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  • Ariana Mira**

Pensar la movilidad de las fuerzas, desde las mujeres y en plano de inmanencia. Constitución del cam


Ilustración: Laura Becerra

QUE EL DOLOR SE VUELVA RABIA!!! QUE LA RABIA SE VUELVA LUCHA!!! Y NUESTRA VOZ, GRITO!!!! NI UNA MUERTA MAS, NI UNA MUJER MENOS!! (Alerta Feminista Uy)

Pensar la multitud no en carácter de sujeto político sino vinculado a la posibilidad de lo colectivo (A. L. Teles, Seminario “Spinoza, un pensamiento imprescindible”)

2018, en proximidad al 8 de marzo: una vez más, pero cada vez, uno.

La invitación en estas líneas es a abstenerse de la tentación a apelar a la mirada estructural, diagnosticar destinos, establecer pronósticos y nuevas morales, para dar lugar al ejercicio de “saber hasta dónde y cómo nos es posible pensar distinto” [1], para dar lugar a lo que hay de nuevo, o lo que aún no se sabe en la experiencia, que permita albergar otro modo del mundo… otra mirada, otro modo de la experiencia.

Entendiendo que según el modo en que construyamos el problema serán las posibilidades de pensar y hacer con eso, afirmamos la necesidad de un desplazamiento que permita un pensar-vivir distinto lo que hace problema, para poder librar nuevas y otras luchas en otros territorios: otro plano como modo radical de transformación. Dado que ante la pregunta ¿qué hacer? cada teoría o concepción dará lugar a unas ciertas prácticas, a unas ciertas formas de organización estratégica, la perspectiva que proponemos parte de la concepción del campo político como campo en constitución, que no se agota en el Estado (que subsume lo múltiple a lo Uno), sino que lo excede y requiere de sociedades en movimiento (y aquí hago referencia específica a los feminismos y movimientos de mujeres en su diversidad).

Situamos la creación ligada al deseo en su dimensión ético-política. Y proponemos pensar los cuerpos no en términos de lugar o forma, sino de acontecimiento, en términos de acontecer relacional, en tanto “consistencia plena: no como lo otro de una mente, sino como inmanencia-pensante-afectiva, atravesamiento múltiple de relaciones” [2]. Apelamos (siguiendo a Deleuze con Foucault) a los puntos de resistencia, los procesos de subjetivación y el deseo, que en un ejercicio singular y relacional a la vez, permite atender la pregunta por las condiciones de producción del campo de experiencias posibles. Conectamos con el cuerpo-potencia-deseo en un sentido spinoziano, que nos permite pensar en cuerpos de cuerpos, cuerpos relacionales, cuerpos políticos, cuerpos afectivos, instalando la cuestión del deseo en un plano que no soslaya la cuestión ético-política desde el lazo con la vida.

Un modo de la política -y sus sujetos- como “techo de cristal” [3]

Nos interesa interpelar el recurso a “La Política” [4] como apuesta correctora, tal como se la concibe en su forma habitual, en tanto es un juego que invisibiliza las operaciones políticas que su propia racionalidad implica. Señala Foucault la existencia de una racionalidad política, que es la que se ha impuesto a lo largo de la historia en las sociedades occidentales, que produce como efectos inevitables la individualización y la totalización, y a continuación sostiene: “La liberación no puede venir por tanto del ataque de uno u otro de sus efectos sino del ataque a las raíces mismas de la racionalidad política”[5].

Cada racionalidad conlleva modalidades de existencia, relacionales, afectivas, productivas. Cuando se piensa la racionalidad como algo abstracto, ese modo de pensar es un efecto de poder que invisibiliza sus dimensiones en juego. De lo que se trata es de una operatoria de los cuerpos. La lógica de lo afectivo nos permite pensar los cuerpos relacionales. No partir de los sujetos, de las identidades, no partir de las categorías sujeto/mundo para pensar lo humano y la vida, no disputar un lugar/forma, sino partir del ejercicio de la potencia desde el campo de la inmanencia, esto es, potencia que produce y al producir se produce.

