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Sergio Sommaruga*

Cuando muere un revolucionario, nace de nuevo en el corazón de los pobres del mundo




Un 25 de noviembre partió el Granma rumbo a la revolución. Un 25 de noviembre nuevamente la historia se lleva en ancas a Fidel, pero esta vez rumbo a la inmortalidad. Esa que solamente los pueblos tienen reservado para sus héroes.


Sabía que iba a pasar y que me iba a pasar. Sabía que iba a pasar y que a millones en el mundo les iba a pasar.


Era el presagio de un sentimiento que mi conciencia auscultaba en mis entrañas. Sabía que una soledad fulera me iba a asolar. Sabía que tendría que resistir… hacer de tripas corazón.


Humanamente casi un siglo de vida es, en sí mismo, un elogio genético. Tras 638 planes de asesinato y casi 200 intentos concretos de matarlo, llegar a los 90 años de vida, es un elogio en sí mismo.


La biología no traiciona, simplemente cumple sus mandatos.


Fidel se fue físicamente, pero por causas naturales y eso es otra victoria sobre los reaccionarios del planeta. Lo querían muerto, pero solo murió cuando la biología lo dijo, no cuando el gatillo homicida lo pretendía.


Que mas pedirle a la vida que vivir una vida llena de vida y de vidas. Que más pedirle a la vida que encontrarle sentido de dignidad a la existencia, en un mundo de absurdas marañas y vacíos existenciales que el capitalismo pretende llenar con ofertas de góndola.


Fidel no vivió para sí mismo, lucho para los demás y con los demás. Y en ese mismo acto de grandeza heroica, se redime y emancipa de las también humanas miserias y limitaciones; bajo su propio mérito y esfuerzo. Vaya enseñanza. Vaya legado.


La muerte de Fidel es una y muchas cosas al mismo tiempo. Es un único hecho material y concreto por un lado, pero con múltiples hechos simbólicos por otro.


Fidel murió, como todos. Pero vivió como solo viven los que cargan el futuro con esperanza y amor profundo a la humanidad.


La muerte de Fidel es un hecho concreto, material, irremediable. Pero nos dejó un legado y nos regaló, como generación, el saber que la posibilidad existe.


Que detrás de la resignación está la esperanza. Que detrás del fin de la historia está un mundo nuevo. Que detrás del gesto heroico está naciendo la humanidad nueva. Que detrás de la aparente derrota, esta la ineludible posibilidad del triunfo. Como en 5 palmas, cuando en medio de la ofensiva del enemigo y con solo 7 fusiles a su favor, Fidel asume su impecable condición de revolucionario y le dice a su diezmado grupo de combatientes: “ahora sí ganamos la guerra”. Eso fue en 1956. Tres años después, bajo el influjo de esa camada magnífica de hombres y mujeres libres, entra victorioso a la revolución aquel otro “pequeño ejército de locos”.


Fue un primero de enero. Pero no fue un año nuevo más, fue una nueva página en la historia del mundo.


La muerte de Fidel no cierra ninguna etapa. Por el contrario abre miles de batallas. Como generación tenemos que ser muy conscientes de eso.


Se nos vienen cientos de contiendas que están el plano de las ideas y de los valores. De las concepciones del ser humano y la vida misma.


Las miles de batallas que se abren tras su muerte, no son más que la confirmación indeleble de la forja y el valor militante de Fidel.


Destruir a Fidel en vida fue un fracaso para los enemigos del socialismo. Tergiversar su figura, desvanecer su legado, vilipendiar su estampa, es la batalla que arreciará a partir de ahora. Los enemigos de la libertad, los enemigos del socialismo, con sus poderosos recursos y su ingeniería del engaño y el embaucamiento, saldrán a dar la batalla final. La batalla por el pensamiento, por el control de los sueños, por la desertificación de la utopía.


Matar a Fidel después de muerto es la consigna de los enemigos de la revolución.

A no vacilar. Tengamos plena conciencia que ahora vienen por nosotros y nosotros nos tenemos que aprestar para ir por nuestros sueños de igualdad y justicia. Eso nos enseño la vida y nos lo explico Fidel con su ejemplo gladiador.


Ni bien murió, empezó la batalla por matar a Fidel después de muerto. Cadenas trasnacionales de noticias mostraban al mundo como traidores y enemigos festejaban su muerte.


Y menos mal que traidores y enemigos, te festejan la muerte. Cuando en estas cosas de la lucha de clases gana el consenso, es porque las sobras se quedaron con la comida del plato…es porque la insignificancia le gano a la esencia.


Pero eso no pasa ni pasaría contigo. Por algo fuiste, sos y serás el comandante libre de nuestramerica rebelde.


En este mundo de catástrofes humanitarias y ambientales, los enemigos de la revolución tienen casi todo a su favor. Vienen ganando. Tienen poder, dinero, medios de comunicación. Tienen, indudablemente, la ventaja táctica.


Pero en el medio de su aparente apogeo triunfalista, haya algo que les falla. Hay algo que no entienden. Algo que les fastidia el alma.


Cuando muere un revolucionario pasa algo que jamás nunca pasará con ninguno de sus enemigos...nace de nuevo en el corazón de los pobres del mundo, para alumbrar por siempre la conciencia y la dignidad.


Lloré la muerte de Fidel, pero al mismo tiempo percibí, en la palma de la mano, la posta histórica que nuestra generación está llamada a tomar.


Salud, queridos compañeros

* Secretario de Asuntos Laborales del SINTEP

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