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  • Mauricio Ceroni*

El espacio agrario hoy: una aproximación desde el pensamiento crítico


Imagen: "La Siesta" (Vincent Van Gogh, 1890)

Algunas apreciaciones teóricas


En estas líneas pretendo contribuir al debate de la realidad agraria del Uruguay desde una mirada crítica. Entendiendo a la crítica como "una manera de ver el mundo no como pura negatividad, sino como una vía de acceso a lo real que halla y fija los puntos fallidos de la dinámica totalizadora del capitalismo"[1].


En este sentido, iremos viendo algunos puntos fallidos que se encuentran naturalizados en el pensamiento agrario del Uruguay y que atraviesan de forma general a la sociedad liberal del Uruguay, siendo claves en la actualidad.


Para analizar este proceso, parto de la premisa desarrollada por Henri Lefevbre [2], según el cual el espacio de la sociedad capitalista se produce como se produce cualquier mercancía, pero no es cualquier mercancía, es una que reproduce el modo de producción y las relaciones sociales, en donde se normalizan las relaciones contradictorias del propio capital. Al producirse con la finalidad de la mercancía, la práctica capitalista no podría producir otra cosa que un espacio adecuado a las necesidades de acumulación, de tal modo que la producción y realización de plusvalor son los engranajes de este espacio de acumulación. La producción del espacio por parte del capital, es global, pero adquiere ciertas especificidades debido a las diversas formas sociales que existen a lo largo y ancho del mundo. En esta línea de pensamiento surge la pregunta ¿cómo se está produciendo el espacio agrario en el Uruguay actual?


Para aproximarnos a la respuesta, considero el período desde el año 2000, época caracterizada por elementos internos y externos que estructuraron el espacio agrario de forma distinta a otros períodos de la historia agraria del país. Entre estos destacan la crisis económico-social del año 2002, la implementación de un nuevo modelo de gestionar el capital denominado agronegocio(a), la gobernabilidad del Frente Amplio, el boom en el precio de las “commodities” agrarias, y el flujo sin precedentes de inversión extranjera directa en el agro y en la economía, como evidencian las dos plantas de celulosa construidas en la última década (UPM y Montes del Plata).


Los datos


Para ilustrar algunos cambios, utilizó los resultados de los censos agropecuarios del año 2000 y 2011, donde destaca que el conjunto de los sectores agropecuarios de mayor escala productiva (ganadería, agricultura, silvicultura) han aumento de forma considerable su producción, principalmente por un impulso de la inversión extrajera directa, siendo varias empresas transnacionales las protagonistas de este cambio.


Con respecto a la ganadería de carne destaca el retroceso de la superficie del pastizal, denominada “Campo natural” destinada principalmente a la ganadería extensiva), que se ha contraído un 7,1% del total de la superficie del país, lo que implica alrededor de 1 millón de hectáreas. De esta forma casi 100 mil hectáreas por año se han perdido de campo natural, principalmente en la región centro del país [3]. Esta caída de la superficie se acompaña de una perdida de las Unidades Productivas (UP)(b) del 17 %, pero se mantiene el stock ganadero en el orden de las 12 millones de cabezas [3]. Dicho fenómeno configura un comportamiento que no se había registrado en la historia del país, el mantenimiento del stock ganadero nacional asociado a la pérdida de superficie.


En relación a la agricultura de secano (soja-trigo-maíz-sorgo) se destaca un aumento del 6,1% del total de la superficie del país, con una tasa de crecimiento de superficie para este sector productivo del 97,0% [3]. Este incremento de la superficie se acompaña de un aumento de las UP en un 126 % [3], que se refleja a nivel espacial, creciendo la extensión de la frontera agrícola del país del suroeste al centro del país, asociada a un aumentado de la intensificación sobre el suelo por unidad de superficie, llegando a 1.5 cultivos por año [4]. Este crecimiento de la agricultura se expresa en el aumento de las exportaciones, pasando a ser la producción de granos en el año 2011, el principal producto de exportación agropecuario [5].


Finalmente, la silvicultura comprende la plantación de especies arbóreas exóticas, como el Pinus y el Eucalyptus. Es un sector productivo de rápidos cambios, con un incremento del 2,6% de la superficie del país para el período 2000-2011, lo que representa casi 37 mil hectáreas por año, con una tasa de crecimiento para el sector de 62%. Si bien existe un aumento de superficie, disminuye el número de UP en un 23 %, lo que marca un claro proceso de concentración de las UP, teniendo un promedio de 1.584 hectáreas por UP [3]. El incremento de la producción se materializa a nivel espacial, en la región noreste y litoral norte [3].


