- Magdalena Milsev
Sobre “la ideología de género”: conceptos, perspectivas y sujetos

Ilustración: Verónica Panella
El género entendido como un “elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias percibidas entre los sexos” y como “forma primaria de relaciones significantes de poder” (Scott, 1996), aplicado tanto como enfoque en el ámbito académico como en el desarrollo de políticas públicas, ha recibido desde hace ya décadas el embate de diferentes perspectivas que se han presentado hostiles a la desencialización de la sexualidad humana.
En tal oposición, la agenda feminista, las políticas LGBT+, y el abordaje deconstructivista académico han sido confundidos y mezclados sin matizar sus diferencias internas, bajo el concepto de “ideología de género”, siendo esta cualidad “simplificadora de lo complejo y unificadora de lo diverso” la que ha resultado tan efectiva a nivel político (Grzebalska y Soós, 2016 en Morán Faúndes, 2019).
De orígenes católicos, dicha conceptualización ha trascendido ampliamente las diferencias denominacionales y el campo religioso en sí mismo, siendo por ello necesario el considerar sus diferentes ámbitos de circulación, a fin de comprender los proyectos y actores políticos implicados, así como las nociones culturales actuantes que permean los discursos en cada caso. Resultando importante el destacar entre estos, la presencia de continuidades y distintas formas de solapamiento, donde los argumentos biologicistas actúan como legitimantes en un mundo- a pesar de todo- secularizado.
En este sentido, a escala global, mientras en Europa las movilizaciones “anti-género” se han asociado a los “populismos de derecha” con sus manifestaciones de malestar demográfico, racial y nacionalista (Patternote y Kuhar, 2018), en América Latina lo han hecho con movimientos de distinto signo político, involucrando especialmente al conservadurismo católico y al evangélico (Corrêa, Paternotte, Kuhar, 2018). Viéndose que en todos los casos, el común denominador ha sido la conceptualización de la categoría “género”, como una imposición “desde arriba”, contraria a los intereses del “pueblo”, una “mayoría buena” y “victimizada”.
Haciendo específicamente referencia a las identificaciones religiosas mayoritarias en América Latina –catolicismos y distintas formas de evangelicalismo- se tiene que dentro del primero pueden distinguirse al menos tres posturas oficiales sobre “el género”: la de Benedicto XVI, que considera a “dicha ideología” una amenaza al “orden de la creación”, en tanto atenta contra la “ley moral natural” (Benedicto XVI en Garbagnoli, 2017, p. 54); la del Papa Francisco, quien en tono poscolonial afirma se trata de una “colonización ideológica” ejercida “a través de la presión financiera y política sobre los países del sur global para que acepten las posiciones liberales occidentales” (Bracke y Patternote, 2017, p.17); y la del sacerdote y psicoanalista francés Tony Anatrella, según el cual dicha “ideología” “promovida por lobbies y agencias internacionales”, constituye una “sucesora del marxismo” más “perniciosa” que este (Bracke y Patternote, 2017).
En el contexto evangélico conservador- y en particular en el neopentecostalismo- la “ideología de género” se enmarca en el relato apocalíptico-conspirativo del “Nuevo Orden Mundial”, según el cual dicha “ideología” constituye una estrategia de control poblacional que busca enemistar a los sexos y pervertir el “orden natural y divino” de la especie, con el fin de debilitar a los individuos ante la dominación de una dictadura global. Y siguiendo la lógica de la “guerra espiritual”, en la que el antagonismo político es simbolizado en términos religiosos, los colectivos feministas y LGBT+ son concebidos así, como parte de una totalidad heterogénea compuesta por la ONU, el FMI, la masonería, “los Illuminati”, Bill Gates, la familia Rockefeller, etc. cuyas acciones se consideran orientadas a instaurar “el gobierno del Anticristo” – “único poder global del que da cuenta la Biblia”-.
En el ámbito secular, por su parte, esta oposición se ha manifestado desde perspectivas positivistas y neoliberales con pobres análisis de lo social; por marxistas tradicionales, que no contemplan otras tramas de poder además de las clases sociales; y por el feminismo de la diferencia, desde el cual los debates se centran en la corporalidad y la subjetividad ligados al dimorfismo sexual (Bracke y Paternotte, 2017, p. 12).
