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  • Rodrigo Alonso*

Fragmentación de la clase obrera: un problema político central


Ilustración: Eneko.

El trabajo, bajo el comando de una relación capitalista, no es la aplicación consciente y voluntaria de la fuerza humana para la creación de un valor de uso (algo útil para satisfacer una necesidad), sino una potencia enajenada en una relación que solo obedece a la valorización o búsqueda de plusvalor.

El capitalismo, a la par que desarrolla las fuerzas productivas de la sociedad, también transforma los atributos productivos del trabajo humano.

Al transformar el proceso de trabajo por medio del desarrollo de la maquinaria y la gran industria, el capital va redefiniendo el tipo de portador de la fuerza de trabajo que precisa, es decir, el tipo de obrero, y lo hace en tres sentidos distintos (Iñigo, 2003):

  1. Por un lado el obrero que ve simplificarse sus atributos productivos en tanto la máquina ya puede absorber y simplificar una función compleja por él antes realizada, y por tanto ahora pasa a requerir un apoyo de trabajo vivo que requiere menos destrezas y capacidades acumuladas.

  2. Por otro se desarrolla el obrero que en menor o mayor grado comienza a sobrar para las necesidades del capital. Es posible identificar diferentes situaciones:

a. Superpoblación obrera flotante, que entra y sale de la producción al ritmo del proceso de acumulación

b. Superpoblación obrera latente, “que ha sido expulsada de producciones localizadas en áreas espacializadas (agricultura, minería, pesca, etc) y que para poder entrar en producción nuevamente debe migrar hacia un centro industrial.

c. La Superpoblación obrera estancada en esta condición de sobrante para el capital, que solo puede vender su fuerza de trabajo si lo hace por debajo de su valor y, por lo tanto, sin poder reproducirla.

d. La Superpoblación obrera que se encuentra consolidada en esta condición de sobrante, que ya no encuentra comprador de su fuerza de trabajo a ningún precio y por tanto se ve privada de los medios básicos de subsistencia.

Dice Iñigo (2003:4) al respecto: "el capital le arranca así a la superpoblación obrera hasta el último rastro de subjetividad productiva, reduciéndola a la condición de vida animal: sólo puede consumir si en su medio encuentra qué consumir, ya que el capital la ha privado de la posibilidad de participar en el proceso propiamente humano del trabajo productivo social" .

3. El obrero que expande su subjetividad productiva y aparece como portador de la conciencia científica del obrero colectivo.

En tercer lugar, dice Iñigo (2003: 4): "el capital necesita desarrollar la subjetividad productiva de la porción de la clase obrera cuya participación en el obrero colectivo corresponde al desarrollo de la capacidad de éste para avanzar en el control universal de las fuerzas naturales y en el control consciente del propio carácter colectivo de su trabajo".

Puesto en otras palabras, el propio desarrollo del capital va expandiendo y complejizando las capacidades productivas de una parte de los asalariados, aquellos que se dedican a la concepción, fabricación y gestión de la maquinaria y a la organización general del trabajo colectivo, expresando la conciencia científica del obrero social.

De esta manera, vemos cómo el devenir capitalista va fragmentando al menos en tres pedazos a la clase obrera: aquella que se expande en sus atributos productivos y por tanto se encarece el precio de su fuerza de trabajo ya que requiere de otra preparación en tanto mercancía; la que se degrada en sus atributos productivos tornándose poseedora de fuerza de trabajo crecientemente simplificado y por tanto abaratada; y la que directamente empieza a estar en condición de sobrante para el capital.

Fragmentación productiva y diferenciación social

Este proceso de fragmentación tiene en primer lugar expresión nacional. Al interior de un país, el propio campo de los asalariados se encuentra dividido en su propia morfología sociológica.

No tenemos disponible información relevante para el caso de Uruguay, pero el investigador estadounidense Andrew McAffe, citando una investigación de Charles Murray, aporta información por demás interesante respecto a este asunto para el caso Estados Unidos (1). En primer lugar, distingue entre dos tipos de trabajadores; a uno los llamará TED, y a otros BILL. TED es el tipo de obrero con educación universitaria: abogados, científicos, doctores, productores de contenidos. Bill es el famoso “blue-collar” (obreros de “cuello azul”) con bajo nivel educativo.

Imagen 1: los dos tipos de obreros.

Los datos de la evolución de estos dos tipos de obreros resultan interesantes para relevar el proceso de fragmentación ocurrido a partir de la década del 60 del siglo pasado hasta hoy.

En primer lugar, muestra la evolución de la prevalencia del desempleo según el tipo de obrero. Es claro como en los hogares del obrero tipo Bill el desempleo y el empleo precario se expanden sustancialmente, mientras que en el caso de los obreros tipo Ted, permanece constante.