En la pista de lo que algunas feministas [6] plantean, que la política ha secuestrado la politicidad de la vida, necesitamos una expansión del concepto de política que implica a la vez un desplazamiento respecto a la concepción del quien que somos. …. interrogar al sujeto; cómo se produce, cómo se vive, qué habla en él.... Hay algo que es primero: la visibilidad, la decibilidad, el poder y las resistencias. Hay algo que siempre viene después: el sujeto [7]. Nos estamos proponiendo un “más allá del sujeto”… Podríamos decir entonces que el problema no radica pues en “la desaparición del hombre existente, ni [en] un cambio conceptual” [8], sino en “mostrar el carácter metamorfósico, en formular la pregunta por nuevos modos aún en gestación.” [9]

8 de marzo 2017: paro de mujeres y movilidad de las fuerzas en relación

A modo de ejercicio -tomando parcialmente como punto de anclaje la última marcha del 8 de marzo-, intentemos escuchar, hacer lugar a algunas preguntas que se abren, a algunas fuerzas que no se con-forman, a lo que parece quedar sin decirse en un momento que parece de máxima visibilidad y euforia.

No se trata de dar cuenta o representar una experiencia sino de hacer el ejercicio de permanecer en la movilidad, de generar un decir en resonancia con la experiencia, y eso incluye la pregunta por cómo experimentamos la realidad.

¿Cómo pensar este movimiento de lo social que tuvo como un punto fuerte de visibilidad el pasado 8 de marzo albergando lo que tiene de germinal, de diferente a nuestro modo habitual de decir y representar? ¿Cómo hacer lugar a ese extrañamiento que produce, que agujerea el pensamiento político habitual? ¿Cómo pensar las fuerzas en juego sin apresarlas en términos de “organización” como único modo? ¿Cómo generar las condiciones para pensar las fuerzas? ¿Cómo generar las condiciones para que se constituyan en fuerzas compositivas?

Llegar a la concentración, con palabras o sin ellas, desde una disposición a estar con otras/os, desde unas tramas cotidianas movilizadas, albergando tristezas (“nos están matando”) y perplejidades, “rechazos precisos y deseos de una vida nueva, que se inventa al borde del duelo y del abismo alegre de descubrir una fuerza común.” [10]. Animarse a experimentar configuraciones, intensidades, movilidades. Estar ahí presentes, tener esa experiencia de fuerza que conecta con otras.

“Las mujeres paramos”, y hablar de paro conmovía el mundo: el del trabajo, sus instituciones sindicales, cooperativas, recuperadas. Abría visibilidad en torno a los otros modos de trabajo: los informales, precarios, domésticos… La cuestión de la producción y reproducción… conmovía la vida. Afirmar algo y a la vez interpelar los modos de mundo… Parar, un detenerse, darse un tiempo que permita una captación, un preguntar, y quizá un imaginar cómo queremos vivir. Y todo ello desde una existencia múltiple y desde una multitud múltiple…

Imposible explicar lo que pasó a la sola luz de una fuerza única de empuje. Y por lo tanto no podemos hablar de un movimiento con un destino garantizado, ni de un cauce a seguir. Tampoco afirmar que lo que pasó dé cuenta del triunfo de alguna cosa.

“El sexo es una categoría impregnada de política” (K. Millet). Hay algo que interpela, moviliza, conecta con las experiencias vividas, con los cuerpos y sus movilidades e inmovilidades, algo que dice de la circulación de afectos y fuerzas, algo de un campo político que es difuso, que se entrelaza con distintos modos de vida de manera diversa: que desborda toda organización; que enlaza y tiene puntos de sostén en las mujeres organizadas y empecinadas en tomar su voz; que también es tomado por los modos políticos habituales, y sus cristalizaciones (desde los medios de prensa, pasando por el movimiento sindical y hasta el sesgo de clima pre-electoral)…

El desafío ante esto es hacer un ejercicio de transformación que implica nuestra propia transformación: pasa por la producción de un modo inédito de política que no convierta la diferencia en negación o negatividad: ¿Cómo pensar la constitución colectiva en el juego de las diferencias?

