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Tania Rodriguez y Ángela Garofali

Fútbol: cosa de mujeres


Imagen extraída de las redes del Club Atlético Peñarol



La sociedad nos impone desde niñas que el fútbol es cosa de varones y la cocinita es cosa de mujeres. Los deseos, los gustos y la vocación es algo que logra vencer barreras y roles de género. El caso del fútbol femenino es una muestra de ello. Las mujeres que hoy vemos jugar en los campeonatos de primera división se hicieron camino entre la precariedad, la falta de apoyo, sin infraestructura, sin remuneración y muchas veces sin respaldo no sólo de los clubes sino de toda la sociedad. Ellas vienen derrumbando muros, abriendo camino a las nuevas generaciones, planteando nuevos paradigmas en el deporte y principalmente jugando y pensando al fútbol con mucha pasión y ganas de mejorarlo todo.


La fuerza que el fútbol femenino ha tomado en los últimos años se debe al esfuerzo incansable de las propias jugadoras, tanto así que en el 2018 la Conmebol - entidad que regula el fútbol en América del Sur - estableció como requisito para los clubes que clasifiquen a la Copa Libertadores y a la Copa Sudamericana - con sus equipos masculinos - que presenten equipos femeninos. La exigencia comprende la existencia de un primer equipo integrado por mujeres y una categoría juvenil femenina, que deben participar de un torneo en su federación, entre otras condiciones.


En Uruguay el fútbol femenino no es reconocido como profesional por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), lo que genera que a pesar de algunas conquistas, aún esté muy precarizado. La Liga femenina se inició con un campeonato de fútbol 5 en 1996, en 1997 se pasa al fútbol 11 y desde allí ha empezado a crecer. Hoy son cada vez más los clubes que cuentan con planteles femeninos desde las juveniles.


“Entrenando en el pasto frente al estadio y saliendo campeonas igual”


Sofía “Chofy” Olivera tiene 29 años y juega en equipos de fútbol desde hace más de 15. Hace algún tiempo que es la arquera de Peñarol en la Primera División femenina, en fútbol sala y en la Selección Uruguaya. En 2017, defendiendo los arcos aurinegros, fue la golera menos vencida del campeonato "Mujeres Mundialistas" de la Primera División A. En marzo de 2020 fue nominada entre las 10 mejores goleras del mundo por los Futsal Planet Awards, en el futsal femenino. Este año, en marzo, luego de jugar la Copa Libertadores que se realizará en Argentina, pasará a integrar el plantel de Rosario Central, abriendo una nueva etapa en su carrera profesional.


Sofía inició la misma en Rampla Juniors. En su segundo año en el club, alrededor de 2007, ingresaron más mujeres al equipo, muchas venían del Club A. Progreso, del barrio vecino La Teja. Con 15 años ya jugaba en la Selección Uruguaya y en el equipo de las mayores de Rampla, que entrenaban en unas canchas frente al Estadio Centenario. Nos recuerda las condiciones: “sin arco, sin líneas, teníamos pelota pero un foco de luz que nos alumbraba lo mínimo, así estuvimos dos años”. A pesar de entrenar en el pasto frente al estadio, salieron campeonas en 2008.

Debido a las malas condiciones existentes en el club, ella y otras jugadoras pasaron a integrar el plantel del C. A. Cerro. Allí salieron campeonas en 2012. Además de atajar, también es buena pateando penales (en la cancha y en la vida). En 2016 pasó a Peñarol y es allí donde ha logrado importantes conquistas: campeonas en 2017, 2018 y 2019 y competidoras en la Copa Libertadores Femenina. Su trayectoria en la Selección es larga también. En 2008 participó en la sub-17 y jugó los Sudamericanos con la sub-20, experiencia ésta que repetiría en 2010. En 2018 jugó con la selección mayor la Copa América y ese mismo año participó de la primera victoria uruguaya a Argentina, ganándole 1 a 0 un amistoso.


