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Hemisferio Izquierdo

Manifiesto, Hemisferio Izquierdo


Afirma el filósofo Alain Badiou que la principal tarea intelectual de nuestro tiempo es la de mantener viva “la hipótesis comunista”. La “hipótesis comunista” no refiere a un partido, una teoría o una ideología determinada. Mucho menos a un “modelo de estado”. La hipótesis comunista es para Badiou la “idea genérica” sobre la historicidad del capitalismo y la necesidad de su rechazo radical como sistema injusto y destructivo. Es la idea genérica sobre la necesidad y la posibilidad de la emancipación de los explotados y los oprimidos. Sobre la necesidad y la posibilidad de una organización justa de la sociedad de iguales. Sin la “hipótesis comunista”, sólo queda la naturalización del orden dominante, la prevalencia tanática del pensamiento único de las economías de libre mercado y las democracias liberales. Dentro de la hipótesis comunista vive el conjunto abierto de las alternativas, más o menos esbozadas, más o menos ensayadas. Aún por esbozar y ensayar. Dentro de la hipótesis comunista habita, en definitiva, el pensamiento crítico. El único que merece ser llamado pensamiento de izquierda. Como escribiera Karl Marx en 1844: “La crítica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre lleve una cadena sin fantasía ni consuelo, sino para que la arroje y tome la flor viviente”.

Al igual que ha sucedido en general en todo el mundo luego de la caída del muro de Berlín y las derrotas acumuladas, también en Uruguay la reflexión de las izquierdas ha tendido a abandonar o postergar el problema de la superación del capitalismo como cuestión teórica y política principal. Es el caso ciertamente del pensamiento progresista dominante, en torno al cual se multiplican las fundaciones, institutos y “think tanks” de composición tecnocrática y preocupación más o menos economicista por la planificación del desarrollo, entendido éste como gestión socialdemócrata de la modernización de nuestro capitalismo periférico. Otra izquierda de deriva liberal radical se ha enfocado en el combate al conservadurismo cultural, centrándose en la reivindicación y conquista de una expansión de los derechos civiles y una democratización del ejercicio de la ciudadanía por parte de grupos postergados de la sociedad. Existe también otra izquierda a la izquierda de la gestión socialdemócrata del desarrollo, preocupada en mantener en alto ciertas banderas del programa histórico de la izquierda “anti-capitalista” y “anti-imperialista”, pero en general con grandes dificultades para situarse como un actor de disputa relevante, al dedicarse mayormente a señalar la traición de otros a aquellas banderas, más que a re-significarlas y re-inventarlas a la luz de los problemas actuales del Uruguay. Y existen también crecientes intentos por buscar pensar más allá de los márgenes del consenso dominante. La tarea es, por diferentes razones, titánica. Sucede con frecuencia que la izquierda que se plantea la superación del capitalismo como problema principal resulta de inmediato expulsada del Olimpo razonable de la sensatez tecnocrática, bajo cargos de demagogia o irresponsabilidad.

Sin embargo, ocurre que las premisas del pensamiento dominante están siendo socavadas. Primero que nada, por el valor de prueba del movimiento de la realidad. Y todavía antes, por un rechazo creciente, intelectual y ético, a aceptar que el capitalismo es el fin de la historia. Desde siempre, los hombres y mujeres se han rebelado contra alguna Verdad. Y al hacerlo, han inaugurado la aventura de una alternativa. Albert Camus lo dijo al modo cartesiano: “... la rebelión desempeña el mismo papel que el cogito en el orden del pensamiento: es la primera evidencia. Pero esta evidencia saca al individuo de su soledad. Es un lazo común que funda en todos los hombres el primer valor. Yo me rebelo, luego nosotros somos”. Nuestra primera evidencia es que el capitalismo es una formación histórica, y que como tal puede ser superada. Que es un sistema social injusto y destructor de la sociedad humana y la naturaleza, y como tal debe ser superado. Son las dos premisas básicas para cualquier epistemología de pensamiento crítico. Son para nosotros un punto de partida. De insistencia, de volver a empezar.