Desde la lupa del pensamiento liberal hegemónico, la primera reflexión que surge de estos cambios en el espacio agrario es:"que beneficioso que el país haya transitado por este camino trayendo mayor grado de desarrollo. Aumentaron las exportaciones agrarias de forma sostenida, el país creció y el campo está mejor que antes". Este discurso liberal, domina mayoritariamente en el conjunto de los actores agrarios, tanto terratenientes, capitalistas y productores, como la gran parte del espectro político. Pero todo proceso de crecimiento que busca la acumulación del capital, tiene en su esencia una forma excluyente. Esta forma ha generado cambios sustanciales durante el comienzo del siglo XXI en: i) una disminución de las Unidades Productivas; ii) un decrecimiento de la población y de los trabajadores rurales permanentes; iii) un aumento de la tecnificación y la intensificación de la producción; y iv) la profundización de una economía dependiente especializada en monocultivos.


La naturalización del discurso dominante


El discurso dominante se puede entender como un lenguaje propio, conformado por la conciencia y las ideas, que lleva adelante una determinada clase social, la cual intenta imponer su ideología de forma abrumadora sobre el resto de las clases sociales [6]. En la sociedad moderna capitalista la burguesía ocupa el papel de la clase dominante, la cual siguiendo a Marx, "le es tanto más fácil demostrar con su lenguaje la identidad de las relaciones mercantiles y de las relaciones humanas (...) sirviendo de base para todas las demás [7]. Es así que conceptos como, la propiedad privada, el valor mercantil y el intercambio comercial, pasan a ser no solo palabras empleadas en el ámbito de la economía sino que sirven de base para establecer relaciones sociales entre los propios sujetos.


Este discurso dominante, impone bajo la lógica de acumulación, para donde tienen que transitar las UP, donde "el crecimiento" debe ser el objetivo a seguir, minimizando al máximo las pérdidas, para así lograr "el desarrollo" y por tanto "el bienestar general" de la población. Estos conceptos (crecimiento, desarrollo y bienestar) que provienen en mayor medida de la economía liberal, han sido naturalizados por el conjunto de la sociedad, ocultando así la otra cara de lo que ocurre en el espacio agrario, como es despoblamiento constante del campo, la concentración del capital y el incremento desigual la tecnificación. Este supuesto lineal que permea en casi todas las esferas de la producción agraria del Uruguay, tiene consecuencias profundas.


En primer lugar se agudiza de forma más evidente una tendencia estructural del espacio agrario del Uruguay que tiende a menores unidades productivas, con mayor superficie, menor población y más tecnificadas, consolidando los sectores de mayor escala en contraposición a la disminución y el desaparecimiento de las Unidades Productivas más pequeñas.


En segundo lugar, esta acumulación de unos y la expulsión de otros, ha producido una nueva reconfiguración de la población rural y de los trabajadores, afectando directamente a la agricultura familiar y estableciendo, un aumento de la proletarización del campo, un corrimiento hacia el rentismo o la venta de la tierra y finalmente la "resistencia" por parte de otros [8].


En tercer lugar, aumenta la visión de dominio frente al medio físico, en donde los elementos que brinda la naturaleza solo sirven para su extracción, y si estos demoran mucho en brindar los aportes necesarios, se introduce la técnica de forma más agresiva para acelerar los procesos físicos, ajustando la necesidad de lo natural a la acumulación del capital. Se oculta la visión metabólica de la sociedad y la naturaleza, donde la naturaleza es la base material que mediante diversas técnicas transformamos para producir objetos que cumplen una función práctica y objetiva en nuestra sociedad, la separación que nos impone el pensamiento liberal está generando graves consecuencias ambientales.


Otro elemento que se naturaliza en los actores que producen este espacio, tiene relación con los actores que generan el crecimiento económico, principalmente la inversión extranjera directa. Si desde la mirada crítica cuestionamos el aumento de la extranjerización del espacio agrario en sus diversos procesos productivos, el discurso dominante frente al cuestionamiento del modelo es "esta gente le da trabajo al pueblo, ¿De algo hay que vivir? ¿No?”.


Dentro de esta afirmación esta el supuesto que los que dan trabajo, o sea los capitalistas, le hacen un beneficio a la sociedad y están cumpliendo una función social de ser los impulsores del desarrollo para el país. Siendo otra contradicción que se ha naturalizado en la producción del espacio de la sociedad agraria uruguaya, dando por natural que unos se queden con la ganancia, acumulando riqueza y otros apenas le dé para reproducir su vida, o sea los medios de subsistencia(c). En este elemento es protagonista el propio Estado, generando las condiciones necesarias para impulsar la inversión extranjera como "vía de desarrollo para el país", pensando que la inversión trae beneficio y tiende a derramar la riqueza generada hacia los sectores medios y bajos de la población, como un proceso de expansión natural y de acción caritativa.


