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  • Guillermo Foladori*

200Marx: Teoría del valor y las futuras relaciones sociales


Instalación de Ottmar Hörlen en Trier, Alemania (fotografía Axel Kohlhaas).

En 2017 se cumplió el 150 aniversario de la primera edición de El capital de Marx (primer tomo); y en 2018 se cumplen los 200 años del nacimiento de este trascendental autor aún muy desconocido. Es un lapso de tiempo suficientemente largo, que permite sospechar que aquel texto y otros escritos de Marx estarían ya obsoletos. Más aún, si consideramos que se trata de 150 años de capitalismo, un modo de producción que se caracteriza por su rápido ritmo de evolución, y donde los cambios tecnológicos de las últimas décadas han sido tan radicales que superan cualquier previsión por adultos informados. Por si esto fuese poco, El capital y el resto de los escritos de Marx se refieren al sistema capitalista, y sobre la sociedad futura, socialista, o pos capitalista sólo hay reflexiones generales. A pesar de ello, y recordando a Engels, la validez del pensamiento de Marx es más trascendental en su método que en sus hallazgos teóricos(1). En las siguientes páginas reuniremos estas tres preocupaciones: los rápidos cambios en las relaciones sociales de producción de las últimas décadas, los gérmenes de nuevas relaciones sociales de producción, y la vigencia del método, para, a partir de allí, reflexionar sobre el futuro.

Desde las últimas décadas del siglo XX algunos analistas llamaron la atención de que el capitalismo ya mostraba un funcionamiento diferente al que El capital explicaba (Habermas, 2010). Sobre fines del siglo, corrientes teóricas provenientes de sectores obreros señalaban que el desarrollo de las fuerzas productivas había colocado al conocimiento como centro del proceso productivo –que algunos llaman de capitalismo cognitivo–, desplazando al trabajo vivo como clave para entender la manera como se genera y distribuye el valor en el sistema capitalista (Hardt & Negri, 2005; Virno, 2001). Lo común a estas interpretaciones es la negación de la ley del valor como regulador del sistema capitalista, con lo cual todas las demás categorías y tendencias derivadas, como el dinero como medida de valor, el plusvalor, o la ganancia, dejan de tener cualquier significado, al menos uno ligado a El capital. ¿Será que ha llegado al momento, como decía Marx, de que las relaciones de producción se han convertido en traba de las fuerzas productivas (Marx, 1971, p. 343 Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política).

Los análisis sobre el fin del capitalismo o del capitalismo cognitivo se apoyan, directa o indirectamente, explícita o implícitamente, en tres claves de la metodología de Marx: el hecho que la sociedad humana evoluciona modificando su modo de producción; que al interior de un modo de producción germinan relaciones sociales del nuevo modo de producción; y, que para dilucidar los momentos de cambio debe prestarse atención a la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. Este análisis metodológico también está presente en El capital(2).

Muchos de los argumentos utilizados por estos autores –la mayoría provenientes del marxismo– son hechos palpables. Pocos rechazarían el argumento de que la automatización de los procesos productivos ha relegado a proporciones insignificantes el aporte del trabajo vivo, al menos en los sectores más tecnificados. También es bastante evidente que buena parte de las ganancias de las corporaciones provienen de la propiedad intelectual, que no tiene que ver con el valor producido internamente(3). Por último, las diversas formas de trabajo conectadas a través de internet constituyen un desafío para los analistas sociales, que no saben si catalogarlas de servicio, de trabajo asalariado a domicilio, de trabajo por cuenta propia, o de qué; y que se debaten en explicar si generan valor, plusvalor y ganancia. Estos hechos y formas de desarrollo social deben ser asumidos y explicados teóricamente, y aquellas corrientes de pensamiento antes mencionadas han llamado la atención sobre esta necesidad.

Resulta paradójico que el método desarrollado por Marx, y la ley del valor como organizadora de la sociedad capitalista, permitan explicar aquellas novedades que muchos autores presentan como crítica a la vigencia de El capital, siempre y cuando sean articuladas entre ellas, en lugar de ser vistas como botones de una muestra; a esto dedicaremos la siguiente exposición.

