Imagen: "Marcha" (Natalia Comesaña)
“Puede que el teatro no sea revolucionario en sí mismo, pero estas formas teatrales seguramente son un ensayo de la revolución. La verdad es que el espectador-actor practica un acto real, aunque lo haga en ficción (...) Dentro de sus términos ficticios, la experiencia es concreta” (Boal, 2009: 46).
Vivimos en una sociedad que por política que sea su naturaleza está cada vez más apolítica. La ignorancia, la indiferencia y la despolitización son moneda corriente. La lucha social está altamente criminalizada: quien lucha, es un criminal, un delincuente que merece condena. No todos los trabajadores están sindicalizados; y si lo están no todos van a las asambleas, a las manifestaciones, no todos acatan lo resuelto por el colectivo. La individualidad impera sobre la colectividad. Lo mismo pasa con los estudiantes que, en Secundaria muchos festejan cuando hay paro por no tener clase, confundiéndolo con un feriado, sin interesarse por saber el porqué del mismo y en la Universidad cada vez hay menos movimiento estudiantil.
Las herramientas de lucha consideradas tradicionales están cada vez más manoseadas y menos legitimadas. Poco importa una asamblea, un paro, un escrache, una marcha o un cacerolazo. En otros casos, las herramientas de lucha ya no llegan a los sectores más postergados de la sociedad.
Entonces ¿Cómo contagiar la lucha? ¿Cómo movilizar a los inmovilizados? ¿Cómo llegar y promover el debate en lugares y personas a los que la sociedad olvida, criminaliza y estigmatiza las 24 horas del día? Una manera es utilizando el teatro. Algunos dicen que es una herramienta posmoderna pero se equivocan. El teatro en manos de los militantes, el teatro como arma, comenzó a ser utilizada desde la Revolución Rusa. Luego pareció ser olvidada. Pero hay que retomarla. Tal como expresa Boal: “El Teatro del Oprimido se creó para servir al pueblo, no al revés” (Boal, 2002; 17).
Ejemplifiquemos la utilización del teatro como herramienta para luchar por otro sistema que el actual capitalismo con las experiencias del Grupo Teatro del Oprimido Montevideo (GTO). GTO Montevideo es un colectivo político que utiliza el Teatro del Oprimido como principal recurso, pero no el único, en su lucha por una sociedad más justa, una sociedad sin oprimidos ni opresores, considerando fundamental para ello la militancia en conjunto con otras organizaciones sociales. “Marx dijo algo así como: basta de una filosofía que interpreta el mundo, es necesario transformarlo. Hay que cambiar la realidad. Marx hubiera podido decir algo así para el teatro. Necesitamos un teatro que nos ayude a cambiar la realidad” (Boal, 2009; 237). El Teatro del Oprimido (TO) surge en una época marcada por el avance del capitalismo y las luchas sociales protagonizadas por organizaciones políticas y sociales que intentaban frenar dicho avance y el advenimiento de las dictaduras latinoamericanas. Es así que el TO surge desde la militancia y por la militancia social resistiendo de la coyuntura de aquel momento, en busca de la transformación del mundo y la erradicación de las relaciones de opresión.
Así lo expresa Julián Boal: “La idea era intentar encontrar armas teatrales que funcionen para luchar contra la dictadura” (Boal: Iniciación al Teatro del Oprimido. Presentación. Audiovisual). Definirnos como colectivo político que utiliza como principal herramienta el TO es nuestro mayor desafío dado que para el resto terminamos en un medio, un entre, una bisagra entre lo político y lo artístico. Los movimientos sociales nos colocan como si fuésemos únicamente artistas. Muchos no nos convocan a la organización de ciertas actividades, otros no toman nuestra militancia en serio adjudicándonos la palabra de posmodernos, o “blanditos” ya que en vez de hacer un escrache, por ejemplo, hacemos una obra de teatro. Otras organizaciones nos exigen que, a demanda, hagamos cierta obra o intervención de determinado tema cuando no se toma conciencia del trabajo que implica realizarla (pensar en la temática, estudiarla, establecer todo un proceso de experimentación y elaboración de escenas, otro momento de hilado de las mismas, ensayar y luego salir con ella planificando la actividad, la difusión, convocatoria, quien será la que coordine el debate, entre otras cosas).
