negocio con más de 100 empresas (30 de televisión abierta y 70 de televisión para abonados), tres grupos concentraban más del 60% del negocio del total de la televisión comercial (Buquet, Lanza, 2011).

Previo al auge audiovisual en Internet, un importante hecho regulatorio-político ayudó a definir el paisaje audiovisual nacional: la concesión en el año 2001 de una licencia de TV digital a DTV como operador para abonados a escala nacional. En este marco, es importante señalar adicionalmente, que el grupo Cablevisión, que cuenta con ocho concesiones de cable, de propiedad del grupo Clarín, se convirtió también en uno de los principales actores de la escena audiovisual.

Entre los años 2010 y 2018 los operadores de TV para abonados aumentaron en 200 mil suscriptores, los que casi en su totalidad fueron absorbidos por DTV y en menor medida Cablevisión. Dicha evolución generó un incremento de más del 70% del mercado audiovisual; donde los tres grupos clásicos aumentaron levemente su nivel de facturación pero redujeron su peso relativo del 61% al 38% (Tabla 1). Las licencias concedidas a los operadores de TV para abonados extranjeros limitaron el poder relativo de los grupos clásicos en el mercado audiovisual, pero no disminuyeron su poder económico en términos absolutos, ni su capacidad de incidir en la audiencia a través de la TV abierta.

Tabla 1: Suma de la facturación de los negocios audiovisuales de los principales grupos nacionales y extranjeros en el Uruguay y su participación en el total(años 2010 y 2018; en millones de USD y % sobre el total respectivamente)

Fuente: Elaboración propia en base a IBOPE 2019, AUDAP- CINVE 2017, y URSEC 2018. Para estimar la facturación se tomaron los precios a valor de mercado.

La convergencia y el impacto del negocio audiovisual en Uruguay

El negocio audiovisual clásico cambió en el Uruguay. Es claramente más rentable una empresa de televisión para abonados, que un Canal de televisión abierta. Mientras el mercado del primero casi se duplicó en los últimos diez años; la inversión publicitaria de televisión abierta se redujo en un porcentaje importante.

La caída del negocio de la televisión abierta tiene dos explicaciones. Por una parte, la inversión publicitaria en general, acompaña el ciclo económico, y en estos últimos cuatro años se ha visto un marcado descenso del crecimiento del producto. Por otra parte, la disminución de la audiencia de la televisión abierta producto de la masificación de las nuevas pantallas. De hecho la caída de la inversión publicitaria en televisión abierta, coincide con el crecimiento de la inversión publicitaria en Internet (Tabla 2).

Tabla 2: Evolución de la principal fuente de información para la audiencia y la inversión publicitaria (sólo TV e Internet; años 2012 - 2018; en % sobre el total)

Fuente: Elaboración propia con datos de audiencia tomados de Alonso et all; y datos de inversión publicitaria de AUDAP - CINVE

La convergencia audiovisual, es decir la irrupción de las tecnologías de información en la distribución de contenidos audiovisuales a través de Internet, y en general de las diferentes pantallas, ha afectado más a la televisión abierta, que a los operadores de TV para abonados. Sin embargo, observando tendencias tanto en la UE, como en EE.UU, la caída de abonados a los sistemas de televisión de pago, y la reducción de la inversión publicitaria en la televisión abierta ha sido un proceso lento (OBS, 2018).

A escala internacional, los grupos audiovisuales clásicos han desarrollado distintas estrategias para responder a los nuevos actores como lo son Netflix, Youtube, Hulu, etc. Han creado sistemas de Televisión por catálogo y para ver en cualquier lugar y en cualquier pantalla (television everywhere) y, para fortalecerse, han promovido fusiones entre ellos de todo tipo; como por ejemplo entre productores de contenidos y propietarios de TV abierta como Disney y Fox en 2018 (dueños de las cadenas norteamericanas ABC y FOX respectivamente); o entre empresas de telecomunicaciones y productores de contenidos y operadores de cable como la fusión entre AT&T y Time Warner también en el año 2018 [1].

Los grupos se rearman, se reposicionan, pero no abandonan sus viejos negocios. Por el contrario los fortalecen con estrategias similares a las que aparecen en los actores disruptivos, como Warner creando HBO go, o Disney con Hulu para competir con empresas como Netflix.

Si bien en el mercado local los movimientos son más tranquilos, también ha habido estrategias de competencia en nuevos escenarios, como los cables de los tres grupos que desarrollaron una especie de televisión everywhere, como por ejemplo TCC con su TCC Vivo.

La importancia de la televisión abierta

Ya se vio que en EE.UU las grandes empresas como Disney, siguen apostando a sus cadenas de televisión abierta, las que articulan y generan sinergias con todo su negocio audiovisual. Tendencia similar, aunque a pequeña escala, a la que se observa hoy en Uruguay.

Es importante notar que la audiencia de los informativos centrales no ha bajado en EE.UU, y tampoco en Uruguay. Entre los tres canales abiertos comerciales uruguayos siguen manteniendo en promedio entre 15 y 20 puntos de rating en los informativos (IBOPE, 2019).

Entre estos diversos medios, la televisión abierta y las redes sociales, hoy se establece la agenda pública. Tanto casos viralizados en las redes sociales, se convierten en noticia en los informativos centrales de la televisión abierta, como ocurre al contrario, noticias generadas por los medios audiovisuales que se viralizan en las redes. Ejemplos sobran. Al igual que en EE.UU, la TV abierta en Uruguay sigue jugando (aunque también económico), un rol político clave. Tampoco es menor quienes son los propietarios de la TV abierta en Uruguay.