El análisis histórico del desarrollo de la humanidad, que es la base del método del materialismo histórico, arranca del trabajo como clave en la distinción entre los seres humanos y el resto de los seres vivos(4). Marx plantea que el gran desafío para las ciencias sociales es explicar las razones y mecanismos por los cuales diversos grupos sociales son separados de sus condiciones de vida –medios de producción– en un momento histórico determinado (Marx, 1972 “Las formas que preceden a la producción capitalista”). La forma del trabajo, o las relaciones sociales de producción, son la clave para entender la manera como se organiza la sociedad como un todo y su desarrollo. A pesar que en cualquier momento existen diversas relaciones sociales de producción, siempre hay algunas que “asignan a todas las otras su correspondiente rango [e] influencia” (Marx, 1972, p. 28 Tomo I. “El método ...”).

El trabajo asalariado es una forma de trabajo, es una relación de producción que se establece entre el trabajo y el capital. Pero, al igual que cualquier otro concepto teórico, su desarrollo empírico muestra un camino, desde el surgimiento al desarrollo y a su transformación. Las funciones de las categorías analizadas por Marx no se manifiestan completamente hasta que han logrado su total desarrollo. Esto ha sido así con categorías como el dinero, que tiene antecedentes en variadas sociedades agrícolas, pastoriles y de pescadores, tal vez desde el 9.000 A.C.; con la categoría salario, con la categoría renta del suelo, y muchas otras. Lo importante de la evolución de las categorías es que en una sociedad determinada pueden encontrarse formas no desarrolladas de categorías que luego maduran y se vuelven más concretas. El dinero, que comienza como intercambio por otro producto útil, como el cacao en Mesoamérica, evoluciona pasando por los metales, el papel moneda y hasta las criptomonedas de hoy en día, a pesar que no todas esas formas contienen la totalidad de las funciones que adquiere en su modalidad más desarrollada y concreta. Lo mismo sucede con el salario, que comienza como pago en producto (salario en especie) y evoluciona de diferentes maneras según se ajuste al tiempo (jornal), a la cantidad de producto producido (pago a destajo), y según el asalariado tenga su origen en deudas o captura en la guerra (durante la época esclavista clásica), en desposesión violenta de sus medios de producción (procesos de acumulación originaria), en la ruina económica mercantil (campesinos mercantiles), o por nacimiento de padres obreros (capitalismo).

La interrogante que nos ocupa es si pueden detectarse relaciones de producción nuevas, dentro del sistema capitalista actual, que muestren el germen de una nueva sociedad, tanto en términos técnicos como civilizatorios de liberación frente a las condiciones de trabajo(5). El cambio más radical en las relaciones sociales capitalistas ha provenido de la revolución de las tecnologías de la información y comunicaciones (TICs), que se expandió a procesos productivos y servicios y a nivel mundial a partir de la última década del siglo XX, siendo la internet el ejemplo más elocuente.

El impacto de las TICs en la producción y servicios ha transformado radicalmente la forma del trabajo asalariado. Pero, mientras en las actividades de producción material el trabajo asalariado se ha reducido, calificado o descalificado, en las actividades relacionadas con las comunicaciones han surgido nuevas formas de trabajo. Esta diferencia obedece a que el producto es material en el primer caso e inmaterial en el segundo. Estas nuevas formas de trabajo tampoco son fijas, sino que se transforman constantemente. Los softwares con copyright se oponen a los con copyleft (Stallman, 2005) y al software libre, los videojuegos corporativos de Nintendo a los juegos “antiglobalización” creados por usuarios (Dyer Whiteford, Blondeau, & et al, 2004). Softwares corporativos de relacionamiento personal como el Facebook han sido usados con fines de organización y movilización anti-capitalista (ciberactivismo) (Rodríguez & Sánchez, 2004). La distinción entre productor y consumidor puede perderse en aquellos productores de video que reciben una retribución según el volumen de visitas en su sitio web, o aquellos que transforman un programa según sus propios intereses, y algunos autores han acuñado el concepto de “prosumidor” para ellos.

