La coalición de derechas ya está en el gobierno, con una Ley de Urgente Consideración en andamiento y una serie de hechos represivos que se vienen repitiendo en barrios de Montevideo y del interior en los últimos días, sumado al aumento de tarifas en los servicios públicos, el alza del dólar y la reducción del porcentaje del IVA a descontar de las compras con débito, medidas que recaerán principalmente sobre los bolsillos de las familias trabajadoras.
En contrapartida, la derecha mayoritaria enarbola un discurso favorable a las mujeres y “minorías”, pretendiendo dar gala de apertura liberal. Prueba de ello es la inclusión de un apartado sobre Políticas de género en el programa del Partido Nacional, donde se propone combatir todas las formas de violencia de género y dotar al poder judicial de los recursos necesarios para aplicar la Ley 19.580 (1). Así también, la figura de Argimón funciona simbólicamente como una garantía de este compromiso y una demostración de estar a la altura de los tiempos que corren.
No obstante, en las reducidas filas femeninas del Partido Nacional (PN) encontramos a una férrea detractora del feminismo, al que considera de “ultraizquierda”. Se trata de la senadora Graciela Bianchi, quien sustituirá a Argimón en la vicepresidencia en caso de ausencia de Lacalle Pou. En 2017 votó contra la Ley Integral de Violencia de Género, aludiendo a que la ley ponía a todos los hombres bajo libertad condicional (2). Usó también el argumento de la imposición de la “ideología de género” sobre los/as niños/as y la “discriminación a los heterosexuales” para oponerse a la Guía de Educación Sexual de ANEP en 2017 (3).
Pero este personaje nefasto no es la excepción, el PN alberga en su interior a tres diputados evangelistas: Gerardo Amarilla, Benjamín Irazábal y Álvaro Dastugue, este último pastor de la Iglesia Misión Vida (liderada por el pastor Márquez, el mismo que lleva adelante los hogares Beraca y que organizó el “II Congreso Regional Sudamericano por la Vida y la Familia ”, que junto a Verónica Alonso y al diputado católico Rodrigo Goñi han impulsado iniciativas contra la “ideología de género” como el pre referéndum para derogar la Ley Integral para personas trans (n° 19.684), vinculándose en variadas ocasiones a organizaciones antiderechos declaradamente antifeministas, como A mis hijos no los tocan y Varones Unidos.
De manera complementaria, el pacto entre el nuevo gobierno y la Iglesia Católica quedó inaugurado, primero con la misa en febrero, luego con la misa del 3 de marzo y la custodia reforzada de la Republicana en la Iglesia del Cordón durante la marcha del 8M. No olvidemos los carteles que colgaban en su fachada, uno que versaba la palabra “Mujeres”, rodeado de otras como “Líderes”, “Fuertes”, “Emprendedoras”, y otros cuatro de mujeres reconocidas en su catolicismo: Teresa de Calcuta, Gery Cori, Francisca Rubato y Juana de Ibarborou (se nota que no leyeron sus poemas eróticos). Nada bueno puede augurar esta unión para las mujeres y disidencias sexuales, que en estos últimos años han sido construidos discursivamente por la Iglesia católica y las Iglesias evangelistas como los enemigos del orden familiar y social que es preciso restaurar.
El derecho a decidir sobre nuestros cuerpos ya está siendo cuestionado. Lacalle Pou ha reafirmado en reiteradas ocasiones que no modificará la ley del aborto, pero que realizará políticas que incentiven el nacimiento y protejan la maternidad. ¿Qué implicará esto para quienes decidamos abortar? ¿Cuál será el mensaje del Estado para nosotras? ¿De qué mecanismos nos serviremos para que los especialistas de la salud respeten nuestra decisión y no intenten disuadirnos? Martín Soldano, diputado de Cabildo Abierto, repitió en varias ocasiones que se propone modificar la ley, acusando públicamente, sin ningún pudor, a las mujeres que deciden abortar: “si te gustó, bancátela”. Respaldado por Manini, a quien le preocupa “la falta de gente” y desde el programa de Cabildo Abierto proponía incentivos a la maternidad, que no son otra cosa que el intento por disciplinarnos y hacernos retornar al hogar. Además, Lacalle Pou declaró que está a favor de los vientres de alquiler (4) , aludiendo al derecho y el deseo que tienen muchas familias de ser padres.
Nuevamente ellos en el lugar de jueces de nuestros comportamientos y decisiones. Ellos gobernando los cuerpos de las mujeres. Ellos convirtiéndonos en vasijas que deben parir hijos/as no deseados, hijos/as para Dios, hijos/as para la explotación capitalista, hijos/as para satisfacer los caprichos de posesión de los/as ricos/as que no pueden tener hijos/as. El Cuento de la Criada no deja de ser una alegoría apropiada para describir la distopía a la que aspira la derecha (5).
Defender la autonomía de nuestros cuerpos será una de las principales trincheras, así como también lo será defender nuestra integridad sexual. El mensaje viene siendo claro en este sentido, el ex intendente de Colonia, Carlos Moreira, vuelve a presentarse como candidato a la Intendencia, luego de haberse revelado audios en los que quedaba en evidencia que exigía “favores sexuales” a cambio de pasantías, es decir, un explotador sexual que nos dice a todas las mujeres que estamos a la venta y que ellos tienen el poder de comprarnos.
