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Silvia Lema*

¡A ti se refiere la historia!


Ilustración: Ramiro Alonso

“Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes. La sede clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo por el cual, al desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de ejemplos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente de hombros ante la situación de los trabajadores industriales o agrícolas ingleses, o si se consolara con la idea optimista de que en Alemania las cosas distan aún de haberse deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle:

De te fabula narratur! [¡A ti se refiere la historia!]”

(Marx, 1867, Prólogo a la primera edición alemana)

Con esta advertencia, Marx prologa la primera edición alemana de El Capital, haciendo referencia al alcance universal que plantea la génesis, consolidación y desarrollo de los procesos de sociabilidad burguesa basados en un determinado modo de producción, el modo de producción capitalista.

En El Capital, se exponen los elementos centrales de una teoría que concibe la constitución del ser social a partir de la actividad del trabajo como fundante de los procesos de sociabilidad más amplios. El trabajo entendido como protoforma de toda praxis social. Es a través de la praxis que el hombre se objetiva y a partir de dicha actividad se crea una diferenciación ontológica entre el sujeto, portador del objeto en una esfera / dimensión ideal y el objeto creado en el proceso de objetivación. La objetivación de una determinada práctica, genera nuevas necesidades y determinaciones que desencadenan nuevas finalidades y por lo tanto nuevas objetivaciones. Es la praxis humana la que se presenta como una unidad sintética y contradictoria de la tridimensionalidad del tiempo; es decir, síntesis de pasado, presente y futuro.

Marx con ello, realiza una crítica superadora (superación entendida como negación pero conservación en una forma superior) de la herencia filosófica de la tradición idealista de Hegel y materialista de Feuerbach, cuyo punto de inflexión la había procesado ya por 1843-1845. Pero este elemento por si sólo significaba un momento general y abstracto. Fue el análisis y la crítica de los autores clásicos de la economía política los que permitieron descubrir la prioridad ontológica que poseen las determinaciones económicas – políticas, en la explicación del devenir concreto (como síntesis de múltiples determinaciones) de una dinámica socio/histórica en particular. Pero su teoría estaría inconclusa sin el aporte tomado de los socialistas utópicos, fervientes expositores de la necesidad de transformación de la sociedad burguesa. Es en la crítica del utopismo, que su pensamiento se presenta como la antítesis del “voluntarismo” y del “fatalismo”. Marx reafirma la concepción de que la sociedad burguesa es un producto socio/histórico concreto, colocando en el centro a los seres humanos como seres onto/creadores. Es así que al polemizar con Proudhon en la Miseria de la filosofía (1847) ya hacía referencia a la necesidad de profundizar en el hombre concreto, en cada proceso social, reconociendo sus necesidades, sus formas de organización social, los modos de producción y reproducción, sus formas de ser y pensar. Comprender las relaciones que se establecen entre los seres humanos a partir de determinadas relaciones concretas de producción significa reproducir intelectualmente, la perspectiva de la realidad como una totalidad histórico- concreta y la historia de los seres humanos como autores y actores de su propio drama.

El Capital no significaba para su autor una obra cerrada o acabada. Tampoco era expresión de un momento de inspiración. En esta obra se expone la nueva fase del proceso de investigación y análisis que comenzó en 1843-44, tuvo un punto de inflexión importantísimo en 1859 con el Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, comenzando a transitar hacia su momento de madurez, que se objetiva en esta obra y continua hasta su muerte.

La segunda mitad del siglo XIX, constituye un momento de expansión del proceso de producción capitalista de mercancías, en que la fuerza de trabajo se vuelve, ella misma, una mercancía más. El mercado se presenta como la forma específica de sociabilidad que muestra y esconde al mismo tiempo la unidad orgánica de la totalidad constituida por la producción, distribución, circulación y consumo. La mercancía es la célula económica capaz de mostrar la anatomía de la sociedad burguesa, en tanto como forma social específica de producción de la riqueza, contiene al mismo tiempo, trabajo concreto y trabajo abstracto, valor de uso y valor de cambio.