Inclusive, a nivel de productos materiales se argumenta que el obrero del capitalismo cognitivo debe tomar decisiones técnicas, un comportamiento lejano a la imagen del obrero fordista sujeto a los tiempos y movimientos de la maquinaria; y, según algunos autores, también lejano al concepto de clase obrera, lo cual conduce a la necesidad analítica de nuevos conceptos, como el de “multitud” de Hardt y Negri, más ligado al biopoder de Foucault que al de clase social del marxismo.

Basten los ejemplos anteriores para llamar la atención de la transformación que están sufriendo las relaciones sociales capitalistas, derivada del desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones técnicas; aunque no reflexionaremos aquí sobre lo marginal que significan estas modalidades de trabajo en términos cuantitativos y en relación a los asalariados del mundo, ni sobre el hecho de que aún no tocan la producción de energía, materia prima y alimentos, que es el punto de partida de la existencia de cualquier sociedad. Pero, para sostener que estas nuevas formas del trabajo son indicadores de que la sociedad capitalista actual ha rebasado o no se rige por la ley del valor es necesario dar un salto mortal.

El surgimiento de nuevas formas de trabajo no significa que éstas se hayan expandido como una “…iluminación general en la que se bañan todos los colores y [que] modifica las particularidades de éstos” (Marx, 1972, p. 28 Tomo I). Tres variables son determinantes para sostener que actualmente el valor continúa regulando y organizado la producción capitalista, aun cuando hayan surgido formas de trabajo nuevas en sus intersticios, y que tal vez constituyan gérmenes de relaciones sociales de producción futuras.

La primera variable tiene que ver con la relación trabajo asalariado-capital. En el capitalismo contemporáneo la fuerza de trabajo recibe un salario de acuerdo con el tiempo social de reposición de sus condiciones de vida. Si el concepto de renta básica universal, que en muchos países se está discutiendo, estuviese en los hechos generalizado a la mayoría de la población, entonces se habría desvirtuado la relación capital-trabajo basada en el salario y en el tiempo de producción de la canasta de consumo, pero este no es el caso. El trabajo asalariado se valora en tiempo, y como tal se inscribe dentro de la ley del valor.

La segunda variable a tener en cuenta es la manera en que el sistema se desarrolla. La tecnología, inclusive aquella asociada a las novedosas formas de trabajo y ligadas a la comunicación, se aplica sólo si sustituye fuerza de trabajo más costosa, como es claro con la introducción de la automatización en los diversos sectores económicos. Esta característica, por sí misma, muestra que la ley del valor regula el dinamismo del sistema, en este caso el proceso de acumulación de capital. Las tecnologías innovadoras no se aplican si no sustituyen trabajo invertido de manera económicamente favorable, con lo cual conllevan una mayor explotación de la fuerza de trabajo y, nuevamente, la vigencia de la ley del valor –del plusvalor en este caso. Si la tecnología se desarrollara para mejorar las condiciones laborales sin provocar desempleo o reducción de la calificación o de los salarios, podríamos pensar que se está más allá del capitalismo, pero no es el caso. Si el desarrollo de la tecnología tuviese como primer objetivo el satisfacer necesidades sociales y garantizar un desarrollo acorde con las necesidades ecosistémicas de reproducción, sería otra cosa, pero la tecnología se instrumenta en primera instancia para obtener mayor ganancia, y sólo si cumple con ese requisito puede que colabore en mejorar las condiciones de vida de la sociedad o considerar los efectos sobre el ambiente externo. También para esta variable la ley del valor continúa rigiendo.

La tercera variable tiene que ver con la propiedad sobre los medios de producción. Su concentración tiene como consecuencia necesaria, aunque no buscada, que el capital se apropie del trabajo general histórico de la sociedad humana, que cristaliza en el equipo y el capital fijo, sustituyendo el conocimiento de los trabajadores e incorporándolo al funcionamiento de las máquinas. Esta es otra demostración palpable de que al regir la ley del valor lo que era resultado común del espíritu humano pasa a ser beneficio exclusivo del capital.

