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  • Radio Pedal*

Un medio en el medio


Ilustración: Perla, Pawel Kuczynski.

La abundancia de información y la cantidad de medios por los que se difunde contrasta con las pocas manos en las que se concentran estos medios. Este reducido conglomerado de empresas productoras y reproductoras de mensajes de alcance masivo tiene una posición dominante en el control de los contenidos y en la forma que toma la comunicación mediada. De eso se trata el poder, de pocas personas controlando un tema que afecta a muchas.

Los medios alternativos nos definimos por contraposición a esta hegemonía mediática. Tratamos de aportar a cambiar la mirada a partir de diversificar las fuentes de información, generar nuevos relatos y reinterpretar sentidos dados. Derechos humanos, diversidades, feminismos, cultura independiente, por poner algunos ejemplos, son temas marginales en la agenda de los grandes medios, pero centrales en la comunicación alternativa. Apostamos a visibilizar estos temas pretendiendo ser un eslabón más de diálogos y encuentros. Nos reconocemos en la imperfección y el pluralismo, firmes frente a algunas posturas, inseguros y permeables frente a otras. Nos afectamos y debilitamos frente algunos embates propios o ajenos, nos apelotonamos y avanzamos apretados para no ceder.

Somos hijos e hijas del siglo XXI y padres y madres de nadie, ni de nada; entendemos la responsabilidad que implica una voz propia —en un mundo que premia la reproducción de voces ajenas—, perfilada, pero variada y discrepante dentro de un mismo análisis y límites conceptuales.

Nuestro éxito no se cuenta en pesos, ni en likes, tampoco en reconocimientos personales, ni en premiaciones al “mejor medio del año”, pretendemos ser legitimados por la sociedad civil. Nos reconocemos como militantes. Militantes sociales, de la cultura, de la comunicación, en fin, militantes políticos. Por tanto, les entregamos a las organizaciones populares y a las actividades colectivas la relevancia política que tienen. Somos parte de la resistencia al conservadurismo y a las derechas reflotantes.

La comunicación alternativa es un posible camino en el que los cambios sociales pueden hacer raíz y acoplarse entre sí. A sabiendas de posibles sacudidas institucionales y democráticas, pretendemos generar y fortalecer lazos y redes para sostenernos cuando esta democracia (cuestionable) tambalee aún más. Solo el peso de la sociedad organizada podrá resistir los embates reaccionarios que rodean la región. Nunca podemos pedirle al poder que resista al poder.

En carne y hueso

Durante mucho tiempo ha circulado, y aún hoy circula, la idea de que el mensaje emitido por un medio de comunicación tiene que ser imparcial, apolítico, transparente, insensible. Esta premisa es cuestionable tanto por su viabilidad como por su deseabilidad. Incluso suponiendo que la objetividad del conocimiento fuera posible, elegir qué conocer, qué difundir y cómo difundirlo es tomar una posición. Lo hacen los medios hegemónicos cuando repiten una y otra vez imágenes de un asesinato, cuando informan sobre la cotización de la moneda o el índice Dow Jones, aunque la mayoría no entendamos qué implicancias tiene eso en nuestras vidas cotidianas.

También tomamos postura cuando elegimos poner en juego las voces de los movimientos sociales, contar historias de luchas y resistencias o provocar algo de extrañamiento sobre las lógicas políticas, económicas y culturales que imprimen nuestra cotidianeidad. Nos posicionamos cuando elegimos abrazar la afectividad. La comunicación no puede ser fría. Definimos un estilo de comunicación que nos involucra como sujetos, que parte del amor o de la indignación que nos produce el mundo en el que vivimos. La seriedad en comunicación fue siempre marketing.

El llamado a la imparcialidad no es más que una máscara para ocultar el posicionamiento de los grandes medios. No tomar postura es una forma de ratificar nuestro acuerdo con lo que sucede a nuestro alrededor, es una forma de validar la postura que ya hace tiempo tomaron los medios hegemónicos de satisfacer los requerimientos del poder político y empresarial. Dado que sabemos que todas las voces no son todas y que lo que mostraron en el informativo no es “el mundo”, nos proponemos amplificar otras voces y contribuir a reinterpretarlo. “No es (solo) así como está el mundo, amigos”.

