Foto: Sergio Sommaruga, por Pedro Pandolfo para Brecha
“El cerno estratégico de la actualidad pasa por comprender que si baja la generación de riqueza y se mantiene el patrón de acumulación, el precio del ajuste lo pagan los de abajo.” Responde a nuestro cuestionario Sergio Sommaruga, Secretario de Asuntos Laborales del SINTEP(1).
Hemisferio Izquierdo (HI)- Son varias las señales que indican que estamos llegando a un nuevo escenario pautado por el fin de las premisas materiales que permitieron el “pacto distributivo” de los últimos 10 años. ¿Cómo lo encuentra al movimiento sindical?
Sergio Sommaruga (SS) - En su decurso como gobierno, el Frente Amplio desplegó un conjunto de políticas sociales que configuraron lo que podemos llamar un modelo estabilizador del conflicto social. Con bases materiales coyunturales, este modelo pretendió construir un “pacto distributivo”, propiciado por un crecimiento notable del PBI. En más de una década tuvimos una tasa de comportamiento económico que, en términos promedio, duplicó el nivel histórico.
En general se vivenció una mejora de los niveles de empleo y crecimiento del salario real. Sin embargo se mantuvo el patrón de acumulación capitalista.
El crecimiento relativo de los márgenes redistributivos fue más por el ascenso del PBI que como consecuencia de un avance socializante sobre el capital. Es claro que con un gobierno de derecha ese margen hubiese sido mucho menor, pero no menos cierto es que con el progresismo los asalariados no logramos equiparar la participación de la masa salarial sobre el PBI que había a fines de los 90s. En ese sentido, la política económica del FA se caracterizó por el crecimiento con el mantenimiento de la desigualdad estructural.
Uno de los principales problemas que se avecina, con botas de siete leguas, es el agotamiento de esa lógica de redistribución.
Los dos grandes motores que permitieron sostener esa política hoy están gripados. El precio de las oleaginosas en el mercado internacional y el flujo financiero buscando su reproducción en la periferia ante la crisis bursátil de las economías centrales.
El cerno estratégico de la actualidad pasa por comprender que si baja la generación de riqueza y se mantiene el patrón de acumulación, el precio del ajuste lo pagan los de abajo.
Bajo estas coordenadas, creo que las dos grandes tareas que se imponen a nivel sindical son aprestar la resistencia al proceso de desinversión en los derechos públicos y a la desvalorización de la fuerza de trabajo, expresado básicamente en la desindexación salarial, la precarización de las condiciones de trabajo y la destrucción de fuentes de trabajo. Ya que será en la combinación de estas modalidades que las clases dominantes procurarán, tendencialmente, mantener su participación en la "masa de ganancias". En esa clave, los lineamientos del poder ejecutivo para esta ronda de consejo de salarios, así como la actitud de las patronales, son un relevo de prueba más que elocuente.
La otra gran tarea pasa por la recomposición de la perspectiva táctico-estratégica para pasar a la ofensiva, que tiene un componente programático y otro en el plano de la praxis sindical, en la acción concreta para intervenir en la lucha de clases. En ese marco es clave dar batalla en el campo de la subjetividad y en la construcción de legitimidad social, algo que el movimiento sindical solo no puede hacer, pero en lo que debe colaborar. Ambas tareas requieren un desarrollo militante hacia adentro y hacia afuera de los sindicatos.
HI- ¿Hay que repensar el movimiento obrero uruguayo? ¿En qué dirección?
SS- Repensar hay que hacerlo siempre. La pereza mental es la entrada al precipicio de las derrotas. Bien sabemos que dentro de las organizaciones, muchas veces se instituyen dinámicas que juegan una función regresiva política y organizativamente. Pero repensar no puede significar tirar al niño con el agua sucia de la bañera.
Nuestro movimiento sindical tiene tres pilares fundamentales en su forja como organización colectiva:
-La acumulación histórica en el proceso social uruguayo. El movimiento sindical es la principal organización de masas del país. Fuera de la partidocracia, es quien tiene más capacidad de generación de hechos políticos en el aliento largo y eso hay que cuidarlo como la vida misma.
-Su condición de convención, que permite sintetizar la unidad en la diversidad.
-El carácter anticapitalista de sus fines. La lucha por una sociedad sin explotados ni explotadores es un cerno de identidad que esta latiendo en los estatutos del PIT-CNT. El problema no está en los fines, y no es menor, porque si bien no solo de palabras se hacen las cosas, sin palabras no se hace nada. El problema creo que lo tenemos en el “trecho”, es decir en la mediación entre fines y medios. A ese problema hay que meterle mucha militancia.
Sobre la base irrestricta de esas premisas creo que es imprescindible encarar un proceso de fortalecimiento de los sindicatos en dos planos concomitantes: el sindicato como herramienta de lucha y el sindicato como escuela de democracia radical.
HI - En un registro político-estratégico, que contemple problemas como la disputa por el poder, la acumulación de fuerzas y las formas de organización económica y apropiación del excedente, ¿qué papel tiene para jugar el PIT-CNT?
SS- Si nuestro objetivo estratégico es el socialismo hay que hacer política en arreglo a ese fin y en esa construcción de condiciones, los trabajadores organizados son fuerza motriz de los cambios. Pero los trabajadores no son solo los sindicatos, es el movimiento popular. Una cuestión que me parece clave es potenciar el rol articulador del movimiento sindical hacia adentro del movimiento popular para construir estrategia común.
Para llenar de contenido esa estrategia común creo imprescindible centrarse más en el cambio de matriz de las relaciones de producción que en la matriz productiva. No son antagónicas, pero primero va el buey y luego la carreta.
(1) Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza Privada