top of page
  • Héctor Altamirano*

¿Una propuesta desobediente? Apuntes sobre el Frente Grande en la posdictadura

Introducción

Creo imprescindible hacer una mínima y panorámica reflexión acerca del MLN-T, su derrotero histórico y algunos de los relatos que existen sobre dicha organización. Este movimiento político ha centrado, por múltiples motivos, la atención de gran parte de la sociedad uruguaya. Muchas veces se lo ha condenado y los sectores conservadores de la sociedad lo han tildado de “terrorista”, “desestabilizador”, “irracional”, “partidario del caos social”. “Sintéticamente –señala Lessa– podría afirmarse que para los dirigentes políticos de la derecha y los militares [esta organización política] se trató de una expresión terrorista (Lessa, 2004: 25).

Por gran parte de la sociedad, el MLN –y sus militantes– es considerado un movimiento político casi mítico o de novela. De esta manera, los integrantes son imaginados como “héroes” de la década de 1960, pues fueron capaces de “entregar su vida, sacrificarse, estar a la altura de la circunstancia” (Rico, 2006: 35). Esas son marcas muy fuertes para muchos integrantes de la comunidad.

No cualquiera puede “enfrentar los desafíos de la violencia [pues] comporta un tipo de exigencia física: corridas, largas marchas, resistencias al encierro, cambios de residencia, exilios del país, desplazamientos clandestinos”. Acompañado de estos elementos o valores se “asimila[n] y traslada[n] a las exigencias espirituales: entereza moral, reservas espirituales, entrega a la causa, espíritu de sacrificio…” (Rico, 2006: 35). Este hecho fabrica héroes en el imaginario social.

El trabajo que presentaré intentará escapar de estas dos versiones de la historia, fuertemente arraigadas en la sociedad uruguaya. En cierta forma, detrás de estas versiones se instala la “teoría de los dos demonios”, que “es una explicación ya clásica del quiebre de las instituciones. Según se señala, la sociedad fue víctima del embate de dos fuerzas antagónicas, la guerrilla y el poder militar; y en el contexto de esa lucha, el golpe de Estado fue un resultado inevitable” (Demasi, 2004: 67). De esta manera, los integrantes del MLN lograrán permanecer en el imaginario social como “participantes privilegiados” de esa “contienda”, convirtiéndose en “héroes”. Y a los héroes no se les discute, ni se los critica.

Como he señalado anteriormente, pensar y analizar una propuesta del MLN lleva al imaginario instituido en la sociedad a reproducir esta lógica de la teoría antes descripta. Por este motivo es imprescindible tener presente que las formas de lucha vinculadas a este grupo no se remiten sólo a las acciones armadas, sino que, por el contrario, hoy debemos pensar que a lo largo de su historia han desarrollado múltiples actividades, que se pueden emparentar con movimientos políticos que se enmarcan en la legalidad del sistema democrático.

Así, este trabajo busca ser –al decir de Pittaluga– una crítica de ciertas figuraciones de la memoria y la historia que, actualmente, se presentan como obstáculos para una empresa comprensiva del pasado, en especial del pasado militante [sesentista]. Figuras como las de la heroicidad, el sacrificio y la abnegación, el martirio y el compromiso, la ingenuidad o la victimización, la inexperiencia política, la desviación militarista o foquista son todas ellas figuras que hacen sombra, que se han transformado en imágenes mitificantes –imposible por ello de discutir en sus propios términos–. Representaciones que se han convertido en paradigmas infranqueables que clausuran cualquier revisión crítica del pasado reciente” (Pittaluga, 2007: 148).

Como plantean múltiples autores, los procesos históricos (sociales y personales) están presentes en nuestra vida cotidiana. Muchas veces sin que nos demos cuenta siquiera, existen prácticas, formas de (no) pensar, de sentir, de imaginar, miedos, que están relacionadas con lo vivido en la historia de un país, en un período determinado y traumático. El trabajo que se presentará a continuación debe relacionarse con lo vivido en Uruguay (y el cono Sur) en las décadas de 1960, 1970 y 1980. Es cuando se pasa Del Estado de Derecho al estado de Policía pues:

En el Estado de Derecho, los monopolios de la violencia y de producción del derecho se estructuran dentro del llamado equilibrio de poderes. La crisis, por tanto, verifica un proceso de desequilibrio y consiguiente "aparatización" de las funciones del Estado para cada poder, una especie de ‘reparto de la soberanía estatal’, única e indivisible. Es decir, el conflicto de los sesenta no contempló exclusivamente el cuestionamiento a la autoridad y a la ley (…), las contradicciones se encontraron también dentro del aparato de Estado” (Rico, 1999: 94).

Es cuando se vive El tiempo de los militares honestos (M. Broquetas; I. Wschebor, 2004), cuando las Fuerzas Armadas emiten los comunicados 4 y 7, en que los militares comienzan a afianzarse como agentes políticos claves. Son los años en los que se crean los centros clandestinos de detención, cuando se creará la maquinaria "desaparecedora" (Gatti, 2008: 47-65) por la cual se construirá la catástrofe del detenido-desaparecido, que no tiene nombre, territorio ni historia; con dicha maquinaria “hacen crac nuestras estructuras cognitivas: las que sirven para pensar a los vivos, a los muertos, al sentido normal de las cosas” (Gatti: 47-48).

Todos estos sucesos llevan a los Recuerdos enfrentados sobre el pasado reciente uruguayo (Marchesi, 2002), en que se pueden ver sectores de la sociedad que piensan que hubo una “guerra” entre dos bandos enfrentados; por otro lado, se afirma desde amplios sectores sociales que lo sucedido a partir de 1967 fue “terrorismo de Estado”.

Discusión acerca de la “transición democrática” y la “posdictadura”

En esta parte del trabajo plantearé algunas discusiones y puntos de vista divergentes sobre las conceptualizaciones que elaboraron distintos estudiosos del período denominado “transición” o “posdictadura”. Al mismo tiempo, intentaré presentar las lógicas que llevan a la construcción de cada categoría de análisis, cuál fue el proceso de su construcción y en qué ámbitos y momentos se construyen.

La temática de la transición democrática lleva implícita la visión que se tiene con respecto a la democracia. Para pensar qué es la democracia o qué se entiende por ella debemos tener claro que, como toda concepción, fue cambiando a lo largo de la historia. Lo que hoy entendemos por democracia no es lo mismo que se entendía hace unas décadas. Al decir de Demasi, “los conceptos carecen de sentido unívoco y permanente; por eso se los ha comparado con camaleones que adoptan el color del entorno discursivo” (2009: 17). Y, a su vez, este “entorno discursivo” contiene un marco categorial(1) que nos permite leer y dar sentido a los hechos que analizamos o pensamos.

En los años sesenta la democracia en Uruguay era criticada de manera muy fuerte por las posiciones de diversas corrientes de izquierda existentes(2). Sin embargo, las posiciones que más cuestionaron (de hecho) a la democracia se originaron en el mismo Estado, pues desde 1967 las medidas de excepción se volvieron “normales”. Lo antes mencionado se manifiesta en múltiples ejemplos: desde la adopción permanente de Medidas Prontas de Seguridad pasando por el gobierno mediante decreto, la aprobación de leyes de dudosa constitucionalidad (como la ley de Seguridad del Estado y el Orden Interno), llegando incluso hasta la suspensión de la vigencia de ciertas garantías individuales, la institucionalización del Estado deliberativo constitucional de las Fuerzas Armadas (COSENA) y la injerencia cada vez mayor de la jurisdicción militar en casos de competencia ordinaria, etc. (Rico, 1999: 49).