Puede decirse que entre las citadas oposiciones, las que poseen más arraigo entre la sociedad - a saber, las religiosas y las de corte positivista– comparten en mayor o menor medida las siguientes características: La ya mencionada lógica populista, según la cual se autoperciben parte de una “mayoría amenazada”; la referencia a una “realidad” unívoca, a la que se considera poseen un acceso privilegiado; la apelación a la biología y la defensa de los derechos individuales, siendo esta, a su vez, una estrategia legitimante en el contexto de las democracias liberales; la presencia de cierto tono “anti-sistema”, manifiesto en el rechazo a las instituciones académicas; y la asociación de todo lo anterior a un discurso anti-globalista, según el cual las políticas con enfoque de género defendidas por los organismos internacionales atacan la autonomía del Estado-nación.
Los sujetos movilizados: el caso neopentecostal en Uruguay
El abordaje de la composición social de tales movimientos opositores al “género” resulta una labor compleja, dado el rechazo que tales perspectivas suelen generar entre el ámbito intelectual. Situación particularmente perniciosa, en tanto nos lleva a la incomprensión del complejo entramado social en el cual se desenvuelve este activismo, cuyas reivindicaciones hegemónicas pueden llegar a ensombrecer el carácter subalterno y precarizado de buena parte de los sujetos que moviliza.
En este sentido, en lo que respecta a las adscripciones religiosas aquí aludidas, se tiene que, mientras el catolicismo se presenta en una amplitud social considerable –mayormente no practicante – yendo desde sectores de bajo ingreso y nivel educativo, a los más altos. El neopentecostalismo se ha caracterizado aquí por tener especial éxito entre una población empobrecida. Pudiendo constatarse, a su vez, un rasgo común entre ambas, y que constituye un desafío para cierto feminismo “aburguesado”: la sobrerrepresentación femenina en los dos casos.
Violencia de género, explotación sexual, suicidio, xenofobia, situación de calle y un largo etcétera en lo que respecta a adversidades y precariedades existenciales, formaban parte de las experiencias relatadas por unas acérrimas activistas opositoras a la “ideología de género” en la iglesia neopentecostal investigada por quien escribe. ¿Por qué estas mujeres se movilizan “en contra de sus propios intereses”? ¿Por qué van a las iglesias y no a un colectivo feminista a buscar apoyo? ¿Qué tienen estos espacios religiosos que los hace tan atractivos? Estas preguntas deberían de llevarnos a complejizar, en principio, cómo entendemos las relaciones entre género y clase social, ya que son especialmente las mujeres de sectores populares las que van a las iglesias neopentecostales; y en esta línea, a re-considerar las tradicionales conceptualizaciones feministas de los vínculos entre género y religión, para no reproducir versiones estereotipadas de estos sujetos.
Los espacios religiosos aquí aludidos suelen presentarse como las opciones socialmente disponibles en momentos de necesidad. En estos funcionan redes de contención colectiva, con integrantes de un amplio rango etario, y actividades focalizadas según los gustos e inquietudes de la población en cuestión. Estos no solo incluyen los lujosos templos céntricos, sino también modalidades organizativas más flexibles y humildes distribuidas en los barrios.
Entre las características del movimiento que han sido señaladas como factores
determinantes de su éxito se tiene a la afinidad entre las mismas y la sensibilidad religiosa de los sectores populares (Semán, 2001), que más allá de sus multiplicidades, dista mucho de las experiencias racionalizadas del catolicismo y el protestantismo histórico – y ni que hablar de las de los discursos academicistas y desacralizados del género-. Y a la distribución del poder en base al carisma, según la cual potencialmente cada fiel puede acceder a posiciones relevantes en la comunidad. Habilitando esto modalidades alternativas de ascenso social, que en el caso femenino resultan particularmente atrayentes, dada la circunscripción a la esfera doméstica de muchas fieles.
En el plano moral, se afirma el carácter sagrado de la heterosexualidad, siendo esta una concepción religiosa reforzada y legitimada a través de discursos cientificistas, que vienen a articularse con los mandatos divinos de matrimonio y reproducción, y con la reivindicación de la figura masculina como autoridad según el modelo paulino.
