Imagen: "Las ramblas" (Oswaldo Guayasmín)
"El arte es una mentira que nos permite descubrir la verdad" Pablo Picasso
Tenía que verificar la fecha exacta de la muerte de Rodney Arismendi. Vi que fue el 27 de diciembre de 1989, ¡día de mi cumpleaños! Quería el dato para compararlo con el fin de la Unión Soviética. Le sobrevivió exactamente dos años y un día, fue disuelta el 28 de diciembre de 1991.
Introducción. Conocen a Galeano, no saben que es discípulo de Trías
En setiembre 2016 presenté en un encuentro de historia marxista latinoamericana en Córdoba (Argentina) un trabajo llamado "La polémica estratégica sobre el camino al socialismo en el Uruguay entre modelos. 1954-1973". Fue publicada en tres entregas por Hemisferio Izquierdo, junio, julio y agosto de 2017. En ese trabajo me ocupé de varios autores uruguayos de ese período, pero principalmente de Vivían Trías. Era inevitable referirse a su polémica con Rodney Arismendi,de modo que hablé también de él, haciendo una crítica muy dura a sus ideas, y entre otras cosas dije que nunca fue un verdadero teórico. Recibí una respuesta, también era inevitable.
Fui muy duro también con Trías a quién sí considero un teórico, dije que fue un teórico en el mal sentido pues -a diferencia de Arismendi- como político práctico fue un fracaso.
En noviembre Hemisferio Izquierdo publica un trabajo de Alexis Capobianco, "La concepción de Rodney Arismendi sobre las vías al socialismo" cuestionando mi planteo.
En primer lugar cabe destacar lo centrado y medido de la respuesta de Capobianco, tan diferente al estilo usual de algunos autodesignados "revolucionarios". Sería un crimen desperdiciar la oportunidad, que no abundan, para una polémica seria. No lo conozco, parece discrepar con la orientación actual del PCU pero no entra en detalles, y es evidente que conoce muy bien la obra de Arismendi. Me apoyaré en su interesante selección de citas.
Andamos desenchufados. Leí sin entusiasmo los principales libros de Rodney y varios artículos suyos en la revista Estudios. Y estudié los documentos oficiales del PCU de su autoría. Nunca me interesó ni me atrajo, nunca le tuve simpatía.
En cambio de Trías leí casi toda su obra, mucho más extensa que la de Arismendi, más rica, y por cierto más original. No es que la comparta, mucho menos que comparta su práctica política y sus actitudes personales en algunos momentos, pero encontré en su obra mucho para aprender. Alexis no lo cita directamente, cita a autores que leyeron a Trías. Andamos, como dije, desenchufados, pero eso no es impedimento para el intercambio.
Lo sería si el problema fuese comparar las fórmulas en el pizarrón de estos dos autores, en los cuales Alexis encuentra muchas más semejanzas mientras yo pongo el acento en las diferencias. Pero sería hacerles un dudoso honor a ambos suponerlos un par de dogmáticos emperrados en discutir en abstracto y defender puntos y comas de su respectivas recetas, viendo así los planteos de cada uno.
Lo que importa no es lo que dijeron sino la realidad de la que hablaron; hablaron de los mismos temas, discutieron, y la realidad laudó. No importa quién era el más brillante o erudito ni si lo que decían era parecido o diferente, importa qué pasó con eso que dijeron. Y es en ese sentido que quiero retomar el problema.
Muy acertadamente Alexis plantea que Arismendi se centra en la relación entre los conceptos “revolución socialista” y “revolución democrática”. ¿Qué quieren decir?
En ese encuentro de historiadores en Córdoba el tema central era “La revolución democrático-burguesa en América Latina, ayer y hoy”. Yo allí llegué a una conclusión: nunca hubo una revolución democrático-burguesa en nuestro continente, la revolución democrática fue antiburguesa, la revolución burguesa fue antidemocrática, resultaron incompatibles y no hay ningún espacio común entre una y otra ni puede haberlo.