Las tres variables anteriores no son arbitrarias, se refieren a la modalidad más común del trabajo, al motor del desarrollo, y a la manera en que los bienes históricos comunes son apropiados privadamente. En su conjunto muestran una visión amplia y contextualizada, que refrenda la vigencia de la ley del valor en el capitalismo actual. Esto no significa, sin embargo, que las nuevas formas de trabajo no puedan llegar a ser indicativas de un potencial desarrollo futuro, y cuyas modalidades merecen un análisis particular.

Hay dos características comunes en estas nuevas formas de trabajo, presentes en extensión y profundidad. Una se deriva de las relaciones técnicas, la otra de las relaciones sociales.

La primera, relativa a las relaciones técnicas, es el creciente despegue de estas formas de trabajo respecto de su atadura espacial. Esto se deriva del carácter inmaterial del producto. Por razones de espacio sólo mencionaremos ejemplos elocuentes:

  • El encadenamiento de procesos productivos parciales a nivel global, tema ampliamente estudiado en las teorías de las cadenas de producción y valor. Con esto, las barreras geográficas se acortan mediante tecnología que comprime el tiempo de movimiento de los productos materiales. Las actividades que no requieren de movimiento de materiales, como las financieras y administrativas, se vuelven virtuales, desapareciendo la barrera geográfica y temporal, al realizarse en tiempo real.

  • Los proceso de producción que requieren del espacio, como agricultura, minería, pesca, se liberan parcialmente del suelo. Por ejemplo, con la agricultura de precisión y la agricultura vertical, o la biotecnología que sortea el clima, o la producción de carne en laboratorio, la minería de exploración satelital y por láser, etc.

  • Las compras se des-territorializan lejos de las tiendas comerciales, como las realizadas por Internet, incluyendo las que se dan entre empresas.

  • Los movimientos de capital dinero y la financiarización virtual de la economía, ha llegado a crear criptomonedas sin cualquier respaldo material.

  • Las comunicaciones satelitales impactan la producción y la cultura; y la investigación científica por redes virtuales tiende a hacer superfluo el territorio.

  • Las cosas mismas establecen decisiones inteligentes al conectarse entre sí (internet of things).

El común denominador de estos ejemplos es el surgimiento de relaciones de producción donde el carácter virtual tiende a prevalecer sobre el material, personal y amarrado territorialmente(6). Esto obliga a rediscutir el concepto de clase social, el alcance del fetichismo, la forma de hacer política y muchas otras cosas, pero no altera la vigencia del valor como regulador de la sociedad contemporánea.

La segunda característica, ahora relativa a las relaciones sociales, es el surgimiento de formas de trabajo y de organización independiente y en cierta medida contrapuestas a la relación capital-trabajo. Ejemplos elocuentes son:

  • El software libre, donde el hardware permitió, de manera más o menos espontánea, el surgimiento de estas relaciones sociales de producción por fuera del circuito mercantil y capitalista. Que estas formas de trabajo puedan extenderse de la esfera inmaterial a la producción material está por verse, pero existen indicios en tal sentido, basta dar seguimiento a los avances tecnológicos de la manufactura por adición, como en las impresora 3-D (Bensoussan, 2016).

  • Las diversas formas en que empresas se apropian del trabajo de los consumidores o bien donde el consumidor modifica el producto (prosumidores): como el modding en los juegos de computación, o los programas donde el consumidor ofrece sus productos a la venta (e.g. e-Bay, Mercado libre).

  • El surgimiento de organizaciones que utilizan los avances tecnológicos para fines contrapuestos a los intereses del capital, como las organizaciones sociales y movimientos de masa y sindicatos que utilizan de diversa forma los canales de comunicación digital para coordinar sus actividades y (páginas web, email, Facebook, Twitter) reivindicación de demandas (e.g. Seattle 1999, El Cairo 2011).

Ambas características de las nuevas formas de trabajo, la des-territorialización y el uso no capitalista ciertas tecnologías podrían ser faroles que enseñen caminos hacia un modo de producción pos-capitalista.