Según Marx, no constituye esto una mera minucia o sutileza declarada por el Profano. Con la abstracción del valor de uso, de las propiedades particulares de cada producto, se desvanecen todas las cualidades del proceso de trabajo específico y las determinaciones particulares productivas del trabajo, reduciendo los procesos de trabajo a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano.

Es en el mercado que se desarrollan las relaciones cuantitativas en las que las mercancías se intercambian, unas por otras. El valor aparece como contingente, relativo e intrínseco. Sobre esta apariencia emerge lo misterioso de la forma mercantil. Las formas sociales del producto del trabajo humano emergen como reflejo ante la mirada de los seres humanos, con características objetivas, intrínsecas, naturales, propia de cada cosa. Las relaciones sociales se presentan al margen de las relaciones entre productores. El fetichismo se expande a todas las formas de la relaciones sociales y es sintetizado por Marx en la frase: Quid pro quo (tomar una cosa por otra).

A lo largo de esta obra , Marx expuso la esencia del proceso de valorización del capital basada en la propiedad privada de los medios de producción, en una división social del trabajo que fragmenta el hacer del pensar, en la explotación cada vez más extensiva e intensiva del trabajo asalariado, en la acentuación de las contradicciones de clase y la emergencia recurrente de las crisis como amenazas constantes y oportunidades para sostener la ley general de acumulación capitalista, según la cual, la producción de la riqueza social implica al mismo tiempo la reproducción de la pobreza.

El metabolismo de reproducción de las contradicciones sociales gestan las condiciones de posibilidad para su superación. El modo particular de explotación del trabajo en la sociedad burguesa generando procesos de des-socialización crecientes, multiplica y agudiza las contradicciones y conflictos de clase.

Marx nos advierte: lo que aquí se trata como objeto de análisis y reflexión, es nuestra propia historia. Esta realidad no nos es ajena como trabajadores organizados y no podemos establecer con esta obra un punto de vista puramente teórico. La teoría social propuesta está directamente vinculada a la búsqueda de leyes tendenciales que explican la esencia del proceso de producción y reproducción de las relaciones sociales en la sociedad burguesa, para contribuir a la construcción de un proyecto de transformación social revolucionario.

En la contemporaneidad, la nueva configuración de la clase trabajadora (más heterogénea, compleja y fragmentada) desde el punto de vista objetivo como subjetivo por las transformaciones ideológico/políticas que ha significado el avance del capital con su proyecto neoliberal y neoconservador, la derrota del régimen soviético y las insuficiencias del reformismo social/democrático, no puede ceder ante la prédica del fin de la historia y la perpetuación eterna de la sociedad capitalista.

La actual coyuntura, por sí misma, no significa la eliminación de las posibilidades de transformación de las relaciones sociales en la que nos encontramos los trabajadores, la disminución de nuestras capacidades de lucha, ni nos priva de las posibilidades de triunfar.

Para Marx, la lucha de la clase trabajadora, como sujeto histórico revolucionario, es una lucha con sentido emancipatorio, cuyas posibilidades objetivas deben ser forjadas en el aprovechamiento de las situaciones de crisis. Crisis que en la contemporaneidad son cada vez más recurrentes e invaden todas las esferas de la vida social: crisis ecológica, crisis socio-económica, crisis política, crisis simbólica y de sentido.

El movimiento obrero organizado tiene el desafío de afrontar el conjunto de las crisis dando unidad a todos los desafíos que ponen en riesgo la propia sociedad al arrastrarla hacia la barbarie dentro del actual padrón producción social. No es posible, desde la perspectiva teórica fundada por Marx, tener un posicionamiento derrotista ni de resignación. El desafío es la reconstrucción del movimiento obrero revolucionario, la discusión de su proyecto emancipatorio, su reconfiguración como sujeto político y la redefinición de la estrategia a desarrollar.