“Chofy” nació y se crió en el Cerro. Cuenta que de niña si bien sus padres la dejaban jugar con los amigos y su hermano en las calles del barrio, no la llevaban a ningún cuadro. Fue así que cuando arrancó el liceo ella misma llamó a Rampla y comenzó a frecuentar los entrenamientos. En esa época estudiaba en el Liceo n° 11 y las prácticas del club estaban cerca. Al principio, según recuerda, eran pocas pibas y entrenaban en la cancha - la misma que usaban las juveniles masculinas - aunque las condiciones no fueran las mejores. Ese fue su primer año en juveniles. Al año siguiente las prácticas empezaron a ser en las canchas que están al costado del puente de Carlos María Ramírez, la entrada principal al Cerro. Sí, esas que son visiblemente precarias y siempre que llueve y crece el Pantanoso, se inundan.


La primera Copa Libertadores a nivel femenino se jugó en el 2009, ella no participó porque ya se había ido a Cerro. Si bien el cuadro no estaba en buena posición en la tabla, entrenaba en unas canchas en el APEX Cerro, lo que facilitaba el entrenamiento dado que estaba más cerca (y abarataba costos!). Sofía relata que cuando se fue en 2016 a Peñarol notó el cambio, sobre todo en infraestructura. No entrenaba en grandes canchas pero sí se mantenía eso de que siempre tenían lugar para entrenar, materiales, cuerpo técnico de varias personas. Recién en 2018 nota que las condiciones se aproximan un poco más a las que tienen los equipos masculinos. Empiezan a ir al CAR, complejo de Peñarol donde entrenan juveniles, que ahí la infraestructura “es muchísimo mejor pero tenemos los límites de que en vez de tener canchas todos los días, nos limitan las canchas”. Esto pasó en 2018, 2019 y 2020. Para ella, la pandemia complicó aún más las cosas tanto por la limitación de canchas como en cuanto al campeonato en sí, ya que no se estableció fecha de comienzo y eso postergó el inicio de las prácticas.


Las mujeres que deciden jugar al fútbol en nivel profesional (aunque no sea reconocido así por la AUF) no reciben sueldo y deben, muchas veces, realizar gastos de sus propios bolsillos para poder competir. Con Peñarol, recién en 2018 empezaron a cobrar viáticos, pero si bien durante el primer mes de pandemia se les ayudó con ese dinero, en los siguientes meses no. En las palabras de Sofía: “Lo que se hacía era estirar porque era menos gasto para el club. La pandemia empezó en marzo y nosotras empezamos a entrenar a fin de julio”. Por su parte, durante el período inicial de la pandemia, algunas jugadoras tanto de Peñarol como de otros clubes - agrupadas en la Organización de Futbolistas Uruguayas (OFU) - se organizaron y repartieron canastas para aquellas familias de jugadoras, sobre todo de juveniles, que se habían quedado sin empleo o estaban en condiciones de mayor vulnerabilidad económica.


Además de redoblar esfuerzos para cumplir con los entrenamientos y las obligaciones, a pesar de jugar en uno de los principales cuadros, no puede darse el “lujo” de vivir del fútbol, como tantas otras. Y la AUF poco ayuda. Con la situación de la pandemia, si bien el campeonato de los hombres tuvo un parate, fue más corto y siguió normal: apertura, clausura, tabla anual, incluso se hizo el intermedio. Al preguntarle a Sofía qué pasó con el campeonato femenino, respondió: “algo que se ha hecho muchas veces a lo largo de los años [...], con la excusa de la pandemia se hizo un campeonato más corto. No hubo apertura y clausura, lo que hubo fue un todos contra todos y los primeros cinco jugaban un play off”. Según ella, las jugadoras sintieron que esta medida era para ahorrar gastos y como “para no complicar mucho se termina antes de las fiestas y ya”. Si esto no es desigualdad y patriarcado ¿qué es?


En relación al apoyo de los clubes comentó que de los 10 que actualmente juegan en la A, apoyo total cree que tienen dos: Nacional y Peñarol; Defensor también estaría avanzado. Son muy pocos los que dan algo más que el nombre y el conjunto para jugar. Muchos cuadros entrenan en lugares que no son propios de la institución y algunos clubes cobran cuota. Por eso es que muchos equipos recurren a la venta de sorrentinos, rifas u otras cosas para poder juntar fondos para boletos, para poder alquilar canchas para entrenar y jugar.