Imagen 2.

Imagen 3: hombres que no pueden mantenerse a sí mismos.

La desestructuración del hogar típico biparental también aparece como un síntoma de la degradación del obrero tipo Bill,

Imagen 4: proporción de personas blancas entre 30 y 49 años que reporta vivir en un matrimonio feliz

Imagen 5: porcentaje de niños que viven con sus dos padres biológicos cuando la madre tiene 40 años

La diferenciación en materia de participación política, medida en términos de participación electoral, también se agranda,

Imagen 6: votación en las elecciones presidenciales, 1968 -2008

Finalmente, los obreros tipo Bill incrementan sustancialmente su ingreso a la cárcel como porcentaje de la población, mientras el obrero TED se mantiene, estructuralmente, por fuera de sistema carcelario.

Imagen 7: prisioneros blancos cada 100.000 personas

Lo que se ve es un punto de partida en la década del 60, donde las variables se encuentran más cercanas, retratando una situación de mayor homogeneidad entre estos dos tipos de obreros. Luego es claro el procesamiento de una bifurcación sociológica y el proceso de fragmentación y diferenciación entre ambos tipos de obrero. Un tipo de obrero mantiene relativamente constante su condición, mientras que en el otro avanza la precariedad laboral y social.

Los desafíos que esto impone en Uruguay para la acción política

En Uruguay no sabemos cómo se expresa ni qué velocidad tiene este proceso de fragmentación de la clase trabajadora expuesto al inicio. Por lo pronto es relevante incorporarlo como hipótesis a la hora de pensar nuestra sociedad y sobre todo la acción política que en ella desarrollamos. En ese sentido identificamos algunas claves en relación a este asunto:

  1. Lo que llamamos unidad política del pueblo uruguayo, o unidad de la izquierda, es en parte fundamental, la unidad de la propia clase obrera. Como es posible suponer, esa unidad se encuentra con un obstáculo y condicionante poderoso en la propia fragmentación que el capital le impone a la clase trabajadora uruguaya.

  2. La clave política para el desarrollo de un bloque contrahegemónico potente no es tanto la capacidad de que la clase obrera pueda agrupar consigo a la pequeña burguesía o a la “burguesía nacional”, sino que la clase obrera sea capaz de encontrarse consigo misma y superar la fragmentación que le viene impuesta en tanto es atributo del capital.

  3. Las formas de acción y politización propias de una clase obrera relativamente homogeneizada en torno al desarrollo de industrias locales ahora se enfrenta con una realidad de fragmentación y de porciones crecientes de obreros sobrantes para el capital.

  4. El peso sociológico de la población que sobra para las necesidades del capital es quizá cada vez más relevante. En las cifras de un desempleo general de casi el 10% de la población económicamente activa, se esconde un desempleo juvenil de casi 25%, sin contar la masa de trabajadores que desarrollan actividades en empleos precarios, cuentapropistas precarizados y aquellos que viven de la mendicidad o el apoyo estatal, los cuales muchas veces no se reflejan en las cifras del desempleo nacional.

  5. La fragmentación de la clase establece también la fragmentación de marco cultural. El obrero más calificado suele incluso compartir un mundo simbólico y cultural más cercano al del pequeño y mediano capital que al del resto de la clase obrera.

  6. Al momento no está claro que relación prevalece entre “los tres pedazos” de la clase en Uruguay. Pero el incremento de las expresiones punitivistas respecto a cómo lidiar con la cuestión social, puede estar marcando la preeminencia de una lógica de la exclusión y la represión por sobre la solidaridad, respecto de los obreros calificados y no calificados, en relación a la porción que sobra para el capital.

Hasta aquí algunos elementos introductorios en relación a un problema fundamental: la fragmentación y la diferenciación social a la interna del sujeto social. La unidad política del pueblo uruguayo es un problema estratégico de primer orden. Para abordarlo es clave partir del reconocimiento de la fragmentación material de la clase trabajadora nacional.

* Economista. Integrante del consejo editor de Hemisferio Izquierdo

Notas:

1. Ver https://www.youtube.com/watch?v=cXQrbxD9_Ng&t=518s

Referencias:

Iñigo, Juan. 2003. la fragmentación internacional de la subjetividad productiva de la clase obrera.

Disponible en: http://cicpint.org/wp-content/uploads/2017/04/JIC_La-fragmentaci%C3%B3n-de-la-sujetividad-productiva.pdf

Andrew McAfee: ¿Cómo serán nuestros trabajos del futuro? https://www.youtube.com/watch?v=cXQrbxD9_Ng&t=518s

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