Mujeres y disidencias estamos en la calle reclamando por nuestros derechos desde hace ya muchos años, gritando las desigualdades que vivimos día a día, las violencias, abusos, acosos, torturas, muertes, violaciones, desapariciones que padecemos, creando nuevas formas de militar y vivir, formas que despatriarcalizan la vida. Pero fue en 2014/2015 cuando los feminismos adquirieron carácter masivo y su presencia se hizo notoria en las diferentes esferas de la sociedad. Esta explosión del movimiento ocurrió en un marco de gobiernos progresistas en la región, con políticas sociales orientadas a disminuir las brechas de género, posibilitando una mayor inserción laboral de la población femenina (en 2014 el porcentaje de mujeres trabajando llegó a ser del 54%, el más alto de nuestra historia), aunque muchas veces esto no se dio de forma temporal y precaria, generando servicios orientados a las tareas de reproducción social, así como programas -insuficientes- para combatir la violencia de género. Esto, sumado al incremento de mujeres en las universidades, así como a la construcción de una subjetividad “progresista”, al menos entre los sectores medios, fueron factores que posibilitaron dicha emergencia.
Pero el movimiento feminista no es el Frente Amplio, ni se reconoce en ningún partido, a pesar de que existan feministas militando en ellos. Ha sido el propio movimiento quien se ha encargado de señalar lo insuficiente de la gestión progresista en materia de género, su falta de transformaciones profundas, su modelo económico de base extractivista y la necesidad de superar lo meramente declarativo. A nivel internacional, son las mujeres organizadas las que se han plantado contra el régimen de Trump, Macri, Bolsonaro, en una lucha que se propone transformar las relaciones de poder que nos mantienen sujetas. Y esta disputa se extiende a la familia, la pareja, el sindicato, la calle, la política tradicional y al propio capitalismo, bajo el cual no es posible ninguna forma de emancipación de las mujeres. Por eso no existe un feminismo de derecha, el feminismo es la izquierda de la izquierda en estos tiempos.
Es clara la intención del nuevo gobierno de confrontar esos avances y desarticular el entramado de rebeldía y resistencias que hemos venido construyendo las feministas, impulsando una reconfiguración patriarcal, asentada principalmente en dos ejes: la construcción de un sentido común conservador, antifeminista, y el ataque directo a las mujeres a través de la reducción del gasto público.
Desde que éste asumió, hemos recibido mensajes que apuntan al primer eje como lo fueron la pintada en el baño de la Facultad de Psicología, la publicación en twitter de Varones Unidos y la nota publicada en Búsqueda en la que expone que “el nuevo gobierno ve la marcha de mujeres como la primera prueba para la seguridad” impartiendo provocación y miedo. Los machistas de derecha están envalentonados y se sienten amparados por este gobierno para expresar su odio hacia el feminismo de manera descarada. Vamos a tener que desarrollar métodos de autodefensa y autocuidado para enfrentar todo tipo de ataques que podamos recibir en los próximos tiempos.
El segundo eje tiene que ver con un ajuste que se procesará sobre la clase trabajadora, pero que afectará de manera diferencial a las mujeres, que son quienes realizamos la mayor parte del trabajo de reproducción social no remunerado, así como la producción de bienes y servicios en el mercado que sirven para sostener la vida . En este sentido, los recortes en el presupuesto destinados a salud, educación, políticas sociales, nos afectarán principalmente a las mujeres, en un doble sentido, por un lado, por la sobrecarga de tareas que nos obligará a asumir la falta o el empeoramiento de los servicios del Estado, por otro lado, por las peores condiciones de trabajo a las que nos enfrentaremos las mujeres que realizamos dichas tareas de reproducción social remunerada. En definitiva, tendremos más trabajo gratuito que realizar y estaremos más empobrecidas.
A lo anterior se agrega el hecho de que la pérdida del salario real, así como el aumento del desempleo traerán aparejados mayor violencia hacia las mujeres de los sectores más vulnerables. Cuando los varones se sienten desestabilizados en su rol de principales proveedores del hogar y su masculinidad se ve fragilizada al no poder ejercer control a través del dinero, múltiples prácticas de violencia se despliegan hacia los cuerpos femeninos y feminizados, aumentando las agresiones físicas, la violencia sexual y los crímenes misóginos y transodiantes hacia personas en situación de prostitución y disidencias sexuales en general, en un intento por recuperar dominio y potencia.
Ante esta coyuntura, las feministas necesitamos estar más unidas que nunca, dejar en un segundo plano las pequeñas diferencias para poder articularnos en torno a la defensa de los derechos conquistados, la resistencia al ajuste y la multiplicación de subjetividades feministas que logren hacerle frente al conservadurismo de la derecha. Son tiempos que requieren de toda nuestra creatividad e inteligencia para poner en marcha lo que hemos estado construyendo durante estos años y al mismo tiempo ponerlo en diálogo con las experiencias de las mujeres que nos rodean que no se reconocen en el feminismo. Es necesario saber escuchar y respetar los tiempos de cada una, a la vez que saber generar lazos de solidaridad y lenguajes comunes que nos encuentren luchando en la misma trinchera. Y quizá también, es momento de volver a encontrarnos en espacios de lucha mixtos con nuestros compañeros, pero ya transformadas, no para aceptar las lógicas masculinas que nos relegan otra vez a la reproducción de la organización, sino para gestar nuevas organizaciones, o transformar las existentes, desde nuestras propias bases, porque sin mujeres no hay política revolucionaria ni acción militante posible.
Notas:
(1) Ley de Violencia a las Mujeres Basada en Género.
(2) https://www.elpais.com.uy/informacion/medio-polemica-voto-ley-genero.html
(3) https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Graciela-Bianchi-critico-nueva-Guia-de-Educacion-Sexual--si-no-fuera-tragico-seria-para-Gasalla--uc350261
(4) https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/11/lacalle-pou-dijo-que-se-deberia-permitir-el-alquiler-de-vientres/
(5) https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2018/10/22/Polanyi-el-fascismo-y-el-neoliberalismo