En el marco de esta realidad es que debemos analizar y pensar las críticas de la democracia que hacían por los años sesenta (y desde antes) los sectores de la izquierda.

Las dictaduras implantadas en el cono sur en los años setenta cambiarán las miradas que se tenían sobre la democracia. Es importante detenernos en los elementos que plantea Lesgart. Esta autora sostiene que la palabra “democracia” fue utilizada políticamente para “impulsar otra historia [distinta a la que había desarrollado en los años previos a los golpes de Estado] opuesta al autoritarismo, al ideario socialista aglutinado detrás de la idea de revolución [y] a las prácticas políticas llamadas populistas […]” (Lesgart, 2003: 68).

La nueva “noción” del concepto se irá construyendo en diversos encuentros que tuvieron lugar a lo largo de los años de represión (años en los que varios cientistas sociales fueron destituidos de sus lugares de trabajo) en universidades de catacumbas, universidades itinerantes, foros de encuentro, grupos de discusión o paraguas institucionales en distintos países del cono sur y en Estados Unidos (Lesgart, 2003: 73). Estas prácticas y las concepciones que se desarrollaban allí eran contrarias a los regímenes del terror establecidos. Sin embargo, esta nueva “noción” del concepto sería amortiguadora del proceso social que tendría lugar al “terminar” las dictaduras.

En uno de estos encuentros se discute las “condiciones sociales de la democracia”. Más específicamente, “la necesidad de abordar la democracia como una instancia específicamente política, es decir, como una variable independiente del desarrollo de la economía, de la dimensión de lo social y de lo cultural” (Lesgart, 2003: 84). Los problemas políticos ya no serán pensados relacionándolos con los problemas sociales, económicos y culturales. Las democracias serán pensadas en forma abstracta; los hechos políticos pasan a tener “vida propia”, son puros y como tales se los debe analizar. De esta manera fue pensada la transición democrática por los autores que toman a los partidos políticos y a las instituciones como articuladores de su análisis(3).

Para estos académicos, “la democracia está consolidada cuando ninguno de los actores políticos más importantes, partidos o intereses organizados, fuerzas o instituciones, considera que existen alternativas al proceso democrático para llegar al poder, y […] ningún grupo o institución política tiene prerrogativa de vetar la acción de los gobernantes democráticamente electos” (Lesgart, 2003: 226). Es lo que se denomina una “democracia procedimental”. Según Acosta, en esta línea de interpretación encontraríamos al académico (historiador y cientista político) Gerardo Caetano. Acosta afirma que “el historiador [y cientista político] agota la transición como problema, en el sentido de dar paso a la consolidación democrática” (Acosta 2008: 151)(4). En lugar de designar a la democracia como consolidada, la llama posdictatorial, posautoritaria y postransicional. Y como fue señalado anteriormente, las diferentes categorías llevan a percibir fenómenos distintos. Por este motivo, pensar y designar a la democracia como posdictatorial, posautoritaria o postransicional nos permite ver que en la “dictadura”, el “autoritarismo” y la “transición” “no son meramente el pasado del presente democrático, sino que lo determinan hoy en su sentido, en sus límites y en sus posibilidades a futuro” (Acosta, 2008: 151)(5).

Por otro lado, el mismo Acosta se pregunta “¿Qué ventajas presenta la ‘postransición’ frente a la ‘consolidación’ para referirse a los regímenes políticos actualmente vigentes en la región?”. Y responde: “A nuestro juicio, ‘postransición’ no sugiere estabilidad y permanencia donde puede haber inestabilidad y cambio, permitiendo pensar la realidad en curso sin prejuicios en este sentido” (2008: 115). Lo que plantea luego es que las instituciones democráticas posdictadura no han logrado resolver las tensiones generadas por las relaciones de producción vigentes. En definitiva, la lógica que sustenta este planteo lleva a pensar al ser humano como centro de las instituciones. Por lo tanto, las instituciones democráticas deberían subsanar las injusticias sociales que se viven día a día.

Para cerrar esta parte del trabajo, podemos decir que en estas líneas de investigación encontramos una tesis hegemónica y una tesis crítica. En la tesis hegemónica, “la democracia” “ha sido reducida a su registro institucional jurídico-político”. Esta tesis “se sostiene fundamentalmente desde los actores del escenario político y el Estado en tanto sustenta ‘la’ democracia como partidocracia estadocéntrica”. Sin embargo, existen también actores académicos que impulsan esta tesis. Ambos actores “son funcionales a las instituciones democráticas vigentes que responden a las relaciones mercantiles de producción y sus valores de fundamentación última” (Acosta 2008: 143).

Uno de los impulsores de esta tesis es el autor Luis Eduardo González, quien considera que se trata de un orden político democrático si “pueden constituirse en él actores políticos opositores, y buscar apoyo de la población, y la población decide también de hecho y de derecho (individuales y colectivos) normalmente enumerados como característicos de las democracias liberales” (González 1985: 102). En la misma tesis hegemónica podemos ver la siguiente afirmación: “La responsabilidad histórica de los partidos uruguayos [es] la de reconocer su ‘segunda oportunidad’ para restablecer la prosperidad, el pluralismo y un gobierno con conciencia social (…) De ahí la importancia de la transición uruguaya (…)”. (Gillespie y otros, 1985: 12-14).

Esta tesis también la encontramos como fue dicho en los políticos profesionales especialmente en la figura de J.M. Sanguinetti hombre que tenía una larga trayectoria en 1985 al tomar la presidencia de la república. En su discurso decía lo siguiente: "Sí; sin ninguna duda tendremos años duros, pero el objetivo siempre deberá estar allí. Y esta Asamblea, cuando más de una vez pueda no entender mis pasos o los actos de Gobierno, sienta y sepa que siempre estarán inspirados en ese objetivo y en ese superior propósito. Deseamos hacer lo más que podamos en todo el terreno del desarrollo económico y de la justicia social; pero por encima de todo, siempre ubicaremos la prioridad constitucional y democrática a la que trataremos de servir con devoción fanática, porque ese es el único dogma que puede tolerar la democracia o sea el dogma de ella misma, la creencia en ella misma, la fe en ella misma”6.

La tesis crítica es sostenida “desde los actores sociales […] que, estando fuera del escenario político, no obstante integran el campo político y por lo tanto también el campo del poder que lo trasciende, tal vez como contrapoder, ponen en cuestión la identidad democrática de la democracia uruguaya” (Acosta 2008: 143-144). Así podemos ver que Serpaj cuestiona “la democracia” uruguaya, pues considera que hay temas que nos son puestos en debate por el gobierno. Un claro ejemplo es el de los derechos humanos: "La apelación a los Derechos Humanos es un factor que irrita a las Fuerzas Armadas. Progresivamente los partidos han intentado dejar fuera del debate político la violación de los Derechos Humanos durante el régimen de gobierno militar. […] La apelación a la Verdad y Justicia, el esclarecimiento de los hechos delictivos del aparato represor militar se han convertido en un factor también políticamente de irritación, por la incapacidad de mediación de los partidos y del propio gobierno democrático, empeñados en poner un ‘punto final’ al desafío planteado" (Amarillo, M 1988: 24).

Uno de los sectores claves para la constitución de la democracia es la clase obrera y, como concluye Cosse, “la democracia en Uruguay se constituye y reproduce con la movilización sindical como uno de sus componentes centrales. En los próximos años el movimiento sindical debe jugar un complejo papel. Obtener la recuperación de los niveles de salarios y empleos perdidos durante el régimen autoritario al tiempo que involucrarse en la configuración de un orden democrático ampliado desde la política a la sociedad civil, lo cual implica cambios en el sistema de administración y distribución de los excedentes” (Cosse, 1985: 115-116).