En ese sentido, plantea que no puede ser tan crítica con Peñarol en este momento porque luego de tantos años en el fútbol y habiendo pasado por situaciones tan precarias, hoy tienen a disposición profesores, doctor, fisioterapeuta y ella en particular cuenta con entrenador de golera. Esto hace que esté contenta con el avance aunque es consciente de que esa es la realidad de los cuadros grandes, el resto la pilotea como puede. Igualmente no duda en afirmar: “si bien estamos mejor que antes, nos falta un montón como para que podamos ver el fútbol no solamente por amor.”


La profesionalización del fútbol femenino es necesaria no sólo para el bien del deporte en sí, sino porque es necesaria para lograr igualdad entre varones y mujeres. Hoy es clara la desigualdad de género en el fútbol, donde las jugadoras terminan teniendo que duplicar o triplicar el esfuerzo - comparado con los equipos masculinos -, gastando de sus bolsillos para poder entrenar, así como para jugar campeonatos nacionales e internacionales. Las prácticas generalmente son en la noche porque muchas trabajan en turnos de 8 horas y luego, pese al cansancio, van a los entrenamientos que, muchas veces, no son en lugares de fácil llegada o son en las afueras de la capital. Y si estudian resulta aún más difícil; muchas veces no logran terminar el liceo u otros estudios por priorizar su desarrollo deportivo. Si van a disputar campeonatos internacionales, varias deben usar los días de su licencia laboral para poder ir o pedirse los días, corriendo el riesgo de perder su trabajo. Cada club y plantel tiene sus características, algunos cuentan con mayores recursos e incluso las propias jugadoras, por ser de un nivel socioeconómico más alto, poseen mejores condiciones y disponibilidad para entrenar y competir.


Participe de la toma de decisiones sin portar un pito.


Magela Rinaldi tiene 33 años, es madre, docente de matemáticas, feminista y formó parte de la directiva de la Liga de Fútbol de Durazno en el periodo 2018-2020. Llega a la liga invitada por otra mujer, María Laura, quien fuera colega practicante de este noble deporte y que estuvo al frente de la vicepresidencia de la liga y a causa de la renuncia del presidente pasa a ocupar ese lugar por dos periodos consecutivos. Por primera vez en 100 años dos mujeres en la directiva. ¿Querías sopa? ¡Dos platos!


Para quien curte fútbol del interior sabe que la Liga de Durazno no es cualquier liga. Fundada en 1916 (30 años antes que la Organización del Fútbol del Interior-OFI), es la selección que tiene más campeonatos del interior ganados: se coronó 11 veces campeón y salió 6 veces vice. Como en todo pueblo futbolero, la liga representa mucho más que una simple institución: es importante a nivel simbólico en la sociedad. Formar parte de la directiva ha significado ocupar lugares de toma de decisiones en el fútbol local, el cual históricamente ha sido por y para hombres.


Compartir un espacio de dirección que mayoritariamente ha sido habitado por hombres durante décadas, claramente no es una zona de confort para quien es mujer y joven. Esos espacios fueron y continúan siendo de protagonismo para el varón, donde los intereses muchas veces pasan más allá de los estrictamente deportivo. Se ha constituido por excelencia como el espacio en el que se conjuga el fútbol con la masculinidad. Venir a interrumpir esta tradición obviamente se constituye como un desafío bastante novedoso. Magela nos comenta que demostrar con acciones diarias que el fútbol como deporte puede y debe ser practicado y trabajado desde distintos lugares a pesar del género, resulta tan agotador como estimulante.


Intentar darle al fútbol una perspectiva de género y concretamente desde lugares de toma de decisiones dentro de las instituciones, es agotador. Magela reflexiona sobre lo necesario de deconstruir el estereotipo de dirigente y disputar roles más equitativos en la representación de este deporte, así como en lo urgente que resulta romper los esquemas de relaciones sociales que vienen dados. La participación de la mujer en ese tablero viene a alterar (o por lo menos a incomodar) la cultura patriarcal y las reglas de juego establecidas.