Las preguntas y los desafíos exceden a cualquier organización, y es necesario que así sea, porque se trata de fuerzas… fuerzas en relación, consigo, con los otros y el mundo…

Decía Suely Rolnik [11] “Pensar desde el saber-del-cuerpo. Una micropolítica para resistir al inconsciente colonial-capitalista”. El poder deviene micropolítico, por eso las resistencias y, más aún, la imaginación de la revolución no puede dejar de profundizar y problematizar también su capacidad micropolítica.

Mujeres, Uruguay, encuentro… la invitación a tramar

Ahora otro ejercicio de pensamiento, esta vez en relación al Encuentro de Mujeres de Uruguay (EMU), que tuvo lugar el año pasado [12].

Mujeres diversas, desde la autoconvocatoria y la autoorganización (de alguna manera inspiradas en los Encuentros de Mujeres de Argentina), y con tremenda potencia, crearon las condiciones para el encuentro de muchas.

La propuesta incluía 21 rondas temáticas [13], además de actividades artísticas y otras. “La potencia está en conocernos y compartir!” decía por allí la caracterización de las rondas.

Seguramente cada ronda haya sido un mundo…

Participé parcialmente de la ronda acerca de los “bienes comunes” (eran tres instancias: sábado de mañana, de tarde y el domingo). En la tarde del sábado éramos unas cuantas, recién llegadas unas, otras ya habían estado, distintas edades, procedencias, concepciones… conversando, pensando, problematizando, compartiendo experiencias.

En un momento podíamos sentir una cierta presión que se nos iba imponiendo desde una idea tácita (pero no por ello menos fuerte) de que el encuentro tenía sentido si lográbamos “concretar hacer algo”. Entonces: ¡qué bien ubicado el desafío del encuentro! Qué difícil es tramar! y qué difícil tramar albergando diferencias! Sabernos diferentes, pero encontrar una manera de hacer con la diferencia que no sea homogenizar, o excluir, o enemistarnos, o apelar a un agente externo y trascendente como ordenador (que para el caso podría haber sido el “Ser Mujeres”). Transitar las diferencias y las dificultades y conflictos y pasar por la experiencia de acordar en común. Y tramar desde allí, poder visualizarla como acción, como ejercicio y afirmación en acto de otro modo de existir, como sostén de un hacer otro, como campo de resistencia, como creación paciente, como posibilidad de vida…

Un artículo de Fernández-Savater [14], leído hace tiempo, aludía a la propuesta del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini de “pensar el conflicto político como una disputa fundamentalmente antropológica: entre diferentes modos de ser, sensibilidades, ideas de felicidad. […] de formas de vida deseables”. Y decía también “que el capitalismo estaba avanzando mediante un proceso de “homologación cultural” que arruinaba los “mundos otros””…

Conecté entonces con una entrevista a Rita Segato [15] donde planteaba la “pedagogía de la crueldad” como modalidad sistemática de destrucción de los vínculos, las tramas, “y todos esos elementos que se convierten en obstáculo para un capitalismo de rapiña”. Y luego por allí planteaba que cotidianamente respiramos modos de existencia que atacan la vida, que precarizan la vida…

Entonces, cómo soslayar la potencia rebelde, resistente y creativa del tramar? Trabajo que más que heroico, consiste en tramar pacientemente la relacionalidad como ejercicio político en consonancia con la vida, constituir aquello que nombramos como común, configurar materialmente aquí y ahora, otros modos de vivir…

Lo común no está dado… [16]

Si no nos pre-existe, si no es lo idéntico ni lo universal, entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de lo común? ¿y cómo y dónde y quiénes lo constituyen? ¿Tiene relación con la comunidad? Y entonces ¿de qué comunidad hablaríamos?

Silvia Federici señala [17] como centro al que el capitalismo ataca, y como potencia de los modos de resistencia, la cuestión de lo común y la comunidad. Pone el acento en las fuerzas productivas y restituye a ese plano el trabajo “reproductivo”, todo lo que se genera en el socius, y que se diluye o invisibiliza mediante una serie de cortes y jerarquizaciones (público/privado, remunerado/no remunerado, productor de riqueza/reproductor… entre otros).