En los últimos años, también en Uruguay hubo cambios de propiedad en la televisión abierta, aunque sólo ha habido modificaciones importantes en el Canal 10. El Grupo De Feo le vendió el 32,5% de las acciones al empresario Martín Villar, por lo que el grupo ahora es De Feo [2] Villar, y como tal se siguen moviendo tanto en Canal 10 como en TCC. Por su parte los propietarios de los canales 4 y 12, siguen siendo de sus antiguos dueños. El Canal 4 de la Familia Romay, y el Canal 12 del Grupo Cardoso – Scheck. No es menor que la Familia Cardoso sea también dueña del Semanario Búsqueda, y que la familia Scheck sean los propietarios del Diario el País. Tampoco son datos irrelevantes que dos de las familias propietarias de los canales en abierto tengan sus principales fuentes de ingresos en otros sectores económicos. Efectivamente, la familia Cardoso es propietario de los supermercados Disco, Devoto y Geant. Asimismo, Martín Villar es propietario de una empresa de transporte forestal vinculada a las multinacionales de la celulosa (Gustavo et all, 2017). Las principales familias vinculados a los canales 4, 10 y 12, Romay, De Feo y Cardoso, están también dentro de las 20 principales fortunas del Uruguay.

La escasa incidencia de la LSCA

El proceso conjunto que promovió el gobierno del Frente Amplio en el año 2014, por una parte, la aprobación de la LSCA y, por otra, el llamado a licitación para conceder nuevas licencias de televisión digital terrestre (TDT) pretendió modificar esta estructura económica y política hegemónica.

La dirección y las principales definiciones de la LSCA apuntaron a eliminar las prácticas anticompetitivas, particularmente aquellas que tenían consecuencias sobre la libertad de expresión. La licitación, y con ella la oportunidad de tener más operadores, pretendió generar un mercado más competitivo, con mayor cantidad y diversidad de operadores, contenidos y opiniones.

Sin embargo, la LSCA prácticamente sigue sin operar. El llamado a otorgar licencias para señales de televisión digital terrestre quedó, por la vía de los hechos, desierto.

Así que una acción dirigida a democratizar los medios, que habría generado una mayor competencia y diversidad, terminó siendo un fracaso del gobierno y, lo que es peor, reforzó la concentración de los medios hegemónicos.

Conclusiones: Los cambios económicos y la permanencia de la dominación

El poder económico de los grupos nacionales de comunicación fue limitado con la concesión de licencias al grupo Clarín y a DTV para operar sistemas de televisión para abonados. Esto no modificó la facturación de los grupos en términos absolutos, ni limitó sus prácticas ni sus intereses en los medios que ya poseían.

La normativa vigente, la LSCA, sigue sin ser puesta en práctica, fundamentalmente a lo que refiere al control de acciones anticompetitivas y promoción de la diversidad. Tampoco se ha aprovechado la oportunidad de los llamados de televisión digital terrestre para integrar nuevos operadores al mercado de la televisión abierta.

Por su parte, la aparición de las tecnologías disruptivas no han dañado, ni dañarán -aparentemente- en el mediano plazo, los negocios de la televisión abierta y la televisión para abonados; por el contrario, los grupos tanto nacionales como internacionales se siguen asegurando contar con la propiedad de las señales en abierto.

A pesar de todos estos cambios, la televisión abierta sigue dominando la agenda pública, la que se articula y potencia con las nuevas pantallas. El control de este potente medio de comunicación en Uruguay sigue formando parte de los mismos grupos que surgieron hace ya más de medio siglo.

Es obvio que una obligación para cualquier gobierno sería poner en funcionamiento la Ley, y convocar a licitación para que se genere una mayor competencia y diversidad en el mercado de la televisión abierta. De lo contrario el Uruguay seguirá sometido a una única perspectiva de análisis de la realidad en la pequeña pantalla.

* Economista, Dr. en Comunicación y Profesor de Economía de la Comunicación de la FIC- UDELAR

Notas

2. Caras & Caretas, 10 de enero 2014. Tomado de “World Ultra Wealth Report 2013 (WUWR-2013”

Referencias

Alonso, E.; Beltramelli, F.; Irigoin, P. et al. (2018) La ciudadanía ante la convergencia

tecnológica y los medios de Comunicación II. Udelar. CSIC. Montevideo. 2016.

AUDAP-CINVE (2018) La Industria Publicitaria y su impacto en la economía uruguaya.

https://www.iab.com.uy/wp-content/uploads/2019/03/La_Industria_Publicitaria_y_su_impacto_en_la_econom%C3

%ADa_uruguaya.01.pdf

Buquet, G.; Lanza, E. (2011) La televisión privada comercial en Uruguay. Caracterización de la concentración de la propiedad, las audiencias y la facturación. FESUR, Montevideo.

Gómez, G.; Franco, F.; Gelves, F.; Thevenet, N. (2017) En pocas manos Mapa de la

concentración de los medios de comunicación en Uruguay. FESUR, Montevideo.

IBOPE (2019) Informe de audiencias de los canales en abierto. IBOPE: Montevideo.

URSEC (2018) Evolución del sector telecomunicaciones en Uruguay. Datos

estadísticos.

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