Enfatiza el lado estimulante, porque hay muchas ideas por defender, muchas cosas por hacer y nos cuenta un ejemplo. Pensando en las selecciones juveniles se propone cambiar el paradigma de los espacios en los que participan esos adolescentes y crear otros con formación más amplia, de educación integral. Insistir en la idea de que los jóvenes no son apenas jugadores, también son hijos, hermanos, amigos, noviecitos. Se tenía muy clara la necesidad de construir mucho más que un equipo de selección; resultaba pertinente que un grupo aprendiera más sobre la convivencia en y de lo colectivo que apenas lucirse en el pasto y pegarle bien a la redonda. Apostar a ese paradigma implicaba costos y a pesar de las resistencias por parte de algunos clubes, estas mujeres lograron convencer al resto de los dirigentes. Resultado: en 2019 las selecciones sub-14 y sub-15 salieron campeonas del interior. Creer o reventar.


Y si de pensar en las futuras generaciones se trata, no podemos relegar el fútbol infantil. Debería existir un claro compromiso por apostar y garantizar a las niñas el disfrute de este deporte. Actualmente la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) permite la práctica del deporte en niños y niñas, autorizando la formación de equipos mixtos. Sin embargo, es necesario comenzar a trabajar la idea del fútbol infantil femenino, porque a pesar de lo interesante de la integración e inclusión en la cancha, lo cierto es que cuando crecen y salen del baby fútbol esas adolescentes quedan colgadas del pincel y resultan descartadas de los equipos, sin espacios para seguir entrenando, jugando, disfrutando, bloqueándose así su desarrollo deportivo y emocional vinculado al fútbol.


Si leyendo la brevísima reseña sobre Chofy en su paso por algunos clubes femeninos de la capital una se desespera, imagínese un repaso por los clubes del interior. Debemos reconocer que si no fuera trágico, sería folclórico. El despliegue en el interior prácticamente opera como un espacio de militancia, todo a pulmón - algo que tiene en común con el fútbol femenino capitalino-. En ese sentido, Magela sostiene que quizás el principal desafío sea el de trabajar la profesionalización del deporte en las mujeres y crear una identidad propia; no reproducir el estereotipo masculino, el lenguaje, cómo se dirige hacia al cuerpo que arbitra, cómo el cuerpo técnico trabaja con y para las jugadoras, cómo las jugadoras disfrutan y se comprometen con el equipo y el deporte.

De este modo fue que las directivas, con la intención estratégica de sentar bases para los años venideros, organizaron en Durazno varias jornadas sobre la profesionalización del fútbol femenino. Las charlas, dictadas por profesionales del deporte y la salud hacia jugadoras, trabajaron aspectos de la formación física, la alimentación y la nutrición. Incluso tuvieron el privilegio de contar con la presencia de Fabiana Manzolillo, quien fuera directora técnica de todas las selecciones femeninas (sub-17, sub-20 y mayores).


Pues bien, a falta de un campeonato femenino de primera división, Durazno cuenta con un espectáculo imperdible: el famoso campeonato de futsal, organizado por la liga citadina de futsal femenino, cuya directiva siempre estuvo presidida por mujeres (dato no menor). Compuesto en promedio por 12 equipos, con unas 15 jugadoras por equipo a partir de los 15 años, este torneo se juega los fines de semana en los gimnasios barriales. La venta de entradas y la mercantilización de las mejores tortas fritas de la ciudad junto al clásico vaso de jugo que diseña bigotes de colores, constituyen las fuentes de financiamiento por excelencia para el desarrollo y permanencia de este show. Este tipo de espectáculo ha promovido que sean cada vez más las mujeres que practican el deporte. Repetimos: practican. Esta es una realidad que incluso ha cambiado el paisaje de las canchas de fútbol 5, donde ya es común ver tanto varones como mujeres vestidos con los espantosos chalecos fluorescentes.


Durante ese periodo en la directiva y reconociendo las ganas de muchas mujeres de competir, Magela y María Laura entendían que era fundamental trabajar en un campeonato femenino de fútbol 11. A esa idea le dedicaron tiempo, cabeza y energía. En 2019, durante varias sesiones de la liga, se notificó a los clubes sobre la formación del campeonato femenino y por un tema u otro siempre se aplazaba el asunto, hasta que se les dio un ultimátum para presentar los equipos. Sólo 4 clubes (de un total de 12) cumplieron con lo establecido. De este modo y gracias a la desidia, se tuvo que transformar la idea de un campeonato en un “torneo experimental”. Se realizó un llamado abierto para cuadros de mujeres. Compitieron 9 equipos, todo a pulmón. Para variar no faltó la clásica venta de panchos, chorizos y tortas fritas para cubrir los gastos del torneo, que iban desde la vestimenta de las jugadoras hasta el pago de jueces.