Entonces ¿cómo atender la riqueza de las fuerzas productivas en relación, para que puedan generar modos relacionales compositivos? ¿cómo superar la captura por el modo productivo hegemónico? ¿Cómo verlas desde la autoorganización, en el ejercicio imaginativo y afirmativo, para producir modos posibles de responder a la cuestión de “qué es vivir en esta (cada vez una) comunidad”?

En estos lares, casi siempre hablar de comunidad nos lanza a lo que falta (que siempre es infinito), a lo que hay en otras culturas (los mitos que ponen siempre lo que falta en otro lugar)… pero entonces Silvia Rivera Cusicanqui [18], desde su trayectoria vital y de pensamiento nos dice: ni aquí ni en ningún lado la comunidad está dada, implica la tarea de construir y entonces de preguntarse acerca de lo común, de los modos de existencia y los quiénes que la sostienen, ni siquiera tiene como condición la de permanecer, incluso puede haber comunidades temporalmente autónomas…

Entonces, si, como cerraba Federici su seminario, “aisladas, aislados no podemos tener nada. Aislados, ya estamos derrotados”, de lo que se trata es de asumir la lenta, paciente y trabajosa construcción de lo común y la comunidad o relaciones de comunidad (muchas, múltiples, pululantes), a partir de esto que hay (deseo productivo, tramas relacionales, potencia en acto) y estas/os que somos, también en mutación…

Hoy, mujeres, aquí, ahora, moviéndonos, tramando, luchando por deshacernos de la sanción a la rebeldía, y por despojarnos de los confinamientos y las soledades como modo de existencia, en el despliegue de experiencias que crean lazos y otras formas de vida, en la movilidad de la potencia y su configuración relacional, necesitamos no perder de vista aquello que decían los zapatistas, que es necesario avanzar preguntando:

un preguntar que nos mantenga en el ejercicio de imaginar, cada vez, la posibilidad de configurar las fuerzas de otro modo (no reducidas al “cara a cara con el poder”);

que permita concebir una forma de libertad que no implique un fin como determinación, pensar la libertad como ejercicio reflexivo de las fuerzas;

que nos sacuda y que nos permita atender las fuerzas (en relación), la trama que constituimos y nos constituye;

que dé lugar a movimientos de configuración del tejido relacional para el despliegue de la vida y la afirmación de la potencia productiva de las comunidades y sus quienes;

que permita ejercitar una política capaz de estimular nuevos modos de existencia, políticas de existencia disidentes, resistentes y creativas, y en esa configuración móvil, producir aquello común, que en el ejercicio del apoyo mutuo, constituya un modo de la politicidad en relación con la vida.

 

* Este artículo toma como insumos y reformula algunos textos publicados en el blog “Movimientos sociales, creación y deseo” (https://arianamira.wordpress.com/)

** Ariana Mira es psicóloga y participa del colectivo Espacio Pensamiento. Hace y ha hecho parte de diversos colectivos y grupos con distintos linajes (libertarios, cooperativistas, ecologismo social, feminismo autónomo, psicoanálisis, psicodrama-arte-política) en Córdoba –hasta el año 1993- y Montevideo -desde entonces hasta hoy.

Notas

1) Aquí parafraseamos a M. Foucault, El uso de los placeres, p. 12

2) Singer, Mariela (coord.), (2015) Una política de los cuerpos. Cuadernillo nro. 1, Bs. As., Área Cuerpo y comunicación, Fac. Cs. Sociales, UBA, , p.5

3) Juego con este concepto, que justamente alude a lo que opera imponiendo “límites invisibles”: “En los estudios de género, se denomina techo de cristal a la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Se trata de un techo que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Es invisible porque no existen leyes o dispositivos sociales establecidos y oficiales que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las mujeres.” Burin, M., Una hipótesis de género: el techo de cristal en la carrera laboral. Género, psicoanálisis y subjetividad. 1996, Paidós