En lo que se refiere al argumento esgrimido por muchos autores de que la ley del valor no regula la distribución de la riqueza, por el simple hecho que las corporaciones obtienen mayor ganancia de la propiedad intelectual que de la producción material, debe advertirse que Marx en ningún momento sostuvo que la ganancia apropiada por una empresa es equivalente al plusvalor generado por la misma. Pero, más allá de la imprecisión teórica, la manera como se realiza la distribución de la riqueza entre las fracciones de la clase capitalista actualmente sólo muestra la vigencia del materialismo histórico; por ejemplo, allí donde señala que en un determinado momento las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de propiedad, pasando estas últimas a convertirse en traba del desarrollo (Marx, 1971). Las contradicciones que el desarrollo de la propiedad intelectual sobre mercancías inmateriales ha generado, y la manera como ha evadido la nivelación de la tasa media de ganancia se explica mediante conceptos clave de la ley del valor, como el de renta de monopolio –aunque ajustado a la producción inmaterial(7), o el de tiempo de reproducción como medida del valor(8) o la diferencia entre valor y precio(9) (Foladori, 2017a, 2017b).

* Profesor de la Unidad de Estudios en Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Ha escrito varios libros y artículos sobre cuestiones agrarias, sustentabilidad y más recientemente sobre nanotecnologías. Su obra se puede consultar en http://uaz.academia.edu/GuillermoFoladori

 

Referencias:

Bensoussan, H. (2016, August 24). 3D Printed Nanotechnology: 2 technologies of the future combined! Retrieved April 13, 2018, from https://www.sculpteo.com/blog/2016/08/24/3d-printed-nanotechnology-how-do-those-two-technologies-intertwine/

Dyer Whiteford, N., Blondeau, O., & et al. (2004). Sobre la contestación al capitalismo cognitivo. Composición de clase en la industria de los videojuegos y de los juegos de ordenador. In Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva (pp. 49–62). Madrid, Spain: Traficantes de Sueños. Retrieved from https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Capitalismo%20cognitivo-TdS.pdf

Foladori, G. (2017a). El fetichismo del valor del conocimiento. Estudios Críticos Del Desarrollo, 7(13). Retrieved from http://www.estudiosdeldesarrollo.mx/ecd/revista.html

Foladori, G. (2017b). Teoría del valor y ciencia en el capitalismo contemporáneo. Observatorio Del Desarrollo, 6(18), 42–47. Retrieved from http://www.estudiosdeldesarrollo.mx/pagina_tipo_uno.php?seccion=pub_observatorio

Foladori, G., & Melazzi, G. (2012). La economía de la sociedad capitalista y las crisis recurrentes. Montevideo: Universidad de la República, Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio.

Habermas, J. (2010). Ciencia y técnica como ideología / Science and Technology as Ideology (Edição: edición). Madrid: Tecnos Editorial S A.

Hardt, M., & Negri, A. (2005). Multitude: war and democracy in the age of empire. New York, NY: Penguin Books.

Marx, K. (1971). Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política. In Obras escogidas en dos tomos. Marx - Engels (Vol. I, pp. 341–346). Moscú: Progreso.

Marx, K. (1972). Elementos fundamentales para la crítica de la economía política: Grundrisse. 1857-1858. 3 Tomos. (J. Aricó, M. Murmis, & P. Scaron, Trans.). México: Siglo XXI.

Marx, K. (1977a). El Capital. Tomo I, Vol. 1. El proceso de producción del capital. México: Siglo XXI.

Marx, K. (1977b). El capital. Tomo III. Vol. 7. México D.F.: Siglo XXI.

Marx, K. (1981). El capital. Tomo III, vol. 8. México D.F.: Siglo XXI.

Marx, K., & Engels, F. (1980). Escritos sobre Rusia. México: Ediciones Pasado y Presente.