Pondré ese concepto en concreto: la revolución haitiana. ¿Tiene sentido hablar de una “revolución democrática” que no aboliese la esclavitud? ¡Ninguna de las revoluciones del continente lo hizo, Artigas tampoco! Y la única revolución que lo hizo fue hecha contra toda la burguesía. Iremos desarrollando esta idea.
Ese encuentro quería abocarse al “marxismo latinoamericano heterodoxo”, una etiqueta que me resulta tan poco útil como las otras, por ejemplo la de “marxista-leninista”. El espacio político en que me moví hacia el final del período que mi trabajo estudiaba, se refería a sí mismo de vez en cuando como “marxista y leninista”, y más generalmente tan solo “marxista” (¿fui yo que hablé de no andar peleando por puntos y comas?).
En ese encuentro de Córdoba (como en otros similares en los que estuve anteriormente) vi lo poco que se sabe de Uruguay en nuestros países vecinos, de la izquierda uruguaya, de la teoría política en Uruguay. Gente con sólida formación académica no conoce, por ejemplo, a Carlos Real de Azúa. Tuve que hacer una panorámica sobre eso, para centrar las polémicas.
Rodney fue Primer Secretario del Partido Comunista Uruguayo entre 1955 y 1987, y su conductor ideológico. Aproximándonos gradualmente al tema, si queremos destacar dos puntos de su pensamiento, sería: (a) fue un defensor de la Unión Soviética y de la orientación del gobierno soviético en todo ese período; (b) fue un fundador del Frente Amplio.
Dejaremos lo segundo para más adelante porque se refiere a nuestro tema central de hoy. Pero aunque lo primero no es tema de esta discusión con Alexis, no puedo evitar decir algo en esta introducción.
La vida del PCU estuvo curiosamente ligada a la URSS. En nuestro “La polémica estratégica…" incluimos un capítulo “El caso de los cumpleaños cambiados” en el que sostenemos que sería mucho más lógico que el PCU fijase su origen a comienzos del siglo XX como lo hace el PS, y que éste en cambio lo fijase en la década del 20:
“El actual Partido Socialista Uruguayo dice haberse fundado en 1910, el Partido Comunista Uruguayo en 1920. Poner fechas en los procesos históricos siempre es discutible pero en este caso es claramente falso. Más ajustado a la verdad sería intercambiar esas dos fechas.
Si es por formación de un partido político con continuidad, el Centro Obrero Socialista es en 1904. Un año después se llama Centro Carlos Marx, señalando una tendencia. En 1910, con una alianza con un efímero Partido Liberal los socialistas (ya ‘Partido’) entran al parlamento con un diputado, Emilio Frugoni. No el día en que se organizan los obreros, o en que definen su programa anticapitalista, o logran una herramienta organizativa con continuidad, sino el día en que llegan al parlamento, será el recordado como ‘fundación’.
En 1921 el Partido Socialista tuvo un congreso para discutir la adhesión a la Internacional Comunista (IC), se divide en dos sectores, la votación aprueba el ingreso por 1007 contra 110. La discusión principal fue sobre las ‘21 condiciones’ de la IC, y la condición de cambiar el nombre del Partido. Los socialistas uruguayos se pasan a llamar ‘Partido Comunista’. La historia posterior mostró que esas ‘21’ fueron un error en muchos aspectos, una visión eurocéntrica de los bolcheviques. En América Latina, ignorada por ellos, tuvo consecuencias negativas.
La minoría que perdió el congreso capitaneada por Frugoni aceptaban el ingreso con reparos, a condición de esperar el desarrollo de los acontecimientos. Si se hubiese conservado el nombre ‘Partido Socialista’, no hubiese tenido espacio político inmediato. El dogmatismo de la mayoría les hizo un regalo que se apuraron a aprovechar.” [...]