4) Nombramos “La Política” o “política en sentido habitual”, a aquella cuyos conceptos fundantes tienen que ver con el pensamiento de lo general (del derecho romano a esta parte, la generalización aparece como la única justificación posible para atender lo no general: pensar lo particular en aquellos aspectos que permitan llevarlo a lo general), con el bien común como abstracción (relativa al hombre promedio y abstracto, aún atentando contra toda diferencia particular), habilitando de este modo la lógica de la representación, es decir una lógica que supone la determinación formal de los quienes, que funciona como molde de la acción, que a pesar de su buena voluntad es trascendente respecto de los seres involucrados, y por tanto un inevitable “lecho de Procusto” del deseo (En la mitología griega Procusto era un posadero que tenía la costumbre de “amoldar” los huéspedes a la cama. Cuando el huésped se acostaba, el posadero le serruchaba los pies y la cabeza si sobresalían del lecho, o si sobraba espacio en la cama los estiraba y descoyuntaba hasta ajustarlos a ella.)

5) Foucault, M. Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política, en La vida de los hombres infames, Montevideo, Ed. Nordan-Altamira, 1992, p. 306

6) Feministas como Rita Segato, Raquel Gutiérrez Aguilar, Silvia Rivera Cusicanqui, y también desde un pensamiento filosófico, Annabel Lee Teles.

7) Foucault, M. El sujeto y el poder. En Paul Rabinow y Hubert Dreyfus, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica (pp. 241-259). Buenos Aires: Nueva Visión, 2001

8) Deleuze, G., Conversaciones, Valencia, Pre-Textos, 1995, p. 146.

9) Teles, A., En el despliegue de la vida… Pensamiento, deseo y creación, Colección Un spivacow de pan Nº3, 2013; Paraná, Editorial Fundación La Hendija, p. 5

10) Gago, V, Una creación colectiva, en Página 12 del 9 de marzo de 2017, https://www.pagina12.com.ar/23401-una-creacion-colectiva

11) Gago, V., Las ideas revueltas, Página 12 del 7 de abril de 2017https://www.pagina12.com.ar/30203-las-ideas-revueltas, y Gago, V., Tener un cuerpo, Página 12 del 21 de abril de 2017, https://www.pagina12.com.ar/32949-tener-un-cuerpo

12) Se puede ver info del EMU aquí. También encontrarán los links a distintas coberturas del Encuentro

13) Las rondas temáticas: -mujeres y salud sexual y reproductiva, -mujeres y aborto, -mujeres y feminicidio/femicidio, -mujeres y salud, -mujeres y educación, -mujeres y trabajo, -mujeres y situación económica en Uruguay, -mujeres y cuerpo, -mujeres y feminismos, -mujeres y sexualidades, -mujeres y maternidades, -mujeres adolescentes y jóvenes, -mujeres, comunicación y tecnología, -mujeres, cultura y prácticas artísticas, -mujeres, trabajo sexual y explotación sexual, -mujeres y organizaciones sociales y políticas, -mujeres y defensa de los bienes comunes, -mujeres y violencia patriarcal, -mujeres, colonialismo y etnia, -mujeres en contextos de encierro (privacion de libertad), -mujeres y DD.HH.

14) Una vida que se basta a sí misma: la revancha de los “valores del sur”, de Amador Fernández-Savater publicada en Lobo Suelto: http://anarquiacoronada.blogspot.com.uy/2017/09/una-vida-que-se-basta-si-misma-la.html#

15) Entrevista a Rita Segato! // La Tinta, http://lobosuelto.com/?p=12892

16) Silvia Rivera Cusicanqui, decía en abril de 2017 en Bs. As.: la comunidad no está dada

17) El seminario -organizado por Minervas- se titulaba “Ni caza de brujas, ni brujas en las casas. Tiempos de luchas feministas”, tuvo lugar en Montevideo los días 25 y 26 de julio (Se puede ver una reseña en este enlace: Silvia Federici: “La desvalorización está en el núcleo de la violencia”), Allí Federici expuso parte de su trabajo que dio lugar a la publicación de “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, y compartió miradas y reflexiones sobre la lucha feminista en la actualidad.

18) La conferencia a la que hago referencia puede verse en este enlace: Silvia Rivera Cusicanqui en Buenos Aires – Abril 2017

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