Hemisferio Izquierdo nace al servicio de esta insistencia. Como tarea de tareas. Como programa abierto para alimentar la reflexión en torno a la construcción de alternativas superadoras del capitalismo en el Uruguay actual, problema ineludiblemente vinculado a las relaciones de la comarca con la región y el globo. La hora estratégica es hoy de encrucijada. En retirada las premisas materiales de la última década latinoamericana (alto flujo de renta del suelo y capital extranjero) la región se encuentra en un cruce de caminos: o los pueblos avanzan sobre el metabolismo del capital, o la redefinición regresiva del capitalismo latinoamericano arrasará con todos en medio de la descomposición creciente del tejido económico y social. El proyecto de un capitalismo periférico virtuoso de la mano de un empresariado nacional se revela cada vez más impotente para enfrentar una formación económica que precisa avanzar sobre las condiciones de vida de los trabajadores para recomponerse y relanzar su acumulación. Es un momento de definiciones. El tiempo histórico está abierto y nuestra acción requiere del despliegue de un pensamiento estratégico capaz de orientarla.

No aspiramos a descubrir la pólvora, queremos ayudar a secarla (de las chispas ya se encargará la historia). En este sentido, Hemisferio Izquierdo viene a sumar su granito de arena a la importante tarea que desde hace muchos años realizan diferentes medios de noticias y pensamiento crítico (cada uno con su propio perfil y trayectoria, de Brecha a La Diaria, de Contrapunto a Prohibido Pensar, de El Popular y Mate Amargo a Zur, de los Cuadernos del Centro a los Cuadernos del Taller, de las publicaciones sindicales a las radios comunitarias, por nombrar sólo algunos medios de un conjunto de publicaciones, sitios y blogs más numeroso y potente de lo que solemos pensar). Nos definimos compañeros de ruta de estos medios. Nos sentimos colaboradores con ellos en una tarea que, más que nunca, requiere hoy de una diversidad de enfoques, perspectivas y abordajes. Hemisferio Izquierdo viene a sumar a esta heterogeneidad creativa y comprometida.

Y sumar no es repetir. Nuestra intención es aportar en abonar un terreno que hoy se encuentra insuficientemente desarrollado en la reflexión de la izquierda uruguaya con vocación anticapitalista: el de los debates estratégicos con foco en la realidad nacional. La reflexión teórica y política de largo plazo y, desde allí, la exploración programática para las tareas del presente. Siempre con centro en “el Uruguay como problema”, parafraseando el título del ensayo de Methol Ferré. El Uruguay (en la región, en el mundo) como problema de izquierda poscapitalista. Hemisferio Izquierdo se concibe entonces como un espacio para cobijar y fomentar estas discusiones. No somos un portal de noticias, aún cuando ocasionalmente abordemos temas de la agenda noticiosa. Nuestro cometido es el de promover y difundir una reflexión que requiere otros tiempos y miradas diferentes a las que imponen las urgencias y contingencias del acontecer cotidiano. Nuestra vocación es la de convocar a la diversidad del pensamiento de izquierda poscapitalista nacional, en su diversidad ideológica, política y organizativa. Nos reúne la insubordinación ante los asfixiantes márgenes de una realidad naturalizada. La disposición ética e intelectual a contestarlos. La convicción sobre la necesidad y la posibilidad de superar el capitalismo como formación histórica de la humanidad. Y el reconocimiento de la inexistencia de recetas en los caminos para ello. Dicha ausencia de recetas pauta nuestra tarea. Yendo y viniendo entre la estructura y la agencia, la disputa hegemónica y la construcción de autonomía, las tendencias históricas y la ausencia de determinaciones mecánicas, los sujetos clásicos y los nuevos sujetos, formular preguntas y ensayar respuestas tentativas constituye el principio y el fin de nuestro programa. Como dijera José Martí: “Pensar es servir”. Manos a la obra.

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