Estas ideas, que no resultan ajenas al resto de la sociedad, se encuentran profundamente arraigadas en múltiples niveles, presentándose de forma particular entre los sectores populares donde las moralidades asociadas a los tradicionales roles de género se encuentran con mayor fuerza. El neopentecostalismo si bien añade su impronta sobre tales concepciones, resulta de este modo exitoso en su revalorización de ciertas representaciones de género consideradas por estos sujetos como “desmerecidas” o “infravaloradas” por las tendencias progresistas.
Así las cosas, las aspiraciones emancipatorias de los feminismos suelen ser percibidas como “ataques” por quienes reivindican sus roles materno y doméstico, roles que, cabe destacar, suelen ser los únicos a los que se ha podido aspirar, dadas las limitaciones materiales en el acceso al sistema educativo y al mercado laboral.
¿Es acaso entonces una estrategia política viable el mero rechazo? ¿No deberíamos de pensar en estrategias de acercamiento a estos espacios? Estas cuestiones lejos de resultar un hecho novedoso, pueden encontrarse en los tempranos reclamos del feminismo afro, que desde hace ya varias décadas aboga por la necesidad de una perspectiva interseccional, que atienda a otras dimensiones opresoras a nivel estructural además del género, y sin las cuales no logramos captar la complejidad que encierra la categoría universalizante de “las mujeres”. El atender a estos otros aspectos, resulta aún un desafío y un largo camino por andar.
* Magdalena Milsev. Licenciada en Ciencias Antropológicas, magíster en Ciencias Humanas, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Udelar. Es autora de la tesis de maestría «Salvación y política en el Final de los Tiempos. Una etnografía en la iglesia neopentecostal Misión Vida para las Naciones» (2020).
Referencias
Bracke, Sara y Paternotte, David (2017) Desentrañando el pecado del género, En: Bracke, Sara y Paternotte (eds.) ¡Habemus género! Iglesia católica e ideologia de género. Textos seleccionados, G&PAL, Sexuality Policy Watch
Corrêa, Sonia, Paternotte, David, Kuhar, Roman (2018) The globalization of anti-gender campaigns. Transnational anti-gender movements in Europe and Latin America create unlikely alliances, En: International Politics and Society, Extraído de: https://www.ips-journal.eu/topics/human-rights/article/show/the-globalisation-of-anti-gender-campaigns-2761/
Garbagnoli, Sara (2017) Contra la herejía de la inmanencia: el “género” según el Vaticano como nuevo recurso retórico contra la desnaturalización del orden sexual, En: Bracke, Sara y Paternotte, David (eds.) ¡Habemus género! Iglesia católica e ideologia de género. Textos seleccionados, G&PAL, Sexuality Policy Watch, pp. 54-81.
Morán Faúndes, José Manuel (2019) The geopolitics of moral panic: The influence of Argentinian neo-conservatism in the genesis of the discourse of ‘gender ideology’, En: International Sociology 2019, Vol. 34(4) 402–417
Paternotte, David & Kuhar, Roman (2017) Anti-gender campaigns in Europe. Mobilizing against equality, Rowman & Littlefield International, London/New York.
Paternotte, David & Kuhar, Roman (2018) Disentangling and locating the “Global Right”: Anti-Gender Campaigns in Europe, En: Politics and Governance, Vol. 6, Issue 3, pp. 6-19
Pew Research Center (2014) Religión en América Latina: Cambio generalizado en una región históricamente católica, En web: http://www.pewresearch.org/wp-content/uploads/sites/7/2014/11/PEW-RESEARCH-CENTER-Religion-in-Latin-America-Overview-SPANISH-TRANSLATION-for-publication-11-13.pdf.[Consultado en Febrero de 2019]
Semán, Pablo (2001). Cosmológica, holista y relacional: una corriente de la religiosidad popular contemporánea. Ciencias Sociales y Religión/CiênciasSociais e Religião, (3).
Scott, Joan (1996) El género: Una categoría útil para el análisis histórico. En: Lamas Marta (Comp.) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. PUEG, México. 265-302p.