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  • Silvina Pachelo*

La Red de Kim Ki Duk


Imagen: afiche de "La Red", de Kim Ki Duk.

La política es la Tragedia de una época que ha perdido a sus Dioses.

Napoleón

Y de nuevo Kim Ki Duk, el director Sur Coreano, el mismo que filmo, El arco, El tiempo, Samaritan Girl entre tantos otros films, regresa con La Red.

La película comienza en Corea del Norte y termina en Corea del Norte, pero es en Corea del Sur donde la película encuentra mayor tensión, y justificará (a mi parecer) lo que el director quiere develar. Un conflicto político, que encuentra su curso en esta odisea narrativa para contarnos el drama de un trabajador que a partir de un accidente (destino) se ve atrapado sin salida. No hay intermediarios, no hay meta mensajes ni subjetividades al respecto. El espectador será cómplice de este drama, sin identificación posible. La Red nos mete en un conflicto político entre las dos Coreas, que se disputa en los cuerpos (víctimas involuntarios)de sus protagonistas. Los personajes en el cine de Kim Ki Duk son disfuncionales, marginales, no hay lugar en el mundo para estos, pero a la misma vez necesitan sobrevivir al sistema, sea comunista o neoliberal, sean viejos o jóvenes, pobres o ricos. La frontera es la herida que no para de sangrar. Una Corea dividida hace años, en Norte y Sur, que revela cómo viven unos y los otros.

No hay texto sin contexto

La historia comienza en 1945 con la rendición japonesa de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1945 Corea era una colonia de Japón. Tras la rendición de Japón en 1945 los Aliados de la Segunda Guerra Mundial dividieron la península coreana por el paralelo 38, quedando en el norte las tropas soviéticas y en el sur las estadounidenses. En 1948 la península coreana se divide en dos entidades políticas: la República de Corea (Corea del Sur) y la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte).

En 1950 comienza el conflicto de la división, entre un país capitalista y otro comunista. En esa guerra, Corea del Sur acudió en ayuda de EE.UU., mientras las Fuerzas Armadas de China y las tropas de la URSS estaban al lado de Corea del Norte. Tras intensos combates en 1953, ambos estados celebraron un acuerdo de alto el fuego, aunque no se hizo un tratado de paz. Según este acuerdo Corea del Sur y Corea del Norte están divididas por la línea de demarcación militar en ambos lados de la zona desmilitarizada, de una anchura de 4 kilómetros. Estos acontecimientos son el principio de un sinfín de acontecimientos bélicos que se vienen dando entre una Corea y la Otra.

Una Corea dividida, atravesada por una línea imaginaria, como toda frontera, donde sus habitantes son víctimas y están captados en una Red, la de la corrupción, la denigración, que trasciende la idea de comunismo o capitalismo. O en todo caso una polaridad que encuentra sus contrapuntos en sus polos.

El 20 de diciembre nace Kim Ki Duk en una zona montañosa en el Sureste de Corea del Sur. Un padre militar y violento, Kim Ki Duk recuerda los trabajos en fábricas, en lugares hostiles alienantes, y sofocantes que reaparece en muchas de sus su película. El arte permite sublimar, y parece que en este director la regla se cumple. En 1982 se hace marin, donde la violencia no cesaría. Sera en una Iglesia Bautista donde Kim encuentre su vocación de pintor y luego director cinematográfico.

La vida del joven está bajo la órbita de una vida de demandas, violencia, sensibilidad que será la materia prima en sus films. Son sus diarios, los que se reflejan en muchas de sus películas. Los personajes son piezas de rompecabezas que a medida que pasan los segundos se van armando en plena descomposición.

La desolación sin retorno

Para hablar de La Red, me gustaría pensar en Dirección Desconocida, uno de los films más desoladores y violentos de Kim. Tres relatos, conmovedores e insoportables. Ante tanto infierno nos sentimos ridículos, y expuestos a una realidad lejana, o queremos creer eso para sufrir lo menos posible. Son los fantasmas, que vuelven en sombras errantes. Son los restos de la guerra, los traumas de un país desbastado, consumido en la miseria donde se sobrevive comiendo perros. Y no esta tan lejos Saló, de Pier Paolo Pasolini, que muestra la miseria humana, un testamento de los años del Fascismo Italiano, que en palabras de Roland Barthes, sería la última tentativa para los amos, en decadencia, de gozar de poder. Son los amos los que desean desear, dice Pasolini.

La Red, expone el conflicto de dos Estados, y de quienes los habitan. Hombres fanáticos, alienados, cobardes y mujeres sumisas. Como en Saló, no hay verdugos y víctimas, hay una RED que se corrompió, que son las victimas las que mantienen el deseo del amo.

Nam Chul-Woo es el protagonista de esta pesadilla Kafkiana. Un hombre que trabaja cazando peces, una tarde falla su motor y la red queda atrapada. Su bote a la deriva cruza la línea (impuesta por hombres) y cruza (sin querer) el límite fronterizo.

Nam Chul Woo, es capturado en la Corea del Sur considerado un espía comunista. El protagonista la pasa muy mal, recibe los tratos que se le dan a un supuesto espía, es víctima de todas las frustraciones de los propios captores, y siempre hay un buen hombre que se apiada de él, le da atención, lo defiende, e intenta convencerlos de que no es ningún espía. Ya el filósofo francés Rene Girard dice, que a una cultura violenta pertenece quien participa real o simbólicamente en el sacrificio del chivo expiatorio, con cuya expulsión del interior de la comunidad retornan al grupo la tranquilidad de una conciencia recta y la paz del postestres. Volver al orden tras un acto violento, a un orden distendido y una solidaridad acrisolada. Nam Chul Woo, el protagonista de La Red es ese chivo expiatorio, victima, integrador involuntario de la justificación de la violencia y el crimen, de la corrupción y la barbarie.

La frontera, es la que produce la herida en el protagonista, la herida moral, la decepción de una construcción voluntaria y de fidelidad nacionalista, que se derrumba cuando logra ser liberado. La Red, es la metáfora del himno nacional, de la bandera, de la sangre, de cerrar los ojos para no ser seducido por los brillos del capitalismo, aquellos que le devolverá el oscurecimiento del mundo en esa habitación con su hija y una mujer desolada tras la ausencia y el martirio de un hombre luego de sufrir el desgarro y la humillación de sus hermanos, de su Patria. El protagonista que colgara en su pecho la bandera de ¨¨no traicionaras a tu patria¨¨, es un objeto residual, para el mundo que lo habita.

Llegando al final de la película, y sin contar lo que sucede, Kim Ki Duk, nos deja a un hombre, que para aliviar su drama ve en su propia filosofía Kármica el caos que vive. Un hombre que caza peces con una red, es un hombre que mata. Es el karma de un hombre que vive lo que se ha señalado, el retorno inexorable de lo idéntico.

En la rueda de la causalidad Kármica, en primer lugar se castiga la ignorancia.

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