El dogma de fe capitalista


En definitiva, el Uruguay está fuertemente cargado por el discurso dominante que se expresa de forma muy clara en la producción del espacio agrario, no olvidemos que fue en el campo donde se comenzó a tejer la base económica del país con una fuerte presencia de la concepción de la propiedad privada, eliminando de raíz cualquier otra forma de posesión de la tierra (comunal, ejidal), siendo en la actualidad un forma incuestionable.


En este sentido, y siguiendo a Bolívar Echeverría, existe en la actualidad un "dogma de fe capitalista" basado en una confianza plena en la acumulación del capital que reconfirma permanentemente que el modo de producción capitalista es ineludible y ostenta que, aunque sea perfectible, es el "mejor" de los mundos posibles, cayendo e imponiéndose sobre el conjunto de los individuos, consolidando la omnipotencia del capital y del ser humano [10].


Es este "dogma de fe capitalista" está sustentado en la producción del espacio agrario del Uruguay, que pasa en la actualidad principalmente, por un espacio agrario en monocultivos, siendo enclaves agroproductivos o sea verdaderos espacios alienados. Caracterizados por la producción de commodities en grandes volúmenes y por la tecnificación y artificialización de los paisajes, controlada por corporaciones multinacionales y mediadas por el mercado internacional.


Las pocas líneas aquí trazadas intentan contribuir a pensar y analizar, como están naturalizados los supuestos y las afirmaciones que hace el discurso dominante, develando la contradicción que existe por detrás, es fundamental para formar a sujetos con capacidad crítica, siendo estos espacios de divulgación, en un país donde la hegemonía de los medios de comunicación busca formar sujetos a-críticos, una herramienta transcendental para buscar una mayor libertad frente a la enajenación del capital.



Notas


(a) Por mayor información: Gras, C.; Hernández, V. El Agro Como Negocio: Producción, Sociedad y Territorios en la Globalización. Buenos Aires: 2013; Fernández, M. (Ed.). Campesinato e Agronegócio na América Latina: a questão agrária atual. São Paulo: Expressão Popular, 2008; Oyhantçabal, G.; Narbondo, I. Radiografía del agronegocio sojero: Descripción de los principales actores y los impactos socio-económicos en Uruguay. Montevideo: 2011. 114. p.45-70.


(b) Se considera en el texto a la Unidad Productiva (UP) como análogo a lo que el censo agropecuario define como explotación agropecuaria.


(c) Marx en El capital menciona "que el tiempo de trabajo necesario para la producción de la fuerza de trabajo se resuelve en el tiempo de trabajo necesario para la producción de dichos medios de subsistencia. "[...] La suma de los medios de subsistencia, pues, tiene que alcanzar para mantener al individuo laborioso en cuanto tal, en su condición normal de vida. Las necesidades naturales mismas -como alimentación, vestido, calefacción, vivienda, etc.- difieren según las peculiaridades climáticas y las demás condiciones naturales de un país” (Marx, 1975, p.207-208)[9]



Referencias


[1] Fuentes, Diana. (2015). Crítica de la razón histórica. En: Serrur, Raquel. (Ed.). Bolívar Echeverría modernidad y resistencias. Ciudad de México: UAM-ERA. p.98.


[2] Lefebvre, Henri. [1974](2013). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.


[3] MGAP. (2014). Censo General Agropecuario 2011: Resultados Definitivos. Montevideo: DIEA- MGAP. p. 146.


[4] DIEA. (2013). Anuario 2012. Estadísticas Agropecuarias, Montevideo.


[5] DIEA. (2012). Anuario 2011. Estadísticas Agropecuarias, Montevideo.


[6] Echeverría Bolívar. (1986). El discurso crítico de Marx. Ciudad de México: Era. p.41.


[7] Marx, Karl y Engels Federico. [1846](1974). La ideología Alemana. Barcelona: Grijalbo. p.266.


[8] Florit, Paula; Piedracueva Maximiliano. (2013). ¿Hacia un Uruguay sin agricultura familiar?. Olhares Sociais, vol 2, Num 1, p.193-220.


[9] Marx, Karl. El capital. (1975). Tomo 1, Capítulo IV. Ciudad de México: Siglo XXI editores. p. 207-208.


[10] García Conde, Gustavo. (2015). Discurso crítico, modernidad y resistencia. En: Serrur, Raquel. (Ed.). Bolívar Echeverría modernidad y resistencias. Ciudad de México: UAM-ERA. p.145.



* Geógrafo, estudiante de Doctorado por la UNAM. Investigador en las áreas de Geografía Ambiental, Geografía agraria y Geografía económica.

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