Por suerte esta desidia tiene punto final. OFI ya avisó a las ligas del interior que para 2022 será obligatorio armar el campeonato femenino. Sí, al fin. Con las mismísimas características que corren para los varones: cada club afiliado a la liga pone su cuadro femenino, compiten, habrá campeón de liga, campeón de confederación y finalmente un club femenino saldrá campeón de OFI. ¡Hurra!


Si OFI se pone las pilas y hace cumplir este comunicado, todas las ligas van a tener que trabajar duramente en este asunto en lo que resta del año. De acuerdo con la información disponible en la página web, OFI está compuesta por 60 ligas de fútbol. De allí se desprende que hay 20 ligas (o sea, la tercera parte) que no cuentan con clubes femeninos. Cero, ninguno. Problemón. El gráfico abajo muestra la relación de clubes femeninos respecto a clubes masculinos por liga. No hay ni una sola liga que tenga igual número de clubes femeninos y masculinos; el 83% de las ligas (50 de 60) ni siquiera tiene la mitad de clubes femeninos respecto a la cantidad de masculinos.





Magela nos cuenta que por haber formado parte de la directiva concurría prácticamente a todos los partidos disputados en el marco de la liga. En las canchas y en las bandas se ve (parte de) todo lo que queremos cambiar. Un ejemplo: mujeres arbitrando. Es de doler el estómago. Si bien el arbitraje ya es un lugar hostil, aquel realizado por una mujer acaba siendo tremendo depositario de misoginia. ¿Con qué derecho un varón espectador insulta con el típico “andá a lavar los platos”? ¿Quién se cree? Esa mujer se formó y decidió que su lugar está en la cancha, arbitrando partidos de fútbol. ¡Andá a lavar los platos vos! Que acá la que está laburando es ella. A pesar de ocupar un cargo en la dirigencia, ni ella ni la presidenta de la liga fueron ajenas al típico y mal llamado piropo, del tipo: “qué contraste esas mujeres lindas en la directiva”. Les respondemos: “que mal quedan los acosadores y dinosaurios en el siglo XXI”.


Por momentos nos preguntamos: ¿de dónde sacan la fuerza estas mujeres para seguir adelante pese a todos los obstáculos? Y la respuesta nace por sí sola mirando sus trayectorias. Nace de la pasión que les genera el fútbol y de las ganas de cambiarlo todo. Eso es claro. Y entonces ¿qué es lo que quieren-queremos? Queremos que las mujeres que lo deseen puedan dedicarse al fútbol como una profesión tal cual lo hacen los varones. Y mejor. Porque no creemos que como está sea lo correcto y suficiente. La mercantilización desenfrenada de l@s cuerp@s desde niñ@s, obligados a aceptar cualquier propuesta del extranjero porque puede ser la “oportunidad”, siendo forzad@s a dejar su entorno y familia, a contribuir con el imaginario futbolero de que tal vez “yo seré la próxima estrella y entonces podré ayudar económicamente a mi familia”, pese a todo, pese a la soledad. Chofy contó que cuando alguna de ellas se lesiona - como es el caso de una jugadora actualmente - puede estar hasta un año esperando la cirugía. Pero claro, en los varones pocas veces pasa eso porque incluso aunque estén en las juveniles, muchas veces la familia paga la operación porque lo ven como una “inversión”. Entendemos la lógica pero claramente no la compartimos. Aspiramos a algo mejor.


Queremos que llegue la profesionalización del fútbol femenino, exigimos igualdad, respeto y oportunidades. Queremos un fútbol mejor para todes. Un fútbol que no pierda lo popular, lo colectivo y, sobre todo, lo humano.



* Tania Rodriguez. Docente de Historia en enseñanza media e investigadora en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (UDELAR). Militante social y feminista, integrante del colectivo ¿Dónde Están Nuestras Gurisas?


** Ángela Garofali. Economista, integrante del consejo editor de Hemisferio Izquierdo.


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