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  • Lucía Naser*

¿Qué nos dejaron las internas?


Imagen: Lucas Viñoli Knuser

Que la participación en la política no es sinónimo de participación en las elecciones. Si desarmamos esa analogía - incansablemente construida y reafirmada por los medios y por lxs políticos amantes de la representación porque les conviene - queda claro que la cuestión no es si pensar en las urnas o sin ellas, sino ponernos ya a inventar y activar otras formas de participación en la política en las que sí creamos. O sea: militar.

Que la discusión de “creo” o “no creo” en “la política” es una discusión más teológica que política o social. Hay que pensar las claves del desencanto, el nihilismo, el cinismo y la impotencia contemporánea en otros términos. Creer o no creer no evita que nos afecte. Que te afecte o no afecte no es una cuestión ideológica sino material; y no a todes nos afecta igual la política. El ajuste de las políticas públicas - o la implementación de políticas públicas para el ajuste- es un “lujo” que algunes se pueden dar, pero otres no.

La certeza de que el miedo a la derecha es justificado pero si es la única emoción que nos convoca, identifica y reúne, entonces nos vamos a volver cada día más conservadorxs. El miedo inmoviliza, nos hace reaccionarixs y poco proclives a hacer reales nuestra potencial capacidad de generar cambios. Es además la misma sustancia que alimenta a la derecha; en otras palabras es como dejar que la derecha se nos meta adentro. El desafío es lidear con el vértigo en la cola que nos da el avance facho y al mismo tiempo con el preocupante tedio con la política que está también está en alza.

Una ciudad llena de mugre y carteles descoloridos de rostros gastados. Y aún falta octubre, noviembre. Y mayo.

UPM y el modelo capitalista extractivista intactos e incuestionados.

Sanguinetti insólitamente vivo y que como un gato hábil y tramoyero cae siempre bien parado.

Que el feminismo - que no ha dejado sin afectar un solo aspecto de la vida o rincón social - llegó ahora si con todo su poder disruptor - a la política partidaria y a la interna del FA. Y esta llegada no sólo implica la creación de cuotas o la bien intencionada declaración de interés en la participación de las mujeres, que ya venían asomando. El feminismo llegó como suele hacerlo a incomodar y a plantear discusiones que hacen a los señores tener que aflojarse el nudo de la corbata y a les misóginxs mostrar la hilacha. Pero más allá de esta incomodidad- que es una de las vías por las cuales la ola va derrumbando opresiones a su paso -, las incansables y obsesivas discusiones sobre “la fórmula”, antecedida por la definición del plenario del FA de que sería paritaria, instalaron en la interna pero también en la externa, una discusión que se viene evitando pero ya no es posible fintear. El panorama parece anunciar a gritos que la izquierda no puede seguir omitiendo entrarle a la relación entre la lucha de clases y las luchas feministas: que no se trata de dos barras bravas; la que hincha por la mujer vs la que hincha por el obrero. En todo caso: qué obrero y qué mujer? En el juego de la representación la universalización es tan frecuente como engañosa.

Que el feminismo llegó a la política y que eso no necesita de ningún escrutinio para verificarse.

Muchísimas cifras y estadísticas y guarismos y gráficas y especulaciones.

Que mientras que gran parte de la izquierda no se siente representada por ninguna opción del espectro político partidario, los milicos y miliqueros (porque uniformes son unos 20 mil pero votos Manini tuvo más del doble) sí tienen quien les representen. Y que la culpa de la crecida en el deseo de represión no la tiene ni lidera Larrañaga, que perdió feo pero nos dejó un ampliado Cabildo abierto.

Que el bolsonarismo se acerca.

Que cuando los políticos se hacen candidatos aparecen las esposas.

Gente común analizando política (y no tan mal) en las redes: la pesadilla de la (con)ciencia política.

Que las redes sociales están desarmando las redes sociales.

Un montón de temas sobrehablados haciendo de cortina de humo para un montón de temas sin hablar: consumos y formas de producción que hacen bosta la tierra, el agua y la vida; pérdida de soberanía en manos del capital; formas de vida que sostienen o no en el plano micro al “Sistema”; palabras como desobediencia, lucha; un debate a fondo sobre impunidad; un debate a fondo sobre punitivismo; un debate a fondo sobre la salud de relaciones económicas con agentes del mal; abolición del Ejército.

Que la continuidad entre el partido de la selección el sábado y las elecciones del domingo, que funcionaron casi como dos eliminatorias de campeonatos diferentes - juntarse a verlo, la picadita, los comentarios de todo el mundo en tiempo real, los cuadros chicos que casi no cuentan -, no solo hablan de que fútbol y política son de las mayores pasiones de los uruguayxs sino que cada vez se parecen más. Millones mirando como 11 elegidos mueven la pelota, las mujeres luchándola para hacerse un lugar, pasiones de barra brava y que la valoración sea sólo quien pierde-gana, con la diferencia de que se amplía cada vez más el sillón de quienes no les gusta la política mientras el fútbol - que en estar gobernado por corruptos, machirulos y mafiosos no se queda atrás - sigue intacto y prestigioso a nivel popular.

Que un jingle bien creado puede pegarse al cerebro y viralizarse más que una campaña millonaria. Vota a Maneco.

Que estudiar los resultados no es lo mismo que entender que nos está pasando en el campo de la política.

Que hay elecciones interiores que nada tienen que ver con las internas, y se celebran todos los días.

*Lucía Naser. Artista, investigadora, militante. Docente en la Licenciatura en Danza del INEBA-Udelar. Escribo cosas que casi siempre subo acá: http://juntandonotas.blogspot.com.uy/ Además, integra el colectivo Entre, aunque el artículo es estrictamente a título personal.

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