El OK de las masas

Al menos hasta la tsunámica irrupción de las redes sociales y su rol como herramienta de comunicación, discutible pero innegable, muchos medios precisaban cierta validación para asegurarse determinada llegada, lo que en otros tiempos era la única forma de competir en el mercado de la información y el entretenimiento. La perpetuidad en la vigencia del medio en cuestión ya es más discutible, pero, una vez más, hasta no hace mucho, la propiedad de ondas, canales y periódicos, sumado a una línea editorial contundente y un cuantioso respaldo financiero, ayudaban a que una sociedad no demasiado amiga de los cambios les asegurara a muchas de estas empresas una larga y lucrativa vida.

¿Es lo mismo Galaxia FM, La República, Breitbart News, la cadena Fox, la BBC, Le Figaro o el medio que estás leyendo ahora? Independientemente de tus gustos y de la línea editorial a la que suscribas, estos ejemplos variados entran en la categoría “medios de comunicación”. ¿Qué los legitima como tales? ¿Quién otorga la credencial de medio de comunicación? ¿Cuál es la prueba de fuego que valida su existencia?

En el sistema en el que estamos, en el que los grandes medios de comunicación siguen una lógica empresarial, a los que podemos llamar de acá en adelante grupos económicos, pretender legitimar un medio sobre la base de la cantidad de personas a las que llega implicaría que estas empresas se queden con el monopolio, basado pura y exclusivamente en las posibilidades que ofrece la economía de mercado. Más que alcanzar individuos, la comunicación debe construir comunidad.

¿Esto significa que hay que dar por válidas las maneras de operar con la información, reñidas con cierta clase de ética y, de paso, ofrecer entretenimiento cargado de intencionalidad?

Consideramos erróneo desligar la comunicación de la política. Teniendo presente que uno de los principales terrenos de disputa se da en el campo de lo ideológico, deslegitimar a tal o cual medio sería un intento poco responsable y de cuestionable accionar democrático para dar una batalla compleja, y eterna. No parece ser la mejor forma de convencer, de hacer valer los ideales ni de construir sociedad. Los medios de comunicación hablan de la sociedad en la que vivimos, y rehuir queriendo invalidar su presencia es no enfrentar una parte esencial del problema.

La tecnología Tic Tac

El acceso masivo a internet y el surgimiento de las redes sociales ha acelerado los flujos de información, al tiempo que ha significado un nuevo rol para la comunicación. A la tradicional forma de transmisión analógica de las radios se sumó la emisión digital; a los periódicos impresos, los portales de noticias y a las transmisiones televisivas, las plataformas de streaming, lo que les dio ciertas posibilidades a voces fuera del espectro de medios predominantes. El acceso ilimitado (pero muy bien controlado) de las personas a la información ha generado la construcción de opinión a partir del seguimiento de medios que ratifican su propio sistema de valores.

Paradójicamente, el acelerado ritmo de intercambio de información dificulta las posibilidades de corroborar los mensajes que circulan. Ahí es donde el rol de los medios de comunicación no hegemónicos cobra fuerza, trabajando desde una comunicación que sobrepase el límite del titular vendible y construya una agenda que contemple las transformaciones sociales y no sea una mera herramienta del mercado.

Ante este panorama, las redes sociales se han convertido en generadoras de información que consolidan la cultura de distorsión informativa, identificada por varios autores como “la era de la posverdad”. La mentira encubierta, la omisión, el sesgo hacia poderes económicos e ideológicos ponen sobre el tapete la divulgación de noticias falsas, dejando a un costado los hechos en sí mismos y dándole más relevancia al cómo se cuentan las historias.

Este panorama pone de manifiesto cómo los acontecimientos, políticos, sociales y culturales se han convertido en un “espectáculo general”, según el filósofo Byung-Chul Han, sumado a la instantaneidad de las redes, que conlleva a que la reflexión y el análisis se pierda.

En esta cadena de enredada información, identificamos a los medios alternativos como espacios que impulsan un pienso colectivo y aportan al debate social, reconociéndonos y poniendo en discusión qué comunicación queremos.