En el ámbito académico también existen representantes de esta tesis crítica. Lucía Sala es un ejemplo de académica que discute y polemiza con la tesis hegemónica, al plantear lo siguiente: "La democracia que se pone como modelo es en realidad un ‘tipo ideal’, una versión edulcorada y formalista de los regímenes políticos occidentales y en particular del estadounidense. […] En el caso de buena parte de América Latina, es evidente la fragilidad que siempre ha tenido la democracia, y tiene en la actualidad, sus falencias y su perspectiva de vaciamiento en el marco de agudos problemas económicos y sociales. Sucesivas oleadas dictatoriales y, en algunos casos, prolongadas dictaduras a lo largo de su historia, han impedido crear hábitos electorales más o menos confiables, y mucho menos una cultura democrática incluso en el campo político, que requiere mucho más que el ejercicio del sufragio periódico” (Sala, 2000: 178).

En esta tesis se discute el carácter de la democracia posdictadura por considerar que la realidad social, política y económica no permite decir que se vive en una democracia plena, sino simplemente en una democracia procedimental y que evita el debate de ciertos temas y problemáticas sociales (aumento de salarios, pago de deuda externa, distribución de la tierra, etcétera). Así, para decir que existe un régimen democrático se deben tener presentes los derechos económicos, sociales y culturales de la mayoría de la población. Sin dudas, el discurso y la propuesta realizada en el Estadio Franzini aquel 19 de diciembre de 1987 por parte del MLN buscaba trascender la mera formalidad de la democracia y, por ese motivo, deberíamos ubicarlos en la segunda tesis que plantea Acosta. Y también este es un motivo para plantear y pensar que es una propuesta desobediente del orden político instaurado luego de la dictadura cívico-militar.

Contexto histórico de los discursos

La propuesta del MLN de formar o trabajar en la construcción de un Frente Grande se hizo el 12 de diciembre del año 1987 en el Estadio Luis Franzini. Los oradores en dicha ocasión fueron tres: José Mujica, Eleuterio Fernández Huidobro y Raúl Sendic. Aunque para muchos parezca obvio, hay que mencionar que estos tres integrantes fueron figuras relevantes del MLN. Los tres fueron miembros “fundadores” y se los conoce con el mote de “históricos”; es decir que forman parte del núcleo duro de la organización(7).

Hoy existen múltiples libros –testimoniales, anecdóticos– sobre el actual presidente de la República. Con referencia a Fernández Huidobro, se puede decir que ha sido la “pluma” oficial (o, al menos, la más reconocida a nivel público) de la organización. Sus relatos testimoniales y sus discursos han sido leídos y escuchados por miles de personas en el Uruguay posdictadura. El último orador –Raúl Sendic– es la figura más reconocida por los integrantes del movimiento como el líder “natural” de la organización(8). En diversos relatos9 se plantea que sus acciones habrían llevado a la toma de conciencia de los sectores de izquierda montevideanos acerca de la realidad que se vivía en el medio rural en la década de 1960.

Más adelante veremos cuál fue el planteo que cada uno de estos oradores realizó esa noche en el Estadio Franzini. El contexto en el que se realizó el acto estuvo marcado por algunos problemas que acuciaban al país y especialmente a sus habitantes del mismo (y no sólo al gobierno del Partido Colorado, encabezado por Julio María Sanguinetti, como plantean los análisis partidocráticos).

Uno de los mayores problemas era la acusación que recaía sobre los agentes del Estado que habían llevado adelante la brutal represión sobre buena parte de la sociedad uruguaya. Lo que se buscaba y exigía era la verdad y la justicia por parte de sectores movilizados de la sociedad o movimiento popular. Uno de estos movimientos fue el de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos que: "en el transcurso de 1985 presentó denuncias sobre desapariciones, torturas y muerte de civiles en Uruguay y Argentina ante el Poder Judicial”. Los militares se negaban a concurrir a la Justicia y Gavazzo manifestaba, en declaraciones al semanario Búsqueda divulgadas una semana después de la citación judicial: "Los actos de servicio de un militar o un policía militarizado solo pueden ser juzgados por un juez militar… No estoy dispuesto a concurrir ante ningún juez civil para que se me juzgue por operaciones militares’. Meses después, el ministro de Defensa Nacional Juan Vicente Chiarino justificaba la situación señalando: "Las Fuerzas Armadas se sienten acosadas y en el banquillo de los acusados(…) Hay que evitar las radicalizaciones y hacer un gran esfuerzo para la comprensión cabal del problema de pacificación" (Demasi y Yaffé, 2005: 58).

Otro de los problemas centrales fue el de la deuda externa, la cual aumentó en el último período de la dictadura cívico-militar: “El servicio de la deuda externa resultaba sumamente oneroso por la cuantía del endeudamiento acumulado a partir de 1979” (Antía, 2003: 131). Como señala Notaro, “entre 1983 y marzo de 1985 se intentó sostener una situación cada día más crítica. La deuda externa bruta total había alcanzado a 4.664 millones de dólares a fines de 1984, lo que significaba cinco años de exportaciones y el 8% del PBI” (2003: 120).

La realidad económica trae aparejada también la problemática en el mundo del trabajo: el desempleo abierto aumentó al 14,3% en 1984. El salario real medio cayó un 30% entre 1982 y 1984, continuando una tendencia iniciada en 1971 y que lleva al final del período a la capacidad de compra del salario aproximadamente a la mitad de la de 1968/71. Las pasividades en términos reales tienen una evolución muy parecida y su caída en los dos últimos años del período se puede estimar en torno al 30% (Notaro, 2003: 119-120). Los gobiernos del Uruguay posdictadura aceptaron pagar los intereses de la deuda externa en todos sus términos.

Con el primer gobierno posdictadura se dio un “arreglo político al desacato militar” (Demasi y Yaffé: 59-64) cuando el 22 de diciembre de 1986 se votó la ley 15.848(10) y así comenzó a profundizarse un estado de impunidad en la sociedad. Con el “proyecto denominado ‘Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado’ se introdujo el concepto de caducidad, que implicaba que el Estado reconocía los delitos cometidos por las Fuerzas Conjuntas pero se autoinhibía para castigar a los responsables” (Demasi y Yaffé: 61). En cierta forma quedan así marcadas las líneas de lo que será el Uruguay posdictadura: impunidad y políticas económicas que ponen el acento en el mercado. Puede ser importante pensar que estas líneas no fueron un hecho novedoso del primer gobierno de J. M. Sanguinetti.

En materia educativa, la impunidad y el desconocimiento a la constitución comenzó con el “primer golpe a la educación” (Romano 2010: 64-65). En su obra, Romano pretende demostrar que en los años previos al gobierno cívico-militar que comienza en 1973, existieron disputas para hacerse del sentido de la educación (especialmente en secundaria). Estos civiles y militares en el gobierno tenían un proyecto político-pedagógico propio y no solamente se dedicaron a destruir a su “enemigo” de turno(11). Parece necesario recordar lo que decía Foucault acerca del poder y sus efectos de producción de realidad(12). En esta línea de análisis se puede mencionar el trabajo de Marchesi (2009: 324-398) acerca del proyecto cultural impulsado desde la dictadura por militares y civiles que pretendían construir “el nuevo Uruguay”. En dicho trabajo se busca demostrar que la dictadura no se dedicó exclusivamente a destruir la “cultura”, sino que impulsó un proyecto cultural propio.