Ocean Tomo. (2015, March 5). News Releases. Components of S&P 500 market value. Retrieved from http://www.oceantomo.com/2015/03/04/2015-intangible-asset-market-value-study/

Rigi, J. (2014). Foundations of a Marxist Theory of the Political Economy of Information: Trade Secrets and Intellectual Property, and the Production of Relative Surplus Value and the Extraction of Rent-Tribute. TripleC: Communication, Capitalism & Critique. Open Access Journal for a Global Sustainable Information Society, 12(2), 909–936. Retrieved from http://www.triple-c.at/index.php/tripleC/article/view/487

Stallman, R. (2005). El proyecto GNU1. In ¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y del conocimiento (Heinrich Böll Stiftung-México, Centroamérica y El Caribe, Vol. 19, pp. 160–177). El Salvador: Heinrich Böll Stiftung. Retrieved from https://mx.boell.org/es/2005/06/01/no-19-un-mundo-patentado-la-privatizacion-de-la-vida-y-del-conocimiento

Virno, P. (2001). General Intellect. Lessico Postfordista, (Feltrinelli). Retrieved from http://www.generation-online.org/p/fpvirno10.htm

Notas:

(1) “ ‘… toda la manera que tenía Marx de concebir las cosas no es una doctrina, sino un método. No proporciona dogmas acabados, sino puntos de apoyo para la investigación ulterior y el método para la investigación’ ” (Engels a Sombart, 11 marzo 1895 citado en: Scaron, 1976).

(2) “Una vez que ha llegado a cierto grado de madurez, se remueve la forma histórica determinada, la cual deja su lugar a una superior. Que ha llegado el momento de tal crisis es algo que se advierte no bien la contradicción y antagonismo entre las relaciones de distribución, y por ende también entre la figura histórica determinada de las relaciones de producción que les corresponden, por un lado, y las fuerzas productivas, la capacidad de producción y el desarrollo de sus fuerzas operantes, por el otro, ganan amplitud y profundidad. Entonces se verifica un conflicto entre el desarrollo material de la producción y su forma social" (Marx, 1981, pp. 1120–1121 Tomo III Vol. 8).

(3) Según el índice S&P de 500 empresas de los Estados Unidos, el valor de los activos intangibles –propiedad intelectual– pasó de ser el 32% en 1985 al 87% en 2015, del total de tangibles & intangibles (Ocean Tomo, 2015).

(4) No es lugar aquí para explicar que el uso de herramientas por otras especies y el concepto de trabajo es específico en el caso de los seres humanos, baste señalar que en estos últimos los instrumentos acumulan información de manera creciente (Foladori & Melazzi, 2012).

(5) Las mismas relaciones sociales pueden apoyar los cambios o trabarlos, como la historia lo ha mostrado. Desde Marx, ha habido una discusión en torno a si relaciones de producción que corresponden a modos de producción anteriores al capitalismo pueden ser potenciadas para superar a las capitalistas. Ejemplos son las relaciones comunitarias en la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX (Marx & Engels, 1980). Actualmente, la agroecología ocupa ese lugar en la discusión; aunque este caso es diferente, porque la agroecología potencia las prácticas tradicionales con incorporación de novedosos conocimientos científicos y tecnologías. Contrario a esos ejemplos, de relaciones sociales de producción de formaciones pretéritas sirviendo a la superación del sistema social predominante, es el caso de relaciones pretéritas revitalizadas para apoyar el sistema, como fue la esclavitud estadounidense durante algo más de 80 años durante los siglos XVIII y XIX.

(6) Virtual no es aquí opuesto a real. Las relaciones que se dan a través de Facebook o Whatsupp son reales, aunque virtuales. No son fetichizadas, porque no media mercancía, pero virtuales.

(7) “El precio monopólico de ciertas mercancías sólo transferiría una parte de la ganancia de los otros productores mercantiles a las mercancías con precio monopólico” (K. Marx, 1981, p. 1093). Véase Rigi (2014) para el monopolio sobre mercancías inmateriales.

(8) "...el valor de las mercancías está determinado no por el tiempo de trabajo que insume originalmente su producción, sino por el tiempo de trabajo que insume su reproducción, y porque a causa de la fuerza productiva social del trabajo ese último tiempo de trabajo disminuye continuamente" (Marx, 1977b, p. 508).

(9) “Es posible, pues, que una cosa tenga formalmente precio sin tener valor” (Marx, 1977a, p. 125).

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