Creen que no somos trabajadores, que vivimos de esto o que las intervenciones surgen espontáneamente. Y nadie vive de la militancia, nadie elige, por una cuestión de ética, hacerlo. Somos trabajadores como el resto, trabajadores que militan fundamentalmente a través del TO. Por otra parte, la movida artística (críticos teatrales, grupos de teatro) no nos visualiza dentro de lo artístico. Algunos creen que el TO no es una técnica que merezca su respeto, otros expresan que mal-utilizamos el teatro o que no nos importa la estética de lo que presentamos (cuando la estética en el TO es en sí misma política). Además, difícil es que nos identifiquen como un colectivo político cuando muchos grupos de TO utilizan la técnica como fin terapéutico, como mero mediador de intercambio de ideas o para mejorar la relaciones entre, por ejemplo, patrón-empleado (lamentablemente pero como es de esperar el capitalismo ha llegado al TO buscando su comercialización, mercantilización, utilizándolo en situaciones que no concuerdan con la esencia del mismo). Tarea difícil identificarnos como colectivo político que utiliza como principal herramienta artística el TO, pero tarea que reivindicamos todos los días.
La cuestión fundamental es que las organizaciones sociales se apropien de esta herramienta. En Latinoamérica existen varias organizaciones sociales que lo hacen como el Movimiento Popular La Dignidad en Argentina o el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil (organizaciones con la que tenemos vínculo). El TO no se creó de forma aislada sino como herramienta de lucha que debían apoderarse (como lo hicieron en sus orígenes, por ejemplo el MST) los oprimidos.
Tenemos hoy dos ejes temáticos fundamentales: contra la criminalización de la adolescencia, la juventud y la pobreza, y contra toda forma de violencia hacia las mujeres. En la lucha del primer eje hemos realizado: “No es un problema menor”, “Torquemada en el reino del nunca jamás” y “Buscame”.
“No es un problema menor” es una obra de Teatro Periodístico (TP) creada en el marco de la lucha por no bajar la edad de imputabilidad. Fue el contexto social el que nos llevó al contexto teatral, por decirlo de alguna manera. El teatro periodístico: “Consiste en diversas técnicas simples que permiten la transformación de noticias de diario o de cualquier otro material no dramático en escenas teatrales” (Boal, 2009: 47). La idea era mostrar la manipulación de medios de comunicación, las mentiras de los políticos. Aborda la problemática de la criminalización de la adolescencia desde la manipulación mediática, el consumismo, la inseguridad, la propuesta de bajar la edad de imputabilidad, entre otros temas. Esta obra fue presentada en los más diversos contextos: calles, plazas, ferias, centros juveniles, centros políticos, liceos, jornadas, eventos, refugios para personas sin hogar, festivales, cárceles, llegando a lugares donde no siempre la militancia llegaba. El trabajo con TP se hizo a lo largo de dos años, por lo que a medida que el contexto social y mediático iba cambiando teníamos que ir cambiando las escenas; los ensayos eran casi permanentes. Se quitaban escenas que considerábamos obsoletas y se agregaba información nueva que creíamos fundamental para continuar con el debate.
En el 2013 se llevó adelante el proyecto “Baja del drama a la propuesta” Teatro Legislativo junto con la Comisión Nacional No a la Baja, recorriendo el interior del país, buscando posibles propuestas de ley que complejizaran y aportaran otra mirada frente al plebiscito de octubre de 2014.
“...en síntesis, es un desdoblamiento de Teatro Foro. En este caso, los espectadores, además de entrar en escena y presentar sus alternativas, también dirigen sugerencias escritas para la creación de propuestas legislativas (...) Las propuestas escritas son dirigidas a una Célula Metabolizadora, constituida por especialistas en el tema tratado en la escenificación. (…) Al final del evento teatral, se instaura la Sesión Solemne y Simbólica de Teatro Legisativo. El escenario es desmontado y la Célula Metabolizadora presenta un resumen general del proceso de análisis del conjunto de las sugerencias recibidas, y una o dos propuestas elaboradas a partir de las ideas más representativas expresadas por el público, para la discusión y posterior votación” (Santos, s/f: 10-11)
Esta propuesta surgió a partir de la propia gente que comenzaba a estar de acuerdo con nosotros, pero nos decían: “Ustedes solo dicen No a la baja pero no ofrecen otras alternativas, cómo vamos a solucionar el problema de la inseguridad”. Entonces pensamos que sería interesante probar con Teatro Legislativo, es decir, que esta misma gente, que el público en general, al ver la obra pudiera proponer alternativas legales a la reforma constitucional de bajar la edad penal adulta.
En el 2014 fuimos tres grupos realizando la obra, llegando a veces a tener tres o cuatro funciones por día. Esto habla del potencial del trabajo con TO en luchas junto a movimientos sociales, la cantidad de gente a la que llegamos fue mucho mayor que si solo hubiéramos hecho charlas académicas, y la calidad de llegada también es muy diferente. Cualquier persona podía entender nuestro trabajo.