Con esta misma lógica podríamos plantearnos que los gobiernos sucesores del de Sanguinetti profundizan aspectos económicos que habían quedado pendientes en la dictadura y, según Yaffé (2009), desde antes(13).

Las propuestas realizadas por el MLN en el Frnzini son contrarias a este modelo que estaba imponiendo el poder hegemónico desde fines de la década de 1960. Así, podemos decir que las propuestas buscaban producir una realidad distinta a la “pospolítica”, pues buscan posicionar en el centro de las discusiones del país los aspectos sociales, económicos y políticos que la democracia estaba desconociendo. Las propuestas tienen una lógica desobediente que rompen con lo que comenzaba ha establecerse como sentido común dominante de la democracia posdictadura: solamente los especialistas (economistas, politólogos, políticos profesionales) podían plantear soluciones para las diversas problemáticas que vivía el país (solamente los especialistas dirán si existen problemas en el país).

La idea del Frente Grande

Dicha propuesta tenía idea de agrupar a diversos sectores del país (tanto políticos como sociales). Así, Mujica afirmó: "Tenemos bien claro que hay mucha gente desencantada, los estafados de ‘Mi compromiso con ustedes; los estafados por ese batllismo que ha muerto, que han matado al fosilizar lo permanente del mensaje de ‘Pepe’ Batlle. Y que hay otra hueste de gente independiente, desparramada, que no se siente aquí y allá representada."

La idea fue explicada por Fernández Huidobro de la siguiente manera: "Ustedes mejor que nosotros conocen todo lo que sucedió después [del plebiscito de 1980]. Todo lo que floreció en las bocas del canto popular, como incipiente protesta contra el autoritarismo y la tiranía. Todo lo que floreció en las cooperativas de vivienda de ayuda mutua como forma de resistencia […] Todo lo que floreció en las ollas populares, en los caceroleos, en las iglesias y en las parroquias que abrieron sus puertas para la tarea clandestina de la resistencia: un gigantesco frente grande del pueblo uruguayo contra la tiranía y contra la dictadura.

Además, el mismo orador planteó, citando un documento de 1985: “Queremos tender una invitación y una mano fraterna a todos los que sufren, a todos los que luchan, estén donde estén y piensen lo que piensen, para llegar a un acuerdo por encima de banderías, en torno a un plan y tareas concretas proyectadas hacia una patria para todos”. Citando las resoluciones de la III Convención del MLN en diciembre de 1985, afirmó: “Que ni las batallas electorales, ni las peleas políticas o por otros motivos, sean causa suficiente para dividir ese gran frente antidictatorial del pueblo, ante la posibilidad del retorno fascista amenazante en el horizonte”. Y concluyó: “Es a ese frente, esencialmente antidictatorial, al que nosotros hemos denominado ‘Frente grande’”(14).

Raúl Sendic también esbozó la idea de frente grande, que quedaba definida de la siguiente manera: "El hecho de que estemos buscándolo por las cúpulas políticas no nos impide buscarlo así mismo por abajo, en la unidad del pueblo, en sindicatos, grupos sociales, cooperativas, etcétera. Es el trabajo de hormiga que tenemos que hacer en los barrios, en el campo […] En definitiva, estamos por la unidad sin exclusiones. Pero no para reunirnos para transar, para contemporizar con el gobierno. Tampoco estamos para transar con el que transa. [Debemos] construir la unidad desde abajo […], codo a codo con hombres y mujeres de distintas tendencias. Tal vez los desengañados de algunos políticos no estén tan desarmados. Tal vez todos los condenados a vivir a la intemperie podamos unirnos."

Como se puede apreciar, la propuesta era acumular fuerzas de diversas tendencias, sin importar si eran “defraudado” del partido nacional o del partido colorado. Sin embargo, la propuesta desobediente no es esta, sino el programa de este frente: allí estaría el plus de la propuesta. La definición, que es un sello de los movimientos de izquierda del 60 o del 80. Esta propuesta no se quedaba en lo electoral: las alianzas debían tener un acuerdo expreso en el programa que era lo central del frente.

Propuestas del MLN hacia el Frente Amplio

El primero en hablar aquella noche fue José Mujica. En su discurso no hay propuestas claras. Lo que podríamos decir es que existe un discurso de tono “emotivo” y de fuerte crítica a la democracia. Así, podemos leer que considera que la democracia que se vivía en Uruguay es “mentirosa y mitigada por el enorme saldo de injusticia social, democracia coartada por el ‘veremos’ de un señor ministro”. Luego, se puede apreciar la intención del MLN de ingresar al Frente Amplio, pues consideran que en el Frente Amplio existe una “fuerza potencial de cambios” y que “esa organización [el FA] se gestó por esfuerzo y sacrificio del pueblo uruguayo en un largo proceso y con muchos chorros de nuestra sangre”. Y profundiza la visión al afirmar: "¡Cómo íbamos a plantear una cosa que sería un trazo de desunión, precisamente nosotros, hijos de una larga peripecia de lucha y de búsqueda, de reconocimiento en ese largo mensaje de unidad de la izquierda que ha costado tanto! Las carencias y las limitaciones que puede tener el Frente [Amplio] son parte de nuestra propia carencia. ¿O qué se han creído? ¿Que somos harina de otro costal por cuestiones de requisito?"

En este sentido, el MLN busca hacer una relación de su pasado sumando a la misma línea política y de esfuerzos que confluirían en la construcción del Frente Amplio en 1971. Este razonamiento es difícil de compartir, pues en sus orígenes el MLN fue una organización estructurada como grupo armado. Además, consideraba que la única manera de tomar el poder era mediante las armas y no mediante el juego electoral(15).

En cierta medida hay un giro del MLN (ya no es el que proponía hacer la revolución por medio de las armas, es otra organización política) que comienza a visualizarse en este discurso acerca de la insistencia del pedido de ingreso al Frente Amplio. Y queda explicitado aun más: “Lo segundo a definir, nítida y categóricamente: nuestro pedido de ingreso al Frente [Amplio] está allí. Sigue estando allí. Ese paso lo dimos, pensado y rumiado(16)”.

La idea que brinda Mujica acerca del frente grande es que es una tesis política y que no es “alternativa a la visión del Frente Amplio, no es alternativa, no significa una disputa”. Como vemos, la preocupación central de este orador era el ingreso al Frente Amplio.

Lo mismo sucede con Fernández Huidobro, quien de forma insistente pide y plantea la incorporación de su organización al FA. Su discurso va dirigido a la interna: al PDC, PCU, a Seregni, a las bases, a los dirigentes de esta fuerza política. Algunas de las afirmaciones de este orador fueron las siguientes: "El 11 de abril de 1986 pedimos ingreso al Frente Amplio. Se van a cumplir dos años de profundo silencio oficial sobre nuestro pedido de ingreso… profundo silencio oficial… nos hemos enterado a través de la prensa, incluso a través de la prensa de derecha, de cómo está el trámite de ese asunto”. Y agregó: “Al otro día, y durante el transcurso mismo del Congreso, hubo dirigentes frenteamplistas, concretamente del PDC y del PCU, que desacataron la resolución, públicamente, de dicho Congreso diciendo que el MLN ¡no iba a entrar al Frente Amplio!”. Otra de las afirmaciones fue: “Lamentablemente, compañeros, el PDC, por CX 16 Radio Carve, el sábado pasado a la hora 21, dijo que estaba totalmente de acuerdo con la idea del frente grande, pero, como la había planteado el MLN, entonces, esa idea, lamentablemente, no iba a caminar.

