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  • Buenaventura

El tambero


Ilustración: "Ordeña", por Laura Casanueva Sanhueza.

El tambero no descansa. ¿Vocación suicida, cultura o destino? La industria lo llama, lo ata... Las canas lo encuentran en la vuelta, capataceando su local de producción. Es que su vocación es la industria. Él no lo sabe, no lo dice. Se siente campero, pero le tira la fábrica, se siente paisano, pero su oficio es gringo.

Setecientas treinta veces al año, el tambero desagota las ubres cansadas de un ganado flaquerón. Cada mañana, cada tarde. Todos los días del año. No hay domingo ni mañana libre. La vaca no espera, muge su reclamo de alivio mientras rumea un pasto seco.

No hay frío ni resfrío que dé tregua cuando hay que sacar las vacas del nochero. La señora o el señor de la casa dan la señal de entrada al rodeo que ya sabe de memoria a que hora le toca marcar tarjeta. Para el tambero, la pesadumbre de la rutina. Para la vaca, la gloria del alivio y la buena comida que la espera en alguna batea que el ingenio paisano ideó para servirle, a modo de agradecimiento, una ración un poco más jugosa.

No hay estación fácil para el tambero. Cada una le arrima su lío. La naturaleza le muestra su peor cara, como despreciando su empeño por negarla, por modificarla, por poseerla. El frío lo quema tanto como el sol. En otoño, cuando las vacas paridas reclaman su atención, el campo parece achicarse como si lo agobiaran las labores. En invierno todo marcha al ritmo de una lechera, los fríos castigan, las heladas duelen, la lluvia rinde el doble y la chacra no seca: comienza el tambero su lucha con el ganado que destroza su plato a cada paso y cada bocado. En la primavera todo crece, las ubres explotan, todo conspira a favor, hasta que aparece una pradera con su amenaza de bomba. El verano raja la tierra y el pasto exije el descanso que el tambero no tiene; venga y vaya tras el agua bendita, un pozo que se agota, una bomba que se empaca, una vertiente que mengua...

¿Vocación suicida, cultura o destino? No lo sé. Él no lo dice. Le tira la fábrica. Lo llama. Ahí está de nuevo. Y mañana. Gringo nuestro...

* De la serie "Apuntes de parábolas".

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