La realidad como meme

Lo escuchamos infinitas veces: tenemos derecho al tiempo libre (libre de obligaciones, nunca libre del tiempo). Buscamos entonces pasatiempos, actividades de entretenimiento, de recreación o distracción para destinar ese tiempo, porque el aburrimiento tiene la peligrosa potencialidad de pensar de más o quizás de inventar y construir cosas para matarlo.

Estas actividades, seleccionadas entre lo que nos ofrece la industria del entretenimiento y lo que nos es accesible, son muchas y se presentan como inocuas. Pero ¿quién las ofrece? Precisamente, uno de grandes oferentes de diversión y espectáculo son los medios de comunicación. Shows de televisión, revistas con páginas satinadas donde leemos tips o hacemos tests, programas de radio de humor, dinámicas de preguntas y respuestas con gente que pierde o gana dinero, entre tantas opciones.

El entretenimiento como distracción, nunca como construcción, es lo que nos plantean los medios hegemónicos. No aburrirse, no complicarse, no resolver, no pensar: he aquí la clave de entretenimiento. Pero, ¿es posible entrar en el modo “pausa”? ¿Puede usted ser impermeable a los mensajes que recibe en sus actividades de esparcimiento? No ponemos en juego el concepto de verdad cuando consumimos contenidos vinculados al entretenimiento y, sin embargo, el entretenimiento reproduce y reafirma conceptos, ideas y percepciones de la realidad. ¿No son, entonces, campo fértil para la posverdad los territorios donde nadie la cuestiona?

No existe el fake entertainment pero sí las fakes news, y a ellas les achacamos toda la culpa de la existencia de la posverdad. La resistencia entonces no está en señalar las fakes news porque corremos el riesgo de, planteadas la verdad y la mentira, mostrar todo al resto de las noticias o informaciones como verdaderas y así regresar, sin quererlo ni darnos cuenta, a la escuela de la falsa objetividad en la comunicación. Las fake news son noticias falsas, y el resto, dudosas.

¿No es acaso la espectacularización de la realidad una parte de la de posverdad? Aquello del orden de lo real puesto en un lugar magnífico, increíble, avasallante, brillante, impactante, casi al borde del escándalo, despojado de toda historia, causa e incluso veracidad, porque no importa si es posta: ¡que pase el desgraciado!, que baile Amalia Granata en Showmatch que no hace daño a nadie, que Tabárez no repudie a Zuluaga que eso es fútbol, no política, que se haga un Monopoly Uruguay en el Cerro con propiedades que nadie quiere y grandes mansiones en Carrasco por las que nos arrancamos los pelos, esto es diversión, no política. ¿Cómo se construye pos verdad en territorios donde la verdad no está en juego? O, peor aún, donde aceptamos la mentira.

Por eso los medios alternativos, además de buscar mostrar nuevos relatos y perspectivas, tenemos la responsabilidad, sin ser moralistas, de desnudar cada discurso que aparece como desafectado, como natural, como obvio, como apolítico. Las noticias falsas podemos descubrirlas con esfuerzo, pero las verdaderas, ¿de qué clase de verdades hablan? ¿Quién nos advierte de estas verdades teñidas de subjetividades e intencionalidades? Decir de dónde venimos y quiénes somos a la hora de comunicar. Somos militantes sociales, políticos y culturales, así comunicamos los medios alternativos. Somos profesionales, serios e investigadores, así comunican los medios hegemónicos, casi científicos de la comunicación. Nosotros hacemos comunicación social.

* Radio Pedal es un medio de comunicación multiplataforma horizontal, cooperativo y descentralizado, basado en los principios de la economía solidaria y el asociacionismo. Nace en el año 2015 con la premisa de construir una red comunicacional que permita la articulación efectiva de todas las asociaciones, colectivos e individuos que trabajan en Uruguay y en la región, para desarrollar alternativas de intercambio y convivencia entre los sujetos y grupos. Es un proyecto político-cultural que busca promover transformaciones en las relaciones sociales existentes y, de forma propositiva, generar una nueva narrativa en torno al desarrollo cultural, desde la diversidad y el respeto a los derechos de todos y todas. Se busca generar información que respete la diversidad de identidades culturales, incorporando a aquellas organizaciones y sujetos que participan de procesos socio-culturales virtuosos y transformadores. https://radiopedal.uy/

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