Al final del discurso realizó una síntesis e hizo un planteo claro: a) el frente grande; b) el Frente Amplio; c) construir un movimiento electoral concreto. En el discurso de estos dos oradores podemos percibir la intención fuerte de crear una alianza electoral concreta para el MLN. Prácticamente no dicen nada sobre el programa que debería tener esa alianza. Su interés parece ser acordar con las cúpulas partidarias

El plus del frente grande: su programa

El último orador es quien plantea las propuestas quizá más “pesadas”, o más contundentes, las que hacen mención al “programa mínimo” que debería ser la columna vertebral de toda alianza. Es en esta parte del “acto del Franzini” que podemos pensar que esta propuesta es una propuesta desobediente. En el próximo apartado intentaré demostrar esta afirmación.

En el discurso, Raúl Sendic plantea las siguientes propuestas en forma sintética:

-Distribución de la tierra y mejoras para el trabajador rural.

-Terminar con la banca privada en manos de extranjeros.

-Terminar con la sangría del pago de la deuda externa.

-Volcar los recursos y lo quitado a los especuladores, para un aumento general de salario que traiga el consiguiente ensanchamiento del mercado interno.

-Que las industrias y comercios endeudados con la banca pasen a los trabajadores.

-Que se haga un frente que se comprometa con estas soluciones.

-Que dentro de ese frente se unan las fuerzas afines para darle un impulso a esta salida y a otras más profundas.

Para llevar adelante estas propuestas, el MLN (y especialmente lo remarca Sendic) se dispone a realizar un “trabajo de hormiga”, para lograr “la unidad del pueblo, en sindicatos, grupos sociales, cooperativas, etcétera”. El mismo orador define dónde debería hacerse dicho trabajo: “en los barrios, en el campo [pues allí] conviven enfrentando problemas comunes hombres y mujeres de distintas tendencias […]. Allí están los más sufridos y relegados de la sociedad”. Uno de los puntos de su discurso en que se pone énfasis es la posibilidad de crear un movimiento social amplio que tenga una propuesta y un programa claro de transformación de la sociedad uruguaya, para que los sectores populares puedan tener un mejor modo de vida. Y uno de los puntos que maneja Sendic para mejorar el modo de vida es no pagar la “[…] estafa de la deuda externa. Esa deuda contraída por la dictadura”. Otro de los puntos enfatizados del programa era la extranjerización de la tierra. Así, Sendic planteó: “Nos están entregando el país al extranjero impunemente, compañeros. Ningún gobierno, nunca, había llegado a tanta audacia en la enajenación del país. El gobierno militar le dio un gran impulso a la venta del país –de sus elementos fundamentales– al extranjero. Recibieron un país con un 2% de la tierra en manos de extranjeros y lo devolvieron […] con un 8% del territorio […] en manos del capital extranjero”.

Para contrarrestar esta lógica de extranjerización, se propone comenzar a construir el Movimiento por la Tierra, que, según Sendic, debería defender los intereses de los trabajadores rurales y los pequeños agricultores. Veamos lo que decía Sendic: “Hay que denunciar cómo se le estafa [al trabajador rural] cuando pide tierras y estas se venden a través de embajadas en vez de entregarlas a Colonización. Cómo se le estafa en los salarios, en los pesos, si es pequeño agricultor. Y hoy hay un Movimiento por la Tierra que está en marcha en forma plural”. El sistema financiero también fue parte del discurso, ya que los militares “recibieron un país con un sistema bancario bastante extranjerizado, con un 46% del capital bancario en manos del extranjero, y lo devolvieron con un 83% de capital en esas manos foráneas”.

El primer gobierno de Julio María Sanguinetti profundizó –según Sendic– la venta del país, al votar por ejemplo, la Ley de Zonas Francas(17). De allí que la propuesta de frente grande y la aplicación de su programa se hiciera urgente para detener el avance del modelo capitalista y transnacional. Así lo expresaba Sendic: “La urgencia de una unidad opositora, la urgencia de un frente grande, hoy es para detener esta extranjerización. Extranjerización al capital financiero internacional a través de la venta de tierras en el exterior por las embajadas. Extranjerización por las zonas francas, extranjerización al acatar la política económica decretada por el Fondo Monetario, es el Ejecutivo acatando las directivas de ese Fondo que impide el alza de los salarios”. Para esta propuesta, la construcción del frente grande será mediante la unidad de “los de abajo”, los explotados por el sistema capitalista. Detrás de esta propuesta podemos ver una visión materialista de los procesos sociales, de confrontación social o de lucha de clases.

En contra de esta visión se venían desarrollando discursos por parte de emisores autorizados que descalificaban la propuesta planteada (en este caso) por el MLN por ser un peligro para la democracia y las instituciones que eran aún débiles y las calificaban de “buscar protagonismo personal”, “colocarse en la vereda de enfrente y apedrear el rancho”, “riesgo de estallido social”, “[no] adaptarse a los nuevos tiempos”, “trasnochada”, “sesentista” (Rico, 2005: 89). En cierta medida, este elemento se puede apreciar en el discurso del 1 de marzo de 1985 de J. M. Sanguinetti, al adoptar un tono dramático al referirse a las carencias que tenía Uruguay, afirmando que allí había una “asechanza par la democracia”, y las instituciones estaban en peligro pues podrían desarrollarse conflictos sociales por las luchas en la distribución de la riqueza.

El programa del frente grande, ¿era una propuesta desobediente?

El análisis de la propuesta como fue mencionado anteriormente lo realizaré tomando como clave de lectura la obra de Rico (2005). Allí se propone una línea de análisis sobre el Uruguay posdictadura y pospolítica. A lo largo de la obra se puede leer que la sociedad uruguaya posdictadura ha tenido cambios profundos en los aspectos sociales más concretos, como puede ser la vida cotidiana, la subjetividad, los sueños y también en el sistema político e institucional. Dichos cambios han paralizado la capacidad de respuesta de la sociedad, la han inmovilizado ante las injusticias que se viven a diario, naturalizando, por ejemplo, la fragmentación social que se profundizó a partir de los gobiernos posdictadura.

La obra intenta desarrollar la siguiente hipótesis: “Para asegurar la eficacia del proceso de reinstitucionalización posdictadura, reformular las creencias y recabar la obediencia de los uruguayos, los políticos y gobernantes tradicionales exacerbaron la importancia de los mecanismos subjetivos de construcción del orden político-estatal como orden único y virtuoso” (2005: 174).

El “orden único y virtuoso” era, por supuesto, el orden capitalista, que está organizado en base a la propiedad privada y el individualismo del “hacé la tuya” o “no te metas”. En la obra observamos que Uruguay va acompasando los cambios que se viven a nivel mundial, a través de la globalización. Esto quiere decir que del individualismo se pasa al híper individualismo, que la economía será manejada por los técnicos que responderán al Consenso de Washington y que dejará a un lado a los seres humanos para centrarse en porcentajes, índices y cifras(18).

Es la lógica de la pospolítica, en donde los tecnócratas, los especialistas en opinión pública, remplazan a la sociedad movilizada(19) y a los partidos que compiten por el poder, “de modo que la pospolítica subraya la necesidad de abandonar las antiguas divisiones ideológicas y enfrentar nuevas cuestiones utilizando el saber experto y necesario” (Zizek en Rico, 2005: 111).