“Torquemada en el reino del nunca jamás” es otros de los trabajos que estamos realizando dentro del eje criminalización de la pobreza, la adolescencia y la protesta con la participación de Ielsur y Serpaj. La obra es la adaptación de “Torquemada” de Augusto Boal. La misma es un alegato en contra de la tortura no solo de ayer sino también la que existe hoy en día que puntualmente viven los adolescentes en conflicto con la ley o que viven en barrios considerados por el gobierno “zonas rojas”. Trabajamos (y estamos trabajando) en dos dispositivos: en cartelera, como cualquier obra de teatro, promoviendo la existencia de una obra de teatro político en el circuito comercial llegando a cualquier espectador que un día decide ir al teatro. Además, como hecho político, la entrada es a la gorra habilitando que cualquiera pueda acceder. El otro dispositivo es ir a los lugares donde se encuentran los protagonistas de la obra que no pudieron acceder y hacerla con un debate posterior. Es así que hemos ido a Santa Catalina, Manga e iremos a la Cárcel de Punta de Rieles, entre otros lugares. Las experiencias de haber montado la obra en los barrios es significativa. Ver al público joven, al vecino, a la vecina que por vivir allí la sociedad la estigmatiza, debatiendo, opinando y organizando soluciones acredita la militancia con el teatro. En ese acto, ese momento logramos llegar a los olvidados y que estos tengan voz.
También, desde fines de 2014, participamos del grupo Uruguay por Ayotzinapa, con una intervención callejera sobre la desaparición forzosa por parte del Estado de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, México. La misma se llama “Buscame”. Además de la obra, muchas veces hemos ido como grupo a participar de movilizaciones.
Sobre nuestro segundo eje, la lucha contra todo tipo de violencia hacia la mujer hemos realizado dos obras: “El que te envuelve” y “¿Así?”
Sabemos que en el Teatro del Oprimido el actor debe vivir sus opresiones, para conocerlas, reconocerlas y saber qué posibilidades hay de resistir e intentar transformarlas. Como grupo trabajamos sobre situaciones de opresión que vivimos y siendo un grupo mayoritariamente integrado por mujeres, nos sentimos oprimidas en tanto mujeres.
Vivimos en una sociedad patriarcal en donde la violencia hacia la mujer ha sido históricamente aceptada, justificada, estimulada. Esto que puede resultar arcaico aún hoy continúa pesando sobre nuestros hombros, nos expone a situaciones de violencia y muchas veces nos hace aceptarlas e incluso reproducirlas con otras mujeres.
“El que te envuelve” es una pieza de teatro foro. El Teatro Foro es la técnica más difundida en el mundo entero; un espectáculo basado en hechos reales, en el cual los personajes oprimidos y opresores entran en conflicto de forma clara y objetiva, en la defensa de sus deseos e intereses. En esta confrontación, el oprimido fracasa y el público es convidado por el Curinga a entrar en escena, sustituir al Protagonista (oprimido) y buscar alternativas para el problema. De esta forma los espectadores se transforman en actores (espect-actores) dejando su lugar pasivo de contemplación para volverse sujetos protagonistas de la transformación. La obra fue creada en 2012, aborda el problema de la violencia hacia la mujer, haciendo un recorrido desde la infancia a la adultez pasando por los mecanismos de condicionamiento y adiestramiento del cuerpo femenino. Plantea situaciones de violencia en el noviazgo que involucran el cuidado de la salud sexual y reproductiva, así como también cuestiona el enfoque mercantilista de la mujer como producto u objeto.
“¿Así?” es una breve pieza en la que se ponen de manifiesto algunos de los diferentes tipos de violencia de género que la mujer enfrenta a lo largo de su vida, al tiempo que se cuestionan los mandatos sociales que la naturalizan. Luego de presentar la muestra se realiza un debate entre los presentes para problematizar lo que se vio, lo que vivimos día a día para así pensar y cuestionarnos posibles acciones para transformar esta realidad.
Ambas obras se han presentado en instituciones educativas formales y no formales, cooperativas así como espacios de la vía pública (calles, plazas, ferias), algunas de ellas en el marco de movilizaciones feministas.
Si el teatro “debe ser también un medio de transformar la sociedad” (Boal, 2002; 24), el desafío es grande, y el compromiso más aún. Trabajar sinceramente con TO en el campo de la lucha social y política implica estar comprometido más con esa lucha que con el TO, como expresó Boal: “intentamos hacer Teatro del Oprimido para buscar los caminos de la liberación” (Boal, 2002; 389). El objetivo del colectivo es la lucha política por una sociedad más justa, utilizamos el TO como herramienta clave pero siempre en vínculo con organizaciones y movimientos. Nosotros aportamos ese elemento que consideramos fundamental pero absolutamente ineficaz si se utiliza en solitario.
Referencias
Boal, Augusto (2009) Teatro del Oprimido. España: Alba.
Boal, Augusto (2012). La estética de oprimido. España: Alba.
Santos, Barbara (s/f) "Se hace camino al andar".
* Grupo de Teatro del Oprimido-Montevideo.