Las conquistas de los derechos económicos, políticos y sociales dentro de los límites de la sociabilidad burguesa han estado signados por la conquista democrática de los trabajadores que se han organizado en el marco del movimiento sindical como en las distintas expresiones político/partidarias. Ambos instrumentos (sindicatos y partidos) son centrales en el proceso de construcción de un proyecto revolucionario transformador, que busque confrontar el vaciamiento político que la propia dinámica del capitalismo engendra e intencionalmente promueve como forma de silenciamiento de los de abajo, generación de impotencia, apatía, e indiferencia.

No hay resistencia en la indiferencia. Especialmente los trabajadores a través de nuestras organizaciones de clase, debemos reapropiarnos del proceso de socialización de la política que el propio capitalismo generó en su proceso de expansión a fines del siglo XIX y XX.

Hoy, la ofensiva del capital profundiza el proceso de mercantilización y fetichización de la vida social en su conjunto, y se acompaña de la renovación del pensamiento neoconservador que promueve la acción política como una acción de élites dirigentes/intelectuales. A lo sumo, en el mejor de los casos presenta las distintas esferas de la vida social como esferas segmentadas y fragmentadas, como objeto de luchas parciales. La resistencia debe ser construida en la unidad de la clase trabajadora más allá de las divergencias político/partidarias. Unidad de la diversidad de tendencias, purgando los vicios y las prácticas de partidización y dominación en el marco de aparatos.

En aquella advertencia de Marx a los obreros alemanes, encontramos la síntesis del compromiso para la unidad y la lucha. Recuerda: ¡A ti se refiere la historia!

A modo de síntesis, transcribimos uno párrafos de la carta por un obrero, a propósito del significado que tuvo El Capital.

"Al Doctor Karl Marx, en Londres:

Señor:

Permítame, se lo ruego, que a pesar de que usted no me conozca, le rinda homenaje por los méritos inapreciables que ha adquirido con sus investigaciones. La ciencia y, sobre todo, la clase obrera le deben su agradecimiento. Desde mi juventud, a pesar de que entonces sospechaba más que comprendía la rica sustancia de sus escritos, fui cautivado por ellos y no cesaba de leerlos y releerlos hasta que se me presentaban con suficiente claridad. El entusiasmo que me produjo el estudio de su obra publicada en Hamburgo me ha llevado a la inmodestia, quizás inoportuna, de presentarle mi reconocimiento, mi respeto y mi gratitud.

[…]

En su obra explica usted por primera vez, de manera clara, irrefutable y científica, lo que a partir de ahora constituirá la tendencia consciente de la evolución: someter a la conciencia humana el proceso de producción social, el cual hasta el presente constituía una fuerza ciega de la naturaleza. Su obra inmortal es haber dado inteligencia a esa tendencia, es haber demostrado que nuestra producción no tiene cabeza. Con el tiempo, recibirá un reconocimiento eterno. También leo entre líneas en su libro que su economía fundamental supone a su vez una filosofía fundamental.

[…]

Perdóneme por haber abusado así de su tiempo y de su atención; pero he creído que usted estaría contento si le demostraba que la filosofía de un trabajador manual es mucho más clara, por regla general, que la de nuestros profesores de filosofía actuales. Apreciaría más su aprobación que mi nominación para cualquier academia.

Acabo la carta recordándole una vez más mi gran interés por sus esfuerzos, que van mucho más allá de nuestro tiempo. El desarrollo social, la lucha por la supremacía de la clase obrera, me interesan mucho más vivamente que mis asuntos privados. Sólo lamento no poder cooperar de manera más decisiva. Allons, enfants, pour la patrie!!!"

Josef Dietzgen

Maestro-obrero en la fábrica de cuero Vladimir Vassili-Ostrov, San Petersburgo.

24 de octubre (5 de noviembre) de 1867.

Publicado en las Cartas a Kugelmann.

* Prof. Adjunta FCS. Master Servicio Social. Grupo de Estudios del Trabajo. Secretaria General de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social

Bibliografía

Karl Marx. (1867) El Capital. Siglo Veintiuno editores. Buenos Aires. 2010

__________(1847) La Miseria de la Filosofía. Ediciones Bergua. Madrid. 1933

_________ Cartas a Kugelmann. Ediciones Península. Barcelona . 1974

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