Las propuestas presentadas –especialmente en el discurso de Sendic– en el estadio Franzini muestran una posición contraria a la de sometimiento o a la obediencia ciudadana, planteada por los políticos tradicionales. El mero hecho de plantear en una tribuna pública propuestas que fueron elaboradas por los “rehenes” de la dictadura y no por técnicos puede llevar a pensar en la desobediencia y que este movimiento se resistía a entregar un campo de acción para cambiar la realidad social del país. Así, mencionamos la propuesta del no pago de la deuda, que se contrapone al “honrar la deuda” o al planteo de J. M. Sanguinetti, que afirmaba: “Si tenemos en cuenta esos números, no es posible pensar en pagar la deuda sino a través del crecimiento de una economía que se tiene que empezar a reactivar. Por supuesto, esto es siempre difícil de lograr”(20). Como es evidente, no pagar la deuda externa no estaba en la propuesta del presidente Sanguinetti.

Por otro lado, la propuesta de frente grande plantea que es necesario cambiar de orden social, pues el país estaba siendo “entregado” al extranjero. Esto choca de frente con la propuesta de conceder zonas francas a los inversores y con la ley forestal impulsada en el mismo gobierno de Sanguinetti, como vimos líneas arriba. El rechazo es evidentemente un acto de desobediencia respecto del sistema capitalista impulsado y sostenido por las Instituciones Financieras Multilaterales en acuerdo con los gobiernos posdictadura(21).

En indudable medida el discurso del Franzini muestra una intención de ruptura y desobediencia con el sentido común imperante, con el cual los gobernantes van creando lo que es permitido decir, lo que vale decir, lo respetable y racional. De esta manera, los gobernantes intentan que los gobernados no escapen de ese sentido y queden atrapados en las visiones acríticas, ingenuas, que brinda dicho sentido. Este sentido común es el discurso político del Estado y éste, a su vez, es la ideología del poder. La eficacia social del sentido común se explica –según Rico– “porque la actividad política pasó a ocupar un lugar muy secundario en la vida de las personas. […] La gente común […] parece estar cada vez más restringida a un ámbito estrecho e inmediato donde desenvuelve sus rutinas de sobrevivencia laboral o convivencia familiar”. Y agrega el autor: “[es la] transformación del ciudadano en votante […] ciudadanía política conformista o pasiva […]” (Rico, 2005: 85).

De aquel Uruguay “politizado” (de ruedas de café en las que se discutía sobre todo lo que pasaba, en que los obreros y estudiantes se movilizaban para reclamar por sus derechos, en que la educación era disputada por visiones ideológicas encontradas, en que los docentes y estudiantes exigían autonomía y el Poder Ejecutivo reaccionó “interviniendo”, etcétera) y activo políticamente sólo quedarán los relatos “nostálgicos”. Y es que esta transformación de Uruguay llegó impulsada, por ejemplo, desde el mismo presidente de la República, quien se preguntaba: "¿Qué es lo que más nos perfiló y distinguió? ¿Qué es lo que nos hizo sentir más uruguayos en los tiempos en los cuales forjamos nuestra personalidad todos los que estamos aquí? Ese sentimiento que a veces la nueva generación que hoy se aproxima a la vida no entiende cuando nos oye hablar, que no nos comprende cuando nos referimos a un Uruguay que a ellos les cuesta entender, a un Uruguay sin temor, sin autoritarismo, en el que cualquiera podía entrar a cualquier lugar sin sentir que el adversario político era un enemigo personal, sin sentir que el que pensaba distinto era alguien con quien había necesariamente que enfrentarse (Sanguinetti, 1985)."

Con este tipo de discursos se fue generalizando la idea de la tolerancia respecto de los adversarios políticos; la idea de no discutir ni plantear ideas que llevaran a una confrontación, pues eso no es parte del “sentir uruguayo”. También siguiendo la misma obra de Rico, debemos pensar que el discurso del Franzini se realizó antes de la derrota simbólica de la izquierda que se hace evidente a partir de la década de 1990(22). Hasta 1989, los movimientos sociales y el movimiento popular lograron una movilización importante.

El discurso realizado en el Franzini tuvo oídos atentos a la lógica que lo estructuraba; quizá por ello se pudo ver mucha gente ese día.

Luego de 1989 las consignas y los oídos “cambian” y: "muchos militantes de izquierda no se [sentirán] ya interpelados por las palabras de sus dirigentes […]. En tanto, los conceptos y definiciones clásicas perdían significado político y social para interpretar el horror del terrorismo de Estado y las nuevas condiciones de lucha, polemizar con el liberalismo dominante y entusiasmar colectivamente a la militancia joven, las palabras como signos quedaron reducidas a su función más primaria: operar como anclajes afectivos de las personas en torno a sus viejas identidades políticas y biografías” (Rico, 2005: 78-79)."

Un punto que resulta interesante pensar es el de los efectos del discurso del Franzini. Como fue planteado anteriormente, el poder tiene efectos de verdad (Foucault, 1998), crea realidad. Este discurso buscaba alterar el orden establecido, era un discurso que pretendía construir y convertirse en contrahegemónico, por tanto no poseía “emisores confiables”, no hablaba un “experto” o un “técnico”. Todos estos motivos llevarán a que el discurso y las propuestas realizadas en el Franzini sean desestimadas por las autoridades, no sean tenidas en cuenta por ser consideradas “irracionales”, “nostálgicas”: estaban “fuera de época”. Las continuas desestimaciones de propuestas alternativas irá construyendo el inmovilismo social, irá marcando al cuerpo social en su conjunto, quedará en el imaginario colectivo:

Se trata no sólo de descalificarlas [a las propuestas críticas y/o alternativas –como la presentada en el Franzini–] como ‘irracionales’, ‘demagógicas’ o ‘fuera de época’, sino también del uso reiterado de argumentos del tipo ‘no se puede’ (otorgar tal o cual demanda) o ‘igualmente nada va a cambiar’ (por más paros, huelgas o medidas de lucha que adopten los trabajadores o estudiantes). Estos argumentos esgrimidos durante tantos años [desde 1985] alientan al pesimismo democrático respecto de las propias fuerzas de la sociedad, a la racionalidad de su experiencia, a la validez de demandar colectivamente. Así se va determinando el sinsentido de la voluntad social, la irracionalidad del conocimiento popular acumulado, la insensatez de la acción colectiva y organizada para generar cambios en la realidad uruguaya posdictadura” (Rico, 2005: 103).

Frente a la opción colectiva de los cambios sociales, en los años noventa se instalará una lógica individualista de éxito personal reforzada también desde el presidente de la república (esta vez L. A. Lacalle). Dicho presidente se preguntaba: "¿Cuál será la palanca, el motor de esa transformación? Será, como vuelve a ser en todas las latitudes, el espíritu de iniciativa, de inventiva, el coraje y el ánimo de emprendimiento. Caducados los moldes ideológicos, estallado en mil pedazos el vano intento de clasificar y etiquetar afanes y esperanzas, retoma protagonismo como motor de naciones y de hombres la vocación de progreso connatural con el ser humano” (Lacalle, 1990)."

Con este tipo de discursos y pidiendo la liberalización total de la economía para poder competir libremente es que se instalará la manera de hacer política en la posdictadura. Se deberá mirar para adelante, no para atrás, pues los promotores de la pospolítica planteaban que había un mundo nuevo para conquistar. El país debía actualizarse –modernizarse– y dejar de una vez y para siempre los aspectos que ataban a Uruguay al pasado.

Por los motivos antes descriptos podemos decir que la tesis hegemónica logra imponerse en el ámbito social mayoritario y que las propuestas como las del frente grande –que formarían parte de la tesis crítica– no logran concretarse en un proyecto alternativo.

*Héctor Altamirano es Profesor de Educación Secundaria.