“Los que ganaron el congreso cambiaron el nombre por ‘Partido Comunista’. Un error político coyuntural, y un error conceptual genérico. En nuestro continente los socialistas eran partidos obreros recién creados en sociedades que iniciaban su desarrollo político. No habían cometido traiciones ni llegado al gobierno, apenas conseguían alguna banca en el parlamento. En todos había luchas de tendencias, pero generalmente dominaban las corrientes revolucionarias, iban madurando lenta pero firmemente. Correspondía aprovechar al máximo esa ventaja excepcional haciendo caudal de la tradición de partidos obreros independientes y avanzar paso a paso con la clase trabajadora.
¿Y por qué el Partido Comunista, heredero legítimo del partido obrero fundado hace más de cien años, no reivindica ese origen y en cambio fecha su fundación diez años después renunciando a su historia previa? Si se quisiese reivindicar hoy aquella intransigencia de las ‘21’ deberían irse del Frente Amplio, que hoy integran. En vez de reivindicarla ritualmente, en aquel tiempo equivocadas, deberían aplicarlas hoy, cuando sí tienen sentido”.
Hasta aquí me he citado a mí mismo. El único sentido de traer acá esta particular visión, que nadie comparte, es señalar hasta qué punto el PCU consideró que su vínculo a la URSS era lo más importante de su identidad, más aun que su vínculo a la clase obrera uruguaya. La URSS ya no existe, y eso ha sido un problema de identidad para el Partido, pero no le concierne a Arismendi, que murió antes.
Rodney incluso vivió diez años en la URSS cuando, estando preso bajo la dictadura militar, fue expatriado dentro de lo que tal vez haya sido un acuerdo comercial entre los dos países. “En la Unión Soviética brinda ciclos de conferencias y realiza trabajos de investigación que asientan su imagen de teórico de primer nivel en el terreno de la teoría marxista-leninista” (Wikipedia).
Las contradicciones sociales que llevaron al colapso de la URSS estaban en ese tiempo plenamente a la vista, y en los años finales de su vida luego de su vuelta al país, indiscutiblemente. ¿Nunca se dio cuenta de nada de eso? ¿No era su tema? ¿Lo vio y dijo nada?
No fue el caso de Trías, que tuvo una visión muy crítica hacia el sistema social de la URSS y los países de Europa del Este y, con un planteo revolucionario y socialista y a partir de los conceptos básicos del marxismo, intentó explicar ese proceso histórico y la perversión de las aspiraciones igualitarias y libertarias que portaba.
Resulta bien curioso que hoy se especule con la condición de “espía” de Trías, al servicio de uno de esos gobiernos. Por lo que es su producción teórica y sus posiciones políticas, no es lo que parece. No lo hubiesen invitado a dar allá conferencias de “primer nivel”.
No todo lo que decía lo considero correcto, hoy.
Eso no importa demasiado, muchas veces se han señalado errores de Trías, y también Arismendi se los señaló acertadamente en algún caso. Lo mismo a la inversa.
Ninguna teoría científica es una reproducción exacta de la realidad, no puede serlo y no tiene sentido que lo sea. La teoría es un instrumento para actuar sobre la realidad, y un producto reflexivo de la actuación. Los errores son una parte inevitable, y además fecunda.
Si toda teoría científica es parcialmente falsa, más todavía la teoría revolucionaria. Peor, porque nosotros nos creemos la mentira porque necesitamos creerla, es el sustento de la ilusión que permite la acción. Luego vienen los porrazos. Y a los golpes descubrimos la verdad. Pero para eso es necesario querer aprender de los golpes.
Y hay algo imprescindible, la honestidad y el coraje intelectual.
Coraje personal, ¿Trías? Dejemos de lado eso. Pero coraje y honestidad intelectual, sin duda.
No es lo que podría decir de Rodney.
* Investigador y militante político. Fue coordinador de la revista Alfaguara y la publicación electrónica La lucha continúa, fue también fundador del Encuentro Latinoamericano de Revistas Marxistas. Es colaborador de varias publicaciones y centros de debate.