Notas

1. Como plantea Hinkelammert: “La realidad social no es una realidad a secas, sino una realidad percibida bajo un determinado punto de vista. Podemos percibir solamente aquella que nos aparece mediante las categorías teóricas usadas. Recién dentro de este marco los fenómenos llegan a tener sentido […]. El marco categorial que usamos para interpretar la realidad nos permite ver ciertos fenómenos y no otros; asimismo, concebir ciertas metas humanas y no otras (Hinkelammert, Las armas ideológicas de la muerte, 2ª ed. DEI, 1981, p. 1).

2. Véase Rey Tristán (2003: 63-128).

3. Un ejemplo de esto es la introducción general que realiza G. Caetano (dir) en 20 años de democracia. Uruguay 1985-2005: miradas múltiples, Taurus, Ediciones Santillana, Mdeo, 2005. El punto número 2 de dicha introducción general se llama “La reestructura política: ciclos del proceso gubernativo” (19-48); el punto 3 se denomina “La reestructuración política: elecciones, partidos, institutos de democracia directa” (48-59); y el punto 4 se titula “El triunfo de la izquierda. Razones y desafíos” (59-73).

4. G. Caetano afirma lo siguiente: “Veinte años nos separan del fin de aquellos años oscuros de la dictadura. Y como suele ocurrir con la cronología, el registro numérico no parece coincidir con la densidad, la profundidad y la significación de los acontecimientos políticos ocurridos durante este período. La percepción subjetiva de la memoria cívica que anida en cada ciudadano con seguridad comparte esa sensación de simetría entre las cargas del tiempo histórico y las del tiempo de la memoria” (2005: 15; el destaque es mío). La frase destacada es la que nos permite pensar que Caetano piensa-siente que la dictadura terminó y que, como tal, no tiene consecuencia luego de asumido el primer gobierno democrático de J. M. Sanguinetti. A partir de la asunción, la dictadura quedó atrás.

5. “Si bien los golpes de Estado y las dictaduras tienen efectos inmediatos con relación al orden político y social preexistente, trascienden su propia temporalidad (en nuestro caso 1973-1984) para generar efectos de realidad en el orden institucional que emerge luego de las mismas, en la etapa posdictadura (1985-2005)”. Por otro lado, “la dictadura abarca también otras manifestaciones socioculturales que perduran en el tiempo, al margen de los regímenes políticos, condicionando los procesos de reconstrucción de la institucionalidad democrática y difuminando la violencia entre las formas de convivencia de los uruguayos en el presente” (Rico, 2005: 121).

6. Discurso J.M. Sanguinetti, 1 de marzo de 1985. En Selección de textos para la enseñanza de la historia reciente. Selección historiográfica y documental. Cronología. El destaque es mío.

7. Como se señaló anteriormente, mucho se desconoce sobre esta organización. Sus orígenes son difusos y no han sido aclarados por los múltiples autores que han estudiado el tema. La versión más difundida sobre la construcción de este grupo armado es el testimonio de Fernández Huidobro Historia de los tupamaros. Rey Tristán construye en base a esto su relato y plantea como un momento de inflexión La reunión en parque del plata (2005: 107). En cierta medida, los relatos son construidos desde Montevideo; los autores de los relatos, por lo tanto, tienen una visión parcial de los acontecimientos. Prácticamente nada sabemos de relatos o construcciones con un lugar de enunciación que no sea montevideano y de los sectores medios de la sociedad. Este detalle parece no ser menor cuando los grupos que integraban El coordinador articularon sus esfuerzos –en principio– para apoyar los reclamos de los trabajadores rurales.

8. En testimonios recientes se plantea que el liderazgo al salir de la cárcel no fue aceptado de manera sencilla y menos aún “natural”. Así, podemos saber que “finalizado el aislamiento en setiembre de 1984, el intercambio de ideas y opiniones ganó en fluidez, y el humo blanco santificó varios acuerdos. Sin embargo, las contradicciones personales fueron más fuertes que la fraternidad, impidiendo delimitar claramente las diferencias políticas que teníamos. En marzo de 1985 los rehenes salíamos abrazados, pero las ambiciones no explicitadas ya estaban haciendo su trabajo de zapa, agudizando los enfrentamientos con Raúl [Sendic]. El debate de ideas que se necesitaba dejó lugar a las encarnizadas pujas de poder” (Zabalza, 2010: 19; el subrayado es mío.)

9. Se puede apreciar esta afirmación en Blixen (2000: 49-74); también en Fernández Huidobro (1987:109-135) y Campodónico (1999: 145-153).

10. Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado.

11. Romano plantea lo siguiente: “El análisis de las circulares emanadas del Consejo [de Secundaria] interventor nos parece importante realizarlo sobre un marco de un nuevo proyecto político-pedagógico. Esta es una hipótesis que nos interesa demostrar” (2010: 79).

12. “Hay que dejar de describir siempre a los efectos de poder en términos negativos: “excluye”, “reprime”, “rechaza”, “censura”, “disimula”, “oculta”. De hecho el poder produce; produce realidad, […] y rituales de verdad” (1998: 198).

13. Yaffé plantea cinco hipótesis plausibles, una de ellas es que: La dictadura no implantó un nuevo modelo, sino que profundizó la implementación de un paradigma económico que se venía ensayando desde fines de 1959 (2009: 176).

14. Es válido recordar que el 4 de diciembre de 1985 Búsqueda publicó una Declaración de las Fuerzas Armadas que fue leída por J. M. Sanguinetti el 1 de diciembre con sus asesores y líderes de la oposición que contenía amenazas claras de una posible “vuelta” al pasado dictatorial. Sin duda, en esta nota se aprecia una violación a la Constitución, porque las Fuerzas Armadas tienen prohibido pronunciarse públicamente. Pese a saberlo, los mandos de las Fuerzas plantean que “conscientes de las limitaciones legales y reglamentarias que los rigen, estiman que es su deber el apartarse por una vez del silencio mantenido y quisieran hacer de público conocimiento su pensamiento y su sentir”. En lo sustancial, el planteo es el siguiente: “Desean y sienten [las FFAA] que todo el pasado signado por el desencuentro y la violencia debe quedar atrás y sólo estar presente en la memoria para que no se repita lo sucedido, bajo ninguna de sus formas, en la noble tarea de construir futuro”.

15. Sin embargo, en diciembre de 1970 el MLN hizo pública “La declaración del MLN (Tupamaros) ante la formación del Frente Amplio”. En el punto cuatro decía: “El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) entiende positivo que se forje una unión de fuerzas populares tan importantes”. En su punto cinco decía: “Al apoyar al Frente Amplio entonces, lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras y de que su labor no empieza ni termina con las elecciones”. Siguiendo esa lógica de pensamiento, en el último punto del documento se puede apreciar que no reniegan de la lucha armada, al afirmar lo siguiente: “La lucha armada y clandestina de los tupamaros no se detiene”. (Marcha, 8.1, p 7).

16. La solicitud del MLN de ingreso al FA fue el 11 de abril de 1986.

17. Analizando las principales políticas en materia económica en el período 1985-2000, Antía destaca que “la política de fomento a la inversión se sustentó principalmente en los estímulos provistos por las Leyes de Promoción Industrial de 1974 (mediante la Ley de Inversiones después de 1988) […]. Paralelamente, se dispusieron otros regímenes especiales de fomento a la inversión, entre los que se destacan los de Zona Franca, forestación”. Y agrega: “Resulta claro que [los efectos de esos regímenes sobre las decisiones de inversión] fueron intensamente utilizados por los inversores y que en algunos de los sectores considerados […] la inversión realizada al amparo de esos mecanismos fue especialmente cuantiosa” (2003: 137).

18. Al respecto parece interesante el planteo de Bolón, cuando expresa: “La escasa actividad metalingüística y la consiguiente invisibilización del lenguaje redundan en la pobreza interpretativa, en el machaque de lo consabido, en la celebración de lo obvio y pronto para su repetición, sea bajo forma consensual, sea con visos escandalizadores. El retiro del lenguaje –su desconsideración activa– redunda también en el exitoso copamiento del saber que realizaron la cifras, los porcentajes, las estadísticas y las gráficas” (2009: 12). Prueba de esto son los “análisis” de las encuestas que explican todo lo que sucede en la sociedad.

19. Es válido recordar que el movimiento obrero y el estudiantil en Uruguay durante la década de 1960 fueron muy activos y críticos para enfrentar la crisis social y económica que se vivía por aquellos años; esto cambiará en la posdictadura.

20. Discurso J. M. Sanguinetti, 1 de marzo 1985. En Selección de textos para la enseñanza de la historia reciente. Selección historiográfica y documental. Cronología.

21. Estas institituciones son BID; BM y FMI. Con esta última es que el primer gobierno de J. M. Sanguinetti suscribe la Carta de Intención en setiembre de 1985. En ella se expresa el siguiente objetivo central: la reactivación sostenida mediante políticas tendientes a reducir la inflación, disminuir el déficit del sector público y fortalecer la balanza de pagos. Según esta orientación teórica, los mecanismos de control de la demanda (gasto público, salarios, crédito interno) son jerarquizados entre las acciones para conseguir el equilibrio interno y externo. (Macadar, 1992: 36).

22. El autor distingue tres derrotas de la izquierda en el Uruguay de la historia reciente: 1) la derrota militar se da en 1972 con la caída de Raúl Sendic; 2) la derrota política se da se da el 11 de julio de 1973 con el levantamiento de la huelga general; y 3) la derrota simbólica radicada en la lucha por el sentido de las palabras y de la historia. En ésta juegan un papel central la aprobación de la Ley de Caducidad y la derrota en 1989 del voto verde y amarillo. (Rico, 2005: 19).

Bibliografía

Acosta, Yamandú. Filosofía latinoamericana y democracia en clave de derechos humanos, Mdeo, Nordan, 2008.

Amarillo, M. El movimiento de derechos humanos en el Uruguay, en Cuadernos de Serpaj Nº 4, Mdeo, julio 1988.

Antía, Fernando. La economía uruguaya desde el restablecimiento de la democracia (1985-2000), en El Uruguay del Siglo XX. La economía, Mdeo, Instituto de Economía-EBO, 2001.

Blixen, Samuel. Sendic. Trilce, Mdeo, 2000.

Bolón, Alma. Onetti en la calle, Amuleto, Mdeo, 2009.

Broquetas, M; Wschebor, I, El tiempo de los militares honestos, en A. Marchesi, V. Markarian, Á. Rico (comp.) El presente de la dictadura. Estudios y reflexiones a 30 años del golpe de Estado en Uruguay, Trilce, Mdeo, 2004.

Campodónico, Miguel. Mujica, Fin de Siglo, Mdeo, 1999.

Cosse, Gustavo. Clase obrera, democracia y autoritarismo, en Filgueira, Carlos (comp.). Movimientos Sociales en el Uruguay de hoy. CLACSO-CIESU-EBO, Mdeo, 1985.

Demasi, Carlos. La caída de la Democracia. Cronología comparada de la historia reciente del Uruguay (1967-1973), FCU-CEIU, Mdeo, 1995.

Demasi, Carlos. Un repaso a la teoría de los dos demonios, en A. Marchesi, V. Markarian, Á. Rico (comp.) El presente de la dictadura. Estudios y reflexiones a 30 años del golpe de Estado en Uruguay, Trilce, Mdeo, 2004.

Demasi, Carlos; Yaffé, Jaime (coord.) Vivos los llevaron… Historia de la lucha de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecido (1976-2005). Mdeo, Trilce, 2005.

Demasi, C; Markarian, V; Rico, Á. Selección de textos para la enseñanza de la historia reciente. Selección historiográfica y documental. Cronología. ANEP.

Demasi, Carlos. La evolución del Campo político en la dictadura, en AAVV, Mdeo, EBO, 2009.

Fernández Huidobro. Historia de los tupamaros, Tres tomos, Mdeo, TAE, 1987.

Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, S XXI, Bs. As, 1998.

Gatti, Gabriel. El detenido desaparecido. Narrativas posibles para una catástrofe de la identidad. Trilce, Mdeo, 2008.

González, Luis. Transición y restauración democrática, en Gillespie y otros, Uruguay y la democracia, EBO, Mdeo, Tomo 3, 1985.

Lesgart, Cecilia. Usos de la transición a la democracia. Ensayo, ciencia y política en la década del 80. Homo Sapiens, Rosario, 2003.

Lessa, Alfonso. La revolución imposible, Fin de Siglo, Mdeo, 2004.

Macadar, Luis. Restauración democrática y política económica, EBO, Mdeo, 1992.

Marchesi, Aldo. ¿“Guerra” o “terrorismo de estado”? Recuerdos enfrentados sobre el pasado reciente uruguayo, en E. Jelin (comp.) Las conmemoraciones en las fechas “in-felices”, S XXI, España-Argentina, 2002.

Marchesi, Aldo. “Una parte del pueblo uruguayo feliz, contento, alegre”. Los caminos culturales del consenso autoritario durante la dictadura, en AAVV, Mdeo, EBO, 2009.

Notaro, Jorge. La batalla que ganó la economía (1972-1984), en El Uruguay del Siglo XX. La economía, Mdeo, Instituto de Economía-EBO, 2001.

Pittaluga, Roberto. Miradas sobre el pasado reciente argentino. Las escrituras en torno a la militancia setentista (1983-2005) en M. Franco y F. Levin (comp.) Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción. BsAS, Paidós, 2007.

Rey Tristán, Eduardo. A la vuelta de la esquina. La izquierda revolucionaria uruguaya (1955-1973), Fin de Siglo, Mdeo, 2006.

Rico, Álvaro. Del Estado de Derecho al Estado de Policía. Uruguay 1967-1973, en AAVV, Estado de Derecho y Estado de excepción. Alemania y Uruguay: las décadas violentas, Mdeo, I. Goethe -F de Derecho- Trilce, 1999.

Rico, Álvaro. Cómo nos domina la clase gobernante. Orden político y obediencia social en la democracia posdictadura. Uruguay 1985-2005. Mdeo, Trilce, 2005.

Rico, Álvaro. De héroes y traiciones en la épica sesentista, en Demasi-Piazza (comp.) Los héroes fundadores. Perspectivas desde el Siglo XXI, Mdeo, CEIU-FHCE, 2006.

Romano, Antonio. De la reforma al proceso. Una historia de secundaria (1955-1977), Mdeo, Trilce, 2010.

Yaffé, Jaime. Proceso económico y política económica durante la dictadura (1973-1985) en AAVV, Mdeo, EBO, 2009.

Zabalza, Jorge. Raúl Sendic, el tupamaro. Su pensamiento revolucionario, Mdeo, Letraeñe, 2010.

Fuentes

Discursos pronunciados en Acto del MLN Tupamaros en el Estadio Franzini el 19/12/1987.

Discurso L. A. Lacalle, 1 de marzo de 1990. En Selección de textos para la enseñanza de la historia reciente. Selección historiográfica y documental. Cronología.

Sanguinetti, J. M. 1 de marzo de 1985. En Selección de textos para la enseñanza de la historia reciente. Selección historiográfica y documental. Cronología.

bottom of page